Por ONIX NEDEL CORREA GARCÍA *
Hace varios días se conocieron unas impresionantes pruebas de supervivencia de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. Ella fue secuestrada por las FARC hace más de seis años y desde entonces toda Colombia espera su regreso.
Las conmovedoras imágenes del estado en que se encuentra Ingrid movieron a todo un país y fue la oportunidad para reflexionar, todos los colombianos, qué tan indiferente somos a la situación actual de violencia nacional, sobre todo en el caso del secuestro.
En este tiempo de navidad son muchos los hogares que sufren y se aferran más a Dios por recibir la buena noticia de que sus familiares van a ser liberados. Algunos con varios meses sin verlos, otros con muchos años en los que ni siquiera escuchan su voz.
La violencia por la que atraviesa Colombia es una de las más criticadas en todo el mundo; los actos inhumanos que realizan los grupos al margen de la ley se salen de cualquier calificación precisa que cualquier persona quiera dar, convirtiéndose la violencia misma, en distintas oportunidades, en algo que ni siquiera se le puede dar nombre.
Los colombianos lo vivimos a diario, en algunas ocasiones somos víctimas, en otras simples espectadores frente a un televisor, leyendo un periódico o escuchando la radio. Pero somos sólo eso: simples espectadores, que no buscamos alternativas de ayuda, que no colaboramos para alcanzar la paz y que nos aferramos a la idea absurda, egoísta y no solidaria de que la consecución de la paz es problema del Gobierno.
Dios nos llama en este nuevo año de evangelización a que seamos solidarios y, viendo la realidad colombiana, hay mucho por hacer. Hay que trabajar por comenzar desde nuestros pequeños hogares, comunidades, grupos sociales, etc., por encontrar o, si no los hay, inventar los mejores planes de paz; aquellos planes que no se queden en las intenciones primarias de acercarnos a los que proporcionan guerra, deben ser planes que luego del acercamiento concrete los puntos a seguir en todo un fructífero proceso de paz.
No vale de nada que busquemos justicia si no somos solidarios con aquellas personas que necesitan de nuestra comprensión y apoyo. Son muchos los que se sienten, en medio del conflicto armado, solitarios, desprotegidos perdiendo las ganas de seguir adelante, de luchar por sus ideales, de querer y propiciar una sociedad que viva en fraternidad. A todas esas personas es el momento de brindarle nuestra mano amiga, nuestra mano cristiana; esa mano que está llena de muchos valores y que llega justo en el momento en que hasta la esperanza se pierde.
Debemos analizar con mayor profundidad nuestra actuación en una sociedad llena de tantas dificultades. No podemos pararnos en la estación errónea de que otros harán lo que nuestra indiferencia no se anima a hacer.
Si es cierto que hay que mirar el futuro, pero no podemos verlo, ni siquiera pensarlo, si no trabajamos para que lo que está a nuestro alrededor vaya bien. No sólo es problema de las FARC, el Gobierno, los secuestrados y sus familiares, es un asunto que nos involucra a todos, que sugiere el esfuerzo de aquellos indiferentes, debemos todos alzar nuestras voces de protestas contra los malos actos, de unir ideas creativas y precisas que haga real y palpable la anhelada paz.
Ingrid Betancourt es un ejemplo que nos sirve a todos para reflexionar, para mirar más allá de nuestras narices, para sentir la cruda intensidad del secuestro y todas las demás dificultades nacionales como propias, porque hasta el día en que no lo sintamos así no vamos a espabilarnos para hacer algo, para tratar de ser felices y para querer tener una sociedad más justa, solidaria y en paz.
Fuente: FONDELIBERTAD
Procesado: Fundación País Libre
Son muchos los colombianos que han sufrido el flagelo de la violencia que vive nuestro país. Precisamente el secuestro es uno de los métodos más usados por los grupos al margen de la ley para atentar con los derechos fundamentales de las personas. Para tener datos precisos de las víctimas que ha cobrado este grave problema, KAIRÓS consultó las cifras que sobre el secuestro tiene la Fundación País Libre.
Desde el año 1996 hasta septiembre de 2007 ha habido 23.401 personas plagiadas por culpa del secuestro. De las cuales 12.981 fueron liberadas, 4.439 rescatadas, 3.203 aún siguen cautivas; otras 1.268, desafortunadamente, han muerto en cautiverio, 807 liberadas por presión, unas 369 se han fugado de sus captores y 334 las liberaron luego de una mediación humanitaria.
Todos los colombianos debemos seguir trabajando para que las cifras del secuestro desaparezcan y para que sean más efectivos los caminos de paz que se desarrollen. ¡Démosle la cara al secuestro, busquemos la paz!
