lunes, abril 23, 2007

NUESTRA PORTADA

MENSAJE DE PASCUA DE BENEDICTO XVI:
Publicamos el mensaje que pronunció el Papa Benedicto XVI a mediodía del Domingo de Resurrección desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro.

SENTIDO ADIÓS A MONSEÑOR FÉLIX MARÍA...
Permitió Dios que los últimos momentos de la existencia terrena de Monseñor Félix María Torres Parra, Arzobispo Emérito de Barranquilla, fueran durante la Misa Crismal el pasado 3 de abril.

EL RESUCITADO Y LOS RESUCITADOS:
¿Cuáles son las implicaciones que tiene en nuestra vida la presencia del Señor viviente?

EDITORIAL

ABRIR EL CORAZÓN AL RESUCITADO

Con la Pascua el Señor nos invita, a través de la Iglesia, a dejar todas aquellas actitudes de muerte, dolor, miseria... Dejar la tumba oscura y fría del desamor, del maltrato a los niños, de las separaciones, de la ambición. La Pascua nos enseña a descubrir algo especial en cada situación, persona, lugar o tiempo.

Vivir sin el Señor es rutinizarnos, apagar el deseo de vivir, caer en depresión. El Señor resucitado le da sabor a nuestra existencia, la alegra, la entusiasma. Cualquiera que sea la limitación humana: ceguera, parálisis; así como cualquier enfermedad o limitación económica, adquiere un nuevo horizonte si abrimos el corazón al amor del Resucitado.

El Señor ha resucitado y con Él todos los creyentes. Las historias y narraciones suelen mostrar a reyes que triunfan junto con su pueblo. Con la Victoria de Jesús todos somos victoriosos, por ello resuena el himno del Gloria y el Aleluya. La tristeza y el llanto son vencidos y arde nuestro corazón por ir y anunciar a los demás esta gran noticia: ¡Es verdad, el Señor ha resucitado!

Es mucho lo que la teología nos ha compartido en torno a los evangelios sobre el sentido de la resurrección, pero sobre todo la liturgia, a través de este tiempo pascual, nos coloca frente a las experiencias de las primeras comunidades cristianas. Los Hechos de los Apóstoles manifiestan los signos claros, el Señor es la Palabra, el Señor es el santo sacrificio y, sobretodo, el Señor es la Comunidad reunida que comparte sus bienes y testimonia con palabras y hechos el amor del Resucitado.

MENSAJE DE PASCUA DE BENEDICTO XVI

Publicamos el mensaje de Pascua que pronunció el Papa Benedicto XVI a mediodía del Domingo de Resurrección desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano.

Hermanos y hermanas del mundo entero,
¡hombres y mujeres de buena voluntad!

¡Cristo ha resucitado! ¡Paz a vosotros! Se celebra hoy el gran misterio, fundamento de la fe y de la esperanza cristiana: Jesús de Nazaret, el Crucificado, ha resucitado de entre los muertos al tercer día, según las Escrituras. El anuncio dado por los ángeles, al alba del primer día después del sábado, a María la Magdalena y a las mujeres que fueron al sepulcro, lo escuchamos hoy con renovada emoción: "¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado!" (Lc 24,5-6)

No es difícil imaginar cuales serían, en aquel momento, los sentimientos de estas mujeres: sentimientos de tristeza y desaliento por la muerte de su Señor, sentimientos de incredulidad y estupor ante un hecho demasiado sorprendente para ser verdadero. Sin embargo, la tumba estaba abierta y vacía: ya no estaba el cuerpo. Pedro y Juan, avisados por las mujeres, corrieron al sepulcro y verificaron que ellas tenían razón. La fe de los Apóstoles en Jesús, el Mesías esperado, había sufrido una dura prueba por el escándalo de la cruz. Durante su detención, condena y muerte se habían dispersado, y ahora se encontraban juntos, perplejos y desorientados. Pero el mismo Resucitado se hizo presente ante su sed incrédula de certezas. No fue un sueño, ni ilusión o imaginación subjetiva aquel encuentro; fue una experiencia verdadera, aunque inesperada y justo por esto particularmente conmovedora. "Entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»" (Jn 20,19). Ante aquellas palabras, se reavivó la fe casi apagada en sus ánimos. Los Apóstoles lo contaron a Tomás, ausente en aquel primer encuentro extraordinario: ¡Sí, el Señor ha cumplido cuanto había anunciado; ha resucitado realmente y nosotros lo hemos visto y tocado! Tomás, sin embargo, permaneció dudoso y perplejo. Cuando, ocho días después, Jesús vino por segunda vez al Cenáculo le dijo: "Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente!". La respuesta del apóstol es una conmovedora profesión de fe: "¡Señor mío y Dios mío!" (Jn 20,27-28).

"¡Señor mío y Dios mío!" Renovemos también nosotros la profesión de fe de Tomás. Como felicitación pascual, este año, he elegido justamente sus palabras, porque la humanidad actual espera de los cristianos un testimonio renovado de la resurrección de Cristo; necesita encontrarlo y poder conocerlo como verdadero Dios y verdadero Hombre. Si en este Apóstol podemos encontrar las dudas y las incertidumbres de muchos cristianos de hoy, los miedos y las desilusiones de innumerables contemporáneos nuestros, con él podemos redescubrir también con renovada convicción la fe en Cristo muerto y resucitado por nosotros. Esta fe, transmitida a lo largo de los siglos por los sucesores de los Apóstoles, continúa, porque el Señor resucitado ya no muere más. Él vive en la Iglesia y la guía firmemente hacia el cumplimiento de su designio eterno de salvación.

Cada uno de nosotros puede ser tentado por la incredulidad de Tomás. El dolor, el mal, las injusticias, la muerte, especialmente cuando afectan a los inocentes -por ejemplo, los niños víctimas de la guerra y del terrorismo, de las enfermedades y del hambre-, ¿no someten quizás nuestra fe a dura prueba? No obstante, justo en estos casos, la incredulidad de Tomás nos resulta paradójicamente útil y preciosa, porque nos ayuda a purificar toda concepción falsa de Dios y nos lleva a descubrir su rostro auténtico: el rostro de un Dios que, en Cristo, ha cargado con las llagas de la humanidad herida. Tomás ha recibido del Señor y, a su vez, ha transmitido a la Iglesia el don de una fe probada por la pasión y muerte de Jesús, y confirmada por el encuentro con Él resucitado. Una fe que estaba casi muerta y ha renacido gracias al contacto con las llagas de Cristo, con las heridas que el Resucitado no ha escondido, sino que ha mostrado y sigue indicándonos en las penas y los sufrimientos de cada ser humano.

"Sus heridas os han curado" (1 P 2,24), éste es el anuncio que Pedro dirigió a los primeros convertidos. Aquellas llagas, que en un primer momento fueron un obstáculo a la fe para Tomás, porque eran signos del aparente fracaso de Jesús; aquellas mismas llagas se han vuelto, en el encuentro con el Resucitado, pruebas de un amor victorioso. Estas llagas que Cristo ha contraído por nuestro amor nos ayudan a entender quién es Dios y a repetir también: "Señor mío y Dios mío". Sólo un Dios que nos ama hasta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo el dolor inocente, es digno de fe.

¡Cuántas heridas, cuánto dolor en el mundo! No faltan calamidades naturales y tragedias humanas que provocan innumerables víctimas e ingentes daños materiales. Pienso en lo que ha ocurrido recientemente en Madagascar, en las Islas Salomón, en América latina y en otras Regiones del mundo. Pienso en el flagelo del hambre, en las enfermedades incurables, en el terrorismo y en los secuestros de personas, en los mil rostros de la violencia - a veces justificada en nombre de la religión -, en el desprecio de la vida y en la violación de los derechos humanos, en la explotación de la persona. Miro con aprensión las condiciones en que se encuentran tantas regiones de África: en el Darfur y en los Países cercanos se da una situación humanitaria catastrófica y por desgracia infravalorada; en Kinshasa, en la República Democrática del Congo, los choques y los saqueos de las pasadas semanas hacen temer por el futuro del proceso democrático congoleño y por la reconstrucción del País; en Somalia la reanudación de los combates aleja la perspectiva de la paz y agrava la crisis regional, especialmente por lo que concierne a los desplazamientos de la población y al tráfico de armas; una grave crisis atenaza Zimbabwe, para la cual los Obispos del País, en un reciente documento, han indicado como única vía de superación la oración y el compromiso compartido por el bien común. Necesitan reconciliación y paz: la población de Timor Este, que se prepara a vivir importantes convocatorias electorales; Sri Lanka, donde sólo una solución negociada pondrá punto final al drama del conflicto que lo ensangrienta; Afganistán, marcado por una creciente inquietud e inestabilidad. En Medio Oriente - junto con señales de esperanza en el diálogo entre Israel y la Autoridad palestina -, por desgracia nada positivo viene de Irak, ensangrentado por continuas matanzas, mientras huyen las poblaciones civiles; en el Líbano el estancamiento de las instituciones políticas pone en peligro el papel que el País está llamado a desempeñar en el área de Medio Oriente e hipoteca gravemente su futuro. No puedo olvidar, por fin, las dificultades que las comunidades cristianas afrontan cotidianamente y el éxodo de los cristianos de aquella Tierra bendita que es la cuna de nuestra fe. A aquellas poblaciones renuevo con afecto mi cercanía espiritual.

Queridos hermanos y hermanas: a través de las llagas de Cristo resucitado podemos ver con ojos de esperanza estos males que afligen a la humanidad. En efecto, resucitando, el Señor no ha quitado el sufrimiento y el mal del mundo, pero los ha vencido en la raíz con la superabundancia de su gracia. A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Como vía para la paz y la alegría nos ha dejado el Amor que no teme a la Muerte. "Que os améis unos a otros - dijo a los Apóstoles antes de morir – como yo os he amado" (Jn 13,34)

¡Hermanos y hermanas en la fe, que me escucháis desde todas partes de la tierra! Cristo resucitado está vivo entre nosotros, Él es la esperanza de un futuro mejor. Mientras decimos con Tomás: "¡Señor mío y Dios mío!", resuena en nuestro corazón la palabra dulce pero comprometedora del Señor: "El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará" (Jn 12,26). Y también nosotros, unidos a Él, dispuestos a dar la vida por nuestros hermanos (cf. 1 Jn 3,16, nos convertimos en apóstoles de paz, mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría de la Resurrección. Que María, Madre de Cristo resucitado, nos obtenga este don pascual. ¡Feliz Pascua a todos!

CANTO LITÚRGICO EN TIEMPO DE PASCUA

Por ÁNGELA MARÍN NIEBLES
Comisión Arquidiocesana de Liturgia
Licenciada en Música – Dir. Coro Arquidiocesano
anjemani@yahoo.com


El tiempo pascual inicia desde el glorioso día de la Resurrección y se prolonga durante cincuenta días, por lo tanto este tiempo posee ocho domingos. En este periodo se nos invita a vivir la alegría de la Resurrección, a empaparnos del amor de Dios y a proclamar a viva voz que nuestro Señor ha vencido la muerte para darnos verdadera vida. Los cantos, adornos y signos utilizados en la liturgia durante las celebraciones pascuales expresan la alegría de la Resurrección con lo siguientes elementos:

* Utilización del color blanco, el cual es el propio de todo este tiempo.
* Ubicación del cirio pascual junto al ambón en todas las celebraciones.
* Aclamación de la palabra “aleluya”. Con esta aclamación el pueblo incesantemente dice: “Alabad a Dios”.

