martes, julio 15, 2008

EDITORIAL


HABLEMOS DE CATEDRATÓN
Y SOLIDARIDAD

Hace un año celebrábamos los 75 años de la Arquidiócesis de Barranquilla, fue verdaderamente un derroche de bendiciones y de gracias donde se manifestó la misericordia del Señor Jesucristo para con todos los atlanticenses; un gran acontecimiento eclesiástico que jamás se olvidará para todos aquellos que lo vivimos y lo sentimos. Un año después seguimos haciendo memoria de tan gratos recuerdos que se impregnaron en la memoria y en la historia de un pueblo que camina bajo la esperanza de la fe.

La Arquidiócesis de Barranquilla en sus 76 años continúa al hilo de la historia, es decir, cumpliendo con el mandato de nuestro Señor Jesucristo: “Id por todo el mundo y anunciar el Evangelio a todas las gentes”. Este mandato está claro y por eso hacemos un llamado a la SOLIDARIDAD que es un gesto propio y natural de nuestra idiosincrasia costeña y ante todo atlanticense, que en medio de las múltiples necesidades y fatigas de nuestros pueblos, aún no han podido acabar con la generosidad del corazón, sencillamente porque sabemos y tenemos conciencia que todos podemos aportar algo desde nuestra pobreza o riqueza: “Nadie es tan rico que no pueda recibir y nadie es tan pobre que no pueda dar”, este refrán reza la originalidad de la bondad del ser humano.

Precisamente en este mes de julio como antesala a La Catedratón, es una oportunidad que se nos da a todos para hacer el bien a nuestros hermanos más necesitados, que por sus escasos recursos económicos no pueden construir un templo para adorar y celebrar el nombre de Dios con decoro y respeto como se lo merece. Te invitamos a que te unas a esta gran campaña de solidaridad que cada año nos hace sentir Iglesia, hermanos, dinámicos y activos con comunidades más vivas que impulsadas por el amor y la caridad sienten el deber de anunciar a Cristo en todos los rincones de nuestra tierra.

Este año como todos los anteriores debemos superar la meta no solo en lo cuantitativo sino en lo cualitativo, es decir, que esta Catedratón cada año se fortalezca en la riqueza de nuestras expresiones espirituales, y culturales, de tal manera que se convierta en el espacio que la Iglesia del Atlántico nos da para manifestar nuestros sentimientos de fraternidad desde la solidaridad.

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