miércoles, febrero 21, 2007

NUESTRA PORTADA

JUBILEO DE ARTISTAS
El Jubileo de los Artistas se convierte en el punto de partida de la pastoral que prepara la Arquidiócesis para este grupo específico que congrega a muchos en el Atlántico.

REUNIÓN DE OBISPOS
En Bogotá, del 5 al 9 de febrero, se reunieron en asamblea plenaria los Obispos de nuestro país para reflexionar sobre diversos temas de interés nacional.

'MIRARAN AL QUE TRASPASARON'
Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2007

EDITORIAL

EL ARTE BROTA DE DIOS

Al contemplar las grandezas de la creación, movidos por la fuerza del Espíritu Santo, reconocemos con sorpresa y alegría que la persona que se llena de Dios, necesariamente, se convierte en un poeta: le da suavidad a sus palabras, belleza a sus escritos y valor a aquello que la mayoría considera como pequeño y poco importante.

La Sagrada Escritura es un conjunto de obras de arte, narraciones completas de amor y aventura, de gracia y de pecado, de conjugación entre lo ordinario y lo extraordinario; en el fondo, el mismo ser humano es una obra de arte brotada de las manos del más grande y del mejor: Dios, nuestro Creador.

Visto el mundo y el ser humano desde esta óptica, todas las corrientes del arte como la música, la pintura, la danza, el teatro, la literatura, la escultura, la arquitectura y hasta el cine, recrean el espíritu de lo bello y, ciertamente, tanto los paisajes naturales como las obras creadas por el ser humano, alegran la vida y nos sacan de la monotonía que nos aprisiona y nos roba la posibilidad de saborear y contemplar las maravillas de nuestro universo.

En el fondo, el hacer cosas bellas nos hace artistas, no tan identificados como las artes comunes, y si así lo es, ¡bendito sea Dios! Ya lo decía alguien: “Las obras son las que hacen a los artistas”. Es así, como un jardinero colorea con plantas y flores un jardín; un tejedor embellece la tela con su obrar; un chef engalanando y dando sabor a sus comidas; y hasta aquellos que sólo las deleitan, son artistas, porque pueden apreciar desde la sencillez la grandeza de las cosas. No podemos dejar de lado las relaciones humanas, ya que en la medida que una auténtica relación sea bella, se constituye en una obra de arte.

Que el gozo de este año jubilar también lo puedan disfrutar los artistas que actualmente habitan el Atlántico y que éste sea un espacio para que ellos descubran que, a través de su trabajo, también se evangeliza. Unámonos en oración a estos servidores de la sociedad en su jubileo, que tendrá lugar del 3 al 6 de marzo.

EL COMPROMISO DE LA IGLESIA ANTE LOS DESAFÍOS DE LA REALIDAD NACIONAL

En Bogotá, del 5 al 9 de febrero, se reunieron en asamblea plenaria los Obispos de nuestro país para reflexionar sobre diversos temas de interés nacional. Transcribimos a continuación el mensaje final de la reunión que emitió el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja.

Los Obispos de la Iglesia Católica en Colombia, reunidos en la Octogésima Segunda Asamblea Plenaria, para tratar el tema de la “Acción Misionera de la Iglesia”, nos dirigimos a todos los colombianos para expresarles que habiendo recibido la Palabra de Dios que nos presenta a Jesucristo como el Misionero del Padre, Él nos envía al mundo para proclamar con nuestra vida su mensaje de salvación. Nuestra vocación de discípulos de Jesús se convierte en misión de pastorear el rebaño a nosotros encomendado con el compromiso de responder a los desafíos de la realidad nacional.

Pensando en una Colombia que ha dado positivos pasos en el camino del progreso, que tiene razones objetivas para la esperanza pero que anhela la paz, los Obispos unimos nuestras voces en un solo llamado: ¡Reconciliación!, con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación. Desde la reconciliación como propósito y principio, leemos y acompañamos el caminar del pueblo colombiano, para que las víctimas, los victimarios y la sociedad en general conozcan la experiencia profunda del perdón, de manera que se instaure un escenario de paz que denote más que la simple ausencia de guerra, la “plenitud de vida”, vida digna y en abundancia para todos (Juan 10,10)

La mentira es una de las causas de todo conflicto y principal obstáculo a cualquier esfuerzo de negociación política. Es necesario adentrarnos en el camino de la verdad para re-dignificar a las víctimas, actores centrales de la reconciliación y poseedoras privilegiadas de la gracia del perdón, que sólo puede y debe nacer en ellas si queremos romper el ciclo del rencor, del resentimiento y de la venganza que en ocasiones se convierten en una carga imposible de llevar. Verdad para cerrar las heridas provocadas por la violencia, de manera que exista en quienes han causado daño, un reconocimiento sincero del pecado cometido al atentar contra la vida y la libertad de otros hermanos, como paso necesario para el encuentro con la paz.

En estos tiempos en los que unos y otros se acusan por la denominada “para-política” y por su pasado violento, nosotros los Obispos pedimos a todos la calma, y sin dejar de buscar y decir la verdad, los llamamos a atender también otros problemas que afectan a Colombia. Los intereses proselitistas por encima de los del país confunden a la opinión y conducen al caos. El país reclama incesantes actos de verdad en las esferas políticas nacionales, departamentales y locales, por encima de los intereses partidistas, con el propósito de frenar la corrupción y purificar las instituciones democráticas, de manera que éstas sean una respuesta efectiva a las demandas ciudadanas de inclusión, participación y justicia social.

Escuchamos un lamento en nuestras comunidades: Las instituciones, el Legislativo, el Ejecutivo, la Administración de Justicia, la Corte Constitucional, las Fuerzas Armadas y los Organismos de control, evidencian una grave crisis. Porque estamos con la institucionalidad, todo ello nos duele y preocupa. Animamos los esfuerzos que se adelantan por develar los hechos que han restado legitimidad a las instituciones del Estado y por diseñar e implementar los correctivos pertinentes.

Exigimos verdad también para clarificar los signos de una sistemática persecución desde diversos sectores, grupos y personas hacia los valores que la Iglesia defiende, que nacen del Evangelio y tienen sustento en el respeto por la vida, la dignidad humana y la familia.

Llamamos a los medios de comunicación para que aporten a la construcción de una sociedad que se precie de la verdad. Ello requiere obrar con honestidad y equidad. Seguiremos nuestro compromiso de valorar a los comunicadores como portadores de noticias que construyan una nueva patria y los acompañaremos para que utilicen los medios con sentido humano como valor central. Los invitamos a aportarle al país debates serenos, sin encender hogueras.

Reconocemos los esfuerzos gubernamentales por ampliar la cobertura en la educación. Sin embargo, las dinámicas globalizadoras imponen superiores niveles de calidad. Animamos la educación para la conciencia y la paz en la familia, en la escuela y en los diversos espacios de la Iglesia y la sociedad. El llamado a la reconciliación comprende, a su vez, un esfuerzo nacional por establecer condiciones de justicia, sabiendo que el horizonte está en la caridad.

Las cifras revelan un crecimiento de la economía, sin embargo constatamos con dolor que se agudiza la pobreza. Llamamos a la banca, a la industria y a los gremios, a que no olviden que la economía debe estar al servicio del hombre, y orientada a la solución de los problemas del desempleo, a la erradicación del hambre y a la satisfacción de las necesidades del pueblo. Llamamos a todos en el país a no olvidar a los campesinos, que no encuentran suficientes alicientes para permanecer en el campo, y a los desplazados, que no encuentran ni razones ni condiciones para volver a sus tierras. Las minorías étnicas esperan que su dignidad de personas y sus espacios de autonomía sean mayormente respetados, y que se les brinde el apoyo requerido para la participación debida en la vida pública y para la construcción de su propio proyecto de vida.

El conflicto armado, cuyas causas no son enfrentadas en su integralidad, sigue golpeando a amplios sectores de la población; sus actores amenazan a la institucionalidad y extorsionan a la sociedad.

Los Obispos en Colombia sentimos que pesa sobre nuestra conciencia la destrucción de los hermanos que injustamente permanecen privados de su libertad, sometidos al secuestro. No acallaremos nuestra voz, ni cejaremos en nuestros esfuerzos hasta tanto el Gobierno Nacional y las FARC–EP posibiliten a través de un acuerdo humanitario la libertad de todos ellos. Abogaremos por otros acuerdos humanitarios que conduzcan a la erradicación en Colombia del secuestro extorsivo, de las minas antipersonal, de la agresión de la sociedad civil, del desplazamiento.

Estamos dispuestos a acompañar todos los procesos que conduzcan a la construcción de una Colombia reconciliada y en paz. Exhortamos a las FARC a facilitar espacios para la negociación y para el diálogo. Expresamos nuestra voz de ánimo al proceso que se adelanta entre el Gobierno Nacional y el ELN e invitamos a los desmovilizados de los grupos de autodefensa a proseguir con valentía y transparencia el proceso iniciado, siendo coherentes con el compromiso de aportar a la verdad, a la justicia y a la reparación. Denunciamos con preocupación y rechazamos la configuración de grupos armados emergentes. Mantendremos un compromiso de apoyo irrestricto a las víctimas y las acompañaremos en la defensa de sus derechos a la reparación y a la memoria, pero animando a la grandeza del perdón. Los que vivían de los cultivos ilícitos son objeto de la persecución del Estado, no obstante, el narcotráfico sigue siendo el combustible de la corrupción y de la confrontación armada y causa de muchos males del país.

La Iglesia, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos, reconociendo nuestras limitaciones y falencias, nos comprometemos a hacer sentir nuestra voz profética que denuncia la mentira y la corrupción y que anuncia la verdad, que no es otra cosa que la defensa de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, la dignidad de las personas, la igualdad de oportunidades y la honestidad para construir entre todos un país en el que todos quepamos y en el que no haya marginados. La Iglesia seguirá anunciando un mensaje de esperanza y convoca a un acuerdo nacional por la paz y la reconciliación y a que cada uno dé su aporte para implementar un proyecto de nación en el que todos tengamos un espacio digno y unas posibilidades de realización como ciudadanos y como hijos de Dios.

Elevamos nuestra plegaria a Dios para que envíe su Espíritu y habite en el corazón de cada colombiano dándonos la fortaleza y la sabiduría para discernir los signos de vida y de muerte y tomar las decisiones para la construcción de una sociedad justa. Que María Santísima, Reina y madre de Colombia interceda por nosotros ante su Hijo, rico en misericordia y Señor de la Paz.

