Por Jaynes Hernández Natera*
“Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza; a ti Celestial Princesa, Virgen Sagrada MARIA”, con afecto de hijas meditemos: “Dios se recrea en tan graciosa belleza”, nuestros ojos difícilmente pueden alcanzar la magnitud de tal belleza, auténtica y espiritual que en verdad es un esplendor de la bondad de Dios que la creó sin mancha, humilde y confiada en Su Amparo. Es indescriptible, es mística en el lenguaje del amor, imaginar la mirada del creador al ver la obra Suya, vestida de sol y con la luna a sus pies, sagrario de Su Amor.
Belleza llena de gracia, ¿A qué spa asistía María para tener tan sublime belleza, ya que en todo el planeta no hay un spa (siglas de saluten per aquam, salud por agua) que ofrezca el embellecimiento espiritual, la eterna juventud física y pureza del alma? ¿Quién embellecería sus manos laboriosas, con las cuales acariciaba a Jesús, cocinaba para la familia, lavaba la ropa con olor a madera y migas de aserrín, producto de los trabajos de carpintería de José?
Hoy en día los spa ofrecen sus servicios como el lugar perfecto para el descanso, la belleza y el equilibrio, con el fin de mantener una buena salud y ofreciéndole a las personas que lo visitan: armonía y relajación; sin embargo, en el catálogo de servicios falta la belleza espiritual.
El asistir a un spa es un sueño para muchas mujeres, debido a su precio y la disponibilidad del tiempo para ello, aunque la mayoría de nosotras invertimos horas semanales para embellecernos, en realidad esta es una belleza efímera, que en ocasiones llega a convertirse en adictiva, hasta el punto de recurrir a las cirugías estéticas para lograr la supuesta superación del autoestima.
Juan Pablo II, en su libro “La Virgen de María”, en la página 46, escribió: “María reafirma el sentido sublime de la belleza femenina, don y reflejo de la belleza de Dios”, y Benedicto XVI el 8 de diciembre de 2008 en su alocución desde el Vaticano expresó: ”María Inmaculada refleja belleza que salva al mundo, en ella se contempla la belleza de Dios que resplandece en el rostro de Cristo”. Amigas, a partir de estas dos frases debemos reflexionar que la verdadera belleza es irradiar el rostro de Cristo vivo en nuestro corazón, esparcir Su fragancia por donde estemos, en la casa o fuera de ella; a pesar de nuestra pequeñez y naturaleza, es importante estar en amistad y gracia con Dios, así como en paz con el prójimo.
Mujeres, somos bellas cuando los ojos como ventanas del alma, iluminan la paz interior que emana del amor, la fe y la esperanza, esta última plasmada en: “el amor que perdura para siempre” (Salmo 136). La misericordia de Dios nos abraza en cada sacramento, en especial con la reconciliación, ya que el perdón y la absolución generan una profunda bendición que en ninguna sala de estética, spa o cirujano plástico se nos puede dar.
Si quieres brillar como las estrellas, bella y liviana como un colibrí, oler como una flor maquillada con la belleza del arco iris, vestida con los colores de la naturaleza, visita el sacramento de la reconciliación que es gratuito y recibe a Jesús Sacramentado y si no puedes hacerlo, recíbelo espiritualmente. ¡Déjalo entrar!
Si sabes de una mujer que está impedida para recibir este sacramento de amor, háblale para que haga lo posible por recibir esta sanación espiritual de embellecimiento interior, sí es que no lo hace porque vive en unión libre, en adulterio o prefiere no recibirlo antes de abstenerse de la fornicación, ayúdale a que regrese a la madre Iglesia, invítala a que viva la Palabra de Dios con mucha oración, practicando las obras de la misericordia como el ayuno, además has que se anime a cumplir el resto de los mandamientos de Dios y la comunión espiritual, a través del examen de conciencia a diario, lo cual le ayudará a sentirse hija amada de Dios y que no olvide orar por la vocación al matrimonio y por todos los matrimonios, que Dios con su gran misericordia, escuchará el clamor de su corazón.
Por lo general, las mujeres le confiamos el cuidado de las manos, pies y cabello a una persona especializada, quien también es hija de Dios y en algunos casos hijo, por tal motivo tenemos la responsabilidad como discípulas de Cristo y misioneras en la Arquidiócesis de Barranquilla, de darles píldoras de amor, de embellecimiento espiritual, por ejemplo: orar por ellas (os), regalarle una hojita dominical, un Kairós, un rosario, hablarle de lo que se aprendió en la homilía, etc; con la intercesión de mamá María y papá José, podemos hablarle a ellos de Jesús, al Padre Eterno hablarle de ellos, y que el Espíritu Santo nos impulse a ser Su instrumento de embellecimiento espiritual, en todo lugar y momento.
Así como debemos orar por quienes nos embellecen físicamente, oremos también por quienes lo hacen espiritualmente, preguntémonos: ¿Oramos por el sacerdote que tiene la misión con su dirección espiritual de embellecernos para el cielo celestial, el cual con sus consejos nos ayuda a vivir en paz con nuestras familias? Para eso debemos visitar al menos una vez al año el “spa espiritual”, es decir, el sacramento de la reconciliación, así como lo debemos hacer ante cualquier pecado mortal, pues con la confesión de los pecados veniales y propósitos de enmienda, creceremos aún más en el amor como hijas de Dios.
Nadie debe faltar a la Eucaristía dominical por el pretexto del embellecimiento exterior, debemos organizar el tiempo para no faltar, ser al menos equivalente con el tiempo para orar, alabar, bendecir, rezar el rosario y aprender de la Palabra de Dios. Para ser bellas hay que seguir los consejos de María, mujer de tan Graciosa Belleza y decir: “Sí, hágase en mi tu voluntad”.
*Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Vocacional. jaynesher@hotmail.com
“Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza; a ti Celestial Princesa, Virgen Sagrada MARIA”, con afecto de hijas meditemos: “Dios se recrea en tan graciosa belleza”, nuestros ojos difícilmente pueden alcanzar la magnitud de tal belleza, auténtica y espiritual que en verdad es un esplendor de la bondad de Dios que la creó sin mancha, humilde y confiada en Su Amparo. Es indescriptible, es mística en el lenguaje del amor, imaginar la mirada del creador al ver la obra Suya, vestida de sol y con la luna a sus pies, sagrario de Su Amor.
Belleza llena de gracia, ¿A qué spa asistía María para tener tan sublime belleza, ya que en todo el planeta no hay un spa (siglas de saluten per aquam, salud por agua) que ofrezca el embellecimiento espiritual, la eterna juventud física y pureza del alma? ¿Quién embellecería sus manos laboriosas, con las cuales acariciaba a Jesús, cocinaba para la familia, lavaba la ropa con olor a madera y migas de aserrín, producto de los trabajos de carpintería de José?
Hoy en día los spa ofrecen sus servicios como el lugar perfecto para el descanso, la belleza y el equilibrio, con el fin de mantener una buena salud y ofreciéndole a las personas que lo visitan: armonía y relajación; sin embargo, en el catálogo de servicios falta la belleza espiritual.
El asistir a un spa es un sueño para muchas mujeres, debido a su precio y la disponibilidad del tiempo para ello, aunque la mayoría de nosotras invertimos horas semanales para embellecernos, en realidad esta es una belleza efímera, que en ocasiones llega a convertirse en adictiva, hasta el punto de recurrir a las cirugías estéticas para lograr la supuesta superación del autoestima.
Juan Pablo II, en su libro “La Virgen de María”, en la página 46, escribió: “María reafirma el sentido sublime de la belleza femenina, don y reflejo de la belleza de Dios”, y Benedicto XVI el 8 de diciembre de 2008 en su alocución desde el Vaticano expresó: ”María Inmaculada refleja belleza que salva al mundo, en ella se contempla la belleza de Dios que resplandece en el rostro de Cristo”. Amigas, a partir de estas dos frases debemos reflexionar que la verdadera belleza es irradiar el rostro de Cristo vivo en nuestro corazón, esparcir Su fragancia por donde estemos, en la casa o fuera de ella; a pesar de nuestra pequeñez y naturaleza, es importante estar en amistad y gracia con Dios, así como en paz con el prójimo.
Mujeres, somos bellas cuando los ojos como ventanas del alma, iluminan la paz interior que emana del amor, la fe y la esperanza, esta última plasmada en: “el amor que perdura para siempre” (Salmo 136). La misericordia de Dios nos abraza en cada sacramento, en especial con la reconciliación, ya que el perdón y la absolución generan una profunda bendición que en ninguna sala de estética, spa o cirujano plástico se nos puede dar.
Si quieres brillar como las estrellas, bella y liviana como un colibrí, oler como una flor maquillada con la belleza del arco iris, vestida con los colores de la naturaleza, visita el sacramento de la reconciliación que es gratuito y recibe a Jesús Sacramentado y si no puedes hacerlo, recíbelo espiritualmente. ¡Déjalo entrar!
Si sabes de una mujer que está impedida para recibir este sacramento de amor, háblale para que haga lo posible por recibir esta sanación espiritual de embellecimiento interior, sí es que no lo hace porque vive en unión libre, en adulterio o prefiere no recibirlo antes de abstenerse de la fornicación, ayúdale a que regrese a la madre Iglesia, invítala a que viva la Palabra de Dios con mucha oración, practicando las obras de la misericordia como el ayuno, además has que se anime a cumplir el resto de los mandamientos de Dios y la comunión espiritual, a través del examen de conciencia a diario, lo cual le ayudará a sentirse hija amada de Dios y que no olvide orar por la vocación al matrimonio y por todos los matrimonios, que Dios con su gran misericordia, escuchará el clamor de su corazón.
Por lo general, las mujeres le confiamos el cuidado de las manos, pies y cabello a una persona especializada, quien también es hija de Dios y en algunos casos hijo, por tal motivo tenemos la responsabilidad como discípulas de Cristo y misioneras en la Arquidiócesis de Barranquilla, de darles píldoras de amor, de embellecimiento espiritual, por ejemplo: orar por ellas (os), regalarle una hojita dominical, un Kairós, un rosario, hablarle de lo que se aprendió en la homilía, etc; con la intercesión de mamá María y papá José, podemos hablarle a ellos de Jesús, al Padre Eterno hablarle de ellos, y que el Espíritu Santo nos impulse a ser Su instrumento de embellecimiento espiritual, en todo lugar y momento.
Así como debemos orar por quienes nos embellecen físicamente, oremos también por quienes lo hacen espiritualmente, preguntémonos: ¿Oramos por el sacerdote que tiene la misión con su dirección espiritual de embellecernos para el cielo celestial, el cual con sus consejos nos ayuda a vivir en paz con nuestras familias? Para eso debemos visitar al menos una vez al año el “spa espiritual”, es decir, el sacramento de la reconciliación, así como lo debemos hacer ante cualquier pecado mortal, pues con la confesión de los pecados veniales y propósitos de enmienda, creceremos aún más en el amor como hijas de Dios.
Nadie debe faltar a la Eucaristía dominical por el pretexto del embellecimiento exterior, debemos organizar el tiempo para no faltar, ser al menos equivalente con el tiempo para orar, alabar, bendecir, rezar el rosario y aprender de la Palabra de Dios. Para ser bellas hay que seguir los consejos de María, mujer de tan Graciosa Belleza y decir: “Sí, hágase en mi tu voluntad”.
*Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Vocacional. jaynesher@hotmail.com
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