martes, julio 15, 2008

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE


UNIDAD PASTORAL SANTA BÁRBARA
SE CONSTRUYE ENTRE LOS HOMBRES
LA CASA DE DIOS

Muy cerca a lo que es hoy la Gran Central de Abastos, jurisdicción del municipio de Soledad, hace unos 15 años existían unos terrenos, como tantos otros en el Atlántico, totalmente enmontados y aparentemente sin dueño. El entonces Alcalde de Barranquilla, Bernardo Hoyos Montoya, con plena autorización del Alcalde de Soledad, también de aquella época, envió una cuadrilla de trabajadores para que desmontaran el terreno y luego contrató con algunos arquitectos de 'bajo perfil' para que le construyeran unas pequeñas casitas que, sin servicios de luz, ni de agua, sirvieran para acomodar parte de los habitantes de Barranquilla que, para la época, eran desalojados de ese sector. Más adelante, por el sistema de subsidios, muchas otras familias llegan al sector, construyen sus viviendas, aparecen pequeñas tiendas y se da vía libre para un nuevo barrio que por quedar tan cercano a la Central de Abastos, lo bautizan con el nombre "La Central".

Un nuevo asentamiento humano que debe luchar contra todas las adversidades para sobrevivir en tan lejano lugar de la ciudad. Como siempre ocurre con los pobres, aquí no existe ningún servicio público, no hay escuelas, ni puestos de salud, tampoco estación de policía, mucho menos vías de penetración. La gente el día domingo caminaba prácticamente por el monte para llegar a un colegio cercano en donde un sacerdote redentorista de apellido Pinto los atendía espiritualmente; este mismo sacerdote fue el primero que comenzó a celebrar las eucaristías en el nuevo barrio, y como en tantos otros, siempre debajo de un árbol o en la acera de cualquier casa: luego llegan otros sacerdotes, también redentoristas, entre ellos el padre Fercho, así lo identifican los moradores de La Central, que comienzan su trabajo en condiciones muy precarias; visitan los hogares y comienza todo un acompañamiento para que estas gentes abandonadas de la sociedad y del Estado sientan la compañía de Dios.

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