La solemnidad de las solemnidades merece la máxima atención musical. Por lo tanto, la música no debe limitarse al domingo y su octava, todos los cincuenta días de celebraciones pascuales deben planificarse musicalmente como una experiencia global. La temática de los cantos gira en torno a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, expresa además nuestra gratitud y gozo por la salvación recibida.

CARACTERÍSTICAS DE LOS CANTOS
* El himno del Gloria, con el cual cantamos la victoria de Cristo y nuestra propia victoria, debe ser resaltado; su ritmo debe además tener un marcado sentido pascual.
* El canto del Aleluya, que no hemos cantado durante la Cuaresma, rebrota en la vigilia; éste debe resonar como la expresión de alabanza al Dios vivo, su música debe ser muy festiva.
* El canto procesional de entrada debe ubicarnos desde el comienzo que estamos en tiempo pascual.
* El canto de presentación de dones debe alabar a Cristo resucitado, debe proclamar la presencia viva de nuestro Señor.
* La aclamación del santo debe resonar de manera fuerte y festiva.
* El canto procesional de comunión debe hacer alusión a la vida de hombres nuevos, sin olvidar por supuesto los bellos cantos eucarísticos.
* El canto suplementario de despedida podría referirse a nuestro compromiso eclesial para con todos.
* Preferir los cantos litánicos (Piedad y Cordero) que se encuentren compuestos en tono mayor.
* Los instrumentos musicales deben apoyar el carácter festivo del tiempo. Los instrumentos de percusión serán especialmente utilizados sin que éstos entorpezcan el desarrollo del canto.

ALGUNOS CANTOS SUGERIDOS PARA ESTE TIEMPO
* Entrada: Vamos cantando al Señor, Alegre la mañana (escoger las estrofas más apropiadas), Iglesia peregrina, Ha resucitado. La misa es una fiesta muy alegre.
* Presentación de Dones y Comunión: Vive Jesús; Este es el día en que actuó el Señor; Aleluya (6), el Señor resucitó; Cantad, gozad; Aleluya al Señor; Vive Jesús; Resucitó; Acuérdate de Jesucristo; El Señor resucitó; Cantad hermanos y La fiesta del Señor.

EL RESUCITADO Y LOS RESUCITADOS

Por JUAN ÁVILA ESTRADA, Pbro.
Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro


¡ALELUYA… HA RESUCITADO EL SEÑOR! Nuestra Iglesia ha levantado su voz para exaltar las grandezas y la vida de Cristo. En la solemne celebración de la Vigilia Pascual hemos comprendido que el Dios en el que creemos venció la muerte y nos ha dado el don de una vida completamente renovada. La liturgia del fuego, de la Palabra, del agua y de la Eucaristía, nos fueron catequizando poco a poco en lo que se refiere a la presencia del Señor en su Iglesia. Hoy, cuando en la liturgia volvemos a recitar el himno del Gloria y cantamos el aleluya, no podemos menos que sentir una profunda alegría porque Jesús está vivo de una vez y para siempre.

¿Pero cuáles son las implicaciones que tiene en nuestra vida esa presencia del Señor viviente? Si Cristo venció el pecado y la muerte, ¿cómo es que seguimos pecando y muriendo? ¿Cómo es posible que el dolor, el sufrimiento y la enfermedad sigan haciendo mella en nosotros?

Lo que necesitamos entender es la promesa del Señor: “Yo estaré con ustedes todos los días hasta el final del mundo”. De ahí podemos dilucidar que Jesús nunca prometió que no vamos a morir (distinto a morir para siempre), ni prometió que no habrá enfermedad, dolor o tristeza en nuestra vida, sino que cuando todas estas cosas se presenten Él estará con nosotros para que ellas no puedan aplastarnos. Si la muerte venció al hombre, Cristo venció la muerte y con él vencimos nosotros.

Vivir en “el Resucitado” y vivir como resucitados es simplemente aprender a contemplar la vida, la muerte, el sufrimiento, el dolor, aún la misma alegría de una manera diferente. Resucitar con Cristo no es impermeabilizarnos ante todo lo que naturalmente el hombre experimenta por el hecho de ser hombre, sino dar un nuevo sentido a todas las cosas. El poder del Resucitado no consiste en evitar a toda costa que el hombre experimente pena o dolor, sino acompañarle para que se sienta capaz en Él de “hacer nuevas todas las cosas”.

La resurrección de Jesús y la nuestra no es la simple reanimación de un cadáver, como sucedió con Lázaro, la hija de Jairo o el hijo de la viuda de Naím, sino una realidad que trasciende los sentidos y todo conocimiento o entendimiento posible. La resurrección de Jesús es el cumplimiento de la promesa de Dios de ser para siempre un Dios de vivos y no de muertos. Si la muerte nos entristece y nos llena de angustia, ahora podemos comprender que la última palabra no está dicha en un féretro sino en Aquel quien dijo de sí mismo: “Yo soy la resurrección y la vida; todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre.”

Un hombre resucitado en Cristo es un hombre renovado, que lucha día a día para que el mal no le absorba y que tiene como estandarte de su vida el bien y la verdad. Si bien la experiencia de la resurrección no es sensitiva, si podemos afirmar que el efecto de tal vida es fácilmente perceptible pues el que antes robaba ya no roba, el que antes mentía ya no miente y el que antes cometía adulterio ya no lo hace.

Jesús está vivo. Lo proclamaron los apóstoles, las mujeres que fueron temprano al sepulcro, los discípulos que lo vieron en Jerusalén, los discípulos de Emaús, el apóstol Pablo, la Iglesia de todos los tiempos y el hombre de hoy que continúa creyendo en su Palabra y en la fuerza de su vida y de su amor. Pero para que también los que no creen puedan sentirse movidos a la fe necesitan ver en nosotros a Aquel que es Camino, Verdad y Vida. Creerán en el Viviente cuando nos vean que amamos la vida, el bien, la verdad, los hombres y todo aquello que ha salido de sus manos.

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

EN CANDELARIA, ATLÁNTICO: 50 AÑOS DE VIDA ECLESIAL

Por JULIO GIRALDO
Periodista


Candelaria es otro de los pintorescos municipios del Departamento del Atlántico, donde sus habitantes viven de la ganadería y la agricultura. Gentes sencillas, amables, muy trabajadoras y con un hondo sentido religioso.

De su historia eclesial muy poco se sabe, ya que si existía algo esto se quemó en el año 1962, cuando la casa cural fue pasto de las llamas por un voraz incendio que consumió todo el archivo parroquial. El resumen de la historia que cuento en esta crónica, en parte se debe a la investigación que realizó Edgardo Carvajalino, a quien agradezco el aporte, y la otra parte corresponde al testimonio oral y escrito que logré recopilar.

La historia comienza por el año 1772, cuando ya se cuenta que Candelaria (en aquel momento jurisdicción de Cartagena), siendo apenas un pequeño caserío, tenía una feligresía de libres de 133 familias, 456 almas de confesión y 16 esclavos. Sin duda alguna, también allí estuvieron sacerdotes de la orden de los predicadores y poco a poco la fe crece y la comunidad se organiza. Para comienzos del Siglo XX, desde Manatí, su párroco visita con mucha frecuencia el pueblito de Candelaria, celebra los domingos y atiende confesiones, bautizos, matrimonios y entierros. El pequeño pueblo siguió creciendo y llegó el momento en el que sus habitantes no querían seguir a la deriva; necesitaban un sacerdote que los acompañara espiritualmente y en forma permanente. Fue entonces cuando se reunieron las personas más prestantes del pueblo y solicitaron al Obispo de Barranquilla, Monseñor Francisco Gallego Pérez, la creación de la nueva parroquia y el nombramiento de su respectivo párroco; esta inicial petición no tuvo mucho éxito ya que no se contaba con los requisitos necesarios para ser erigida como parroquia la pequeña iglesia. Entre otras cosas no había casa cural, pero los candelarieros entendieron las razones y comenzaron a construir la casa cural al lado de la pequeña iglesia, en el sitio que hoy ocupa el almacén de la plaza. Lista la casa para el sacerdote y mejorada la capilla, Monseñor Gallego Pérez creó la parroquia de San Vicente Ferrer el 20 de abril de 1957, y nombró como su primer párroco al padre Mario Bustamante (el padre Busta como cariñosamente le decían). Por razones que no se conocen, sólo tomó posesión de su cargo a partir del año 1960, es decir, que nuevamente, pero ya como parroquia, Candelaria siguió siendo atendida por el padre Julio Luís Gallo, párroco de Manatí.

Con respecto al santo patrono, se dice que inicialmente los candelarieros querían que su parroquia fuera consagrada a la protección de san José y para tal fin encargaron a un comerciante una imagen bien bonita del santo. Como al citado comerciante le habían encargado varias imágenes de distintos pueblos de la Costa, resultó que por esas cosas inexplicables de la vida, cometió el error de dejar en Candelaria un guacal de madera de pino, cerrado y sellado con la imagen de san Vicente Ferrer, y la de san José la entregó en Campo de la Cruz. Los habitantes de Campo, molestos por el error cometido, organizaron una legión de campesinos que en peregrinación se trasladaron hasta Candelaria con el fin de llevarse la imagen que según ellos les pertenecía, pero resulta que san Vicente Ferrer se hizo tan pesado que no lo pudieron sacar de la capilla; más de 30 hombres lucharon durante horas, pero todo fue inútil y al no poder enmendar el error, los dos pueblos debieron aceptar a sus patronos. Los candelarieros dijeron: “ni modo, dejemos este santo italiano aquí con nosotros”. Y parece que san Vicente Ferrer se ha portado muy bien con el pueblo que lo aceptó como patrono, convirtiéndose en el guardián de los agricultores.

Volviendo al primer párroco, padre Mario Bustamante, este dejó hondas huellas dentro de la población por el testimonio que dio de su pobreza y la entrega total a su ministerio. Como anécdota se recuerda que el padre Busta celebraba las fiestas patronales con mucho fervor y éstas eran amenizadas por la banda de músicos “los infantiles”, nombre que se le colocó de manera jocosa pues todos sus integrantes pasaban de los 50 años de edad. Como dato curioso, terminadas las fiestas los instrumentos de esta banda eran guardados bajo llave por todo el año en un cuarto de la casa cural. El padre Busta era un hombre de gran corazón, pero de una memoria tan frágil que se olvidaba de todo, de pronto eso fue lo que ocurrió con su posesión como párroco: se olvidó que lo habían nombrado y sólo tres años después le recordaron y presuroso se posesionó.

LA PARROQUIA HOY
Acaba de posesionarse como su nuevo párroco el recién ordenado presbítero Mauricio Rey. Este joven sacerdote ha sido muy bien recibido por los habitantes, porque en Candelaria la figura del sacerdote es fundamental en la vida del pueblo. Llega con gran entusiasmo y ha encontrado una comunidad viva, generosa, orante y con muchos deseos de trabajar; por lo tanto, deseosa de reforzar el compromiso ante el proceso de nueva evangelización que desde hace ocho años impulsa el Arzobispo Rubén Salazar Gómez.

