Con la búsqueda de la verdad, la honestidad y la transparencia, se corre el riesgo de caer en juicios. Por ello, se requiere una profunda objetividad, de tal manera que no se hagan señalamientos arbitrarios que perturben el papel de la Iglesia como signo e instrumento de salvación.
Cuando se hacen comentarios o reflexiones, por lo general, no se hacen con el ánimo de enlodar, perturbar o irritar a alguien, sea individuo o institución, fundamentalmente se busca agradar a Dios y el bienestar de la comunidad por encima de intereses personales, partidistas, raciales o de índole religioso. En el caso de las elecciones que se avecinan es importante y vital para una región poseer unos buenos elementos de discernimiento y, así, sufragar con tranquilidad y a conciencia.
Para nadie es mentira que el proceso electoral en muchos puntos se convierte en un “carnavalito”. Se olvida el verdadero sentido y significado de éste en el pueblo; nos quedamos con la publicidad, la música, el sancocho, el licor, los desfiles, el jolgorio, el folclor, no nos preocupa aterrizar en el análisis de propuestas serias y concretas que lleven al progreso y desarrollo de nuestras comunidades.
Y es que es común escuchar que nadie es apto para un puesto público. ¡¿Propuestas buenas?! Uhm... ¿Las habrá? Sí las hay. Sin embargo, se ven ahogadas por las injurias, pasquines, deseos de ensuciar al candidato opuesto, con mentalidades tradicionalistas y pseudo criterios de elección: este candidato tiene maquinaria, aquel tiene dinero, el otro habla bonito, tiene buena oratoria, se ve bien en la foto... Pero, ¿nos detenemos a mirar preparación, proyección, propuestas, vida moral, respeto por lo sagrado, valores? Para esto se requiere indagar en sus hojas de vida, su trayectoria.
A los candidatos que resulten elegidos se les pide, entonces, la suficiente honestidad y fidelidad a los proyectos con los que se hicieron elegir. Esto significa no desaparecer de los barrios, pueblos y veredas el 29 de octubre y ser considerados más tarde como los grandes ausentes. Que interesante que continuara el contacto con el pueblo, revisión de proyectos y un informe continuo, de tal manera que se garantice la ejecución de las obras, la estabilidad de la región. Algo que es muy significativo, pero que poca importancia se le presta, es la confianza y respaldo de los miles de ciudadanos que aún creen en la democracia y aún tienen esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien, frente a la gran cantidad de gente que, con justa razón, se han dejado atracar del pesimismo y la concepción de que esto va de mal en peor, que no hay en quién confiar y todo resulta un caos.
Lo importante es no amarrarse a ninguna maquinaria y ser lo suficientemente libre para canalizar los ingresos en tantas prioridades que, de acuerdo a las diferentes estadísticas y análisis, son: educación, salud, recreación y deporte, promoción humana, seguridad ciudadana, vías, empleo.
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