Bogotá, D.C., 9 de febrero de 2007

+ LUIS AUGUSTO CASTRO QUIROGA
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal

ENFERMEDAD Y POBREZA, EL CONSTANTE CIRCULO VICIOSO

NUEVO COLUMNISTA EN KAIROS

Damos la bienvenida a las páginas de Kairós a fray Gilberto Hernández García, mexicano, de 34 años de edad. Actualmente vive en el convento de La Santa Cruz de los Milagros de Querétaro y pertenece a la Orden de Frailes Menores (franciscanos) en la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán. Estudió periodismo y filosofía. Actualmente escribe una columna semanal para 22 periódicos religiosos mexicanos, además es colaborador de la agencia Zenit-El Observador de Roma y de ACI-prensa de Lima, Perú. He trabajado en radio, donde he laborado como conductor, realizador y guionista. “Creo profundamente que la comunicación es el camino para la comunión y que la comunión es el espíritu que ha de animar toda comunicación”, dijo a Kairós fray Gilberto Hernández.

Por Fray GILBERTO HERNÁNDEZ GARCÍA, OFM
alvinxxi@yahoo.com.mx

Alrededor del mundo, 1.200 millones de personas se esfuerzan por sobrevivir con menos de un dólar al día. Según la organización española Oxfam, cada día unas 30.000 personas mueren a consecuencia de la situación de pobreza extrema en la que viven. Cada semana mueren a causa de la pobreza más personas de las que murieron como consecuencia del tsunami que se produjo en el sudeste asiático. Cada 3 segundos, un niño o niña muere a causa de una enfermedad que se podía haber prevenido.

Este año el Papa Benedicto XVI, en el mensaje que ha dirigido con motivo la XV Jornada Mundial del Enfermo, también ha llamado la atención sobre el tópico de la enfermedad y su estrecha relación con la pobreza y las privaciones que “causan miseria y dolor inmensos”. Así, “muchos millones de personas en el mundo viven aún en condiciones insalubres y no tienen acceso a los recursos médicos necesarios, a menudo del tipo más básico, con el resultado de que ha aumentado notablemente el número de seres humanos considerados ‘incurables’”, ha dicho.

Y es que no podemos perder de vista que la salud está tan mal repartida como la riqueza: aquellos que tienen mayor posibilidad de acceder a los bienes y servicios también son los que gozan de mejor salud. No es difícil entender que las carencias materiales son causa de enfermedad, puesto que aquellos que carecen de acceso al agua potable, a una buena alimentación, educación o asistencia sanitaria son más propensos a caer en la enfermedad y tienen más dificultades para salir de ella. Además tampoco se puede soslayar el hecho de que hay enfermedades que, por afectar sólo a los pobres, a pesar de ser causa de un elevado número de muertes prematuras no representan un incentivo económico para invertir en estrategias de lucha. Un ejemplo elocuente en ese sentido es la malaria, que al afectar sólo a zonas del mundo con renta baja presenta retraso en cuanto a instrumentos de lucha en relación con las enfermedades que afectan a los ricos.

Por otro lado, también salta a la vista que la enfermedad provoca y perpetúa la pobreza. Cuanta más enfermedad y/o muerte prematura existe en un país o zona determinados, mayor es la cantidad de recursos perdidos por esa sociedad. Pongamos el ejemplo del sida, que azota especialmente a las regiones más pobres de nuestro planeta y representa una verdadera pérdida de personas en edad productiva que, al morir prematuramente, abandonan el mercado de trabajo, dejando puestos vacantes que la sociedad necesita años para remplazar. Así, las sociedades pobres se ven forzadas una y otra vez a encajar enfermedades y muertes prematuras que dejan un hueco que lastra la economía y genera problemas familiares y sociales difíciles de cuantificar. De esta manera, en las zonas pobres de nuestro planeta se completa un círculo donde la enfermedad y la ausencia de recursos básicos se retroalimentan, formando un auténtico círculo vicioso: enfermedad-pobreza-enfermedad. Por ello, la lucha contra la pobreza debe ir acompañada de la lucha contra la enfermedad y viceversa.

Un mundo que destina el 90% de los recursos en investigación biomédica a la lucha contra las enfermedades que azotan sólo al 10% de la población, debería mirar más allá de las fronteras para corregir este desequilibrio. A pesar de la globalización, existe un mundo rico, preocupado por mantener tratamientos cada vez más costosos y con un impacto menor en ahorro de muerte prematura, y un mundo pobre atrapado en el círculo pobreza-enfermedad-pobreza. A menudo, no somos conscientes de que los problemas de la pobreza y la enfermedad son de todos. Por ello es preciso que emerja la conciencia solidaria, que nos lleve a volver la cabeza, el corazón y las manos ante las condiciones de vida y la enfermedad de los más pobres.

JUBILEO DE LA VIDA CONSAGRADA

UN MOMENTO DE GRACIA Y BENDICIÓN

Por MANUEL JOSÉ CARVAJAL HENAO, sdb
Vicario de Religiosos
vicariadereligiosos@yahoo.es

El pasado 2 de febrero, fecha en que la Iglesia celebra el día de la vida consagrada, tuvimos el gran privilegio los religiosos y las religiosas consagrados que peregrinamos en la Arquidiócesis de Barranquilla de celebrar el jubileo específico de la vida consagrada con motivo de los setenta y cinco años de esta Iglesia particular que comprende todo el departamento del Atlántico. Fue un momento de gracia y bendición.

En esta ocasión, el señor Arzobispo recordaba que la vida consagrada es “signo e instrumento” de Dios para la Iglesia. Es, pues, un momento oportuno para que como consagrados y compartiendo la Misión Arquidiocesana, nos interpelemos de qué forma estamos siendo signos de la presencia del Señor para nuestros hermanos; para ser mejores instrumentos en sus manos, para “ser presencia profética y carismática”.

Nuestras comunidades parroquiales necesitan el testimonio vivo y atrayente de hombres y mujeres que “lo han dejado todo para seguir al Señor” y construir aquí y ahora (en el hoy de nuestra historia), una verdadera experiencia de “comunión y participación”. Una forma práctica y muy didáctica es conocer más a fondo la metodología que está empleando la Arquidiócesis para llevar adelante la Misión a través del Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización -PDR/E-.

Por tanto, es de suma importancia asistir el sábado 17 de marzo a las 9:00 a.m., en el Colegio Salesiano de San Roque (calle 30 con cra. 36), a la capacitación que realizaremos para los nuevos religiosos (hombres y mujeres) que han llegado últimamente a esta Arquidiócesis. Y para las comunidades religiosas masculinas, el sábado 28 de abril tendremos una reunión con Monseñor Rubén Salazar; oportunamente se informará el lugar.

'MIRARAN AL QUE TRASPASARON'

Mensaje de Benedicto XVI para la Cuaresma 2007

¡Queridos hermanos y hermanas!

«Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37). Éste es el tema bíblico que guía este año nuestra reflexión cuaresmal. La Cuaresma es un tiempo propicio para aprender a permanecer con María y Juan, el discípulo predilecto, junto a Aquel que en la Cruz consuma el sacrificio de su vida para toda la humanidad (cf. Jn 19,25).

Por tanto, con una atención más viva, dirijamos nuestra mirada, en este tiempo de penitencia y de oración, a Cristo crucificado que, muriendo en el Calvario, nos ha revelado plenamente el amor de Dios. En la Encíclica Deus caritas est he tratado con detenimiento el tema del amor, destacando sus dos formas fundamentales: el agapé y el eros.

El amor de Dios: agapé y eros
El término agapé , que aparece muchas veces en el Nuevo Testamento, indica el amor oblativo de quien busca exclusivamente el bien del otro; la palabra eros denota, en cambio, el amor de quien desea poseer lo que le falta y anhela la unión con el amado.

El amor con el que Dios nos envuelve es sin duda agapé . En efecto, ¿acaso puede el hombre dar a Dios algo bueno que Él no posea ya? Todo lo que la criatura humana es y tiene es don divino: por tanto, es la criatura la que tiene necesidad de Dios en todo. Pero el amor de Dios es también eros.

En el Antiguo Testamento el Creador del universo muestra hacia el pueblo que ha elegido una predilección que trasciende toda motivación humana. El profeta Oseas expresa esta pasión divina con imágenes audaces como la del amor de un hombre por una mujer adúltera (cf. 3,1-3); Ezequiel, por su parte, hablando de la relación de Dios con el pueblo de Israel, no tiene miedo de usar un lenguaje ardiente y apasionado (cf. 16,1-22).

Estos textos bíblicos indican que el eros forma parte del corazón de Dios: el Todopoderoso espera el «sí» de sus criaturas como un joven esposo el de su esposa. Desgraciadamente, desde sus orígenes la humanidad, seducida por las mentiras del Maligno, se ha cerrado al amor de Dios, con la ilusión de una autosuficiencia que es imposible (cf. Gn 3,1-7). Replegándose en sí mismo, Adán se alejó de la fuente de la vida que es Dios mismo, y se convirtió en el primero de «los que, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud» (Hb 2,15).

Dios, sin embargo, no se dio por vencido, es más, el «no» del hombre fue como el empujón decisivo que le indujo a manifestar su amor en toda su fuerza redentora.

La Cruz revela la plenitud del amor de Dios
En el misterio de la Cruz se revela enteramente el poder irrefrenable de la misericordia del Padre celeste. Para reconquistar el amor de su criatura, Él aceptó pagar un precio muy alto: la sangre de su Hijo Unigénito. La muerte, que para el primer Adán era signo extremo de soledad y de impotencia, se transformó de este modo en el acto supremo de amor y de libertad del nuevo Adán.

Bien podemos entonces afirmar, con san Máximo el Confesor, que Cristo «murió, si así puede decirse, divinamente, porque murió libremente» (Ambigua, 91, 1956). En la Cruz se manifiesta el eros de Dios por nosotros. Efectivamente, eros es —como expresa Pseudo-Dionisio Areopagita— esa fuerza «que hace que los amantes no lo sean de sí mismos, sino de aquellos a los que aman» (De divinis nominibus, IV, 13: PG 3, 712). ¿Qué mayor «eros loco» (N. Cabasilas, Vida en Cristo, 648) que el que trajo el Hijo de Dios al unirse a nosotros hasta tal punto que sufrió las consecuencias de nuestros delitos como si fueran propias?

«Al que traspasaron»
Queridos hermanos y hermanas, ¡miremos a Cristo traspasado en la Cruz! Él es la revelación más impresionante del amor de Dios, un amor en el que eros y agapé, lejos de contraponerse, se iluminan mutuamente. En la Cruz Dios mismo mendiga el amor de su criatura: Él tiene sed del amor de cada uno de nosotros.