Dice el padre Rey que encuentra también una iglesia en muy buenas condiciones, así como la casa cural y, en términos generales, una comunidad muy bien organizada, lo que demuestra el gran trabajo pastoral y material realizado por los anteriores sacerdotes, entre los que se destaca un grupo de Jesuitas que por algún tiempo atendieron la parroquia. El padre Mauricio atiende de tiempo completo su comunidad y por jurisdicción le corresponde atender espiritualmente también los corregimientos de Leña y Carreto, en donde celebra semanalmente la eucaristía, bautiza, visita hogares y atiende los enfermos.

Le corresponde al padre Mauricio, por una gracia especial del Señor, celebrar con toda su comunidad los 50 años de vida eclesial de esta parroquia, celebración que estará íntimamente unida a los 75 años de la Arquidiócesis de Barranquilla. Por eso, para esta especial conmemoración se contará con la presencia de Monseñor Rubén Salazar Gómez, quien presidirá la solemne Eucaristía el día 20 de abril a las 10:00 a.m., acompañado de los sacerdotes que han ejercido su ministerio sacerdotal en Candelaria y de los sacerdotes que hacen parte del decanato, otros sacerdotes invitados de la Arquidiócesis y con la presencia, muy especial, del padre Clotario Hemer, primer sacerdote ordenado oriundo de este municipio.

SENTIDO ADIÓS A NUESTRO ARZOBISPO EMÉRITO

Por JAIME ALBERTO MARENCO MARTÍNEZ
Delegado de Comunicaciones y Relaciones Públicas
Arquidiócesis de Barranquilla

El Señor quiso que los últimos momentos de la existencia terrena de Monseñor Félix María Torres Parra, Arzobispo Emérito de Barranquilla, fueran durante la Misa Crismal el pasado 3 de abril; precisamente la celebración en que los presbíteros renuevan sus promesas sacerdotales como una manifestación de la comunión existente entre el Obispo y su Presbiterio en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo. Una celebración que Monseñor Torres presidió durante doce años en esta Iglesia particular y que, según los comentarios de sus más allegados, vivía de manera especial.

“Por eso, al gozo de estar reunidos hoy como Iglesia, unimos el gozo de la llegada de Monseñor Torres Parra a la Casa del Padre”, expresó Monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Barranquilla, a los más de dos mil fieles que estaban en la Catedral Metropolitana para participar en la celebración eucarística del Martes Santo. Y continuó diciendo en su comentario inicial de la Misa Crismal al referirse a Monseñor Félix María: “Sentimos que él se aleje de nosotros físicamente, pero sentiremos a partir de su llegada a la morada eterna su presencia de una manera nueva: como el gran intercesor ante el Padre para que esta Iglesia de Barranquilla pueda seguir caminando siempre adelante como comunidad de fe, esperanza y amor, hasta que un día podamos encontrarnos todos juntos para celebrar la Pascua en la casa del cielo”.

UN HOMBRE SENCILLO, UN HOMBRE DE DIOS, UN HOMBRE DE IGLESIA

Monseñor Torres Parra nació el 12 de julio de 1923, en Yaguará, una pequeña población del Departamento del Huila.

De su familia, sencilla y humilde, está el recuerdo de sus padres: Cenón Torres y Ascensión Parra. Fue el mayor de seis hermanos, entre los cuales se cuenta una religiosa y un sacerdote, ya fallecido. Los estudios de primaria los hizo en su propia casa bajo la orientación de una tía maestra y de allí, a la edad de 10 años, pasó al seminario para hacer el bachillerato.

Al consultar el libro “Una vida de amor y servicio a la Iglesia”, escrito por el padre Jorge Becerra con el apoyo periodístico de Julio Giraldo, se encuentran datos muy precisos sobre la vida del prelado y, entre todos, sin darle lugar a la duda, llama la atención el relacionado con su primera comunión, que la recibió a los tres años y medio, el 24 de diciembre de 1926.

“El 23 de diciembre se le ocurrió al padre cuando me vio allí, y al verme asistir todos los días, preguntarme delante de todos, el catecismo. Vio que lo sabía, pues me lo habían enseñado en la casa. Entonces me dijo: ‘Mijito, haces mañana la primera comunión, aun cuando tengas tres años y medio’... Total que esa noche se pusieron a hacerme el vestido, y según me contaban después, yo hice la primera comunión con un mameluco de marinero. Todo eso explica porqué a los 10 años en que fui al seminario, para mí era la cosa más natural, más lógica, ser sacerdote”, cita el mismo Monseñor Félix en el libro del padre Becerra.

Tomó sotana a los 15 años de edad, empezó a recibir órdenes menores a los 17 y terminó en el seminario antes de cumplir 21 años. Pero esta edad era impedimento para recibir el subdiaconado, que era en ese tiempo el paso en que el futuro presbítero se ataba definitivamente a la Iglesia. Recibió la ordenación sacerdotal a los 22 años de edad, el 9 de junio de 1946, después de recibir una dispensa de la Santa Sede, pues en esa época la edad requerida para ordenarse presbiteralmente era de 24 años. Estudió derecho canónico en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Fue ordenado Obispo el 24 de julio de 1966. Desde entonces se desempeñó como Obispo Auxiliar de Cartagena y luego pasó a ser Administrador Apostólico de la Diócesis de Santa Rosa de Osos. Fue el primer Obispo de la Diócesis de Sincelejo, donde estuvo 12 años y medio, para luego pasar, en 1981, a la Diócesis de Santa Marta, en la que estuvo casi siete años.

Fue Arzobispo de Barranquilla para suceder a monseñor Germán Villa Gaviria, quien se acogía a la ley del retiro por edad que establece la Iglesia Católica para sus obispos al cumplir 75 años. Monseñor Torres Parra llegó a Barranquilla el 11 de julio de 1987, a las 10:00 de la mañana, y fue recibido en el Puente Pumarejo por un comité del que hicieron parte la entonces Alcaldesa de la ciudad, Miriam Llinás de Ovalle, y Gerardo Certain, Gobernador del Atlántico.

Su gobierno en la Arquidiócesis de Barranquilla lo ejerció hasta el año 1999, cuando la Santa Sede acepta su renuncia por haber cumplido la edad de retiro de los obispos, es decir, 75 años. Lo sucedió monseñor Rubén Salazar Gómez, actual Arzobispo de Barranquilla.

Monseñor Félix María murió a la edad de 83 años y sus últimos meses los vivió en la Casa Sacerdotal, donde la Arquidiócesis aloja a sus obispos y sacerdotes ancianos, para que reciban los cuidados de las religiosas de la comunidad Auxiliadoras de Cristo Sacerdote.

DESPIDIENDO AL PASTOR

Con la presencia de diez Obispos del país, el presbiterio arquidiocesano, las autoridades civiles, militares y de policía, y representantes del cuerpo consular, así como familiares y amigos, delegados de las comunidades religiosas masculinas y femeninas, y de las parroquias de la Arquidiócesis, se cumplió la misa exequial de Monseñor Félix María Torres Parra, el pasado miércoles 4 de abril a las 3:00 de la tarde, en la Catedral Metropolitana María Reina.

La sentida celebración litúrgica estuvo presidida por el Arzobispo de Barranquilla, Monseñor Rubén Salazar Gómez, quien exaltó la vida y el ministerio episcopal de Monseñor Torres Parra. “Para la Arquidiócesis de Barranquilla esta pascua del año 2007 adquiere una significación especial, porque aquel que fue el pastor de esta iglesia durante doce años, aquel que pastoreó otras circunscripciones eclesiásticas de nuestra patria, aquel que por más de cuarenta años sirvió como obispo y por más de sesenta años como sacerdote, es decir, aquel que le entregó toda su vida a la Iglesia, vivirá la pascua definitiva de su existencia precisamente en este contexto de nuestra pascua que todos celebramos en la Iglesia arquidiocesana”, manifestó el Arzobispo.

Al finalizar la celebración, la Gobernación del Atlántico rindió un homenaje póstumo al prelado mediante un decreto firmado por el gobernador Carlos Rodado Noriega. Otros reconocimientos se han recibido, como el de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, que el mismo Obispo Jairo Jaramillo entregó a nuestro Arzobispo.

Diócesis de Santa Rosa de Osos
JAIRO JARAMILLO MONSALVE
Por la Gracia de Dios y voluntad de la Santa Sede Apostólica
Obispo de Santa Rosa de Osos

Teniendo en cuenta:
1. Que en el día de hoy se ha recibido la infausta noticia del fallecimiento del Excelentísimo Señor Félix María Torres Parra, Arzobispo Emérito de Barranquilla;
2. Que el señor Torres Parra, por los años de 1967 y 1968, después del largo y benemérito episcopado de Monseñor Miguel Ángel Builes, desempeñó el cargo de Administrador Apostólico “Sede Plena” de esta Diócesis de Santa Rosa de Osos;
3. Que el período de su administración, con explicables variaciones después de un largo gobierno y consolidación de la Diócesis, fue generosamente aceptado por el clero diocesano, y sus disposiciones rectamente ordenadas al bien de la Iglesia y de la Diócesis;
4. Que los subsiguientes nombramientos para las Diócesis de Sincelejo, Santa Marta y la Arquidiócesis de Barranquilla, no llegaron a afectar los vínculos de aprecio y perdurable amistad entre la personalidad de Monseñor Torres Parra y la querida Diócesis de Santa Rosa de Osos;
5. Que su fallecimiento constituye una lamentable pérdida para la Iglesia colombiana, para la Iglesia particular de Barranquilla y para esta Diócesis que siempre conservó con noble aprecio el recuerdo y los merecimientos de Su Excelencia Reverendísima;

DECRETA
Artículo Primero: Lamentar profunda y sinceramente la infausta desaparición de Su Excelencia Monseñor Félix María Torres Parra, cuyo recuerdo y generoso servicio a esta Iglesia se han conservado con todo aprecio en la historia de la Diócesis.

Artículo Segundo: Presentar a las actuales generaciones la figura arzobispal de Monseñor Torres Parra como un digno ejemplar de incontables merecimientos por su clara inteligencia, su valiosa oratoria, sus dotes de gobierno y segura autoridad.

Artículo tercero: Manifestar el sentimiento diocesano por medio del presente Decreto que se enviará por manos de Su Excelencia Jairo Jaramillo Monsalve, Obispo de Santa Rosa y su representante en las honras fúnebres de Monseñor Félix María Torres Parra.

Parágrafo: El presente Decreto en nota de estilo, se entregará a la Iglesia hermana de Barranquilla en la persona del Señor Arzobispo, Monseñor Rubén Salazar Gómez, para ser publicado en las celebraciones funerales.

Dado en Santa Rosa de Osos el 03 de abril del año 2007

JAIRO JARAMILLO MONSALVE
Obispo de Santa Rosa de Osos

¿POR QUÉ HAY CATÓLICOS QUE DEJAN LA IGLESIA Y SE VAN A LAS SECTAS?

Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco Unidad Pastoral Santísima Trinidad


En esta serie de artículos
venimos analizando la fe
de los hermanos que dejan
la Iglesia Católica para
engrosar las sectas.

En el primer artículo, ¿qué dijimos de esa fe? Que era una fe infantil, que carecía de vigor y consistencia, que no daba razón de sí misma (cfr 1ra. Pedro 3, 13-16); una fe que carecía de la “convicción de las cosas que se esperan, argumento de las que no se ven” (Hb 11, 1) y, ¿por qué razón? Porque es una fe de primera comunión en personas que han llegado ya a la edad adulta, alimentándose de leche y no de manjar sólido, y quien se alimenta de leche no es capaz de entender la doctrina de la justificación, porque es todavía niño (Hb 5, 12-13). Debido a esta clase de fe, ellos, al encuentro con un pastor, recibieron un bombardeo de objeciones contra la Iglesia Católica que los dejó en “cuidados intensivos” y de allí salieron ya sanos y salvados, haciendo parte de los ciento cuarenta y cuatro mil sellados del Apocalipsis (7,4), con una nueva fe, con un lavado cerebral.

En la segunda entrega analizamos a la persona misma como fiel, como creyente. Este análisis fue la respuesta a la pregunta: ¿Cuál suele ser la causa del éxodo, del trasteo de estos hermanos? Vimos varios aspectos.

1. Siendo personas adultas y teniendo de todas maneras una fe elemental, se encontraron frente a los grandes, vitales y trascendentales problemas del ser humano, cuyos planteamientos y cuyas respuestas sólo da la fe: ¿De dónde vengo? ¿Qué viene después de la muerte? ¿Cuál es el sentido de mi vida? El pastor les responde que sólo en la secta encuentran respuestas a esas preguntas y la salvación. En resumen, personas con “las defensas bajas” en su fe, con inquietudes decisivas y “agarradas por el cuello”, que sufren un lavado de cerebro que las vuelve irreconciliables con la Iglesia Católica.

2. Normalmente son personas acuciadas por graves problemas humanos de salud, de vacíos afectivos, de soledad, de incomprensión, económicos, y la secta les ofrece soluciones inmediatas; con sólo invocar a Jesucristo o hacer “una siembra”, la secta da una solución mesiánica.

3. En otras ocasiones el pastor descubre en ellas un “mal espíritu”, que es la causa de las aflicciones y sufrimientos de la persona y tras un exorcismo Satanás sale derrotado.

4. Cuando se enamoran dos jóvenes y uno de ellos es de alguna secta y el otro o la otra es de la Iglesia Católica, “póngale la firma” que el de la secta arrastra al católico.

5. Finalmente, cualquier débil remordimiento que pueda quedar en la conciencia es barrido por la emotividad de la predicación del pastor y de las acogidas en las asambleas. Estos factores se encuentran en mayor o menor grado en todos los converso.

OTRAS CONSTANTES QUE INFLUYEN EN EL CAMBIO DE RELIGIÓN
Trataremos en primer lugar de los medios de comunicación. ¿Cómo pueden influir los medios de comunicación en la decisión de dejar la Iglesia Católica para convertirse a las sectas?

Por lo general, los medios de comunicación presentan a la Iglesia como retrógrada, oscurantista, enemiga del progreso de la humanidad. ¿Por qué? Tomo la respuesta a esta pregunta de un autor que se expresa así: “La cultura oficial contemporánea, hacedora de la moda y la opinión, y abundantemente dotada de medios técnicos de difusión muy perfeccionados, intenta arrinconar a Cristo, oscurecerlo y reducirlo al silencio”. En este caso tendríamos nosotros que referir la cita a la Iglesia Católica. (Francesco Trisoglio, Cristo en los Padres de la Iglesia. Antología de textos. Herder. Prólogo, p. 13)

Ahora sí, vamos al por qué. Porque quieren que la Iglesia Católica diga sí o apruebe: el aborto, la eutanasia, el libertinaje sexual, el matrimonio de homosexuales, el divorcio del matrimonio católico y muchos otros temas por el estilo. En otras palabras, le están pidiendo a la Iglesia que deje de ser la Iglesia que Cristo fundó y que confirmó el Espíritu Santo en Pentecostés y se presente como una “iglesia moderna”, como la que ellos necesitan para sentirse tranquilos de “conciencia” o respaldados en su manera de sentir, pensar y actuar. Es que la Iglesia con su teología, su moral, su espiritualidad y su doctrina social y, en consecuencia, con la batalla que vive dando en defensa de la dignidad de la persona humana, del respeto a la vida, desde su primer instante hasta el último, la defensa de los derechos humanos, de la justicia social, no deja de ser una institución incómoda para los pregoneros de tantas ideologías dominantes y, sobre todo, al denunciar al “capitalismo salvaje”.

Es que la Iglesia Católica es vigía de la humanidad; su voz resuena sin temores ni contemplaciones a todo lo largo y ancho del planeta, (como lo hizo su fundador y le ordenó que lo hiciera ella), cuando se trata de defender los auténticos valores humanos, a los pueblos subdesarrollados, a aquellos cuya voz no alcanza a oírse, y particularmente, cuando se trata de defender los valores del evangelio de Jesucristo. Muchas veces detrás de todo esto se esconden intereses económicos. Pero el fundador de la Iglesia prometió que “las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18). Algún padre de la Iglesia dijo que la Iglesia Católica será perseguida pero no vencida. Y el concilio Vaticano II afirma que la Iglesia avanza en la historia en medio de las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios.

Pero alguien puede preguntar y ¿en que influye esto para que un católico deje la Iglesia y se vaya a las sectas? El influjo, desde luego, no es directo sino indirecto. En efecto, a fuerza de bombardear a la opinión pública se logra empañar la imagen de la Iglesia en algunos de sus hijos de débil fe y quienes, normalmente, no tienen la perspectiva histórica de la Iglesia como madre y maestra. En efecto, la Iglesia está de lleno en el mundo y puede decir con razón, según el concilio Vaticano II en la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual (No.1): “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. No hay nada verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón”.
La Iglesia está, pues, de cuerpo entero frente al mundo. El mundo conoce fácilmente sus virtudes y sus defectos. Hay una verdadera intercesión Iglesia Mundo. Las sectas, en cambio, hasta el momento, sólo tienen una tangencia. ¿Cuál es la consecuencia de todo esto? Que esta imagen deque perciben los hermanos de quienes estamos hablando la Iglesia a través de los medios es un ingrediente más en la toma de decisión de abandonar la casa materna para ir en busca de otro hogar. En síntesis, los medios de comunicación proyectan al mundo una imagen de la Iglesia que puede hacer sentirse inseguros en ella a estos hermanos y ser un factor que los ayude a la hora de separarse de ella para irse a las sectas.

EL RINCON DE PABLITO

PABLITO Y GUILLO HABLANDO DE JUBILEO

Es año de gracia en nuestra tierra y celebramos una gran fiesta
¡Estamos en Año Jubilar!

Hola amigos. Para este Kairós he querido hablar un poco con Guillo; este chico está súper emocionado con el Jubileo de la Pastoral Litúrgica.

Pablito: Guillo, sabemos que estás muy contento con el Jubileo de la Pastoral Litúrgica. Cuéntanos un poco…
Guillo: De verdad estoy muy feliz porque nuestro papito Dios nos ha regalado un espacio para que todos los que ayudamos en las celebraciones de la Iglesia Católica también disfrutemos del año jubilar.

Pablito: ¿Sabes qué tiene preparado la Comisión de Liturgia para los monaguillos?
Guillo: Claro que sí. Hablé con el padre Arquímedes, Delegado de la Pastoral Litúrgica, y me contó que cada parroquia tendrá un espacio para los monaguillos; esto será entre el 16 y 20 de abril. Allí los chicos descubrirán, a través de juegos, el sentido del jubileo, evaluarán su servicio y renovarán sus compromisos como monaguillos.

Pablito: ¿Qué más hay?
Guillo: El sábado 21 de abril nos reuniremos, como el año pasado, todos los monaguillos de la Arquidiócesis en el colegio María Auxiliadora (Bachillerato) de 10:00 a.m. a 3:00 p.m. Habrá juegos, mucha diversión y, por supuesto, estaré yo. ¡Ya lo verán!

Pablito: ¿Sólo estarán los monaguillos en el encuentro del 21 de abril?
Guillo: No, también estarán los demás agentes de la liturgia que prestan sus servicios en todas las parroquias del Atlántico, como son: agentes extraordinarios de la comunión, acólitos, lectores, cantores, acomodadores, sacristanes, entre otros. Todos juntos, a las 3:00 p.m., nos iremos en procesión del Colegio María Auxiliadora hasta la Catedral, para participar en la Eucaristía que presidirá Monseñor Rubén Salazar.

28 de abril: Día Internacional del Niño
¿QUIEN DEBE CUIDAR LOS DERECHOS DE LA INFANCIA?

Un día vi en la calle a una niña que temblaba de frío, con un vestido ligero y con poca esperanza de comer.

Me enojé con Dios y le dije: ¿Por qué permites esto? ¿Por qué no haces algo para remediarlo? Por un rato Dios no dijo nada y esa noche, Él respondió diciendo: “Ya hice algo para remediarlo… TE HICE A TI”.

Muchas veces culpamos a Dios por todo lo que pasa y no pensamos que Él confía en nosotros para hacer un mundo mejor. Tenemos mucho por hacer para que no mueran tantos niños desnutridos cada día.

Hay que respetar los Derechos del Niño, que son: Derecho a la vida, para muchos que son asesinados en el vientre materno. Derecho a un hogar unido y lleno de amor. Derecho a la salud, a la educación, a una vida digna, a sonreír, a ser escuchados, a no ser maltratados física o anímicamente.

Los niños tenemos derecho a recibir amor, en un mundo en el que muchos padres se contentan sólo con dar cosas.

Los niños más que dinero necesitamos afecto, más que regalos necesitamos compañía y atención, un hogar unido y tranquilo. Los niños pedimos fe a unos adultos que se han olvidado de Dios.

lunes, abril 16, 2007

NUESTRA PORTADA

DE LA SEMANA SANTA A LA PASCUA DE RESURRECCIÓN:
La violencia que en estos momentos afronta nuestra Patria y el mundo entero, es un motivo más que suficiente para unirnos en reflexión y oración en torno al maravilloso misterio de la liberación que nos ofrece Cristo.

JUBILEO DE LA PASTORAL LITÚRGICA:
En este año de gracia que nos regala el Señor, ya estamos próximos a celebrar el Jubileo de la Pastoral Litúrgica, dirigido a todos los agentes que conforman esta pastoral.

EDITORIAL

SEMANA SANTA: PARA VIVIRLA EN SERIO

El día de la madre se puede celebrar todos los días y en esa medida podríamos asumir todas las celebraciones y festejos del año. Sin embargo, cuando se resalta un día especial para celebrar un acontecimiento, se nos abre la posibilidad de ir más profundamente hacia el sentido de lo que se celebra. En realidad todos los días son santos y, depende en gran medida, de la plena consciencia humana para vivirlos en el Señor. Pero la Iglesia, movida en una amplia pedagogía nos ayuda, a través de signos y símbolos, a conmemorar el Misterio de Cristo, muerto y resucitado. Misterio que en Semana Santa encarnamos y que nos ayuda a hacernos más sensibles y más humanos.

