jueves, octubre 23, 2008

NUESTRA PORTADA


Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla
EL DERECHO EN LA IGLESIA
el Derecho en la Iglesia es un misterio (servicio) de comunión que sólo se puede comprender dentro del misterio de la vida de la Iglesia, que es vida de comunión en la fe, en la esperanza y en el amor.
La alegría de servirle a Dios
Hace unas semanas, el Arzobispo Rubén Salazar Gómez ordenó como diácono de nuestra Arquidiócesis al joven Johan Acendra. Él nos habló de la alegría de servirle a Dios en estos primeros días.
Ciudadanos ejemplares, cristianos verdaderos

EDITORIAL

El Nuncio Apostólico nos visita

La Arquidiócesis de Barranquilla se prepara con gusto y agrado para recibir al Legado Pontificio de la Santa Sede en Colombia, el cual ha sido invitado para que celebre, junto con todo el Atlántico, la inauguración de la nueva Curia Arquidiocesana. El Nuncio Apostólico nos estará acompañando desde el 31 de octubre hasta el 2 de noviembre.

Monseñor Aldo Cavalli, como representante de la Santa Sede, es a la vez el decano del cuerpo diplomático en Colombia; es decir, el embajador del Papá y el primero en el estado colombiano. Es el Legado Pontificio que generalmente goza del Orden Episcopal, a quién el Romano Pontífice encomienda de modo estable su representación personal en las diversas naciones o regiones del mundo.

El nuncio, quien bendecirá las nuevas instalaciones de la remodelación de la nueva Curia el 31 de octubre, se reunirá, el 1 de noviembre, con todos los seminaristas y presbíteros de la Arquidiócesis de Barranquilla en el Seminario Mayor “Juan XXIII”; además tendrá un encuentro con todas las religiosas el domingo en la Catedral Metropolitana María Reina, visitará las parroquias Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma y Santa Rita de Casia en Sabanagrande, en ellas compartirá y se intercambiará diálogos y experiencias pastorales. Cabe recalcar que además compartirá con las autoridades civiles y militares de nuestro departamento.

La Visita del Nuncio será para la Arquidiócesis de Barranquilla motivo de mucha alegría y, porque no, de mucho orgullo para nuestra Iglesia particular. La función principal del Nuncio Apostólico consiste en “procurar que sean cada vez más firmes y eficaces los vínculos entre la Sede Apostólica y las Iglesias particulares” (Cfr. C. 364). La función se articula en una serie de cometidos en relación con la Santa Sede, con los Obispos y con las Conferencias Episcopales y Religiosos, de la misma manera con los gobiernos.

Es deber del Nuncio Apostólico comunicar e informar a la Sede Apostólica las condiciones de las Iglesias particulares y, a la vez, cumplir con los mandatos que esta le confíe; ahora, en relación con los Obispos, los cometidos de prestarles ayuda y consejo, mantener frecuentes relaciones con la Conferencia Episcopal y participar en el nombramiento de Obispos, proponiendo nombres e instruyendo el proceso informativo (Cfr. C 364, 2o , 3o ,4o ); con relación a los religiosos, dará consejo y asistencia a los superiores mayores residentes en su territorio y también debe promover y consolidar las Conferencias de Religiosos; por último, en relación con las iglesias no católicas, colaborará con los Obispos a las iglesias separadas e incluso con las religiones no cristianas ( Cfr C. 364, 6o).

También es competencia del Nuncio prestar un servicio a la comunidad civil, contribuir a la paz y con la cooperación de los pueblos en conjunto con los Obispos para defender, ante las autoridades estatales, todo lo perteneciente a la misión de la Iglesia y de la Santa Sede. También, dará un seguimiento a todos los programas preparados por organizaciones internacionales cuando, ante ellas, no hay un delegado o un observador permanente (Sollicitudo, XI). En fin, el Nuncio Apostólico goza de una hermosa potestad que le confiere la Sede Apostólica para todas aquellas relaciones diplomáticas que permiten la armonía y la paz entre las autoridades civiles de un Estado y la Sede Apostólica. Que esta venida sea fructífera para nuestra Arquidiócesis de Barranquilla. Bienvenido señor Nuncio: Aldo Cavalli

Ciudadanos ejemplares, cristianos verdaderos


Por Juan Ávila Estrada*

Si algo debe caracterizar a un verdadero cristiano es su capacidad para ser un auténtico ciudadano. No riñen en modo alguno estas dos dimensiones de la vida humana; “dar a Dios lo que es de Dios y al César (Estado) lo que es del César”, fue lo que enseñó Jesús en el Evangelio.

Nadie puede desconocer que si bien nacemos dentro de una familia formada en valores cristianos, también hacemos parte desde nuestra concepción y nacimiento, de un Estado que nos convierte en ciudadanos sujetos de derechos y de igual manera de los deberes que ello nos conlleva.

Yerra quien cree que se oponen los deberes naturales para con el Estado con aquellos que debemos como creyentes en Cristo.

Para los primeros cristianos siempre fue importante no dar de qué hablar ante las autoridades civiles que los veían como una amenaza contra el orden instituido y contra las leyes establecidas para regular la convivencia. Por eso los apóstoles son enfáticos en recordar la importancia de cumplir los deberes civiles y de orar por las autoridades para que Dios les ilumine siempre en las determinaciones que han de tomar.

