Por: RÓGER VARGAS CHOLES
Asistente de Redacción Kairós
rogervch@yahoo.com
La escultura con la que ilustramos este artículo sobre la Trinidad, es obra del reconocido escultor Ir Caritas Müller. Esta pieza será el hilo conductor de nuestra reflexión sobre el «misterio de los misterios», La Santísima Trinidad.
DOGMA Y MISTERIO
Unamuno, el famoso escritor, dijo alguna vez: “Perdí mi fe pensando en los dogmas, en los misterios en cuanto dogmas; la he recobrado pensando en los misterios, en los dogmas en cuanto misterios”. Parece un juego de palabras, pero es muy probable que esta expresión refleje la experiencia de muchas personas que dejan de creer, o que dicen creer en Dios, pero rechazan las formulaciones (dogmas) de las principales verdades sobre las que se edifica nuestra fe, en otras palabras lo que creemos y por qué lo creemos. Ahora bien, si no creemos en aquello que es fuente y corazón de la fe, ¿cómo podríamos considerarnos creyentes? En nuestro caso, ¿cómo podríamos decir que somos cristianos?
Volviendo a la afirmación de Unamuno, es claro que los dogmas son fundamentales, en extremo necesarios. La confesión del escritor va más en la línea del cómo se asume estas verdades de fe. La doctrina, como doctrina, es decir, como sola letra, o como simple compendio de enunciados, es estéril, no puede darnos la vida; pero esta misma doctrina, aceptada desde la fe, asumida como guía, como experiencia de Dios, abre para el hombre las fuentes de la redención, de la salvación obtenida por Cristo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario