jueves, octubre 23, 2008

PARROQUIAS AYER Y HOY


Unidad pastoral Santa María Goretti :No hay obstáculos para el Amor de Dios


Cuenta la Señora Candelaria Orozco de Lora que hace 50 años, cuando llegó al barrio Carrizalito, tan sólo existían unos cuantos tugurios construidos con cartón, plásticos, latas y, los más modernos, con una madera que llamaban ‘cachete’; allí, en medio de la pobreza, cargaban el agua en burros desde largas distancias y se alumbraban de noche con artesanales mechones. Día a día llegaban más familias que, llevadas por la pobreza, se veían obligadas a construir en esas lomas llenas de vegetación y lodo sus improvisados ranchos; lo importante era que podían apoderarse de cualquier cantidad de terreno, sin que nadie les impidiera ya que aparentemente estos lodazales, no tenían dueño, lo cierto es que hasta el momento nadie se ha acercado a reclamarlos. La vida en Carrizalito transcurría en completa calma, los niños jugaban en la vegetación y los pantanos y la gente adulta salía todos los días al rebusque: lavaban ropa, planchaban, reciclaban, vendían frutas y verduras; se ganaban el pan de cada día como Dios manda. Pero también, sin importarles mucho su pobreza, se iban organizando como barrio a pesar de no contar con ningún servicio y estar olvidados completamente de la sociedad. Se fue creando la acción comunal que empezó a servir como puente entre la comunidad y los gobernantes, al menos para que supieran que ellos existían.

Fue precisamente un líder comunal a quien no le gustó que su sector se llamará carrizalito y se invento el elegante nombre de barrio Las Américas; la lucha y la desesperación seguían vigentes y algunos grupos de la Iglesia católica, encabezados por el padre Humberto Lizcano, ya hacían presencia en el lugar, celebraban la misa en improvisados lugares al sol y al agua, y hasta se administraban sacramentos como bautizos y matrimonios. El Padre Lizcano, deseoso de que estos habitantes se acercarán a Dios y pudieran tener una parroquia, consiguió un enorme terreno en donde comenzó a construir una pequeña capilla, la misma de la actualidad pero ahora ampliada y mejorada. El trabajo de los catequistas pronto dio sus frutos debido a que el 3 de marzo de 1965, por decreto 318 firmado por monseñor Germán Villa Gaviria, se erige como vicaría parroquial Santa María de Mazzarello, con territorio segregado de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. Al lado de la capilla se construyó la casa cural, la Casa de las Hermanas y una escuela que empezó a ser atendida por las damas Hebreas y a la que le dieron el nombre de Golde Meir.

Comienza para esta comunidad una vida plena de Iglesia, ya que se nombra a su primer vicario ecónomo, padre Arístides Barrera. Él debió trabajar en condiciones de mucha pobreza y compartió con su comunidad las tristezas, luchas y las pocas alegrías, pero se dio a querer de todos los habitantes hasta el punto de que hoy aún lo recuerdan con especial afecto. El 26 de febrero de 1968, ya con una comunidad en camino de formación y un barrio completamente poblado, se erige como parroquia por decreto 414 de monseñor Villa Gaviria y se nombra como su primer párroco al padre Reinaldo Iriarte Ríos, quien se entregó por completo a su ministerio formando y educando doctrinalmente a su feligresía, dejando hondas huellas de espiritualidad durante los 3 años como pastor del barrio las Américas; luego llegó el padre Ismael Arévalo hasta el año 1974 cuando de nuevo repite el padre Iriarte por un año más y, el 9 de julio de 1975, le entrega al padre Víctor Tamayo ya no la parroquia de Santa María Mazzarello sino la parroquia de Santa María Goretti, pues el nombre fue cambiado según decreto arzobispal. Para el mes de octubre del mismo año llegan desde México las Hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana y son recibidas generosamente por el padre Tamayo, quien les brinda toda su colaboración para que las hermanas inicien su trabajo de evangelización y promoción humana. En varios periodos trabaja como párroco el padre Tamayo y, como siempre, realiza grandes obras de mejoramiento en el complejo parroquial y en todo el sector. Luego vienen a la historia de esta parroquia otros sacerdotes como Faustino Gonzales, Álvaro Romero, Luis Alberto Martínez, Armando Larios, Teodoro García, Mario Lujan, quien con su carisma misionero y el amor por los pobres dejó también huellas imborrables dentro de la comunidad; igualmente Álvaro García, quien siendo diácono realizó un trabajo muy especial con los jóvenes, y, desde el año 1999 hasta el 2004, el padre Giovanni San Juan.

La Parroquia Hoy
El barrio las Américas en la actualidad ya no es un tugurio. Sus viviendas lucen mejoradas aunque sus habitantes continúan, en su mayoría, sumidos en la pobreza total; sus calles siguen intransitables por el olvido y la negligencia del estado. Como párroco se encuentra el sacerdote antioqueño Edgar Darío Osorio Giraldo, un paisano del beato Marianito Eusse y misionero por vocación; llegó a la Arquidiócesis alrededor de 4 años invitado por monseñor Víctor Tamayo. Al tomar posesión de la unidad pastoral Santa María Goretti, encontró una comunidad con muchos problemas de convivencia, bastante inseguridad, un especie de ‘mercado religioso’ por la cantidad de grupos no católicos que proliferan en el sector y una apatía hacía el compromiso cristiano de la mayoría de sus habitantes. Ante semejante problemática, el padre Osorio, quien ya como misionero en el amazonas había trabajado venciendo la inclemencia del clima y la hostilidad de la zona, en lugar de salir corriendo, comenzó entregándose a su nueva parroquia las 24 horas del día y optó por darle continuidad al trabajo pastoral de los anteriores párrocos; también buscó caminos que le permitieran, con los pocos feligreses comprometidos, cambiar la apatía por el compromiso cristiano, la violencia por la fraternidad, y la pereza y el oció por deseos de trabajar y salir adelante.

Gracias a Dios, que protege a este sacerdote como todos los demás, y a su carisma misionero ha podido realizar un trabajo que se puede considerar como un milagro del altísimo, porque, además de las anteriores situaciones, también le toca enfrentar el problema económico muy serio debido a la pobreza de la comunidad; sin duda alguna le toca vivir en una austeridad total, casi en la misma pobreza como viven sus feligreses; pero ahora los resultados de esa titánica labor se pueden mostrar a propios y extraños, sus frutos están a la vista: sacó adelante el nuevo ‘plan pastoral de evangelización’, cuyas estructuras, teniendo en cuenta las circunstancias especiales del sector, ya están construidas y, con un pequeño pero muy selecto grupo de fieles entregados a su apostolado, siguen adelante en el proceso de Iglesia. Se construyó la parroquia de Jesús de la Buena Esperanza en el barrio La Sierrita y también la construcción de la parroquia de Santa María de la Cordialidad; nadie puede negar que estas dos parroquias son el resultado de un trabajo pastoral y de motivación muy intenso realizado por el padre Edgar Darío, muy de la mano con las Hermanas Oblatas Catequistas Pequeñas Siervas de los Pobres, una comunidad africana que comparte con el párroco las angustias, dificultades, las luchas, y las tristezas, pero también la eucaristía y la oración diaria como pan bajado del cielo, para poder, en medio de la tormenta, seguir adelante presentando y ofreciendo el Reino de Dios a los habitantes del barrio las Américas.

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