No podemos descartar y mucho menos ignorar que las presiones laborales, el bullicio y el deseo de diversión y descanso nos arrebatan la posibilidad de vivir con entrega los misterios del Señor. San Pablo, a través de sus escritos, constantemente recordaba a los creyentes el compromiso de vida nueva asumido a través de la Pascua de Resurrección: “Les digo, pues, y les recomiendo con insistencia en el nombre del Señor, que no vivan como viven los paganos: vacíos de pensamiento, oscurecida la mente y alejados de la vida de Dios a causa de su ignorancia y su terquedad… ¡No es eso lo que ustedes han aprendido sobre Cristo, porque supongo que han oído hablar de él y que, en conformidad con la auténtica doctrina de Jesús, les enseñaron como cristianos a renunciar a su conducta anterior y al hombre viejo corrompido por seductores apetitos. De este modo se renuevan espiritualmente y se revisten del hombre nuevo creado a imagen de Dios, para llevar una vida verdaderamente recta y santa.”

Aún celebrando los diferentes momentos de la Semana Santa puede quedar la sensación, sino se medita con seriedad, de que, como casi siempre, nos quedamos en la superstición, en el populismo y no con la esencia que nos revela cada uno de estos días. Así, el Domingo de Ramos, le damos más importancia al ramo que al triunfo del Señor; el Jueves Santo a la escenificación de la cena y a las correrías por los diferentes templos, que al misterio eucarístico y al mandato del amor; el Viernes Santo, puede robarnos la atención la procesión con el Santo Sepulcro y no la muerte redentora en el madero de la cruz; la Vigilia Pascual, el tener botellas con agua bendita y no la victoria Cristo a través de la Resurrección.

Con la Pascua se vence el pecado y la muerte y se nos abre el camino de vida nueva en el Señor, experimentada a través del perdón, de la justicia y la paz.

¿EN QUE CONSISTE LA BENDICION DE DIOS?

BENDICIÓN Y ÉXITO NO ESTÁN EMPARENTADOS

Por JUAN ÁVILA ESTRADA, Pbro.
Párroco de San Carlos Borromeo y Padre Nuestro


El Dios de nuestra fe, proclamado por Jesucristo, es el Dios de la Alianza y la promesa. Ha asegurado llenar de bendiciones a todos aquellos que le aman. “Bendito el hombre que confía en el Señor…”, dice el profeta. “Venid benditos de mi Padre…”, nos dice después Jesús.

Pero ante esta promesa de bendición que se nos repite de manera reiterada en la Biblia, ¿qué podemos entender nosotros?

No en pocas ocasiones confundimos bendición con éxito o prevención de dificultades. El cuestionamiento más grande que hacemos es por qué se nos presentan problemas si amamos al Señor, luchamos por vivir en sus sendas y oramos insistentemente día y noche.

Existe un movimiento religioso que nos ha hecho creer que quien ama a Dios y cumple su voluntad nada malo le puede pasar. Se suele abusar de la Palabra de Dios y utilizar frases como “la Sangre de Cristo tiene poder” o “me cubro con la Sangre del Señor” para pensar que de una manera mágica dicho sellamiento nos protegerá contra todo aquello a lo que normalmente se ve sometido el ser humano. Mal utilizada, la Sagrada Escritura puede ser profundamente manipuladora y hacernos creer cosas que ella no quiere decirnos, como buscar protección con el libro sagrado abierto en el Salmo 91 en la sala de la casa.

Bendición y éxito no están emparentados. Si tuviésemos que identificar los dos términos, entonces deberíamos concluir que Jesús no fue un bendecido por Dios ya que su obra fue un aparente fracaso a los ojos del mundo. También los que aman a Dios se enferman, tienen dificultades y mueren, pero no por eso vamos a afirmar que no son bendecidos por el Señor.

La bendición debe entenderse más bien como el acompañamiento que hace Dios para que, en medio de las tormentas, el barco de nuestra vida llegue a puerto seguro. Es la certeza que aunque la senda pueda ser tortuosa y llena de obstáculos, aún así todo aquel que ama a Dios y cumple sus mandatos cuanto emprenda tendrá un buen final (Cf. Salmo 1). Dios no promete que el proceso estará libre de dificultades y dolor, sino que el resultado final si hará que su gloria se manifieste y sirva para el beneficio del hombre.

No podemos pensar que el amor a Dios es un amuleto que nos protege contra todo. El mismo espíritu del mal quiso engañar a Jesús con la Sagrada Escritura cuando le citó textualmente aquel versículo del Salmo 91 donde dice que “ a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus caminos” e invitándolo para que se lanzara de cabeza del alero del templo sabiendo él mismo que si lo hacía se estrellaría contra el suelo muriendo de manera instantánea. Dios bendice a los que le aman, él guarda sus pasos, pero no evita que haya dificultades en la vida. Así no tiene chiste la existencia. Si fuera de esta manera qué fácil sería usar su nombre y su poder abusivamente tal y como el Maligno invitó a Cristo a que lo hiciera.

Bendición de Dios no es ganar la lotería, ni vernos libres de batallas; bendición de Dios es saber con certeza que, pase a lo que pase, él siempre estará ahí para fortalecernos, para no dejarnos nunca solos, para que nuestra vida no naufrague en la tempestad. Bendición de Dios es descubrir que Cristo viaja con nosotros en la misma embarcación y aunque pueda parecer que duerme, vela por nuestro bienestar y nos anima para que no sintamos la tentación de lanzarnos al agua cada vez que sentimos se remece nuestra existencia.

Bendición es la seguridad de que Dios no saldrá corriendo dejándonos solos cuando nos vemos envueltos en el peligro. La bendición puede que no desvíe una bala que nos han disparado, pero sí es capaz de hacernos comprender, en medio del dolor, que aquel que nos disparó merece nuestro amor y nuestro perdón. La bendición puede que no alargue la vida, pero sí me enseña a vivirla mejor.

En fin, la bendición no es magia que evita cosas, sino amor que nos capacita para ser mejores hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

JUBILEO DE LA PASTORAL LITURGICA

En este año de gracia que nos regala el Señor, ya estamos próximos a celebrar el tercer jubileo específico (los anteriores han sido vida consagrada y artistas), el cual corresponde al Jubileo de la Pastoral Litúrgica.

Pues bien, este jubileo está dirigido a todos los agentes que conforman esta pastoral, y es un gesto de gratitud y de estímulo por parte de nuestra Arquidiócesis, y un abrazo amoroso de Dios para con todos estos servidores incansables.

Durante la semana de este jubileo, que va del 15 al 21 de abril, la Comisión Arquidiocesana de Liturgia ha organizado las siguientes actividades:

1. Los equipos de servicio (de cada célula y/o unidad pastoral) escogerán un día, entre el 16 y 20 de abril, para desarrollar su “encuentro parroquial”, convocando a todos los miembros de cada equipo. Para ello, la Comisión Arquidiocesana de Liturgia envió, a través de los párrocos, un subsidio, por equipo, donde está la guía del encuentro parroquial.

Estos encuentros tienen como propósito fundamental ser un momento de convivencia, de compartir de experiencias, de cuestionamientos a nivel personal y como equipo, para que a partir de un análisis sincero se pueda seguir creciendo y mejorando como personas, como equipos y como comités. Se propone también un momento para renovar los compromisos particulares, usando como signo el encender cada uno su vela o “pascualito” en el Cirio Pascual.

2. El día 19 de abril se llevará a cabo, a nivel de unidades pastorales y/o células, una Hora Santa a la que asistirán todos los agentes de pastoral litúrgica, y cuyo guión ha sido suministrado por la Comisión Arquidiocesana de Liturgia.

3. Para el 21 de abril se ha programado una “feria litúrgica”, a la que asistirán todos los agentes de pastoral de todas las parroquias y/o células.

LA FERIA LITÚRGICA

Esta feria se llevará a cabo en el Colegio María Auxiliadora (Bachillerato, frente a la Plaza de la Paz), de 10 a.m. a 3:30 p.m., hora en la que se irá en procesión a la Catedral María Reina para participar en la celebración de la Sagrada Eucaristía a las 4 p.m., la cual será presidida por nuestro Arzobispo, Monseñor Rubén Salazar.

La “Feria Litúrgica” incluye las siguientes actividades:
- EXPO-LITÚRGICA: Exhibición de ornamentos, vasos sagrados, misales, evangeliarios, que demuestren la riqueza y el valor que todos ellos imprimen a la liturgia.
- MÚSICA Y VIDEOS: Se estará proyectando, en horarios estipulados, toda una programación de videos de artistas católicos, de documentales sobre la Eucaristía, así como pequeños videos realizados por nuestra Arquidiócesis, en los últimos años, para diversos eventos.
- CONCURSOS: Se han programado seis concursos para este día, los cuales requieren inscripción previa de los concursantes para facilitarles el material de preparación de algunos de ellos. Las inscripciones se harán en la Curia Arzobispal, del 11 al 18 de abril.

CONCURSOS DE LA FERIA LITÚRGICA
» Proclamad la Palabra del Señor: Está dirigido a todos los proclamadores de la Palabra de las diferentes unidades pastorales. Su objetivo es fomentar el estudio de la proclamación. Los concursantes deben participar proclamando una lectura y un salmo de escogencia libre. Se efectuará una ronda y se escogerán unos finalistas los cuales tendrán que proclamar un salmo o lectura escogido al azar.

» La Parodia: dirigido a todo el Equipo de la Célula para la Animación Litúrgica. Su objetivo es reflexionar sobre las diferentes situaciones que se presentan diariamente con la liturgia cuando no la preparamos como es debido. A los concursantes de les solicitará que representen las diferentes situaciones cómicas que se han presentado al realizar su servicio. Ganará el equipo que sea más creativo en su presentación. La presentación es de formato libre, es decir, a través de una dramatización, unas coplas, una canción, un juego, etc.

» Caiga en la nota: dirigido a todo el equipo del Comité de la Célula para la Animación Litúrgica. Su objetivo es escoger a la persona que sea capaz de mantener el ritmo y la melodía de una canción litúrgica. A los participantes se les entregará un listado de canciones litúrgicas (previa inscripción en la Curia), en versiones muy conocidas para que las ensayen y luego sean capaces de mantener el ritmo de la canción cuando el volumen sea disminuido... Cuando el volumen sea aumentado, el ganador será quien “caiga en la nota”.

» Cantemos al Dios de la vida: dirigido a los equipos de cantores. Su objetivo es fortalecer los conocimientos sobre la música y el canto litúrgico. Se participa por equipos y los participantes deben ensayar canciones litúrgicas. El día del concurso deberán sacar de una bolsa el Tiempo Litúrgico (puede salirles el tiempo de Pascua, por ejemplo) y de otra el momento específico de la Eucaristía (puede salirles el canto del Santo); al tener los datos deben entonar uno que se ajuste a los papelitos que sacaron.

» Cuánto sabes sobre liturgia: dirigido a todo el equipo del Comité de la Célula para la Animación Litúrgica. Su objetivo es reforzar los conocimientos que tenemos sobre liturgia. Se participa por equipos y los concursantes harán parte de un concurso al estilo “Alcance la Estrella”. Las preguntas giraran en torno a la liturgia.

» Salmodiad: dirigido a los salmistas de las diferentes unidades pastorales. Su objetivo es propiciar en la arquidiócesis el canto de los salmistas. Los participantes entonarán un salmo con melodía libre, deben llevarla previamente ensayada, para lo cual necesitan inscribirse previamente en la Curia Arzobispal. Pueden tener o no acompañamiento instrumental.

