viernes, julio 27, 2007

EDITORIAL

SEMBRAR EN LA IGLESIA
ES COSECHAR PAZ

La reunión de presbiterio del 11 de julio estuvo marcada por un toque de historia. Con ella desempolvamos el pasado y nos dimos cuenta del aporte evangelizador de los diferentes pastores que en su momento, con su entrega y celo pastoral, contribuyeron a la organización y fortalecimiento de la Arquidiócesis de Barranquilla.

Cada vez que miramos el pasado, lejano o cercano, descubrimos que lo que tenemos es gracias a la labor y esfuerzo de muchos presbíteros, religiosos, religiosas y fieles laicos; gente pujante que entregó muchos años de su vida por la causa del Señor, gente que buscaba un pueblo lleno de paz, alegría y vivencia plena del amor de Dios. Y es entonces cuando surgen en nuestra mente muchos interrogantes: ¿cuál es nuestro aporte al mejoramiento y desarrollo de nuestra sociedad?, ¿qué estamos haciendo para animar a que muchas personas trabajen por el bien común?, ¿con qué contribuimos para formar comunidad, nación e Iglesia?, ¿qué estamos haciendo para reconstruir el tejido social?


La segunda parte de la reunión de presbiterio fue un recorrido por diversos barrios de escasos recursos de la ciudad, que no tenían un templo y hoy cuentan con un lugar donde reunirse para escuchar la Palabra del Señor y celebrar los sacramentos. Esta visita permitió darnos cuenta que la misión de la Iglesia es importante. El descubrir rostros desbordantes de alegría, esperanza y deseos de progreso, nos motiva a continuar la tarea evangelizadora, porque cada vez que sembramos en la Iglesia se cosecha fe, gozo, paz...

La respuesta es clara: nuestro aporte al mundo es la evangelización, y para que exista una evangelización cercana a la realidad de nuestra gente es vital la construcción de templos. En el fondo, todos -laicos y pastores- marcamos la historia cuando nos comprometemos de verdad con la tarea y la misión que el Señor nos ha encomendado. Así, en nuestro campo de trabajo como obreros, empresarios, campesinos o constructores, podemos cumplir con el sagrado compromiso de la evangelización.


El pensar siempre qué sociedad vamos a dejar a las generaciones venideras y no actuar egoístamente, es un buen punto de apoyo para analizar el pasado, amar el presente y proyectarnos con entusiasmo hacia el futuro. Se vaticina el futuro cuando nos comprometemos con el presente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quisiera comentar sobre la Nueva Evangelización que sigue siendo requerida con urgencia hoy en día. Desde siempre, uno de los mayores obstáculos para la obra de la evangelización es la rutina, la costumbre, que quita la frescura y la fuerza de persuasión al anuncio y al testimonio cristiano. Pues bien, los movimientos eclesiales rompen con los esquemas habituales del apostolado, reexaminan formas y métodos, y los proponen de un modo nuevo. Serian de gran ayuda en esta labor para descargar a los Parrocos quienes ejercen muchas veces de administradores de parroquia pero no de pastores y es allí donde surge uno de los motivos de la lejanía creciente de feligreses de verdaderos procesos de conversión que transformen vidas.