Tal vez, en un afán mal interpretado por separar el poder espiritual y el poder temporal, (Iglesia y Estado) se ha querido hacer creer que la Iglesia o el Evangelio no tienen nada que decir ante los problemas del mundo actual o no tienen que opinar en política o legislación humana. Nada más erróneo que esto puesto que la Palabra de Dios ilumina y forma de manera integral al individuo en todos los aspectos de su vida.

El evangelio daría mucho que desear si nos limitara a establecer relaciones con Dios y nos hiciera olvidar de los deberes que nos competen como ciudadanos. Esto es algo que hemos de recordar permanentemente ya que todos los días somos vistos y evaluados como quienes debemos dar ejemplo a todos, incluso a quienes no creen.

Durante los últimos meses, Barranquilla se ha visto en la imperiosa necesidad de establecer unos correctivos en los comportamientos de sus habitantes con el fin de disminuir vicios y formas de vida aceptadas como correctas por el hecho de ser parte de sus costumbres. A todo este empeño se le ha llamado formación en la Cultura Ciudadana.

Si bien es propio del caribeño ser descomplicado, alegre y bonachón, esto no puede llevarnos a considerar que todo aquello que busca poner correctivos a costumbres malsanas es una manera de obstaculizar una alegría que es propia del hombre caribe.

Existen demasiados defectos que han convertido a nuestra ciudad no el paraíso que quisiéramos, ni el “mejor vividero del mundo” como lo pregonan muchos. Poseemos grandes valores y una forma de ser tan acogedora que nos convierten en una buena opción para criar los hijos, pero eso no puede llevarnos a tapar realidades que dañan enormemente nuestra ciudad. Manejar embriagados, irrespetar las señales de tránsito, tolerar el maltrato a la mujer, arrojar basuras a la calle especialmente en los días de invierno tiene que avergonzarnos pero no únicamente para terminar dándonos golpes de pecho cada domingo en la Eucaristía sino para tomar correctivos con los que cada uno aporte su grano de arena para transformar la ciudad.

Un solo papel al suelo que no se lance, un solo motociclista que maneje adecuadamente, un solo ebrio que ponga a otro que le conduzca el vehículo marca la diferencia. Muchas veces nos domina el pesimismo y pensamos que solos no podemos hacer nada, pero lo cierto es que lo que cada uno aporte siempre será crucial para el avance y el progreso.

Necesitamos comprender que es necesario, pero no suficiente, orar por la solución de todos nuestros defectos y pecados. La oración debe ir acompañada de la acción personal, pues lo que cada uno haga o deje de hacer, marca un referente positivo o negativo para la ciudad.

Las ciudades, como los corazones, no se construyen mediante las buenas intenciones pues ellas se quedan en los meros deseos, hay que ponerse en pie para hacer realidad el milagro que esperamos de Dios.

Quienes nos vean deben descubrir en nosotros los cristianos una forma de ser, de pensar, de hablar y de actuar tan especial que se sientan llamados a asumir el evangelio como una forma de vida; pero si nuestro comportamiento es exactamente igual al de todos entonces, ¿de qué sirve la Biblia? Ella no está para enseñarnos cómo se vive en el cielo sino cómo hemos de vivir en la tierra, nuestro primer lugar para conquistar.

*Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro

La alegría de servirle a Dios


Hace unas semanas el Arzobispo Rubén Salazar Gómez ordenó como diácono de nuestra Arquidiócesis a Johan Acendra, un joven entusiasta, alegre, amigable y, sobre todo, comprometido con la labor que Dios le encarga a diario para la gloria de su Nombre.

Para algunas personas esta palabra es muy rara o, en muchas ocasiones, no saben a ciencia cierta cuál es la diferencia de la ordenación diaconal con la sacerdotal. Precisamente, en este artículo trataremos ese tema para dejarlo un poco más claro.

El diácono en la Iglesia
El diácono es un hombre que ha recibido el primer grado del sacramento del Orden Sacerdotal por la imposición de las manos del obispo de alguna diócesis. Conforme al Catecismo de la Iglesia Católica, los diáconos no son sacerdotes, a pesar de pertenecer al orden sagrado. La función de éste es asistir y ayudar a los obispos y pueden servir a sacerdotes por ordenes de aquel en la predicación. Igualmente, pueden administrar los sacramentos del bautismo y el matrimonio, así como dirigir la administración de las parroquias y otros servicios.

En la ordenación al diaconado, sólo el obispo impone las manos, significando así que el diácono está especialmente vinculado al obispo en las tareas de su 'diaconía'.

Johan Acendra: su nueva vida en el amor de Dios
KAIRÓS tuvo la oportunidad de hablar con Johan Acendra, el nuevo diácono de la Arquidiócesis de Barranquilla, y le hizo varias preguntas de sobre esta etapa que comienza en su ministerio en la Iglesia:

KAIRÓS: ¿Cómo te sientes luego de tu ordenación como diácono?
Johan Acendra:
Contento, muy feliz. Igualmente ha sido una experiencia muy hermosa; ya la gente me ve de una manera distinta, entonces uno se dirige a la gente de otra forma. Pero el gozo que uno siente por el don recibido es estupendo, muy genial, por eso me siento muy feliz.