» Rally de Observación: Se deben inscribir por grupos, donde haya un representante de cada equipo de servicio de una determinada célula y/o unidad pastoral. Los grupos participantes tendrán que seguir una ruta a través de pistas e ir resolviendo las incógnitas. Gana el grupo que termine primero el recorrido.

RECREACIÓN PARA MONAGUILLOS
Se contará con personas y elementos especiales para la recreación de todos los monaguillos que asistan, para que ellos también disfruten el Jubileo de la Pastoral Litúrgica.

Si consideras que tu unidad pastoral puede aportar algo que deba ser mostrado en alguna de las actividades del Jubileo de la Pastoral Litúrgica o si tienes alguna inquietud, no dudes en escribir al correo electrónico: comisionarquidiocesanadeliturgia@yahoo.com o contactar a Gina A. Cabarcas Grecco en la oficina de la Vicaría de Pastoral en la Curia Arzobispal. Teléfono 370 1256.

Recuerden también que todo el material expedido (subsidios) por la Comisión desde noviembre de 2004 hasta la fecha, está disponible para ser descargado gratuitamente de la página:

http://amd.streamload.com/comisiondeliturgiabaq

BODAS DE PLATA SACERDOTALES

MARIO ESCORCIA GARCÍA, UN SACERDOTE CON SENTIDO SOCIAL

Por: Julio Giraldo
Periodista


Nació en el pueblito más lindo de Colombia: Usiacurí, en el departamento del Atlántico, el 7 de julio de 1954. Hijo de Mario Escorcia Zarate y Josefa María García Amaranto, campesinos de buen nivel económico y dedicados a las artesanías; honrados y trabajadores, de aquella generación que a cada despertar de un día, y teniendo como fondo el suave trinar de las aves, se alababa y se bendecía al Señor; al medio día se rezaba el Avemaría; al anochecer el rosario, y cada domingo y fiestas de guardar, la familia completa participaba de la Santa Eucaristía.

Mario, como todo buen hijo de Usiacurí, aprendió desde su infancia el noble oficio de las artesanías y fue formado bajo estrictos parámetros cristianos; estudió la primaria en su pueblo, jugaba bola de trapo en las pequeñas y polvorientas callecitas de su querido Usiacuri y tejía la palma de iraca con gran maestría. Pero, un día cualquiera, Dios quiere cambiar la historia de su vida y coloca en su camino al recordado padre Roberto Ariel Ávila, quien lo llama y lo invita para que sirva como monaguillo en el templo parroquial; fue así como, sirviendo muy cerca del altar al Señor, va lentamente despertando la vocación sacerdotal del niño Mario.

El tiempo corre y ya es un joven que debe trasladarse a Barranquilla para estudiar su bachillerato, que empieza y termina sin ningún tropiezo. Comienza entonces el inquieto artesano y futbolista a poner en orden sus ideas y a revisar su proyecto de vida. Se inscribe en dos universidades para la carrera de abogado y en las dos es admitido, “pero unos son nuestros proyectos, y otros son los designios de Dios”, afirma. Y pensó: “No quiero por el momento ser abogado, no quiero seguir tejiendo la palma de iraca; seré más bien, artesano del Evangelio”. Y, sin más vacilaciones, Mario empaca maletas para ingresar al Seminario Regional Juan XXIII.

Algunos miembros de su familia no le creyeron y pensaban que simplemente ese muchacho se marchaba quien sabe para donde. Al final entendieron la decisión, lo encomendaron a Dios y lo apoyaron en todo el proceso de discernimiento y preparación al sacerdocio. Terminado sus estudios, Monseñor Germán Villa Gaviria le concede la orden del diaconado en ceremonia especial en la iglesia de su pueblo natal Usiacurí; este acto de ordenación fue todo un acontecimiento en el pequeño pueblo que de ese momento en adelante, fue bendecido por Dios con muchas vocaciones sacerdotales. Más adelante recibe el presbiterado de manos también de Monseñor Germán Villa Gaviria, el 3 de abril de 1982, en solemne ceremonia en la Catedral Metropolitana.

Comienza su ministerio sacerdotal como vicario cooperador en San Clemente y desde allí le toca administrar la parroquia de San Vicente de Paúl. Luego, va ha Sabanalarga y Candelaria, el Bosque, Carrizal y el Pueblito. En cada una de estas parroquias dejó huellas imborrables de su ministerio. Actualmente es párroco de San Juan Bautista de la Salle, en el barrio Hipódromo de Soledad.

Es abogado titulado, con especialización en derecho de familia, diplomado en docencia universitaria, y próximo a recibir título como doctor en educación. Además, es defensor del vínculo en el Tribunal Eclesiástico, docente consultor en el Sena y profesor en el Seminario Regional Juan XXIII.

Como un regalo bajado del cielo, la celebración de sus 25 años de vida sacerdotal será este martes santo, nada más ni nada menos que dentro de la Misa Crismal, acompañado de nuestros obispos, el clero en pleno y delegaciones de todas las parroquias del Atlántico.

BAJO EL MISMO CIELO: LOS "SIN TECHO"

Por Fray GILBERTO HERNÁNDEZ, OFM
alvinxxi@yahoo.com.mx
(Desde México especial para Kairós)

Este día, a la hora que usted o yo dispongamos, o cuando nuestras actividades del día lo permitan, podremos regresar al hogar y disfrutar –de verdad, así lo deseo– de una amable acogida: una comida caliente, un sillón para descansar, un baño para ducharnos, un momento para recrearnos, una cama que asegure un buen descanso, y lo más importante: una familia, un amigo, alguien que nos estima y que nos ayudará a recuperar los ánimos desgastados en la refriega de la vida cotidiana.

Sin embargo, existen muchas personas que no pueden darse este lujo porque sencillamente no tienen a donde llegar, no tienen una familia que los espere ni un hogar que puedan llamar “su hogar”. Los sociólogos los llaman los sin-techo y están en todas partes y a todas horas se les puede ver: deambulan por las calles, piden limosna en las iglesias, pernoctan en los parques y plazas o en algún rincón que pueda ofrecer alguna seguridad

Los sin-techo o sin-hogar son un enorme grupo de hombres y mujeres que viven en situación de diáspora permanente, desterrados, olvidados y muchas veces heridos por su comunidad de referencia. El fenómeno de las personas sin hogar es común a todos los países del mundo, aunque dentro de él conviven realidades de muy distinta definición. La gran mayoría vive en los países menos desarrollados y su situación está asociada estrechamente con la pobreza general. Sin embargo, millones de personas sin hogar viven en países industrializados en medio de sociedades opulentas. Sus problemas están más relacionados con problemas de comunicación que producen soledad, con el desempleo, enfermedades mentales, alcohol, drogas, etcétera.

Las estadísticas y las investigaciones suelen referirse a los datos objetivos, es decir, a las carencias de recursos tangibles como la vivienda o la alimentación. En este sentido, según la Organización de las Naciones Unidas, una de cada seis personas en el mundo –unos 1.000 millones de seres humanos– no tienen un techo digno donde cobijarse. De entre ellos, alrededor de cien millones son niños que viven en la calle, bien de manera permanente o bien durante el día o temporalmente, huyendo de sus familias que no les ofrecen abrigo afectivo. En América Latina hace tiempo que se distingue entre niños de la calle o niños en la calle, pues a los segundos les queda normalmente un mínimo soporte familiar al que agarrarse.

Cuando nos los encontramos sentados en las calles o a las puertas de las iglesias pidiendo limosna o, simplemente, descansando, tenemos la tentación de juzgarlos y condenarlos por haber llegado a esa situación o, en otros casos, nos sentimos culpables y, en consecuencia les damos una limosna. De las dos formas, en algunos casos, podemos hacer mucho mal. Estas situaciones no se arreglan ni evocando alguna ley, ni dándoles unos pesos de limosna.

Hoy sabemos –siempre lo hemos sabido– que estas personas necesitan ser acogidas, curadas y, en la medida de lo posible, integradas en la sociedad. Esto exige trabajo, paciencia y medios adecuados. Cuando los daños en la persona se han producido durante largos años, no podemos pretender curarlos en unos pocos días.

DE LA SEMANA SANTA A LA PASCUA DE RESURRECCION


UN DIALOGO CON EL ARZOBISPO DE BARRANQUILLA

La violencia que en estos momentos afronta nuestra Patria y el mundo entero, es un motivo más que suficiente para unirnos en reflexión y oración en torno al maravilloso misterio de la liberación que nos ofrece Cristo y encontrar así, en esta Semana Santa, respuestas que nos animen a seguir luchando para que renazca la esperanza de la paz.

Kairós decidió abordar al Pastor de la grey católica atlanticense, monseñor Rubén Salazar Gómez, para conocer sus apreciaciones sobre la Semana Mayor, enmarcada en el mundo de hoy, y poder así llevar a nuestros lectores un mensaje que contribuya a la comprensión de cada día de esta Semana y, a la vez, motive una vivencia verdaderamente gozosa de la Pascua de Resurrección.

Kairós: Teniendo en cuenta que el cristiano de hoy está expuesto a una avalancha publicitaria de propuestas de descanso, vacaciones y placer para los días que se avecinan, ¿qué significado debe tener entonces la Semana Santa?
Arzobispo: La Semana Santa siempre es una gracia que el Señor nos da porque nos permite ahondar en el sentido mismo del misterio pascual de Cristo, es decir, de su muerte y de su resurrección. Y ahondar no solamente en un sentido espiritual, sino sobre todo existencial. Es una celebración litúrgica y como toda celebración litúrgica hace presente a Cristo que se entrega por nosotros y que nos da su Espíritu para que podamos transformar nuestra vida. Entonces, el cristiano de hoy tiene que ser más consciente de esa realidad: o toma estos días como unas vacaciones, como un tiempo de descanso, o los aprovecha para acercarse más al misterio fundamental de su fe. Yo los invitaría a que tomaran la segunda opción e incluso, si salen a otros lugares, que participen allí de las celebraciones litúrgicas para que no se pierdan de este momento de gracia.

Kairós: En este año jubilar que se vive en la Arquidiócesis de Barranquilla, ¿qué especialidad tiene la Semana Mayor?
Arzobispo: El sentido propio que tiene la Semana Santa se potencia con la realidad del Jubileo Arquidiocesano, porque el Jubileo es todo un tiempo de gracia y si dentro de ese tiempo de gracia tenemos otro tiempo especial de gracia que es la Semana Santa, que es la celebración especialmente del Triduo Pascual, pues sin duda que se potencian los dos y se complementan para que cada uno de nosotros pueda aprovechar al máximo este don del Señor, este don que es misericordia, que es bondad para cada uno de nosotros.

Kairós: Mirando la situación de nuestro país, una situación que parece no mejorar sino enredarse cada día más, ¿qué reflexión estamos llamados a hacer durante estos días?
Arzobispo: Celebrar a Cristo Nuestro Señor, muerto y resucitado por nosotros, es descubrir la realidad del amor, del amor en todas sus implicaciones. Si Él nos ha amado hasta el extremo de entregar su vida por nosotros y, por lo tanto, nos ha amado para transformarnos y hacer de nosotros criaturas nuevas capaces de amar, tenemos entonces que empezar a vivir intensamente esa realidad del amor hacia los demás y esto, indudablemente, significa una corresponsabilidad frente a nuestra Patria. No podemos seguir indiferentes ante las situaciones de injusticia, de violencia, de deterioro que se presentan, sino que tenemos que ver en qué medida cada uno de nosotros puede contribuir a que esas situaciones cambien definitivamente.