El apóstol Tomás reconoció a Jesús como «Señor y Dios» cuando puso la mano en la herida de su costado. No es de extrañar que, entre los santos, muchos hayan encontrado en el Corazón de Jesús la expresión más conmovedora de este misterio de amor. Se podría incluso decir que la revelación del eros de Dios hacia el hombre es, en realidad, la expresión suprema de su agapé.

En verdad, sólo el amor en el que se unen el don gratuito de uno mismo y el deseo apasionado de reciprocidad infunde un gozo tan intenso que convierte en leves incluso los sacrificios más duros. Jesús dijo: «Yo cuando sea elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Jn 12,32). La respuesta que el Señor desea ardientemente de nosotros es ante todo que aceptemos su amor y nos dejemos atraer por Él. Aceptar su amor, sin embargo, no es suficiente. Hay que corresponder a ese amor y luego comprometerse a comunicarlo a los demás: Cristo «me atrae hacia sí» para unirse a mí, para que aprenda a amar a los hermanos con su mismo amor.

Sangre y Agua
«Mirarán al que traspasaron». ¡Miremos con confianza el costado traspasado de Jesús, del que salió «sangre y agua» (Jn 19,34)! Los Padres de la Iglesia consideraron estos elementos como símbolos de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía.

Con el agua del Bautismo, gracias a la acción del Espíritu Santo, se nos revela la intimidad del amor trinitario. En el camino cuaresmal, haciendo memoria de nuestro Bautismo, se nos exhorta a salir de nosotros mismos para abrirnos, con un confiado abandono, al abrazo misericordioso del Padre (cf. S. Juan Crisóstomo, Catequesis, 3,14 ss.).

La sangre, símbolo del amor del Buen Pastor, llega a nosotros especialmente en el misterio eucarístico: «La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús… nos implicamos en la dinámica de su entrega» (Enc. Deus caritas est, 13). Vivamos, pues, la Cuaresma como un tiempo ‘eucarístico’, en el que, aceptando el amor de Jesús, aprendamos a difundirlo a nuestro alrededor con cada gesto y palabra.

De ese modo contemplar «al que traspasaron» nos llevará a abrir el corazón a los demás reconociendo las heridas infligidas a la dignidad del ser humano; nos llevará, particularmente, a luchar contra toda forma de desprecio de la vida y de explotación de la persona y a aliviar los dramas de la soledad y del abandono de muchas personas.

Que la Cuaresma sea para todos los cristianos una experiencia renovada del amor de Dios que se nos ha dado en Cristo, amor que por nuestra parte cada día debemos «volver a dar» al prójimo, especialmente al que sufre y al necesitado. Sólo así podremos participar plenamente de la alegría de la Pascua.

Que María, la Madre del Amor Hermoso, nos guíe en este itinerario cuaresmal, camino de auténtica conversión al amor de Cristo. A vosotros, queridos hermanos y hermanas, os deseo un provechoso camino cuaresmal y, con afecto, os envío a todos una especial Bendición Apostólica.


BENEDICTUS PP. XVI

VIVIR LA CUARESMA

Por JUAN ÁVILA ESTRADA, Pbro.
Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro.

Con la celebración del miércoles de ceniza el 21 de febrero damos inicio, una vez más, al tiempo litúrgico de la cuaresma. Cuarenta días en los que no celebramos propiamente nada, sino que nos preparamos para celebrar el misterio central de nuestra fe: la Pascua de Resurrección.

A partir de ese miércoles hasta el Jueves Santo, nos daremos a la tarea de abonar el terreno de nuestro corazón para que la resurrección de Jesús no sea simplemente una celebración cualquiera sino, sobre todo, un acontecimiento capaz de cambiar toda nuestra vida desde sus estructuras más interiores.

Cuaresma no es el tiempo de las prohibiciones, como si nuestra fe se dedicara sencillamente a decirnos qué es lo que no debe hacerse, sino que es el tiempo en que redoblamos todas nuestras luchas espirituales para salir airosos en nuestra batalla contra las fuerzas del maligno. Mal entendida, la cuaresma es el tiempo para no comer carne, sino pescado. ¡Vaya cambio…¡ Se cree que la carne durante estos días debe ser abolida bajo pena de cometer pecado grave. Aún no hemos entendido que lo que necesitamos es ejercitarnos más en la caridad para con los necesitados, aquellos que no ven la carne en su plato durante muchos meses y que la idea es aprender a ABSTENERSE PARA COMPARTIR.

Ahora bien, todo el que desee caminar por la senda de la perfección, debe comprender que la invitación que nos hace Jesús es a evaluar no solamente lo superfluo que hay en nuestra vida, sino a dar de aquello que es incluso importante para nosotros. Dar de lo que sobra no tiene mérito alguno; cualquiera es capaz de compartir lo que no necesita; es más, puede ver en la ocasión la oportunidad para deshacerse de algo que le estorba.

Cuaresma es el tiempo de la espera gozosa de la Pascua en vigilante espera, orando y ayunando para dar de lo mejor. No es un tiempo de tristeza. El hecho que no se cante el aleluya ni se recite el gloria en las celebraciones eucarísticas, no significa con ello que nos encontramos en una espera tiste. Todo lo contrario: nuestra esperanza se vuelve dichosa, pues sabemos que le estamos dando preparación a la vida entera para que la Pascua no pase inocua sobre nuestro ser.

No estamos cerca de un tiempo cualquiera. Quien vive la cuaresma seria y responsablemente descubrirá que ella es capaz de producir muchas cosas en nosotros, pues la acción de Dios se va realizando en quien ora, ayuna y comparte. El milagro más grande de la cuaresma se ve en la Pascua: cómo el Señor resucitado se anida victorioso en la cotidianidad de la vida.

A veces no entendemos que el poder de Dios no es mágico, sino en forma de proceso. No es simplemente encendiendo un cirio o regando agua bendita como las cosas empezarán a cambiar. Dios transforma desde dentro, pero su acción se despliega cuando nosotros utilizamos los recursos que él mismo ha colocado en nuestras manos para ello. Quien quiera Pascua no debe pretender utilizar ascensores espirituales. Aquí sólo existen escaleras y cada escalón debe ser subido con esmero y responsabilidad. Todo el que utiliza globos para subir al cielo, termina siendo llevado a donde el viento quiere caprichosamente.

Hay, pues, por delante cuarenta días de camino, de desierto, de tentación, de luchas y de victorias. No estamos solos, contamos con la ayuda de Jesús.

“EL MIÉRCOLES DE CENIZA”

La ceniza, en las religiones antiguas, simbolizaba a la vez el pecado y la fragilidad del hombre. El profeta Isaías, por ejemplo, dice en la Biblia que “el corazón del pecador es semejante a la ceniza”. Antiguamente, los hombres cuando reconocían su pecado hacían patente su penitencia sentándose sobre ceniza y cubriéndose la cabeza con ella. Era una forma de manifestar su arrepentimiento y deseo de conversión.

En esta perspectiva, la Iglesia Católica propone para el Miércoles de Ceniza una actitud de arrepentimiento, de conversión, lo cual se manifiesta en el rito de la ceniza que significa una invitación a un cambio de vida con el desprecio del pecado.

Por tanto, debe celebrarse y vivirse el rito de la imposición de la ceniza no como un acto puntual, del momento, sin conexión con la vida, sino como un punto de partida para un verdadero encuentro con Dios en la penitencia cuaresmal.

PARA TENER EN CUENTA

* La ceniza no perdona los pecados. Solamente es un signo que la Iglesia Católica usa para ayudar a sus fieles a entrar en un espíritu de penitencia al iniciarse la Cuaresma.
* La imposición de la ceniza en la frente se hace como respuesta a la Palabra de Dios que invita al ser humano a la conversión, y como inicio del ayuno cuaresmal y de la preparación a la Pascua.
* La ceniza es un sacramental de la Iglesia que recuerda, ante todo, la condición de pecadores de hombres y mujeres, invitándoles a una conversión sincera.
* Para nadie es obligatorio recibir la ceniza. Quien no pueda recibirla por alguna circunstancia, no tiene ningún problema de conciencia.
* La ceniza deberían recibirla sólo los adultos o quienes tienen uso de razón, no los niños recién nacidos o los infantes que aún no han llegado al uso de razón y no tienen pecados, puesto que si la Iglesia quiere recordarle a cada quien su pecado, un niño en esas condiciones no tiene el conocimiento necesario para recibir la ceniza.
* Se debe evitar todo sentido mágico o supersticioso al recibir la ceniza. Solamente es un signo y no tiene ninguna otra connotación.
* Mientras el sacerdote –o quien éste delegue- impone la ceniza, dirá una de estas dos formulas: “Conviértete y cree en el Evangelio”, o bien: “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”.
* El signo y las palabras expresan muy bien la caducidad y la necesidad de conversión de la persona y, por otra parte, la aceptación del Evangelio, o sea, la novedad de vida que Cristo cada año comunica en la Pascua.

¿SERÁ LA IGLESIA MENTIROSA?

Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco de la Unidad Pastoral Santísima Trinidad

Parte II

Estamos comentando el artículo de una obra titulada Chronología Vitae Christi de Urbano Holzmeister S.J., profesor de Biblia en el Instituto Bíblico de Roma (l933), para dar respuesta a un escritor español que en un reportaje por televisión, en un canal nacional, afirmó que la Iglesia había mentido al fijar el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús y que él iba a desenmascarar esto.


OPINIÓN DE LOS PADRES SOBRE LA NATIVIDAD DE CRISTO

Según la Liturgia se distinguen tres períodos en la opinión de los Padres: 1) Casi durante los tres primeros siglos no se celebraba ninguna fiesta de la Navidad ni el 6 de enero ni el 25 de diciembre. 2) Durante el segundo período (comenzado hacia el año 300) se conocía solamente la fiesta del 6 de enero. Finalmente, 3) desde mediados del siglo cuarto se celebraba el 25 de diciembre. Las afirmaciones de los Padres, pues, sobre la Natividad en este triple período difieren completamente. En efecto: en un principio varios días son señalados como natales de Cristo; por eso, a menudo, se pensaba que el 6 de enero había sido el día del natalicio de Cristo. Finalmente, fijada la fiesta del 25 de diciembre surgía la opinión de que Cristo había nacido ese día.

