martes, noviembre 21, 2006

JUBILEO ARQUIDIOCESANO: GRAN OPORTUNIDAD PARA REFORZAR ESTRUCTURAS

Ahondamos en este artículo sobre algunos aspectos relacionados con las asambleas familiares, gracias a una entrevista concedida por Monseñor Luis Antonio Nova Rocha, Obispo Auxiliar de Barranquilla.

Por MAURICIO REY, Diacono
Delegado de Pequeñas Comunidades

La celebración del próximo Jubileo Arquidiocesano es para todos los fieles de esta Iglesia particular una oportunidad valiosísima que nos permitirá consolidar las estructuras pastorales básicas de la Misión Arquidiocesana (ecos, red de mensajeros, asambleas familiares), y poder así vivir todos juntos la experiencia de comunidad cristiana.

Nos centraremos en este artículo sobre la importancia de las asambleas familiares y su ubicación dentro de nuestro diario vivir. Para ello, iniciemos aclarando el concepto de núcleo o “vecindario”, tal como aparece en la oración por la Misión Arquidiocesana: “Haz que, iluminados con el Evangelio de tu Hijo, descubramos que nos llamas a vivir la comunión en nuestras familias como iglesias domésticas, en nuestros vecindarios como pequeñas comunidades, en nuestras unidades pastorales y en nuestra Arquidiócesis como tu pueblo santo”.

Es importante tener claridad sobre este aspecto ya que nuestras asambleas familiares se desarrollan y deben darse en los ambientes propios de la cotidianidad, es decir, en nuestros vecindarios.

Estamos seguros que la siguiente entrevista realizada a Monseñor Luis Antonio Nova Rocha, Obispo Auxiliar de Barranquilla, nos ayudará a clarificar la razón de ser de las asambleas familiares en nuestro proceso de evangelización.

Diácono: ¿Quiénes conforman el vecindario?
Obispo: El vecindario está conformado por las 12, 14 ó 15 familias de la cuadra, que juntas comparten la experiencia de sentirse vecinos entre sí. El ideal que plantea la Misión Arquidiocesana es que en cada vecindario haya uno o dos mensajeros, uno o dos animadores de asamblea y una asamblea familiar. Esta es la única manera de llegar a todos en su condición específica y a todas las familias en su propia realidad.

D: ¿Qué es la asamblea familiar?
O: La asamblea familiar es la oportunidad que se le ofrece a las 12, 14 ó 15 familias del vecindario para que se encuentren, se reúnan, se conozcan, compartan sus inquietudes, sus alegrías, sus esperanzas, se valoren, se ayuden, aprendan a convivir como hermanos y terminen amándose como cristianos.

Se debe tener en cuenta que la asamblea familiar no es, por lo tanto, una reunión para rezar el rosario o tener otra práctica piadosa; tampoco es un espacio sólo para cantar alabanzas o hacer grupos de oración; de igual forma, no es una reunión de estudios o cursos bíblicos; de ninguna manera debe convertirse exclusivamente en una reunión de carácter social.

Así mismo, no puede ser una asamblea ambulante, es decir, que va cambiando de barrio o sector; es por esto que no es una asamblea eventual e inestable (sólo realizada cuando se quiera o pueda). Debe ser la reunión y encuentro semanal, constante y permanente, en el sentido en que son las familias de la cuadra las que se reúnen y comparten una experiencia fundamental y fundante de comunidad.

La asamblea familiar debe convertirse así en un taller permanente de formación de comunidad, en una escuela de fraternidad, en una expresión de la espiritualidad de comunión. Es una vivencia eclesial que hace posible el anhelo del Papa Juan Pablo II expresado en la afirmación: “La Iglesia está llamada a ser la casa y escuela de la comunión.” (Novo Millennio Ineunte No. 43)

D: ¿Cómo se realiza la asamblea familiar?
O: Teniendo en cuenta el objetivo fundamental de este encuentro de todas las familias del vecindario, la asamblea debe tener tres momentos:

1- Encuentro con la Palabra. Durante este momento el animador recibe a las personas en el sitio y hora indicados previamente; los asistentes a la asamblea se saludan entre sí; se invita a entonar un canto que favorezca la escucha de la Palabra de Dios; luego, se proclama la Palabra del Evangelio por parte de alguien que, sabiendo leer correctamente, ha preparado la proclamación del Evangelio; se hace un momento de silencio para interiorizar la Palabra de Dios; seguidamente, si algunas personas han preparado un comentario pertinente, que tenga que ver con la Palabra proclamada, se puede hacer, pero estas intervenciones deben ser breves, máximo tres; el animador de la asamblea invita a la oración universal (Padre Nuestro) y se puede concluir este primer momento con un canto de alabanzas o de acción de gracias.

Así, las familias participantes quedan preparadas para el momento que sigue, que encierra el objetivo mismo de la asamblea familiar.

2- Encuentro de las familias del vecindario. Así como en la liturgia de la Eucaristía el encuentro con la Palabra de Dios nos prepara para el encuentro con Cristo Eucaristía, en la asamblea familiar el encuentro con la Palabra del Evangelio nos prepara para el encuentro con las familias, donde está presente Cristo y su Iglesia: “Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18,20)

Al comienzo o nacimiento de la asamblea familiar podrá darse una participación poco activa; es entonces definitiva la animación del moderador que sugerirá temas de conversación, de reflexión o de actualidad que provoquen el diálogo y participación de las personas presentes en la asamblea. Con el tiempo, el diálogo se hará más fácil, fluido y espontáneo.

Hay que entender que lo importante no es la temática. Lo que se busca es el mutuo conocimiento, la integración y participación de las familias del vecindario. Este segundo momento no debe pasar de media hora.

3- Integración por grupos. Aquí se da la integración de los asistentes a la asamblea familiar por grupos, intereses o acontecimientos. Las señoras se reúnen a comentar lo que les agrada (culinaria, educación de los hijos, telenovelas, modas, etc.); los señores, igualmente, conversan sobre los temas comunes para ellos (política, deportes, educación de los hijos, negocios, etc.); de la misma forma, los jóvenes charlan sobre los temas propios de su edad (deportes, tecnología, música, etc.); así mismo, los niños participan de los juegos propios de su etapa.

Este momento de integración por grupos específicos de acuerdo a su edad o papel en la familia, es también la oportunidad para tener celebraciones propias del vecindario (aniversario del vecindario, cumpleaños de la abuela, el grado de alguien, etc.)

Esta experiencia semanal de la asamblea familiar en el vecindario va creando comunidad, va acercando a las familias, y es una expresión de la vida de la Iglesia y manifestación de una parroquia viva, tal como han dicho los Papas: “La parroquia es la Iglesia presente en las casas de la gente” (Juan Pablo II).

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