Hace varios días se conocieron unas impresionantes pruebas de supervivencia de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt. Ella fue secuestrada por las FARC hace más de seis años y desde entonces toda Colombia espera su regreso.
Las conmovedoras imágenes del estado en que se encuentra Ingrid movieron a todo un país y fue la oportunidad para reflexionar, todos los colombianos, qué tan indiferente somos a la situación actual de violencia nacional, sobre todo en el caso del secuestro.
En este tiempo de navidad son muchos los hogares que sufren y se aferran más a Dios por recibir la buena noticia de que sus familiares van a ser liberados. Algunos con varios meses sin verlos, otros con muchos años en los que ni siquiera escuchan su voz.
La violencia por la que atraviesa Colombia es una de las más criticadas en todo el mundo; los actos inhumanos que realizan los grupos al margen de la ley se salen de cualquier calificación precisa que cualquier persona quiera dar, convirtiéndose la violencia misma, en distintas oportunidades, en algo que ni siquiera se le puede dar nombre.
Los colombianos lo vivimos a diario, en algunas ocasiones somos víctimas, en otras simples espectadores frente a un televisor, leyendo un periódico o escuchando la radio. Pero somos sólo eso: simples espectadores, que no buscamos alternativas de ayuda, que no colaboramos para alcanzar la paz y que nos aferramos a la idea absurda, egoísta y no solidaria de que la consecución de la paz es problema del Gobierno.
Dios nos llama en este nuevo año de evangelización a que seamos solidarios y, viendo la realidad colombiana, hay mucho por hacer. Hay que trabajar por comenzar desde nuestros pequeños hogares, comunidades, grupos sociales, etc., por encontrar o, si no los hay, inventar los mejores planes de paz; aquellos planes que no se queden en las intenciones primarias de acercarnos a los que proporcionan guerra, deben ser planes que luego del acercamiento concrete los puntos a seguir en todo un fructífero proceso de paz.
No vale de nada que busquemos justicia si no somos solidarios con aquellas personas que necesitan de nuestra comprensión y apoyo. Son muchos los que se sienten, en medio del conflicto armado, solitarios, desprotegidos perdiendo las ganas de seguir adelante, de luchar por sus ideales, de querer y propiciar una sociedad que viva en fraternidad. A todas esas personas es el momento de brindarle nuestra mano amiga, nuestra mano cristiana; esa mano que está llena de muchos valores y que llega justo en el momento en que hasta la esperanza se pierde.
Debemos analizar con mayor profundidad nuestra actuación en una sociedad llena de tantas dificultades. No podemos pararnos en la estación errónea de que otros harán lo que nuestra indiferencia no se anima a hacer.
Si es cierto que hay que mirar el futuro, pero no podemos verlo, ni siquiera pensarlo, si no trabajamos para que lo que está a nuestro alrededor vaya bien. No sólo es problema de las FARC, el Gobierno, los secuestrados y sus familiares, es un asunto que nos involucra a todos, que sugiere el esfuerzo de aquellos indiferentes, debemos todos alzar nuestras voces de protestas contra los malos actos, de unir ideas creativas y precisas que haga real y palpable la anhelada paz.
Ingrid Betancourt es un ejemplo que nos sirve a todos para reflexionar, para mirar más allá de nuestras narices, para sentir la cruda intensidad del secuestro y todas las demás dificultades nacionales como propias, porque hasta el día en que no lo sintamos así no vamos a espabilarnos para hacer algo, para tratar de ser felices y para querer tener una sociedad más justa, solidaria y en paz.
PANORAMA DEL SECUESTRO EN COLOMBIA
Fuente: FONDELIBERTAD
Procesado: Fundación País Libre
Son muchos los colombianos que han sufrido el flagelo de la violencia que vive nuestro país. Precisamente el secuestro es uno de los métodos más usados por los grupos al margen de la ley para atentar con los derechos fundamentales de las personas. Para tener datos precisos de las víctimas que ha cobrado este grave problema, KAIRÓS consultó las cifras que sobre el secuestro tiene la Fundación País Libre.
Desde el año 1996 hasta septiembre de 2007 ha habido 23.401 personas plagiadas por culpa del secuestro. De las cuales 12.981 fueron liberadas, 4.439 rescatadas, 3.203 aún siguen cautivas; otras 1.268, desafortunadamente, han muerto en cautiverio, 807 liberadas por presión, unas 369 se han fugado de sus captores y 334 las liberaron luego de una mediación humanitaria.
Todos los colombianos debemos seguir trabajando para que las cifras del secuestro desaparezcan y para que sean más efectivos los caminos de paz que se desarrollen. ¡Démosle la cara al secuestro, busquemos la paz!
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