Excluyen, pues, con su silencio la fiesta de la Natividad aquellos escritores que solamente mencionan como días festivos Pascua y Pentecostés. Por ejemplo Tertuliano y Orígenes. Este añade: "solamente los impíos como el Faraón y Herodes celebran el día de su nacimiento". Nicaeno sólo menciona Pentecostés. Eusebio, además de Pascua y Pentecostés, conoce también la Ascensión. Arnobio se ríe de los gentiles porque celebran el cumpleaños de sus dioses: "dioses que nacen del útero". Estas palabras excluyen la existencia de una fiesta del nacimiento de Cristo, (vivió desde finales del siglo segundo hasta principios del siglo cuarto )

HISTORIA DE LA FIESTA DEL NACIMIENTO DE CRISTO

La primera vez que se menciona explícitamente la fiesta del 25 de diciembre en Roma fue en el año 354, en el catálogo de fiestas llamado "Depositio Martyrum". Allí se dice: VIII kalendas Ianuarii (ocho días antes del primero de enero=25 de diciembre) nació Cristo en Belén de Judá. Pero ya otro catálogo del 336, "Depositio Episcoporum" supone la fiesta del 25 de diciembre. Juan Nicaeno no parece estar lejos de la verdad cuando afirma que la Iglesia romana, bajo el Papa Julio (337-352) comenzó a celebrar la fiesta de la Navidad, cuando al principio se pensaba que el Papa Telésforo la instituyó. Desde entonces dicha fiesta se celebraba en toda Italia. Otros datos.

Algunos textos parecen suponer, algunas veces, que la fiesta de la Natividad se celebraba en el mes de noviembre. Clemente de Alejandría reprobaba como ocioso el intento de encontrar no sólo el día sino también el año de la Natividad de Cristo. Otros proponen el 20 de mayo o el 19 o 20 de abril como el día de la Natividad del Señor.

El 6 de enero se tenía como el día de la Natividad de Cristo en Jerusalén. Muchos Padres, entre ellos san Jerónimo, afirma: "nosotros, pues, decimos que hoy nació Cristo (el 25 de diciembre), después renació en la Epifanía". Agustín piensa que es una tradición que viene de los antepasados que Cristo fue concebido el 25 de marzo, en consecuencia, nació el 25 de diciembre. De todo esto se colige que la afirmación de que Cristo nació el 25 de diciembre, habiendo tomado origen de la fiesta litúrgica, no se puede considerar como una indiscutible tradición.

Con mayor razón hay que descartar como carentes de autoridad los anuncios del día de la semana en que nació el Salvador. Ordinariamente se señala la feria cuarta (miércoles), día en que fueron creadas las luminarias celestes (Gn 1,14-20). También se menciona la feria VI o viernes.

ORIGEN DE LA FIESTA DEL 25 DE DICIEMBRE

Es muy probable que la opinión del 25 de diciembre tuviera su origen del 25 de marzo, día en que se pensaba que se dio la encarnación del Verbo. Parece que fue san Agustín el primero que habló de la concepción de Cristo como ocurrida el 25 de marzo.

Hoy se admite que la celebración del 25 de diciembre fue con ocasión de la fiesta que los paganos celebraban este día. Petavio afirma que el día 25 de diciembre se celebra el "día natal del Sol invicto".

San Agustín afirma: "Celebremos este día solemne, no como los infieles, por este sol, sino por aquel que creó este sol". Desde el siglo III, pues, se celebraba esta fiesta. Cristo luz del mundo. (Jn 8, 12)

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA DE LAS GRACIAS DE TORCOROMA: Con tradición ocañera

Por JULIO GIRALDO
Periodista

Por el año 1957, la colonia ocañera en Barranquilla era tan importante y numerosa que se dice que estaba regada desde los puestos del mercado, en Barranquillita, hasta las más encumbradas esferas de la banca, la industria y el comercio, pasando por los consultorios médicos más acreditados; movía más de quince mil fieles devotos a la Virgen de Torcoroma.

Una colonia tan numerosa y de unos principios cristianos muy arraigados, no podía menos que extender su devoción a la santísima Virgen y para ello era necesario construir un templo que llevara el nombre de la Torcoroma. Esta devoción a la Virgen tiene un título muy nuestro. Ella es de Ocaña. Ocaña constituye toda una provincia ilustre, con la hidalga ciudad santandereana a la cabeza. Entre las colinas cercanas a la ciudad, está Torcoroma. Allí los Melo, campesinos -padre y dos hijos-, aserraban un árbol para las labores del trapiche cuando al abrirlo en dos, vieron formándose una imagen que ellos adivinaron más con el alma que con los ojos, era la imagen de la santísima Virgen. Y así empezó la historia de Nuestra Señora de Torcoroma.

Con un terreno ya listo y unos planos muy bien elaborados por el doctor José Alejandro García, llega en el año de 1957 al sector el padre Jorge Becerra Jiménez quien se encargaría de sacar adelante el anhelo de la colonia santandereana, y lo primero que hace es convocar sendas reuniones con la junta de la construcción, conformada estrictamente por hombres de la provincia ocañera, radicada ya tiempo atrás en esta ciudad; sus nombres son beneméritos: Eustorgio Fuentes, Pedro Peinado, Hernado Penso, Roberto Angarita, Ciro Osorio, Leo Álvarez. Para el padre Becerra era necesario ampliar la junta de tal forma que abarcara, de manera especial, la parroquia creada por monseñor Gallego Pérez, sin agotarse en ella; fue así, entonces, cuando muy prontamente se creó la nueva junta pro parroquia, con gente como Alberto Pérez, Andrés Gómez Támara, Jaime Murcia, Juan Tovar Daza y Rubén Navarro Serge; igualmente se cubrió otro sector con su propia junta integrada con: Diego Marulanda, Darío Álvarez Londoño, Alonso Borrero y Carlos Alberto Osorio. Al mismo tiempo, se creaban las primeras organizaciones de apostolado seglar: Acción Católica con la presidencia de Ethel de Martínez Aparicio, Rebeca Fuenmayor de Roca Niz, Tera Vélez de Pereira, Alicia de Balaguer, Ligia de Jácome y otra más: igualmente surge la Legión de María liderada en aquella época por Maruja Fuentes y Eloisa de Lacoture entre otras.

Así, con junta, grupos y un deseo inmenso de trabajar, se inician las actividades de culto, las primeras misas se empiezan a oficiar, a campo raso. Los arrumes de bloques proveían de asientos a los feligreses, el altar de la celebración era una rústica mesa de “quita y pon”; la vida parroquial iba creciendo y para el mes de agosto de 1958 venían las primeras fiestas patronales. El trabajo fue aumentando cada vez más. Por fortuna, todos ayudaban y en poco tiempo no sólo se celebró la fiesta patronal con gran altura y devoción, sino que también la iglesia se construyó en tiempo record y empezó su dotación de vasos sagrados. Un cáliz donado por un católico de los Estados Unidos, la custodia adquirida en Bogotá, alta y de plata de buena ley, tuvo un costo entonces 4 mil pesos, los copones fueron diseñados y fabricados con elementos de plata regalados por la feligresía, fundidos tras el avalúo en Gutfreund Hermanos, dando como resultado la dotación total del nuevo templo. Además, se debe dotar el bello templo con arte sagrado y, para ello, se acude al padre salvatoriano alemán Ivo de Schaibe, famoso en arte religioso y ganador de varias exposiciones en Alemania; el padre Ivo diseñó y fabricó tres tallas en madera, de una sola pieza, en ceiba roja: una imagen de la Virgen y dos ángeles, a su lado. Después en terracota, las estaciones del Vía crucis y, finalmente, un Cristo en bronce. Así se conformó la composición del altar mayor. El famoso artista salvatoriano nos dio la ñapa regalando dos tallas en madera para los altares laterales, a saber: un medallón con la imagen de la Medalla Milagrosa y otra talla igual del Sagrado Corazón de Jesús. Por fortuna, la custodia, los vasos sagrados y las tallas en madera, aún hoy después de más de 48 años, están allí en su sitio como un símbolo que recuerda el esfuerzo, el sacrificio y el trabajo de la primera generación del templo de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma.

LA PARROQUIA HOY
Al frente de esta unidad pastoral se encuentra desde hace dos años y unos meses, el joven sacerdote José Tobías De la Cruz Caro, quien ha continuado con la labor de los anteriores sacerdotes y ha comprometido a la comunidad en el proyecto diocesano de renovación y evangelización. Dice el padre José Tobías que la parroquia se encuentra organizada en 8 sectores y en cada uno de ellos se realizan asambleas familiares, unas más concurridas que otras.

Llama la atención la presencia de muchos jóvenes y el entusiasmo de toda la feligresía en lo que a colaboración, participación y asimilación del verdadero sentido de cada celebración se refiere. Es una parroquia que cuenta con grupos de apostolado bien organizados, unos más que otros, pero la parte positiva es que todos trabajan unidos. Hay que destacar la gran colaboración que en la parte social hace esta parroquia, llevando mercados a más de 10 parroquias pobres de la ciudad, ayudando a niños con problemas de sida y brindando desayuno a unos 70 niños y madres de familia de estrato uno que llegan hasta la parroquia los domingos a las 9;00 de la mañana. Otro servicio que presta la parroquia es la escuela para jóvenes que trabajan en servicio doméstico, la cual funciona en el salón parroquial.

Como en cada crónica nos quedamos cortos por razón de espacio, para contar toda la labor maravillosa de cada parroquia, terminamos hoy con la lista de párrocos que han estado al frente de la iglesia Nuestra señora de la Gracias de Torcoroma: Jorge Becerra, Carlos José Ruiseco, Ciro Ávila, José Maria Goenaga, Luís Eduardo Gómez, Javier Medina, Reinaldo Iriarte, y José Tobías de la Cruz, su actual párroco.

EL RINCON DE PABLITO

Con VALORES:
De regreso a clases

Me alegra mucho saludarles y comentarles que en mis primeros días de clases me ha ido muy, pero muy bien.

Me propuse iniciar con entusiasmo y mucho compromiso el año escolar y hasta ahora me ha ido de maravilla. Espero seguir así para terminar el año sin mayores tropiezos.

Saben, estoy súper contento porque este año en mi colegio van a trabajar fuertemente los valores que nuestra Arquidiócesis propone para cada mes. Eso me comentó la rectora.

El primer día de clases, por ejemplo, encontramos en todas las carteleras del colegio los afiches con el valor del mes de febrero que se refiere a la honestidad. Y, hace unos días, por curso hicimos una serie de acciones significativas relacionadas con este valor, además de las reflexiones que todos los días nos imparten los profesores.

Los que deseen seguir el ejemplo de mi colegio, pueden dirigirse a la Delegación de Comunicaciones de la Arquidiócesis en el segundo piso de la Curia Arzobispal (Cra. 45 No. 53-122)


¡Nos lucimos en el Carnaval de los Niños!
Por OLGUITA

Como Pablito, yo también estoy contentísima no sólo porque me ha ido bien en mi regreso a clases, sino también porque hice parte de los 120 angelitos que participaron en el desfile del “Carnaval de los Niños” el pasado 11 de febrero.