K.: ¿Qué sientes ahora después de ser ordenado? ¿Has reconfirmado algo?
J.A.:
Más que reconfirmar es comprometerme mucho más con la respuesta al llamado que Dios me ha hecho. Él me ha llamado por amor y por amor le respondo, y es por eso que tengo más compromiso con el don recibido.

K.: Con referente al tiempo que te hace falta para terminar el diaconado y, precisamente, para ser sacerdote, ¿Qué expectativas tienes para el futuro?
J.A.:
Siempre uno piensa en lo que va a pasar mañana, pero igual a mi me gusta mucho más vivir el presente y trabajar en él. Para el futuro es trabajar en una parroquia, en una comisión, en un trabajo distinto; pero vivo el presente y me esfuerzo alma, vida y corazón en la responsabilidad que en este momento tengo.

K.: ¿Cuál es el trabajo pastoral que cumples en la Sagrada Familia?
J.A.: Desde que llegué estoy a cargo de la Pastoral Juvenil. Igual hago parte de la Comisión de la Pastoral Juvenil Arquidiocesana. Trabajo en la parte de la Pastoral Familiar y apoyo el trabajo de todos los comités y de todos los grupos a nivel de la comunidad parroquial; principalmente toda la parte de los colegios y los encuentros con los jóvenes.

K.: Actualmente son muchos los jóvenes que pertenecen a los Círculos Vocacionales Arquidiocesanos. Varios de ellos ya recibieron la respuesta como ‘preseleccionados’ para entrar al Seminario Mayor Juan XXIII, ¿qué consejos le das a esos futuros seminaristas?
J.A.: Que hay que tener apertura al proceso y a la acción del Espíritu, estar totalmente abierto al proceso sabiendo que uno no entra ‘acabado’ al Seminario, por eso es un proceso de formación. Además, hay que tener docilidad y, especialmente, docilidad al Espíritu; porque la entrada al Seminario no garantiza que ya seamos sacerdotes, es para discernir la voluntad de Dios; pero uno tiene que estar en ese proceso de estar cada día convencido de que Dios lo ha llamado y que la respuesta a ese llamado tiene que ser con amor. Ésta puede ser siendo sacerdote o dejando a un lado el ser sacerdote para esforzarse por responder a Dios desde la vida laical o comprometida como un casado.

K.: ¿Qué es lo que más te gusta de ser diácono?
J.A.: El considerarme instrumento del amor de Dios, que Él actúa a través de mi. Todo lo que Dios hace a través de uno es genial. Que los jóvenes confíen en uno, que después de la predicación la gente quede movida y tocada, que Dios a través de uno se acerque a los niños, a las parejas y a las familias. Es la alegría de ser sembrador de esperanza y de ser un constructor de paz.

Círculo vocacional femenino



Una decidida opción por Jesucristo

Por Hna. Yolanda Chalán*



"Caminando por la orilla del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Y les dijo: veníos conmigo y os haré pescadores de hombres. Ellos, al instante, dejando las redes, lo siguieron". (Mt. 4, 18-22).

Jesús llama y quien es llamado responde con el seguimiento. La vocación de los apóstoles es modelo para todos los que quieren seguir a Jesús. Esta no nace del idealismo o la generosidad juvenil, nace de la fe; es respuesta a una llamada previa que Jesús nos dirige. Es Él quien toma siempre la iniciativa y no nosotros. Él se hace siempre el encontradizo: pasa, mira, llama... el discípulo escucha, obedece y se propone a seguirle.

No te decides a ser religioso/a simplemente porque quieres entregarte a pacificar la sociedad, infundirle esperanza o trabajar por la justicia. Te haces religioso, ante todo, por Jesucristo. Descubres por la fe que el Señor es el primer valor de tu vida, y quieres que, poco a poco, este descubrimiento te vaya conquistando por dentro hasta que de verdad Jesucristo sea lo más importante en tu escala de valores. Has decidido seguirlo, y esta decisión significa quererlo con toda el alma y prestarle nuestro corazón y nuestro cuerpo, nuestras cualidades, gustos, salud, estudios, interés y nuestro tiempo pleno, a fin de que a través de nosotros este Jesucristo que vive hoy pueda seguir su tarea de liberar y de salvar a la gente. Entre nosotros hay muchas personas que han descubierto a Jesucristo y que han sido atraído fuertemente por su Persona, haciendo un llamado a la vida religiosa. Quien haya hecho este descubrimiento puede seguir preguntándose por la vocación.

La consagración religiosa
La consagración religiosa es un misterio entrañable del Amor de Dios. El Todopoderoso se da en Jesús, plenamente, al que llama. Y el consagrado le responde amándole con todo el corazón, es decir, con toda su vida; le da su ser en profundidad. Pero una persona sólo se entrega realmente cuando se entrega por amor y cuando entrega, precisamente, el amor. Éste es el primer don, la raíz y principio de todos los demás dones; y el amor total sólo se expresa con el don total de sí mismo. Por eso la consagración religiosa es consagración de amor. Con las características propias de este sentimiento verdadero: la totalidad en la entrega, la exclusividad en la persona amada y el desinterés absoluto en servirle. En busca de un proyecto de vida

Convivencia con el Círculo Vocacional Femenino
El Círculo Vocacional Femenino tuvo la oportunidad de realizar una convivencia en el Santuario del Morro el XX de septiembre. En esta actividad estuvo el padre Alexi Mattos, Delegado Arquidiocesano de la Pastoral Vocacional, en compañía de varias hermanas de las distintas comunidades y que hacen parte de esta comisión.