EL SIGNIFICADO DE CADA DÍA SANTO

Kairós: Los ramos y las banderas, la escenificación de la entrada de Jesús a Jerusalén en un borrico, entre otras cosas, pueden desvirtuar el verdadero sentido del Domingo de Ramos...
Arzobispo: El sentido profundo del Domingo de Ramos es anticipar lo que se va a celebrar en el Triduo Pascual. El Triduo Pascual es viernes, empezando la víspera del jueves (que litúrgicamente ya es como si fuera viernes), sábado y domingo. En el Triduo Pascual se celebra la muerte y la resurrección del Señor. El Domingo de Ramos anticipa esa celebración, en un cierto sentido, con la procesión jubilosa de los ramos en la que se aclama a Cristo como nuestro Salvador. Pero, inmediatamente, la Liturgia nos invita a adentrarnos en el misterio de la pasión y la muerte del Señor a través de las lecturas y toda la celebración eucarística. Por eso, el Domingo de Ramos es una síntesis previa que tiene que movernos intensamente a vivir la realidad del Triduo Pascual.

Kairós: Lunes, Martes y Miércoles Santo ¿Qué pasa en estos días?
Arzobispo: No pasa especialmente nada. Son los últimos tres días de la Cuaresma. Recordemos que la Cuaresma culmina con la celebración del Jueves Santo en la tarde, y ya esa celebración forma parte del Triduo Pascual. Entonces, son como los últimos días de Cuaresma que debemos aprovechar para hacer un balance de cómo hemos vivido todo este tiempo de gracia que el Señor nos ha regalado y entremos en esa tónica de silencio, de reflexión, de meditación, de contemplación del misterio pascual.

Kairós: Se ha acostumbrado en nuestra Arquidiócesis celebrar la Misa Crismal en uno de estos días. Coméntenos sobre esta importante celebración litúrgica.
Arzobispo: La Misa Crismal nos invita a tomar consciencia de que toda la vida de la Iglesia, de la Iglesia precisamente como signo e instrumento de salvación, depende de la muerte y de la resurrección de Cristo, es decir, del misterio pascual. Por eso, en esa misa se bendicen los óleos con los cuales se van a administrar los diferentes sacramentos y con los cuales el Señor va a poder continuar a través del tiempo y del espacio las obras salvadoras, el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. Todos estos sacramentos, que son esenciales para la vida de la Iglesia, prácticamente nacen de esa celebración. Y, por otra parte, precisamente porque estamos viviendo esa realidad, los sacerdotes renovamos nuestros compromisos; es un momento de gracia privilegiada para cada uno de nosotros, los que hemos participado del sacramento del orden. Este año la Misa Crismal está programada para este martes a las 10:00 de la mañana, en nuestra Catedral.

EL TRIDUO PASCUAL

Jueves Santo
Ya al caer la tarde, el Jueves Santo nos invita a entrar en el Triduo Pascual, es decir, en la celebración de la muerte y la resurrección de Cristo. El jueves en la tarde se hace presente esa última cena del Señor con sus discípulos en la cual nos dejó el memorial de su muerte y resurrección en la eucaristía. Es un momento intenso, muy cargado de significado, porque al celebrar la institución de la eucaristía nosotros celebramos también la institución del sacerdocio como el ministerio propio para la celebración de la misma y, también, cómo en la eucaristía nosotros recibimos todo ese amor del Señor que debemos dar a los demás.

Kairós: ¿Qué nos puede decir de la Reserva del Santísimo y de esas “correrías” que la gente suele hacer durante la noche de este día?
Arzobispo: Como el Jueves Santo en la tarde se celebra la institución de la eucaristía y el Viernes Santo no se celebra la misa, entonces este día no hay consagración de ostias para que se conviertan en el cuerpo y en la sangre de Cristo, sino que hay que guardar de la celebración de la eucaristía del Jueves las ostias suficientes para que el Viernes en la tarde el pueblo de Dios pueda comulgar. Por eso, se reserva el Santísimo, se hace un acopio de esas ostias consagradas suficientes para el día siguiente y esto se guarda en un sitio para que los fieles permanezcan al lado de Cristo-Eucaristía velando, orando, estando con Él. Es un momento muy bonito desde el punto de vista litúrgico, porque es una invitación a que nosotros descubramos en la eucaristía todo el misterio de amor que encierra y, por lo tanto, para que entremos en esa tónica de amor profundo, de contemplación del amor de Dios. De ahí que no sea conveniente andar de templo en templo mirando decoraciones, si han puesto flores o si han puesto pendones, o si han adornado con cosas especiales ese lugar de la reserva, sino mas bien que nos centremos en ese misterio del amor de Cristo manifestado y perpetuado en la eucaristía.

Viernes Santo
Este es un día muy solemne. En liturgia se dice que es “alitúrgico” en el sentido que no se celebra propiamente la eucaristía, sino que es una celebración en la tarde -hacia las tres de la tarde- de la muerte del Señor Jesús; es un momento de silencio profundo, es un momento en el cual se nos invita a bajar con Cristo al reino de la muerte para poder luego, el Sábado Santo en la noche, levantarnos con Él en la gloria de su resurrección.

Sábado de Gloria
El sábado es un día en el que no se celebra absolutamente nada estrictamente hablando, porque estamos todo el día en el silencio profundo de ese descenso de Cristo que hemos celebrado el Viernes en la tarde. Ya en la noche, litúrgicamente ya domingo, celebramos la resurrección del Señor. Pero el sábado como tal es un día de silencio, también es un día de ayuno si lo queremos hacer para prepararnos verdaderamente a la resurrección del Señor.

Kairós: Monseñor, ¿y qué nos puede decir de la Vigilia de Resurrección del Señor que se celebra este día?
Arzobispo: Es la celebración por excelencia de la resurrección del Señor. Nosotros sabemos que cada vez que celebramos la eucaristía estamos celebrando la muerte y la resurrección de Cristo. Pero ese sábado en la noche se ilumina de manera especial la historia del mundo, a veces sumida en la oscuridad, y se ilumina con la luz de la resurrección de Cristo. Por eso, es una eucaristía con una solemnidad especial, con una introducción muy bella que verdaderamente nos hace sentir la alegría profunda de la resurrección del Señor, en la cual la luz de Cristo ilumina la noche y nos libra de las tinieblas para trasladarnos definitivamente a la luz de la verdad, del amor, de la fraternidad. Luego celebramos la eucaristía con toda la solemnidad, porque es la afirmación clara y la constatación en nuestra vida de que por el bautismo nosotros hemos pasado con Cristo de la muerte a la vida y, por eso, tenemos que vivir siempre una vida llena de la luz misma de Cristo Resucitado, una luz que significa necesariamente vivir en el amor; un amor concreto, un amor de solidariedad, un amor de justicia para con los demás.

Kairós: Bueno, y llega la Pascua. ¿Cómo sentir a ese Cristo vivo en cada uno de nosotros y vivirlo desde el valor de la justicia?
Arzobispo: Eso no es posible sino por la fe, porque la fe es la adhesión plena de corazón a ese Señor muerto y resucitado por nosotros. La fe es la que nos hace posible adentrarnos en ese misterio, celebrarlo como es debido y recibir los frutos de esa celebración. El misterio pascual es eso, es pasar de la muerte del pecado a la vida de Cristo. Y la vida de Cristo es el amor. Por eso, nosotros tenemos que tener muy en cuenta que ese amor debe realizarse en nuestra vida de todos los días en una forma muy concreta, en todos esos valores que nosotros hemos venido trabajando a lo largo del año alrededor del valor de la justicia. Amor es la justicia misma y la justicia es el respeto a los demás, la búsqueda permanente de la verdad, el reparar las ofensas, la capacidad de vivir en familia la realidad misma de las relaciones honestas... Es decir, nosotros debemos tener en cuenta que ser resucitado con Cristo implica la adopción de un nuevo estilo de vida, esa vida que el mismo Señor nos regala por medio de su Espíritu.

Que esta Semana Santa nos conduzca a vivir intensamente la Pascua de Cristo haciéndola nuestra, para que descubramos en su gloriosa resurrección el amor de Dios Padre por la humanidad.

¿POR QUE HAY CATOLICOS QUE SE VAN A OTRAS CONFESIONES?

Por CLOTARIO HEMER CERVANTES, Pbro.
Párroco Unidad Pastoral Santísima Trinidad


En el anterior artículo de la antepasada edición (la número 155), decíamos que la fe de los hermanos que dejaban la Iglesia Católica para ir en busca de otros credos o confesiones o filosofías, generalmente era una fe sin recursos para dar testimonio de la verdad del evangelio en el seno de la Iglesia Católica.

Me atrevería a decir que esos hermanos, biológica y psicológicamente llegaron a la edad del matrimonio, pero religiosamente se quedaron en la edad de la primera comunión. Pudiéramos decir que analizamos la clase de fe que tenían esos hermanos cuando fueron sorprendidos. La pregunta de hoy es: ¿Por qué se van? ¿Qué provoca su ida? Partimos del hecho, (a no ser que ustedes quieran llamarlo supuesto), de que estos hermanos tienen fe ciertamente, pero una fe incipiente. Ya la carta a los Hebreos habla de esta clase de fe cuando dice: “Sobre este particular tenemos muchas cosas que decir, aunque difíciles de explicar, porque os habéis hecho tardos de entendimiento. Pues debiendo ser ya maestros en razón del tiempo, volvéis a tener necesidad de ser instruidos en los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis hecho tales que tenéis necesidad de leche en lugar de manjar sólido. Pues todo el que se nutre de leche desconoce la doctrina de la justificación” (5, 11-13). Con esa fe de primera comunión, sin embargo, es posible que los grandes interrogantes humanos, que no afloraron en casa porque nadie los cuestionaba o porque no se dio la oportunidad, van a hacer explosión frente a un pastor que les dice que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina, que los efectos del calentamiento de la tierra como son las tempestades, los sismos y las demás tragedias naturales son señales de la proximidad del juicio final y hasta es posible que los convenzan de que poseen un espíritu maligno.

Las ocasiones para encontrarse con estos interrogantes son muchísimas: los medios de comunicación, amigos o amigas, una revista, un libro, un familiar que asiste al culto y muchos otros. Al contacto con estos ambientes afloran también otros interrogantes que nunca aparecieron antes, tales como: ¿En qué parte de la Biblia se dice que Cristo nombró papas? ¿Que María es la madre de Dios? ¿Que hay que “adorar” imágenes? ¿Que hay que darle culto a la cruz? ¿Que tengo que decirle mis pecados a un hombre pecador? Ataques religiosos de esta índole son ya conocidos, son paquetes bien elaborados que la Iglesia Católica ha tenido que afrontar a lo largo de los siglos junto con otros de categoría dogmática a lo largo de la historia por todos los que, por rebeldía o por otras razones, se apartaron de la Iglesia, y de otros nuevos que se van añadiendo cada vez que se produce una nueva secta. Pues estos temas son los preferidos con que los hermanos separados, evangélicos, testigos de Jehová y tantos otros, abordan a muchos indefensos católicos.