En medio de la música, el colorido de los disfraces y la alegría infantil, estuvimos los angelitos de la Arquidiócesis de Barranquilla con nuestro grupo de millo y, lo más importante, entregando nuestro mensaje de paz a través de los carteles con los valores que se vienen trabajando desde la Iglesia para todo el Atlántico.

Agradecemos a la Fundación Voz Infantil-Hola Juventud, organizadora del Carnaval de los Niños, por permitirnos participar. También quiero felicitar a la Comisión Arquidiocesana de Niños y a los comités parroquiales infantiles, porque se esmeraron en abrir este espacio para nosotros los niños y las niñas.


GUILLO, EL MONAGUILLO

Desde el año pasado venimos tratando en este espacio el significado de cada sacramento. En esta ocasión el turno es para el sacramento de la Unción de los Enfermos.

Su nombre nos da una idea de lo que se trata. Este sacramento no es que cure nuestras enfermedades, sino que nos da fuerzas en medio de la enfermedad o la vejez para seguir respondiendo al llamado de Dios. Por la unción, el enfermo recibe la gracia de seguir luchando por su curación y el deseo de vivir una vida alegre, en paz, vivir como quiere el Señor.

jueves, febrero 08, 2007

NUESTRA PORTADA

LOS PRIMEROS JUBILEOS: El año jubilar que generosamente el Papa Benedicto XVI ha permitido realizar en la Arquidiócesis de Barranquilla para celebrar los 75 años de vida eclesial, iniciará con tres jubileos específicos: el de la vida consagrada, el de los artistas y el de los agentes de la liturgia.

OBISPOS COLOMBIANOS, UN SIGLO CONSTRUYENDO IGLESIA: Entrevista exclusiva con monseñor Fabián Marulanda López, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia.

EDITORIAL

¡El gozo en el Señor es nuestra fortaleza!

Se da un fenómeno que llama la atención y que nos hace reflexionar sobre la necesidad de tener una actitud positiva y festiva. Miremos para esta época las danzas, disfraces y grupos que realizan extensos recorridos “a pleno sol” y, sin embargo, el amor por el folclor y la dosis de entusiasmo los impulsa a reír, cantar y bailar.

Con mayor razón, la alegría en el Señor nos permite vivir cada día con una profunda intensidad; nos lleva a amar y valorar la familia, el trabajo, las ocupaciones diarias y nos da la fuerza para vencer los problemas que se puedan presentar.

No hay que ser adivinos para saber que en este año nos van a suceder muchas cosas maravillosas. Aprovechemos para, desde ya, dar gracias a Dios y, a la vez, pedirle de corazón fortaleza para enfrentar y resolver los momentos difíciles que se puedan presentar.

Recordemos que estamos en “Año Jubilar”, lo que indica que es año de gracia, de alegría, de gozo y en este ambiente festivo unámonos de corazón a todos los religiosos y religiosas que trabajan en nuestro departamento y se entregan con alegría en el campo de la salud, de la educación y de muchas obras sociales que se convierten en alivio y esperanza a todos los sectores reprimidos de nuestra región. Que nuestra oración acompañe a estos servidores del Evangelio que se este fin de semana se encuentran celebrando su jubileo específico.

CARNAVAL CON HONESTIDAD

Por VILMA ARRIETA
Integrante de la Comisión de Pastoral de Multitudes

El carnaval es una fiesta que en nuestra querida tierra se celebra cuatro días antes de la cuaresma. El origen de la palabra carnaval viene del latín “carnevale”, palabra compuesta de carne (carne) y vale (adiós), o sea el equivalente a la despedida de la carne por los ayunos y abstinencias de los próximos 40 días. Era una fiesta que se realizaba para quitar de la mente al cuerpo, para dedicarse en los 40 días siguientes a satisfacer las necesidades del espíritu. Con esto vemos que el carnaval tiene una connotación de origen pagano-religioso.

Si vivimos hoy esta fiesta sanamente, conociendo todo el sentido que encierra como manifestación cultural de nuestro pueblo, podemos disfrutarlo teniendo en cuenta los valores que el Evangelio nos enseña y nuestra Arquidiócesis de Barranquilla nos invita a vivir mes a mes. Dentro de estos valores está el propuesto para este febrero: la HONESTIDAD.

Por consiguiente, no practiquemos el viejo refrán que dice: “El que peca y reza, empata”. Tengamos en cuenta que es deshonesto quien actúa violando las normas éticas o morales.

Ahora, la costumbre de usar máscaras tuvo un origen religioso-espiritual derivado del culto a los muertos. Aquel personaje que personificaba a los espíritus se vestía de blanco y se cubría el rostro con una máscara. De esta manera se fue suscitando en el pueblo la costumbre de disfrazarse para esta celebración tradicional que hasta nuestros días tiene vigencia en el carnaval.

Es claro entonces que la máscara se utiliza para disfrazarse, para esconder nuestra identidad y no ser reconocidos. Cuando en nuestra vida real hacemos algo parecido, engañando y mintiendo ¿no estamos haciendo algo contrario a lo que Jesús nos enseña? No es esta la actitud correcta de un buen cristiano puesto que Jesús nos enseña a ser honestos con nosotros mismos y con los demás.

El hombre, imagen de Dios, es un ser libre, capaz de elegir y decidir por sí mismo. Junto con la inteligencia, la libertad es otro de los dones que el hombre ha recibido de Dios después de la vida pero, al mismo tiempo, es el mayor peligro que sobre él se cierne cuando no hace buen uso de ella. Cada persona va perfeccionando su vida y la va construyendo en la medida que se va liberando de sus esclavitudes y tendencias desordenadas. En el abuso de la libertad está el origen de todos los males: secuestros, crímenes, injusticias, destrucción del medio ambiente, abuso sexual, etc. Todo esto es abuso de la libertad que sólo busca el interés egoísta que lleva al hombre a ser esclavo del tener, el poder y el placer, por fuera de lo justo y lo permitido por la recta razón con perjuicio de los derechos de las demás personas.

Todos los seres humanos ocupamos un lugar de privilegio en el mundo. Estamos dotados de entendimiento; tenemos una conciencia que nos permite discernir entre lo bueno y lo malo; estamos dotados de libre voluntad que nos permite crear nuestro propio destino, por lo tanto: elijamos ser honestos para que los demás puedan confiar en nosotros.

¿POR QUÉ CANTAMOS EN LA CELEBRACIÓN LITÚRGICA?

Por: ÁNGELA MARÍN NIEBLES
Directora del Coro Arquidiocesano
anjemani@yahoo.com

La música es muy importante en la celebración litúrgica; gracias a ésta la Palabra de Dios puede ser anunciada y vivida fomentando la devoción de la asamblea, de igual manera la prepara y dispone para degustar con mayor facilidad los frutos de la gracia del Señor, manifestados en el misterio que se celebra.

Por lo anterior, el canto no es un accesorio para el cristiano, es un acto íntimamente ligado a la celebración eucarística. Te has preguntado alguna vez: ¿Por qué cantamos en la celebración litúrgica? ¿Por qué durante los últimos años se ha estado hablando sobre la música litúrgica? En este artículo entregaremos algunas razones.

* El canto ayuda expresar los sentimientos
¿Cuántos de nosotros hemos sido tocados por Dios por medio del canto?, ¿cuántos nos hemos sentido fortalecidos por las palabras de una canción?, ¿cuántos hemos podido abrir nuestro corazón al Señor al escuchar una melodía ungida? Definitivamente el canto ayuda a expresar los sentimientos más íntimos del ser humano, por lo tanto en la celebración litúrgica esta cualidad tan especial es de gran valor.

* El canto nos une como comunidad
¿Qué pasaría si cantáramos simultáneamente el “Cumpleaños Feliz”, pero con distintas versiones en una reunión familiar? Pues simplemente no habría unidad, no podríamos expresar nuestra alegría en conjunto, ni nuestro sentimiento grupal. Las comunidades se unen mediante la práctica del canto (equipos deportivos, grupos de trabajo, soldados, entre otros) y se mantienen firmes gracias a esta vivencia.

* El canto hace fiesta
Durante la Eucaristía el canto favorece la creación de un clima festivo y solemne, pero nuestros corazones deben estar dispuestos a recibirlo, porque si no vivimos el misterio maravilloso que se está celebrando una música lenta nos parecerá triste y aburrida y dependeremos de la música fuerte y rítmica para sentir algo en la celebración. Esto es muy triste para Jesús porque pareciera que su sola presencia no fuera suficiente para sentirnos alegres.

* El canto cumple una función ministerial
El canto está al servicio de la liturgia y no al revés, por eso éste debe estar acorde a los diferentes momentos de la celebración.

Ahora bien, al haber dado algunos motivos por los cuales el canto es muy apreciado en la celebración litúrgica, es posible que nos preguntemos qué clase de música se puede entonar en la Liturgia. Existen tres clases de música: la profana, la religiosa y la sagrada (en latín, música sacra). De estas tres sólo la última se utiliza en la celebración, por eso recibe también el nombre de “música litúrgica”. Ampliemos un poco al respecto.

1. Música Profana: Esta clase de música es aquella que se pone al servicio del sentimiento humano, ya sea para ser escuchada o danzada. No debe entrar a la celebración por diversos motivos:

* Su extensión. Beethoven escribió un “Señor, ten piedad” que mantiene el texto litúrgico pero que dura nueve minutos. En la actualidad, si se interpreta esta pieza en una misa se pierde completamente el momento.

* La temática. Amor entre esposo y esposa, amor a la patria, amor a la naturaleza, vivencias personales, etc. Es muy utilizada la canción “Amor eterno” en una misa con los difuntos o en unas exequias. La liturgia en ninguna parte tiene este texto escrito; entonces es claro que no se puede utilizar. Recordemos: SE CANTA LA MISA, NO SE CANTA EN LA MISA. No se debe dar un concierto dentro de la misa añadiendo canciones que nada tienen que hacer allí.

* El ritmo. Hay ritmos que nos ayudan a confesar nuestra fe por medio del canto, pero hay otros que al ser muy rítmicos (invitando a la danza y al movimiento) nos sacan de la celebración. La Iglesia no rechaza ningún género musical, pero hay algunos ritmos que no nos invitan a vivir el misterio que se está celebrando. Debemos tener plena conciencia del momento de la Eucaristía y escoger el ritmo que vaya totalmente acorde a ésta. No nos imaginamos, por muy festivo que sea la aclamación del Santo, entonarlo a ritmo de Reggeaton o de Champeta, sabiendo que la mayoría de estas canciones tienen temas ofensivos. No podemos alabar a Dios con este tipo de ritmos igualándolo a lo popular.

