Periodista
Nació en el pueblito más lindo de Colombia: Usiacurí, en el departamento del Atlántico, el 7 de julio de 1954. Hijo de Mario Escorcia Zarate y Josefa María García Amaranto, campesinos de buen nivel económico y dedicados a las artesanías; honrados y trabajadores, de aquella generación que a cada despertar de un día, y teniendo como fondo el suave trinar de las aves, se alababa y se bendecía al Señor; al medio día se rezaba el Avemaría; al anochecer el rosario, y cada domingo y fiestas de guardar, la familia completa participaba de la Santa Eucaristía.
Mario, como todo buen hijo de Usiacurí, aprendió desde su infancia el noble oficio de las artesanías y fue formado bajo estrictos parámetros cristianos; estudió la primaria en su pueblo, jugaba bola de trapo en las pequeñas y polvorientas callecitas de su querido Usiacuri y tejía la palma de iraca con gran maestría. Pero, un día cualquiera, Dios quiere cambiar la historia de su vida y coloca en su camino al recordado padre Roberto Ariel Ávila, quien lo llama y lo invita para que sirva como monaguillo en el templo parroquial; fue así como, sirviendo muy cerca del altar al Señor, va lentamente despertando la vocación sacerdotal del niño Mario.
El tiempo corre y ya es un joven que debe trasladarse a Barranquilla para estudiar su bachillerato, que empieza y termina sin ningún tropiezo. Comienza entonces el inquieto artesano y futbolista a poner en orden sus ideas y a revisar su proyecto de vida. Se inscribe en dos universidades para la carrera de abogado y en las dos es admitido, “pero unos son nuestros proyectos, y otros son los designios de Dios”, afirma. Y pensó: “No quiero por el momento ser abogado, no quiero seguir tejiendo la palma de iraca; seré más bien, artesano del Evangelio”. Y, sin más vacilaciones, Mario empaca maletas para ingresar al Seminario Regional Juan XXIII.
Algunos miembros de su familia no le creyeron y pensaban que simplemente ese muchacho se marchaba quien sabe para donde. Al final entendieron la decisión, lo encomendaron a Dios y lo apoyaron en todo el proceso de discernimiento y preparación al sacerdocio. Terminado sus estudios, Monseñor Germán Villa Gaviria le concede la orden del diaconado en ceremonia especial en la iglesia de su pueblo natal Usiacurí; este acto de ordenación fue todo un acontecimiento en el pequeño pueblo que de ese momento en adelante, fue bendecido por Dios con muchas vocaciones sacerdotales. Más adelante recibe el presbiterado de manos también de Monseñor Germán Villa Gaviria, el 3 de abril de 1982, en solemne ceremonia en la Catedral Metropolitana.
Comienza su ministerio sacerdotal como vicario cooperador en San Clemente y desde allí le toca administrar la parroquia de San Vicente de Paúl. Luego, va ha Sabanalarga y Candelaria, el Bosque, Carrizal y el Pueblito. En cada una de estas parroquias dejó huellas imborrables de su ministerio. Actualmente es párroco de San Juan Bautista de la Salle, en el barrio Hipódromo de Soledad.
Es abogado titulado, con especialización en derecho de familia, diplomado en docencia universitaria, y próximo a recibir título como doctor en educación. Además, es defensor del vínculo en el Tribunal Eclesiástico, docente consultor en el Sena y profesor en el Seminario Regional Juan XXIII.
Como un regalo bajado del cielo, la celebración de sus 25 años de vida sacerdotal será este martes santo, nada más ni nada menos que dentro de la Misa Crismal, acompañado de nuestros obispos, el clero en pleno y delegaciones de todas las parroquias del Atlántico.
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