Acontece en esto algo parecido a lo que ocurre con el sexo, que en el hogar o en la familia no se les da ninguna formación a niños y jóvenes, todo es silencio y tabú, hasta que, al contacto con el mundo exterior, reciben una presentación defectuosa de la sexualidad. Por lo demás, son personas de buena voluntad con deseos de buscar a Dios, de salvarse o de ahondar en estos temas y que tal vez en casa no se les dio la debida importancia. El cuestionamiento de todo lo católico, especialmente del Papa a quien suelen llamar “el anticristo” y de la Virgen Santísima, a quien tratan de “moniconga”, se hace en forma tan apasionada y violenta que la víctima queda confundida e indefensa, y tiene que pasar a cuidados intensivos, porque con esta primera estrategia, prácticamente le cierran el camino de vuelta a la Iglesia católica para las consultas o aclaraciones del caso, pues la autoridad de la Iglesia queda por el suelo, invalidada. El lavado de cerebro es tan certero que el neo-converso queda con una verdadera “fobia” contra el catolicismo, por un lado, y con un fervor sectario por otro. En cuidados intensivos se le suministran al neófito “todas las verdades” que no conoció en la Iglesia Católica y él, a partir de ese momento, en que “encontró a Cristo”, se siente “el hermano” entre los hermanos, con nombre propio, “el hermano Teófilo”, y en un tejido de relaciones interpersonales calurosas, ya no es el creyente anónimo, como cuando iba a misa por rutina, sin entender el rico simbolismo de la liturgia católica, y en la cual estuvo seguramente comulgando codo a codo, durante diez o más años, al lado de otros fieles, sin llegar nunca a conocerse de nombres o a entablar relaciones personales.

Esto no es nuevo, porque ya desde el nacimiento mismo de la Iglesia, tras un desarrollo acelerado en los dos primeros siglos de existencia, la Iglesia tuvo necesidad de una rigurosa estructuración en todos los aspectos de su vida, incluso en la formulación de su Teología, como ya puede apreciarse en todos los documentos del Nuevo Testamento distintos de los evangelios (lea 1 Cor 12, 4-31; 1 Pe 5, 1-5; Gal 2, 1-5; He 2, 42-47). También tuvo que enfrentar sectas que surgían en el seno mismo de las comunidades cristianas (lea 1 Tim 1, 3-7. 18-20; 3, 1-13; 4, 1-6. Sería bueno leer la 1ª y 2ª carta a Timoteo). De igual forma, a lo largo de dos mil años de existencia la Iglesia ha tenido que afrontar cismas y herejías que la han desgarrado, pero que no han podido destruirla. El Concilio Vaticano II dice que la Iglesia camina en la historia entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios. Decía todo esto para entender la diferencia entre pertenecer a la Iglesia Católica, institucionalizada hasta en los más pequeños aspectos, y pertenecer a una confesión religiosa local, que no es propiamente iglesia sino una comunidad de culto, carente de una jerarquía y de una organización bastante rígidas. En estas todavía no hay impersonalismo, anonimato, el trato entre los integrantes de la secta es “cara a cara”. Quien sabe qué pasará si el desarrollo de estas denominaciones llegara a crecer tanto que se volvieran masivas.

Hemos analizado, pues, a hermanos católicos que por cualquier camino llegaron a otras confesiones religiosas, quedaron fuertemente impresionados por la forma como les presentan el rostro de la Iglesia católica y allí empezaron a recibir una atención especial que los hizo sentirse queridos y seguros, con lo cual dan el paso: abandonar la Iglesia católica. A ellos se les puede aplicar lo que dice el profeta Jeremías (2, 13): “Doble mal ha hecho mi pueblo: a mí me dejaron, Manantial de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas, que el agua no retienen”.

En resumen, un católico de edad adulta pero con fe de primera comunión, por cualquier circunstancia, se encuentra frente a alguien que le hace cuestionamientos concretos fuertes sobre su fe católica y le garantiza que sólo él tiene la llave de la salvación, queda convulsionado y en estado agónico y es llevado a cuidados intensivos de donde sale repuesto y convencido de que ya está salvo; que al abrazar la secta ya se cuenta entre los ciento cuarenta y cuatro mil signados del Apocalipsis, (Ap 7, 2-4) pero con un odio inexplicable a la Iglesia Católica.

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

PARROQUIA DE SAN PÍO X, EN UN BOSQUE DE FE

Por Julio Giraldo
Periodista


Buscando almas para el cielo, llegaron un día, hace ya más de cuarenta años, las religiosas de la Compañía de María ha un sector marginado de la ciudad. El mencionado sector no se trataba de un bosque de finos árboles y aromáticas plantas; era un bosque en el sentido de su abandono, sin vías de penetración, enmontado, sin luz, sin agua potable, sin teléfonos y con un grupo de pobladores en la completa miseria. Ese era el barrio El Bosque cuando la mano de Dios, encarnada en las nobles religiosas, llego para proponerles a los moradores del marginado sector que las acompañaran en la construcción de una comunidad capaz, por medio del evangelio, de encontrar caminos de redención material y espiritual.

La aceptación fue lenta, pero poco a poco la gente fue entendiendo el mensaje de la comunidad de religiosas y comenzaron a buscar caminos para salir del abandono material en que se encontraban, y empezaron también a escuchar la Palabra de Dios que les decía: “No teman, ustedes no están solos; Yo, el Dios de los pobres, los acompaño”. Al trabajo de evangelización en el marginado sector llega también el padre Pedro Pablo Cortés, para acompañar a las hermanas de la Compañía de María. Fue el 3 de marzo de 1965 cuando el padre Cortés inició su trabajo en firme con la adquisición de los terrenos y comenzó a plantar los cimientos para la futura iglesia.

Más adelante, este sacerdote es reemplazado por el padre Jorge Becerra Jiménez, quien para la época era el capellán del Colegio la Enseñanza y asesor de la Acción Católica Diocesana. El padre Becerra, ni corto ni perezoso, aprovechó todas estas fuerzas que tenía a su favor y organizó una especie de “legión” para iniciar su trabajo pastoral. Cada domingo celebraba la eucaristía; las gentes del sector comenzaban a motivarse y, sobre todo, se empezó a crear un ambiente favorable para una nueva comunidad. Poco o nada en lo económico se podría esperar de los habitantes de tan marginado sector, ya que en su gran mayoría eran desempleados, albañiles, rebuscadores, y vendedores de legumbres y tinto en el mercado; los hijos de estas personas, poco o nada tenían que hacer dentro del barrio, no habían ni escuelas ni colegios, y esto motivó a las hermanas de la Compañía de María para fundar un colegio con el fin de que los jóvenes recibieran una formación de calidad que les permitiera enfrentar la vida con dignidad. Hoy, el colegio sigue vivo en el mismo barrio con la satisfacción de estar ayudando a toda la juventud del Bosque que de no ser por estas religiosas, quien sabe cual sería su situación actual.

No fue fácil este trabajo en un sector donde no existían vías de comunicación; cuando llovía las pequeñas callecitas que apenas eran pequeños caminos, se llenaban de barro lo que hacía que ni los burros que cargaban el agua para la venta en el sector pudieran entrar. Pero, las religiosas no daban el brazo a torcer y seguían adelante; el padre Becerra sacó sus botas pantaneras traídas de Boyacá y agregó a su legión de colaboradores a los hombres y mujeres del movimiento Cursillos de Cristiandad y, en medio del barro y las dificultades, siguieron el trabajo hasta crear las condiciones para una nueva parroquia, la cual fue creada por Monseñor Germán Villa Gaviria el 26 de febrero de 1968 y, de inmediato, se nombró como su primer párroco al padre Víctor Tamayo, especializado en la construcción de iglesias. Allí quedó Tamayito como pez en el agua, haciendo lo que a él siempre le ha gustado: trabajar al lado de los pobres y en condiciones difíciles. Comienza una nueva era, una nueva etapa, para seguir adelante en el propósito de lograr redimir de la pobreza a tan marginado sector, y seguir con la construcción de su templo, su casa cural y otras obras más que el inquieto Tamayito realizó.

La comunidad ya motivada, empezó a colaborar en lo que podía: las señoras hacían sopas, sancochos, empanadas y toda clase de frituras, y organizaban festivales y bazares con el fin de recolectar fondos para la obra parroquial. Los moradores del sector de aquella época que aun sobreviven, guardan gran cariño por el hoy Obispo Auxiliar de Barranquilla, Monseñor Víctor Tamayo, quien los acompañó en todas sus luchas y los animó para que se sintieran personas con todos sus derechos. Recuerdan también con igual cariño a la religiosa Edith Munárriz de la Compañía de María, religiosa conocida en la ciudad, ya que antes de entrar a la comunidad y hacer sus votos de religiosa, fue reina del Carnaval de Barranquilla. Ella trabajó y se entregó de tal manera por la causa de los pobres, que fue señalada por las autoridades de la época como comunista y revolucionaria, pero la hermana Edith nada sabía ni de comunismo ni de revolución, sólo sabía servir a sus semejantes y llevar almas para el cielo. Caso similar ocurrió con el padre Marcos Lopera, quien acompañaba a sus habitantes en las justas protestas, fundó un teatro y una cooperativa, se convirtió no solamente en su líder espiritual, sino en el líder que sacaba la cara por ellos y los defendía de los atropellos a que eran sometidos muchas veces por las mismas autoridades.

LA PARROQUIA HOY

En la actualidad ejerce como párroco el padre John Jairo Betancourt, quien realiza su trabajo pastoral en medio de las limitaciones propias del sector; aquí podríamos parodiar esa vieja frase que dice: “Que tiempos aquellos señor don Simón”. En los inicios de la parroquia sólo se encontraban personas honradas y trabajadoras; pero hoy la situación ha cambiado, el barrio es inseguro, pues se han filtrado personas indeseables que no respetan ni siquiera al sacerdote, a quien han robado en varias oportunidades. Para el padre John Jairo esto es un reto que enfrenta como cristiano y nos dice que al mismo Jesucristo lo despojaron de sus vestiduras por predicar el Evangelio, por eso él sigue allí firme cumpliendo su misión en compañía de un grupo de fieles distinguidos y muy comprometidos con la Iglesia, tratando por todos los medios posibles de sacar adelante el plan pastoral de la Arquidiócesis.

Las asambleas familiares difícilmente se pueden realizar debido a que los habitantes del sector viven del rebusque, es decir, no tienen empleo fijo y esto hace que no puedan estar en sus hogares a una hora determinada. Igual ocurre con las eucaristías, unas veces tienen buena asistencia y en otras ocasiones nadie asiste. En cuanto a la parte económica, tan necesaria para el sostenimiento del culto y el sacerdote, este es otro dolor de cabeza, pues aquí un domingo las ofrendas no sobrepasan los 45 mil pesos, y sólo en servicios se paga más de 400 mil pesos mensuales. Queda entonces en la mente de cada lector cómo puede sobrevivir el sacerdote en tan precarias condiciones. Sobre este aspecto, el padre John Jairo dice que gracias a un sueldito que el gana como capellán del Asilo San Antonio y a una ayuda mensual que le proporciona el propio Arzobispo, puede -en parte- salir adelante en tan difíciles circunstancias. Pero a pesar de todo esto, la iglesia sigue su marcha, la evangelización sigue adelante y hay optimismo y fe en Dios de que la semilla sembrada pueda fructificar y un día, no muy lejano, todo cambie y sea mejor.