2. Música Religiosa: La música religiosa ha sido escrita para Dios pero no se basa en los textos que tiene nuestra liturgia. Volviendo a tomar el ejemplo del “Señor, ten piedad”, éste tiene una estructura: Señor, ten piedad; Cristo, ten piedad; Señor, ten piedad. En ninguna parte dice: Hoy perdóname, hoy por siempre, o... Lávame con su Sangre... Estas melodías son religiosas pero no litúrgicas, porque no se basan en la liturgia.

3. Música Litúrgica o Música Sacra: Es aquella que utiliza las palabras de nuestra liturgia católica para colocarlas de manera cantada, bien podrían ser recitadas, pero son realzadas al ser entonadas por medio del canto. Es original en música, porque el Espíritu Santo es capaz de inspirar música nueva para el Señor. En cuanto al texto, es basada en la liturgia misma (las celebraciones litúrgicas utilizan textos sacados de la Biblia -Salmos- y otros construidos por la Iglesia Católica -el himno del Gloria-) La música litúrgica tiene la siguientes cualidades:

* Es Santa. Porque es dirigida a un Dios que es Santo.
* Es bella en su composición. Para Dios lo mejor, nada menos.
* Posee calidad de texto. Nuestra liturgia ha sido bellamente instituida por Jesucristo, y sus palabras son las mejores para utilizar.

OBISPOS COLOMBIANOS: UN SIGLO CONSTRUYENDO IGLESIA

Una serie de estrategias se preparan para celebrar el centenario de la Conferencia Episcopal de Colombia –CEC-.

Por JAIME ALBERTO MARENCO MARTÍNEZ
Delegado de Comunicaciones y Relaciones Públicas
Arquidiócesis de Barranquilla
marencomar@hotmail.com

El aporte de la Iglesia a nuestra Patria no puede circunscribirse únicamente al plano religioso. La evangelización ha logrado penetrar todos los órdenes que propenden por el bienestar de los colombianos y, desde procesos debidamente estructurados y orientados por el episcopado, se ha podido impulsar el desarrollo del país.

De hecho, según el Código de Derecho Canónico en su numeral 447 del capítulo IV dedicado a las conferencias episcopales, se anota que éstas son instituciones de carácter permanente que constituyen “la asamblea de los obispos de una nación o territorio determinado, que ejercen unidos algunas funciones pastorales respecto a los fieles de su territorio, para promover conforme a la norma del derecho el mayor bien que la Iglesia proporciona a los hombres, sobre todo mediante formas y modos de apostolado convenientemente acomodados a las peculiares circunstancias de tiempo y de lugar.”

Resulta entonces pertinente tener un acercamiento, desde ya, a esa gran celebración que tendremos en el año 2008 con ocasión del centenario de nuestra Conferencia Episcopal. Para ello, visitamos a monseñor Fabián Marulanda López, Secretario General de la CEC.

Marenco: ¿Dónde radica la importancia de nuestra Conferencia Episcopal para la Iglesia misma y para la sociedad colombiana?

Mons. Marulanda: Los miembros del episcopado se reúnen periódicamente en asamblea general, en comisiones episcopales y otras reuniones; tenemos una organización en la cual existen ciertas estructuras como presidencia, vicepresidencia, secretaría, comisiones episcopales y departamentos, a través de los cuales el episcopado mantiene el espíritu colegial que debe unirnos y la sintonía en todos los aspectos de orden pastoral, doctrinal, religioso y social. Por tanto, la Conferencia, como reunión de todos los obispos, tiene una importancia grandísima en la construcción de la Iglesia colombiana, ya que cada obispo es pastor en su correspondiente jurisdicción y al reunirnos enfrentamos las situaciones, problemas, dificultades y esperanzas que se presentan en la conducción pastoral de cada iglesia particular.

Marenco: Existe una sede de la CEC donde se trabaja permanentemente, así las reuniones sean periódicas. Coméntenos sobre esto.

Mons. Marulanda: Los obispos, además del compromiso de tipo general con la Conferencia como es la asistencia a las asambleas ordinarias (dos al año), están también vinculados a distintas comisiones: doctrinal, de liturgia, de pastoral social, de comunicaciones, de catequesis, de biblia, de ministerios jerárquicos, entre otras, y cuando se reúnen allí estudian la programación que debe realizarse en el país en esos aspectos y dan las pautas para su desarrollo a los departamentos que están organizados en el secretariado general del episcopado. Esto quiere decir que en cada departamento se trata de ejecutar todo lo que desde estas comisiones se dictamina, todo lo que la asamblea dispone, lo que dispone el comité permanente y, por eso, el personal que labora en la sede la CEC es de tiempo completo o parcial para facilitar un mejor servicio de evangelización.

Marenco: En el año 2008 se celebrará el centenario de la Conferencia Episcopal Colombiana. Coméntenos cómo estaba organizada la Iglesia en el país antes de estos 100 años.

Mons. Marulanda: Antes, en el mundo entero, la organización de la Iglesia no exigía la existencia de las conferencias episcopales. Había otros mecanismos de relación con los dicasterios de la Iglesia romana, y la organización era más elemental. Cada obispo procuraba tener la máxima organización posible y ejercer el ministerio de la manera más completa posible en su diócesis. El mundo ha ido cambiando muchísimo, ahora son más complejos los temas y los dilemas que la Iglesia tiene que enfrentar y, por eso, fue apareciendo la necesidad de que los obispos obren colegiadamente. Así nacen las conferencias, advirtiendo que la nuestra fue una de las primeras en formarse en América Latina y en todo el mundo. Todo esto nos lleva a considerar que al cumplir 100 años de trabajo no podemos dejar de celebrar lo que somos, lo que es la acción de la Iglesia en el país, y cómo tomar nuevos aires, nuevo impulso. Por eso, la programación para el centenario mira todos estos aspectos.

Marenco: Hablando propiamente del centenario, ¿podemos decir que este 2007 será un año de preparación y el 2008 de celebración?

Mons. Marulanda: 2007 tiene que ser un año de mucho trabajo en la preparación del centenario. Pensamos en una programación que cubra muchos campos. Por ejemplo, queremos hacer énfasis en la reconstrucción de la memoria histórica; hoy tenemos cosas muy buenas en la Iglesia gracias al trabajo que han hecho los obispos en estos 100 años; y eso lo queremos hacer en publicaciones, foros, exposiciones, videos. Queremos utilizar todos los medios de comunicación.

Queremos reestructurar la conferencia episcopal, pues el episcopado hoy es muy numeroso. La asamblea reúne a 96 obispos y fuera de estos hay en el país 36 obispos eméritos. Al principio era sólo una decena, entonces el manejo era mucho más fácil. Hoy día necesitamos adecuar muchas cosas de acuerdo a las exigencias de la época, por eso hemos hecho la reforma a los estatutos de la Conferencia que serán aprobados por la próxima asamblea ordinaria y enviados a Roma para la aprobación definitiva. Sobre esta base de estatutos reestructuraremos las comisiones, departamentos y secciones, para que respondan de una manera más efectiva a lo que hoy la Iglesia en Colombia está necesitando.

Fuera de eso queremos en el centenario realizar una serie de actividades que congreguen a la gente y le de la oportunidad de conocer lo que es y lo que hace la Iglesia... Pensamos publicar un libro especial que recoja la historia de los 100 años en una manera ágil, gráfica, con mucha fotografía y para eso requeriremos la colaboración de las diócesis y de particulares que tengan documentos de especial valor histórico, para que los aporten y puedan hacer parte de esa publicación del “libro de oro”.

ORANDO EN LA URBE

ARTE, REPARACION Y CONSOLACION
El dolor de Israel y la purificación de la conciencia
I parte

Señor ten piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad (Kyrie de la liturgia latina)

Por: RÓGER VARGAS CHOLES
Legionario de María
rogervch@yahoo.com
www.miroforas.podomatic.com

No podría empezar a escribir en este nuevo año, en este tiempo nuevo que el Señor nos concede, sin expresarles mis más sincero deseo de paz y gozo para al año que apenas comienza; y quiero hacerlo con una hermosa y antigua oración irlandesa que aún hoy, después de tantos siglos, es muy común encontrarla en los dinteles y en las jambas de las puertas de los hogares de Irlanda; así que para cada uno de ustedes, en especial para ti que lees este artículo, pido al Señor lo que esta bella oración recoge: “Que el camino venga a tu encuentro, que el viento sople siempre a tu espalda, que el sol ilumine siempre tu rostro, que la lluvia caiga suavemente en tu campo, y hasta que volvamos a vernos... que Dios te guarde en la palma de su mano. (AN IRISH BLESSING, antigua bendición irlandesa) Bueno, luego de los saludos de rigor con ocasión del año nuevo, es hora de entrar en materia.

«RECORDEMOS HOY Y SIEMPRE»
Cada año, desde de noviembre de 2005 y por disposición de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se realiza -el 27 de enero- el Día Internacional en Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. Uno de los más demenciales actos de barbarie y odio jamás cometidos por el hombre en la historia de la civilización. Más de 6 millones de judíos (niños, mujeres, adultos y ancianos), sin contar los católicos –que aunque en minoría también estuvieron entre las víctimas del Holocausto- fueron encerrados, torturados, mutilados, ahogados en cámaras de gas -y luego de utilizar sus huesos para fabricar botones y su piel para hacer jabón- incinerados. La fecha elegida por las Naciones Unidas coincide con la de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz (1945): el símbolo por excelencia de la maquinaria criminal nazi.

«CONSOLAD, CONSOLAD A MI PUEBLO…»
La razón por la que he escogido este tema –un poco escalofriante quizá- para el primer artículo de esta serie de “Orando en la Urbe” en el 2007, está relacionada no sólo con la cercanía al 27 enero, sino también con algo que a finales del 2006 inicié: la exploración del arte como expresión de la dimensión trascendente –espiritual- del ser humano y también como herramienta al servicio de la espiritualidad contemporánea y la evangelización.