Esta fue una oportunidad para reflexionar sobre la vida de San Pablo y, además, compartieron con cada una de las jóvenes que asistieron. “Esta es una experiencia maravillosa donde descubrimos en realidad lo que Dios quiere para nosotras y lo que nosotras podemos hacer por Éll desde nuestra juventud; invito a todas las chicas a descubrir el llamado de Dios y que no tengan miedo a arriesgarse porque vale la pena seguir a Jesús, además va a conocer una inmensa riqueza de carismas con que sirven a la Iglesia”, afirmó María Quintero, integrante del Círculo Vocacional.

De la misma manera, la Pastoral Vocacional ha realizado visitas a los colegios invitando a las jóvenes inquietas para que conozcan más sobre el Circulo Vocacional Femenino de nuestra Arquidiócesis de Barranquilla. Las reuniones se desarrollan cada 15 días los sábados en la casa de las Hermanas Reparadoras de 3 a 5 p.m. El próximo encuentro es el 11 de octubre, ¡te invitamos!.

*Hermana de la Comunidad Siervas de Jesús, miembro de la Comisión de Pastoral Vocacional.

Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Barranquilla



EL DERECHO EN LA IGLESIA


Por Carlos Julio Macías*


En alguna ocasión, una persona muy creyente y piadosa se me acercó y me interpeló, muy categóricamente, dejando ver claramente su desacuerdo con el tema del que deseaba preguntarme, “¿Por qué la Iglesia habla de Derecho eclesiástico o Canónico? ¿Por qué la Iglesia, que es un espacio de misericordia y salvación, habla de Tribunales que se relacionan con juicios, penas y castigos? ¿Acaso la ley suprema que nos dejó el Señor Jesús no es la ley del amor?”.

Esta serie de preguntas no son descabelladas. Indudablemente que la ley y el derecho en muchas oportunidades se suele relacionar únicamente con prohibiciones, delitos y hasta con corrupción; también es sencillo comprobar que Jesús, en muchas oportunidades, cuestionó y relativizó la ley judía y, por extensión, a todo tipo de ley que esclavice al ser humano y que le limite esa experiencia de libertad en el Espíritu Santo.

Es posible que aún en la actualidad muchos lectores de KAIRÓS tengan estas mismas dudas y esa misma imagen de lo que es el Derecho, en este caso particular el Derecho Canónico; por eso estas líneas intentarán ayudar a que se comprenda el sentido del derecho en la Iglesia de Cristo.

Lo primero que debemos plantear es que el Derecho en la Iglesia es un misterio (servicio) de comunión que sólo se puede comprender dentro del misterio de la vida de la Iglesia, que es vida de comunión en la fe, en la esperanza y en el amor. El derecho en la Iglesia, es decir, el Derecho Canónico, es diferente al derecho que regula la convivencia civil, ya que el fundamento del Derecho Canónico es la Sagrada Escritura, el Magisterio de la Iglesia, en otras palabras las enseñanzas de los diferentes Papas a lo largo de la historia y las necesidades Pastorales de la Comunidad Católica universal, especialmente el deseo de Cristo de que todas sus criaturas se salven.

Hay que afirmar, sin embargo, que la naturaleza del Derecho Canónico es jurídica y no únicamente espiritual, puesto que la naturaleza de la Iglesia así lo exige. Como vemos, la Iglesia no sólo es comunidad espiritual, sino que también posee una naturaleza social que está compuesta de personas de carne y hueso y no de criaturas exclusivamente espirituales; por ello corresponde al Código de Derecho Canónico dar normas para que los fieles, en su vida como Cristianos, participen de los bienes que la Iglesia les procura para llevarlos a la salvación eterna.

La Comunidad Eclesial necesita de puntos de referencia que le indiquen el camino correcto por el que caminar y principios de vida que vivir y defender. Hoy por hoy, por ejemplo, se percibe mucha confusión e incoherencia al respecto: por estos días hemos sido testigos de cómo el país entero se ha conmovido ante la crueldad abominable de la muerte de una criatura inocente e indefensa por manos de su propio Papá. La prensa, radio y televisión no han perdido la oportunidad de correr, incluso detrás de la madre del niño asesinado para preguntarle, en el colmo de la insensatez y la falta de escrúpulos y de sentido común, o talvez, guiados sólo por el sentido del negocio: ¿cómo se siente y qué opina de este hecho? Qué triste que en el afán de la noticia o del dinero no se haya respetado el dolor que atraviesa esta mujer.

Todo el País tiembla de dolor ante la muerte infame de este bebé indefenso e inocente; lo incoherente y triste es que la mayoría de esos hermanos apoyan el que sea la madre, el padre, el médico o los tres juntos quienes, diariamente, asesinan tantos bebés también inocentes e indefensos cuando apoyan el aborto.