Acontecimientos como el del exterminio de los judíos, en pleno Siglo XX, pueden generar todo tipo de reacciones, quizá en su momento mucho de lo que pasaba en los campos de concentración o exterminación –que al final resultó siendo lo mismo- fue silenciado; sin embargo, el dolor de tantos hermanos nuestros suscitó en las generaciones posteriores, auténticos actos de solidaridad espiritual y comunión con aquellos que murieron inocentemente. Bajo la premisa de “Recordar, Hoy y por Siempre”, cientos de instituciones –en su mayoría Ongs- emprendieron fuertes campañas en contra del olvido y la indiferencia en los que “caemos” frecuentemente los seres humanos, cuando el tiempo parece “enterrar vivos” los acontecimientos más dolorosos de nuestra historia. No obstante, a la par de estas organizaciones y entidades, en las que obviamente también encontramos a la Iglesia, surgió una generación de hombres y mujeres de buena voluntad -que desde sus profesiones- quisieron solidarizarse con eso que conocemos como “El Dolor de Israel”, el sufrimiento de todo un pueblo por la masacre de sus hijos.

ARTE PARA CONSOLAR
Ariel Ramírez, el mundialmente reconocido compositor argentino, fue una de esas personas solidarias. Durante un viaje que realizó a Europa, se hospedó en un convento de religiosas que vivieron muy de cerca el dolor de los judíos. A menos de un kilómetro de su convento existió uno de los más sangrientos campos de concentración. Al escuchar el testimonio de estas religiosas, Ariel –profundamente impactado por el testimonio de las hermanas- quiso componer un tema, una canción que repara y consolara, de algún modo, el dolor de estos miles de inocentes. De esta “moción interior” surgió una de las más espectaculares obras de arte latinoamericanas, “La Misa Criolla”. Y es en este punto en el que enlazo el tema del holocausto con la versatilidad del arte, algo a lo que ya hice referencia al principio.

Cuando uno escucha por primera vez esta obra, compuesta por cuatro temas, el impacto no deja ser grande. De hecho, cuando se escucha el “Kyrie”, que en mi opinión es la pieza que más transmite ese dolor que sintió Ariel ante la barbarie del Holocausto, a uno le queda claro que son muchos nuestros pecados de omisión; quizá nos jactamos de no hacer daño a nadie, de ser muy correctos, muy honestos; sin embargo, olvidamos que el hecho de no hacer el bien que está a nuestro alcance, también es un pecado y, en muchos casos, más grave que un pecado de palabra o de obra.

Volviendo a la obra de Ariel Ramírez, la Misa Criolla, y para finalizar esta primera parte de “El Dolor de Israel y la Purificación de la Conciencia”, quisiera hacerles una especial invitación: en este año, los legionarios de María del Praesidium María Isha Betel, de la Catedral Metropolitana María Reina, realizaremos un ciclo de «Audioforos» en los que se podrán apreciar varias piezas de música sacra. El primero de estos audioforos estará dedicado a “La Misa Criolla”. Será todo un ensamble de música e imagen, que nos llevará a meditar en el poder de la esperanza en uno los momentos más oscuros de la humanidad: la Shoá, el Holocausto del Pueblo Hebreo.

Continuará…

LOS PRIMEROS JUBILEOS

El Jubileo Arquidiocesano, que generosamente el Papa Benedicto XVI ha permitido realizar en la Arquidiócesis de Barranquilla para celebrar los 75 años de vida eclesial de esta iglesia particular, iniciará con tres jubileos específicos: el de la vida consagrada, el de los artistas y el de la pastoral litúrgica.

Continuamos así la gran celebración que iniciamos el 2 de diciembre del año pasado y que se prolongará durante este 2007 hasta el 25 de noviembre, fiesta de Cristo Rey. Todos estamos llamados a participar no sólo desde la posición o misión específica que ocupamos en la Iglesia, sino también como parte de un pueblo -el atlanticense- que necesita del consenso de todos para alcanzar una “vida digna” fundamentada en los valores del reino de Dios.

En este orden de ideas, el Jubileo Arquidiocesano nos convoca a todos –bautizados y personas de buena voluntad-; de todos, sin distingo alguno, debe ser el anhelo de construir una sociedad más justa, solidaria y fraterna.

JUBILEO DE LA VIDA CONSAGRADA
Al cierre de esta edición todo estaba listo para el gran encuentro de religiosos y religiosas el viernes 2 de febrero, a las 4:00 de la tarde, en la Catedral Metropolitana María Reina.

El Arzobispo, monseñor Rubén Salazar, y sus Obispos Auxiliares, monseñor Luis Antonio Nova y monseñor Víctor Tamayo, enviaron una carta de invitación a las 13 comunidades religiosas masculinas y 33 femeninas, para que participaran gozosos en la gran celebración jubilar preparada para ellos.

“En la fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia ha venido celebrando la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. Para la Arquidiócesis de Barranquilla esta jornada es una excelente oportunidad para vivir la ‘espiritualidad de comunión’ que debe animar toda su actividad pastoral y que debe expresarse de una manera muy especial en el contexto y espíritu del Año Jubilar que está celebrando esta iglesia particular”, anotan los obispos en su comunicación.

Sobre los orígenes de la vida consagrada en la Iglesia, vale la pena girar nuestra mirada al Vaticano II, específicamente al Decreto <> sobre la renovación de la vida religiosa, en el cual se lee: “Desde los principios de la Iglesia hubo hombres y mujeres que se propusieron seguir a Cristo con mayor libertad en la práctica de los consejos evangélicos, e imitarlo más de cerca, y cada uno a su manera llevaron una vida consagrada a Dios, muchos de los cuales, por inspiración del Espíritu Santo, o vivieron en la soledad, o fundaron familias religiosas, que la Iglesia recibió y aprobó gustosa con autoridad. De aquí, por disposición divina, surgió una admirable variedad de grupos religiosos, que contribuyó mucho a que la Iglesia no sólo esté dispuesta para toda obra buena (Cfr. 2Tim 3, 17) y preparada por la obra del ministerio para la edificación del Cuerpo de Cristo (Cfr. Ef 4, 12), sino que también aparezca adornada con la variedad de los dones de sus hijos, como una esposa ataviada para su esposo (Cfr. Ap 21, 2), y por ella se conozca la multiforme sabiduría de Dios (Cfr. Ef 3, 10)”

JUBILEO DE LOS ARTISTAS
Inicialmente, se había programado este jubileo para la semana que antecede el Carnaval; pero por sugerencia de la recién conformada comisión arquidiocesana de artistas, la fecha se trasladó para la primera semana de marzo, del 3 al 6.

La organización de este jubileo ha permitido el inicio de un interesante proceso de evangelización que permitirá a los artistas del Atlántico descubrir el espacio que la Iglesia desea brindarles por el bien de la sociedad. Se comprende así el especial interés de la Arquidiócesis por el diálogo con el arte y su deseo de que en nuestro tiempo se realice una nueva alianza con los artistas del Atlántico, para que surjan respuestas adecuadas a las exigencias propias de la comunidad cristiana.

Bien lo anotó Juan Pablo II en su carta a los artistas para la celebración del Jubileo del año 2000, cuando afirmó con preocupación, pero a la vez con esperanza, “que junto a este humanismo cristiano que ha seguido produciendo significativas obras de cultura y arte, se ha ido también afirmando progresivamente una forma de humanismo caracterizado por la ausencia de Dios y, con frecuencia, por la oposición a Él.” (Numeral 10, mensaje a los artistas de SS Juan Pablo II para el Jubileo de los Artistas)

Y complementa el Papa en el mismo numeral: “...la Iglesia ha seguido alimentando un gran aprecio por el valor del arte como tal. En efecto, el arte, incluso más allá de sus expresiones más típicamente religiosas, cuando es auténtico, tiene una íntima afinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayor desapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte continúa siendo una especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa.”

De hecho, el Jubileo de los Artistas en nuestra Arquidiócesis convocará a todas las expresiones del arte: danza, teatro, plástica, música, literatura, artesanía, entre otras, así como a los gestores culturales que desarrollan una extraordinaria labor en el Atlántico.

Este jubileo tendrá dos momentos: uno en el nivel parroquial los días 3 y 4 de marzo, cuando todas las parroquias del Atlántico se vean engalanadas con las obras artísticas de aquellos feligreses que, quizás en el anonimato, tienen un talento artístico digno de mostrar para enriquecimiento del espíritu comunitario. La idea es que en los salones parroquiales se puedan organizar exposiciones con todos estos trabajos para que toda la comunidad los aprecie. Asimismo, en todas las unidades pastorales de nuestras Arquidiócesis, se orará por los artistas en la eucaristía dominical del 4 de marzo.

Luego, el martes 6 de marzo, la Catedral Metropolitana abrirá sus puertas al arte con un acto de profundo sentido espiritual en el que nuestro Arzobispo, monseñor Rubén Salazar Gómez, entregará su mensaje a los artistas en el marco de una obra que narrará la historia de salvación, incluyendo en el desarrollo de la misma distintas expresiones de danza contemporánea y folclórica, ballet clásico, música, poesía y teatro.

JUBILEO DE LA PASTORAL LITÚRGICA
Con el fin de lograr una vivencia plena, a nivel de los equipos de pastoral litúrgica, se organiza este jubileo programando del 16 al 21 de abril.

Este jubileo se dirigirá a los distintos equipos litúrgico que enriquecen esta pastoral en las parroquias: cantores, proclamadores, sacristanes ornato y aseo, acomodadores, monaguillos y agentes extraordinarios de la comunión.

La importancia de este jubileo radica en la trascendencia que tiene la Liturgia en el misterio de la Iglesia. Reza en la constitución <>: “La Liturgia, por cuyo medio se ejerce la obra de nuestra redención, sobre todo en el divino sacrificio de la Eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, y manifiesten a los demás, el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia. Es característico de la Iglesia ser, a la vez, humana y divina, visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina; y todo esto de suerte que en ella lo humano esté ordenado y subordinado a lo divino, lo visible a lo invisible, la acción a la contemplación y lo presente a la ciudad futura que buscamos (Cfr. Hebreos 13, 14). Por eso, al edificar día a día a los que están dentro para ser templo santo del Señor y morada de Dios en el Espíritu (Cfr. Efesios 2, 21-22), hasta llegar a la medida de la plenitud de la edad de Cristo (Cfr. Efesio 4, 13), la Liturgia robustece también admirablemente sus fuerzas para predicar a Cristo y presenta así la Iglesia, a los que están fuera, como signo levantado en medio de las naciones (Cfr. Isaías 11, 12) para que bajo su amparo se congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos (Cfr. Juan 11, 52), hasta que haya un solo rebaño y un solo pastor (Cfr. Juan 10,16)”.

De esta manera, nuestro Jubileo apunta a la revitalización de las estructuras básicas tanto parroquiales como arquidiocesanas con la renovación y consolidación de los equipos que animan la misión evangelizadora. Además, a lo largo del año, iremos celebrando los jubileos de los niños, los jóvenes, los adultos mayores, los transportadores, los comunicadores, los profesionales de la salud, y de todos aquellos grupos que juegan un papel importante en la sociedad.

75 AÑOS DE AMOROSA MISION

“El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres” (Salmo, 125). Setenta y cinco años de existencia como Iglesia particular; setenta y cinco años de evangelización, sembrando la semilla del Evangelio en estas tierras del Atlántico y Barranquilla.

Por ARTURO REY CARRILLO
Párroco Unidad Pastoral Medalla Milagrosa

La Puerta de Oro de Colombia, Curramba la Bella, la del palito de mata ratón, el bollo de yuca, el arroz con liza, la luna de Barranquilla que tiene una cosa de maravilla, ha abierto su corazón al Evangelio para cosechar frutos de esperanza y progreso en esta arenosa, alegre y jacarandosa ciudad del consentido Júnior y del Carnaval que quien lo vive es quien lo goza.

El Evangelio debe penetrar e iluminar todas las realidades humanas y culturales. El Papa Juan Pablo II habla de “evangelizar la cultura” (inculturación). Han sido 75 años de historia que se inician con misioneros y misioneras que recorren nuestras antiguas calles polvorientas con su primera iglesia de San Nicolás de Tolentino, la pro-catedral de La Arenosa; luego, aparecen San Roque y Nuestra Señora del Rosario y, así, va creciendo y desarrollándose todo ese trabajo apostólico que sacerdotes incansables han realizado para que la semilla del Evangelio dé frutos en nuestra ciudad y todos los municipios del Atlántico. Debemos resaltar el trabajo que de sol a sol han desarrollado laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes, en la construcción de esta Iglesia particular.

Yo quiero invitar a todos los lectores de KAIRÓS a orar, alabar, bendecir, agradecer y trabajar todos juntos en pro de esta Iglesia que, a través de una acción como la “Catedratón”, fruto de un novedoso proceso de evangelización (PDRE), se unió para la construcción de nuevos templos. En este Año Jubilar que iniciamos el pasado 2 de diciembre, primer domingo de Adviento, debemos animarnos a impulsar la campaña vocacional para que el Señor bendiga esta iglesia arquidiocesana con abundantes vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras que tanta falta nos hacen. Yo quiero invitarlos a todos ustedes, hermanos en Cristo y María, a vincularse también a la Misión Arquidiocesana, cada uno de acuerdo a sus dones y carismas.

Gracias, Señor, por cada uno de los Obispos que han pastoreado este rebaño; gracias por los sacerdotes que se gastaron, se envejecieron y murieron en esta tierra sembrando la semilla del Evangelio; gracias por los sacerdotes presentes que siguen trabajando en unión al Pastor de los pastores, Cristo.

Aprovecho este espacio para saludar a los sacerdotes enfermos y ancianos que merecen nuestra admiración y respeto: padres Humberto Lizcano, Buitrago, Barreto, Carlos y Jorge Becerra, Marcos Coll, Hermes Nieto y padre Lozada; también a Monseñor Goenaga y a Monseñor Félix María Torres, nuestro querido y recordado Arzobispo Emérito.

Pero también quiero agradecer a las comunidades religiosas que han aportado su granito de arena, como los padres Salesianos que durante mucho tiempo guiaron el Seminario Mayor y la formación de los presbíteros; los padres Eudistas, que también ayudaron a la formación sacerdotal, carisma que desarrollan en todo el mundo. Las hermanas Salesianas y la gran Compañía de Jesús, que han jugado papel importante en la formación, educación y evangelización. Y qué decir de los padres Claretianos, los Franciscanos, los Javerianos, los Agustinos, los hermanos Lasellistas, los hermanos Corazonistas, las hermanas Paulinas, las Teresitas, las Franciscanas y cada una de las comunidades religiosas que han aportado su granito de arena y hoy pueden decir: “hemos contribuido a estos 75 años de la iglesia atlanticense”. Gracias, Señor, por todas las comunidades religiosas. Gracias, Señor, por tu gran amor y misericordia con esta Iglesia particular de Barranquilla.

¿SERÁ LA IGLESIA MENTIROSA?

Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco de la Unidad Pastoral Santísima Trinidad

1a parte

Estamos comentando el artículo de una obra titulada Chronología Vitae Christi de Urbano Holzmeister S.J., profesor de Biblia en el Instituto Bíblico de Roma (l933), para dar respuesta a un escritor español que en un reportaje por televisión, en un canal nacional, afirmó que la Iglesia había mentido al fijar el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús y que él iba a desenmascarar esto.

Sin duda que nuestro escritor ignora que desde los primeros siglos de la Iglesia se debatió y se discutió ampliamente este tema entre los padres de la Iglesia, biblistas, teólogos, historiadores. Desde el siglo III en adelante. Es lamentable hacer afirmaciones tan categóricas cuando estamos ignorantes de la historia, sobre todo en estos temas.

Citamos los textos de los cuales intentaban los autores dilucidar el problema, es decir, responder al interrogante ¿nació Jesús el 25 de diciembre?

Los textos de los que parten los investigadores eran únicamente los del evangelio de Lucas: 1,26 (Al sexto mes fue enviado el ángel Gabriel); 1,5 (sacerdote de la clase de Abías); 1,9 (le tocó en suerte ofrecer el incienso); 2,1.3 (empadronamiento de César Augusto). Sólo dichos textos permiten, de alguna manera, ventilar esta problemática, sobre todo el que se refiere al sexto mes. Si la indicación “sexto mes” se toma como una expresión autónoma, es decir, sin conexión con el embarazo de Isabel mencionado antes (Lc. 1,24), encuentra una dificultad insuperable porque los judíos enumeraban los meses del año de dos modos, uno a partir del mes de Nisán, que sería el primer mes del año, según el Éxodo 12,1-2; Esther 3,7; 8,9. Entonces, contando los meses a partir de Nisán (marzo-abril), el sexto mes sería el mes de Etul (agosto-septiembre), por lo tanto Jesús nacería en el mes de Iyyar o Zziv (abril-mayo), que es el noveno mes a partir de Etul y el segundo del año contando a partir de Nisán. Pero como también había otra forma de contar los meses según la cual el sexto mes sería el mes de Adar (febrero-marzo), contando a partir de Tishri (septiembre-octubre), de tal manera que la concepción de Cristo sería en el mes comprendido entre febrero y marzo, es decir, el mes de Adar y su nacimiento en el mes Marhesván o Bul (comprendido entre octubre y noviembre).

¿A cuál de estas dos maneras de enumerar los meses se refería Lucas? Imposible determinarlo.

Ahora, si el sexto mes hace referencia al embarazo de Isabel habría que averiguar el mes en que el sacerdote Zacarías estuvo de servicio en el templo (Lc 1, 5.8), ya que Isabel quedó en cinta cuando Zacarías volvió a su casa, después que prestó sus servicios sacerdotales en el templo (Lc 1, 24). Ahora bien, esto sería posible si se pudiera establecer cuándo comenzó el ministerio de los sacerdotes del Antiguo Testamente y estar seguros de que nunca se interrumpió o alteró el orden, es decir, que se conservó desde su inicio hasta el tiempo de Zacarías sin supresiones ni cambios, lo cual es imposible garantizar, dada la historia accidentada del judaísmo.

San Juan Crisóstomo, basándose en Lc. 1,9, supuso que Zacarías era sumo sacerdote y que habría entrado en el santo de los Santos. Como tal entrada se hacía únicamente el día de la expiación, en el mes Tishri o Etanim (septiembre-octubre), concluyó que el décimo quinto mes antes del nacimiento de Cristo fue el mes de octubre, por lo tanto Cristo nacería en el mes de diciembre. (Lc. 1,36 dice: "Y he aquí que tu parienta Isabel ella también ha concebido hijo en su vejez; y éste es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril"; entonces seis meses tenía Isabel cuando María concibió a Jesús. Si sumamos a los seis meses de Isabel los nueve meses del embarazo de María serían 15 meses, que son las cuentas de san Juan Crisóstomo, y como la entrada en el santo de los Santos del sumo sacerdote se hacía sólo en el día del gran perdón (mes de octubre), entonces los quince meses contados a partir del embarazo de Isabel en el mes de octubre, apuntarían al mes de diciembre como el mes del nacimiento de Cristo. Pero aun siendo verdaderas las cuentas, es falso que Zacarías fuera sumo sacerdote, pues el texto no dice que entró en el santo de los santos sino al altar del incienso. Zacarías era sacerdote únicamente y no sumo sacerdote. El razonamiento de san Juan Crisóstomo, por lo tanto, parte de un falso supuesto. Su conclusión no es válida.

EMPADRONAMIENTO DE CÉSAR AUGUSTO
(Lc. 2, 1.3)

Se supone que los romanos escogieran para hacer el censo el tiempo del año en que cesaban las tareas del agro porque, de lo contrario la gente, para empadronarse, tendría que interrumpir los trabajos del campo, y así se verían afectados los impuestos por merma de los ingresos. Tal tiempo libre, entonces, era después de las primeras lluvias de otoño, durante los meses de octubre y noviembre, cuando se hacían las siembras.

Contra este argumento se objeta que los meses de noviembre y diciembre, debido a las lluvias, se les llama silenciosos, durante los cuales nadie sale de casa, entonces el censo no se hizo en estos meses. Pero como difícilmente había otro tiempo libre, los romanos no pensaron tener en cuenta la comodidad de sus súbditos.

A menudo se invoca el texto de Lc. 2,8, que menciona los poimenes agraulountes (pastores al aire libre) en la noche en que Cristo nació; se dice que era usual que los rebaños estuvieran retenidos en casa en el otoño, estos es, desde las primeras lluvias del otoño hasta las fiestas de los ázimos, en el mes de nisán (marzo-abril). Sin embargo, fuentes rabínicas distinguen tres clases de rebaños: (bayetot) los que todas las tardes regresaban a su establo; los que durante el otoño permanecían en casa; y existían también los que siempre permanecían fuera en el desierto (midbariyyot leolam), como se dice de los de Sicilia. En efecto, la región vecina a la ciudad de Belén por la parte oriental es inmune a la nieve. A estos campos, frente al mar Muerto, ciertamente descendían los pastores, porque allí inmediatamente después de las lluvias otoñales solía crecer el pasto, ya que los montes atenuaban el frío.

En resumen, ni se puede afirmar con seguridad que Jesús naciera el 25 de diciembre, pero tampoco se puede probar que no naciera tal día. La discusión sigue abierta.

Continuará...