La razón judicial de la Iglesia católica
El Código de Derecho Canónico define y defiende los derechos y deberes de cada uno de los fieles respecto a los demás, y, al aplicar la ley, no sÓlo tiene en cuenta la virtud de la justicia sino también la virtud de la caridad, la templanza, la humanidad y moderación. El Derecho Canónico es el elemento organizador de la comunión eclesial que expresa la paternidad y el amor de Dios, que afirma y defiende los derechos y los deberes de cada uno de los integrantes de la Comunidad Creyente, que aporta seguridad a lo que hace y dice la Iglesia hacia dentro de ella misma y hacia fuera, tanto a la pequeña comunidad o a la comunidad universal. Desde esta perspectiva, también en la Iglesia se habla de códigos, tribunales, procesos, demandas, delitos, penas, etc.; es decir, la Iglesia en su estructura judicial se asemeja a la de toda sociedad política, pero sin perder de vista el mandamiento del amor.

Los Tribunales eclesiásticos son creados con el objetivo de ejercer la potestad judicial, a través de la cual se busca hacer justicia aplicando siempre el principio de la ley suprema de la Iglesia que es la salvación de las almas. Los tribunales eclesiásticos los hay de diversos tipos:
- Diocesanos: cuando ejercen la potestad judicial concedida por un único obispo, es decir, el Obispo diocesano.
- Interdiocesano o regional: cuando ese Tribunal ejerce la potestad judicial concedida por un grupo de obispos diocesanos, como es el caso del Tribunal de Barranquilla, donde todos los Obispos de la Costa Atlántica, reunidos en asamblea y con la aprobación de la Sede Apostólica, han constituido de común acuerdo un sólo Tribunal de Primera Instancia para todas sus diócesis.

También hay grados entre ellos: los de primera instancia, segunda instancia o apelación; luego entonces, en la ciudad de Barranquilla tiene sede un tribunal eclesiástico. Este Tribunal es de tipo Regional o Interdiocesano, es decir que ejerce la potestad concedida en asamblea por todos los Obispos de la Costa Caribe; en ese orden de ideas, los Obispos de Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Valledupar, Montería, Sincelejo, Riohacha, Montelíbano, Magangué y San Andrés y Providencia, el grado de este tribunal es el de primera instancia.

Para Colombia existe, en la segunda instancia, el Tribunal Único de Apelación que se encuentra en la ciudad de Bogotá; allí deben ir la gran mayoría de procesos que se realizan en el Tribunal de Barranquilla y que necesitan no una sino dos sentencias, como es el caso de los Procesos para declarar la nulidad del Matrimonio.

La Organización del Tribunal Eclesiástico de Barranquilla es la siguiente:
- Moderador: Mons. Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Barranquilla.
- Presidente: Carlos Julio Macías, Pbro., Dr. En Derecho Canónico
- Jueces: Óscar Eduardo Arango, Pbro. Lic. en Derecho Canónico
Gabriel Ramírez, Pbro. Lic. en Derecho Canónico.
Iván Díaz Gómez, cjm., Lic. en Derecho Canónico.
- Def. del vínculo: Sra. Rosario Carvajal. Lic. en Derecho Canónico
Sr. Marco Quintero. Lic. en Derecho Canónico
- Notaria: Sra. Virginia Mieles
- Tesorera: Sra. Dina Gómez.
-
En el Tribunal Eclesiástico de Barranquilla se adelantan procesos que competen al fuero exclusivo de la Iglesia, en materia de sacramentos, bienes eclesiásticos, disciplinas eclesiásticas, etc. Pero se conoce mayormente por los procesos de nulidad matrimonial que allí se realizan.

¿Qué son los procesos de nulidad matrimonial?
Lo primero que se debe afirmar es que aquí no se está hablando de divorcios, como se entiende en el derecho civil este término. En el Tribunal Eclesiástico lo que se busca es la verdad jurídica de lo que ocurrió cuando se celebró el matrimonio, es decir, si en el momento de la celebración del matrimonio falló o no se cumplió uno de las exigencias que Cristo, el Señor, o la Iglesia de Cristo requieren para que ese matrimonio celebrado sea realmente válido, en otras palabras, si le faltó habilidad o capacidad jurídica o psíquica a los contrayentes, o si no se cumplió la forma en que se debe celebrar este Sacramento; si algo de esto ocurrió, entonces, se afirma que ese “matrimonio” no se configuró realmente, no cristalizó como Sacramento y por eso no es válido o, también, es nulo o, en una sola frase, nunca existió como Sacramento de Dios. En este caso, se declara que la persona es libre porque no existió nunca el supuesto matrimonio como Sacramento, y entonces ambos cónyuges podrán acceder a nuevas nupcias.

Sea esta la oportunidad para invitar a los lectores que hayan fracasado en su matrimonio para que se acerquen al Tribunal eclesiástico ubicado en la carrera 45 No. 53-122, teléfonos: 3494470 - 3490173, 3107062582 - 3164539191, y expongan su caso con el fin de estudiar la posibilidad de iniciar un proceso de nulidad matrimonial y, si es el caso, declarar la nulidad del matrimonio que supuestamente han contraído; de esta manera, se dejará de vivir de modo irregular la vida conyugal, viviendo la vida actual de pareja bajo la bendición del sacramento del matrimonio en caso que así lo deseen.

*Sacerdote - Vicario Judicial, Presidente del Tribunal Eclesiástico de Barranquilla

PARROQUIAS AYER Y HOY


Unidad pastoral Santa María Goretti :No hay obstáculos para el Amor de Dios


Cuenta la Señora Candelaria Orozco de Lora que hace 50 años, cuando llegó al barrio Carrizalito, tan sólo existían unos cuantos tugurios construidos con cartón, plásticos, latas y, los más modernos, con una madera que llamaban ‘cachete’; allí, en medio de la pobreza, cargaban el agua en burros desde largas distancias y se alumbraban de noche con artesanales mechones. Día a día llegaban más familias que, llevadas por la pobreza, se veían obligadas a construir en esas lomas llenas de vegetación y lodo sus improvisados ranchos; lo importante era que podían apoderarse de cualquier cantidad de terreno, sin que nadie les impidiera ya que aparentemente estos lodazales, no tenían dueño, lo cierto es que hasta el momento nadie se ha acercado a reclamarlos. La vida en Carrizalito transcurría en completa calma, los niños jugaban en la vegetación y los pantanos y la gente adulta salía todos los días al rebusque: lavaban ropa, planchaban, reciclaban, vendían frutas y verduras; se ganaban el pan de cada día como Dios manda. Pero también, sin importarles mucho su pobreza, se iban organizando como barrio a pesar de no contar con ningún servicio y estar olvidados completamente de la sociedad. Se fue creando la acción comunal que empezó a servir como puente entre la comunidad y los gobernantes, al menos para que supieran que ellos existían.

Fue precisamente un líder comunal a quien no le gustó que su sector se llamará carrizalito y se invento el elegante nombre de barrio Las Américas; la lucha y la desesperación seguían vigentes y algunos grupos de la Iglesia católica, encabezados por el padre Humberto Lizcano, ya hacían presencia en el lugar, celebraban la misa en improvisados lugares al sol y al agua, y hasta se administraban sacramentos como bautizos y matrimonios. El Padre Lizcano, deseoso de que estos habitantes se acercarán a Dios y pudieran tener una parroquia, consiguió un enorme terreno en donde comenzó a construir una pequeña capilla, la misma de la actualidad pero ahora ampliada y mejorada. El trabajo de los catequistas pronto dio sus frutos debido a que el 3 de marzo de 1965, por decreto 318 firmado por monseñor Germán Villa Gaviria, se erige como vicaría parroquial Santa María de Mazzarello, con territorio segregado de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán. Al lado de la capilla se construyó la casa cural, la Casa de las Hermanas y una escuela que empezó a ser atendida por las damas Hebreas y a la que le dieron el nombre de Golde Meir.

Comienza para esta comunidad una vida plena de Iglesia, ya que se nombra a su primer vicario ecónomo, padre Arístides Barrera. Él debió trabajar en condiciones de mucha pobreza y compartió con su comunidad las tristezas, luchas y las pocas alegrías, pero se dio a querer de todos los habitantes hasta el punto de que hoy aún lo recuerdan con especial afecto. El 26 de febrero de 1968, ya con una comunidad en camino de formación y un barrio completamente poblado, se erige como parroquia por decreto 414 de monseñor Villa Gaviria y se nombra como su primer párroco al padre Reinaldo Iriarte Ríos, quien se entregó por completo a su ministerio formando y educando doctrinalmente a su feligresía, dejando hondas huellas de espiritualidad durante los 3 años como pastor del barrio las Américas; luego llegó el padre Ismael Arévalo hasta el año 1974 cuando de nuevo repite el padre Iriarte por un año más y, el 9 de julio de 1975, le entrega al padre Víctor Tamayo ya no la parroquia de Santa María Mazzarello sino la parroquia de Santa María Goretti, pues el nombre fue cambiado según decreto arzobispal. Para el mes de octubre del mismo año llegan desde México las Hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana y son recibidas generosamente por el padre Tamayo, quien les brinda toda su colaboración para que las hermanas inicien su trabajo de evangelización y promoción humana. En varios periodos trabaja como párroco el padre Tamayo y, como siempre, realiza grandes obras de mejoramiento en el complejo parroquial y en todo el sector. Luego vienen a la historia de esta parroquia otros sacerdotes como Faustino Gonzales, Álvaro Romero, Luis Alberto Martínez, Armando Larios, Teodoro García, Mario Lujan, quien con su carisma misionero y el amor por los pobres dejó también huellas imborrables dentro de la comunidad; igualmente Álvaro García, quien siendo diácono realizó un trabajo muy especial con los jóvenes, y, desde el año 1999 hasta el 2004, el padre Giovanni San Juan.

La Parroquia Hoy
El barrio las Américas en la actualidad ya no es un tugurio. Sus viviendas lucen mejoradas aunque sus habitantes continúan, en su mayoría, sumidos en la pobreza total; sus calles siguen intransitables por el olvido y la negligencia del estado. Como párroco se encuentra el sacerdote antioqueño Edgar Darío Osorio Giraldo, un paisano del beato Marianito Eusse y misionero por vocación; llegó a la Arquidiócesis alrededor de 4 años invitado por monseñor Víctor Tamayo. Al tomar posesión de la unidad pastoral Santa María Goretti, encontró una comunidad con muchos problemas de convivencia, bastante inseguridad, un especie de ‘mercado religioso’ por la cantidad de grupos no católicos que proliferan en el sector y una apatía hacía el compromiso cristiano de la mayoría de sus habitantes. Ante semejante problemática, el padre Osorio, quien ya como misionero en el amazonas había trabajado venciendo la inclemencia del clima y la hostilidad de la zona, en lugar de salir corriendo, comenzó entregándose a su nueva parroquia las 24 horas del día y optó por darle continuidad al trabajo pastoral de los anteriores párrocos; también buscó caminos que le permitieran, con los pocos feligreses comprometidos, cambiar la apatía por el compromiso cristiano, la violencia por la fraternidad, y la pereza y el oció por deseos de trabajar y salir adelante.

Gracias a Dios, que protege a este sacerdote como todos los demás, y a su carisma misionero ha podido realizar un trabajo que se puede considerar como un milagro del altísimo, porque, además de las anteriores situaciones, también le toca enfrentar el problema económico muy serio debido a la pobreza de la comunidad; sin duda alguna le toca vivir en una austeridad total, casi en la misma pobreza como viven sus feligreses; pero ahora los resultados de esa titánica labor se pueden mostrar a propios y extraños, sus frutos están a la vista: sacó adelante el nuevo ‘plan pastoral de evangelización’, cuyas estructuras, teniendo en cuenta las circunstancias especiales del sector, ya están construidas y, con un pequeño pero muy selecto grupo de fieles entregados a su apostolado, siguen adelante en el proceso de Iglesia. Se construyó la parroquia de Jesús de la Buena Esperanza en el barrio La Sierrita y también la construcción de la parroquia de Santa María de la Cordialidad; nadie puede negar que estas dos parroquias son el resultado de un trabajo pastoral y de motivación muy intenso realizado por el padre Edgar Darío, muy de la mano con las Hermanas Oblatas Catequistas Pequeñas Siervas de los Pobres, una comunidad africana que comparte con el párroco las angustias, dificultades, las luchas, y las tristezas, pero también la eucaristía y la oración diaria como pan bajado del cielo, para poder, en medio de la tormenta, seguir adelante presentando y ofreciendo el Reino de Dios a los habitantes del barrio las Américas.

APUNTES EMPRESARIALES: El ejemplo, base del liderazgo


Por: Reinaldo Gómez Pérez*


El capítulo 6 del evangelio de San Lucas contiene el admirable sermón en que nuestro señor Jesús declara los fundamentos de la nueva ley. Desde el versículo 27 hasta el 42, contiene todo un tratado de lo que debe ser y hacer un cristiano. Llevado esto al contexto laboral, diríamos que son la esencia del LIDERAZGO.

Muy someramente voy a mencionar varios fundamentos de la nueva ley, pero, al finalizar, sólo me concentraré en uno de ellos: El ejemplo.

Estos fundamentos son:
· Haced el bien a los que os aborrecen.
· Bendecid a los que os maldicen.
· Orad por los que os calumnian.
· A quien te hiere en una mejilla preséntale asimismo la otra.
· A todo el que te pida, dale.
· Tratad a los hombres de la misma manera que quisierais que ellos os tratasen a vosotros.
· Haced bien y prestad sin esperanza de recibir nada por ello.
· Sed pues misericordioso así como también vuestro padre es misericordioso.
· No juzguéis y no seréis juzgado.
· Perdonad y seréis perdonados.
· Dad abundantemente y se os echará en el seno una buena medida, apretada bien colmada hasta que se derrame.

Y por último, para cerrar con broche de oro, cita: “… Más tú ¿por qué miras la mota en el ojo de tu hermano no reparando la viga que tienes en el tuyo? O ¿con qué cara dices a tu hermano: Hermano deja que te quite esta mota del ojo: cuando tú mismo no echas de ver la viga en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y después podrás ver cómo has de sacar la mota del ojo de tu hermano”.

No podemos pedir a las personas que están al interior de nuestra organización que sean más colaboradores si nosotros no lo somos; no podemos decirles que presten un mejor servicio al cliente si nosotros no nos esmeramos por brindarlo; no podemos pedir orden, austeridad, planeación, puntualidad, respeto, comprensión, etc. Si nosotros, como LÍDERES de una empresa, no educamos con el EJEMPLO. ¡Hipócrita! ¿Cómo puedes exigir resultados al interior de la organización si tú, que eres el LÍDER, no das el ejemplo?.

Dice Daniel Goleman, el padre de la inteligencia emocional, que liderar eficazmente tiene que ver más con desarrollar un interés genuino en las personas y el talento para fomentar emociones positivas en aquellas cuya cooperación y apoyo usted requiere; pues bien, de ser así debemos preocuparnos por ser más y mejores personas; debemos crecer en virtudes; debemos luchar para superar nuestras debilidades y tentaciones. Desarrollar un interés genuino en las personas y fomentar emociones positivas en ellas, no lo vamos a lograr si no lideramos con el ejemplo.

Y tú…¿ya tienes identificado cuál es la viga que hay en tus ojos?

*Especialista en administración de recursos humanos
visiondeltrabajo@hotmail.com

El Estilo de hablar de la Iglesia

Por Rafael Amín Bermejo Samper*

El hablar es un acto común para comunicarse entre dos personas, podemos expresar con él sentimientos, emociones, opinión frente a un hecho y muchas ideas más que se encuentran inmersas en el pensamiento de los seres humanos. Por medio del lenguaje se define lo que somos; moldea cómo piensa un pueblo, cómo ven el mundo, cómo responden a las personas y a los acontecimientos, incluso, cómo sienten. Y, adentrándome a investigar temas eminentemente eclesiásticos, me encontré el autor Robert Louis Wilken, distinguido miembro del Centro de Teología Bíblica de San Pablo y profesor de historia del cristianismo en la Universidad de Virginia, quien escribió, en una oportunidad, un texto referente al MODO DE HABLAR DE LA IGLESIA como una manera de tener una identidad propia ante el mundo y sus diferentes instituciones sociales, políticas y económicas.

A partir de mi lectura de este eminente autor, cuando escribió para la revista First Things en la temporada de los meses de agosto y septiembre de 2005, -a pesar de los años transcurridos- creí necesario retomar la idea del autor para que reflexionemos un poco acerca de este tema, la cual nos da luces para comprender mejor nuestra realidad como cristianos perteneciente a nuestra Santa Madre la Iglesia Católica.

Este mismo léxico utilizado por la Iglesia se inspira en las Sagradas Escrituras, fuente principal para una verdadera experiencia de los cristianos, tanto humana como espiritual; pero es también una herramienta que sirve para definir la terminología eclesiástica con el fin de distinguirse al propio mundo que, en ultimas, también ha querido influir en sus propias expresiones lingüísticas. Por eso es importante que conozcamos un poco los términos en que la Iglesia se sirve para distinguirse de otras instituciones en el mundo, piénsese, por ejemplo, cuántos términos cristianos se usan de un modo distintivo: Padre, Hijo, Espíritu, fe, esperanza, amor, gracia, pecado, piedad, arrepentimiento, perdón, imagen de Dios, carne, Reino, cordero de Dios, siervo sufriente, honradez, visión (como en “bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”), conocimiento (como en “conocen la verdad ”), creer, verdad (como en “yo soy la verdad ”), creación (“varón y mujer los hizo”), la pasión (como en la Pasión de Cristo), el rostro de Dios (el kyrie eleison).

Pero, a pesar que nosotros hablemos en otros idiomas (sea el Inglés, Árabe, Francés y el mismo Español), la lengua reconocible internacionalmente es el cristianismo; sin embargo, las lenguas de otras confesiones religiosas, puedan que estén inmersas en el hablar de algunos practicantes de su fe, aunque, sin lugar a dudas, el cristianismo acapara todos los campos lingüísticos en el mundo y aún en el contemporáneo.

Los términos de cómo la fe se inserta en el lenguaje, no como conjunto de creencias abstractas o ideas, sino un mundo de asociaciones compartidas y alusiones con su propia belleza y sonoridad, cohesión interna y lógica, poder emocional y retórico. Ese mismo modo de hablar de la Iglesia se concibe como un conjunto de palabras e imágenes que han formado el pensamiento y las acciones que conocían a Cristo, razón por la cual el pensamiento cristiano es histórico, y, sin este lenguaje particular de la Iglesia, no puede haber vida plena cristiana.

Aprendamos a conocer el estilo de hablar de nuestra Iglesia católica, para enriquecer nuestra propia experiencia cristiana, cultivándola con la lectura diaria de la Palabra de Dios, la participación en los Sacramentos en especial la Eucaristía y no dejándonos llevar por las propuestas de nuestro mundo contemporáneo que sólo las hace para alejarnos cada vez más de nuestro Dios Eterno.

* Estudiante de Sociología, Catequista de la unidad pastoral Divino Niño Jesús y miembro de la Comisión Arquidiocesana de Catequesis. JVC Nº28

GUILLO MONAGUILLO


Gestos y posturas en la Eucaristía

Hola Amiguitos!
A partir de esta edición empezaremos a conocer cada uno de los gestos y posturas en la Misa.
Imagínense que yo siempre me preguntaba porque en unos momentos estábamos de pie y en otros sentados; pensé que eran como una especie de ejercicio, así como cuando estamos en la clase de educación física: arriba, abajo, sentados, alza las manos, de rodillas... Así que decidí preguntarle al coordinador del equipo de monaguillos de mi parroquia y esto fue lo que me contestó:


"En la Santa Misa es frecuente emplear posturas y gestos que expresan lo que sentimos, nuestro cuerpo se convierte en un espejo de nuestra vivencia: escucha, alabanza, súplica, adoración, arrepentimiento, etc. En la Eucaristía nos expresamos con todo el cuerpo, con los gestos y movimientos, son como unos carritos que nos permiten comunicarnos con Dios, sin decir, en muchas ocasiones, alguna palabra. Además los gestos y posturas fomentan el sentido de comunidad y unidad de todos los que participan de la Misa" .


¿Se dan cuenta de la gran importancia de cada uno de los gestos y posturas en la Eucaristía? En la próxima edición empezaremos a conocer el sentido de cada uno de ellos.

¡Hasta la vista!