sábado, junio 13, 2009

¿Por qué mayo, es un mes mariano?
En Colombia, tradicionalmente dedicamos el mes de mayo a la Virgen María y por tal motivo, realizamos prácticas como el rezo del santo rosario diario, cantos y otra serie de manifestaciones externas de esta índole. Muchos creerían que esta celebración se realiza en nuestro país, porque durante este mes recordamos a nuestras madres y les rendimos un homenaje el segundo domingo de mayo, por lo tanto, María, es nuestra Santa Madre y debe hacérsele una exaltación mayor.

En realidad esta no es la causa, ni muchas otras suposiciones que giran entorno a esta celebración. El mes de mayo, en occidente, se ha impuesto como mes de María sin una referencia litúrgica y según investigadores esta conmemoración cultural hace referencia que en tiempos antiguos en mayo eran los ludi floreales o florealia, fiestas florales en honor de Flora Mater, diosa de la vegetación. Había la costumbre de escoger a una joven como reina de la primavera. Además existían justas poéticas y con el intento de superar y cristianizar un mundo pagano se tomó la decisión de dedicar el mes de mayo a María.
En nuestros tiempos, los cristianos acostumbramos a realizar algunas practicas culturales, como el ofrecimiento de flores a la Virgen María; reflexiones de los principales misterios de su vida; se recuerdan las apariciones de la Virgen en Fátima, Portugal; en Lourdes, Francia y en el Tepeyac, México (La Guadalupe); además algunos meditan los cuatro dogmas acerca de la Virgen María: Su inmaculada concepción, su maternidad divina, su perpetua virginidad y su asunción a los cielos, y se reza especialmente en familia las oraciones como el Ángelus, el Regina Caeli, la Consagración a María y el Rosario.

Pero, ante estas tradiciones, debemos reflexionar y tomar conciencia de la importancia de celebrar el mes mariano de una forma evangelizadora, recordando a María como nuestra principal intercesora ante Jesús, y viviendo el mes de mayo dándonos la oportunidad de revitalizar nuestra fe. En la revista Vida Pastoral de la Sociedad de San Pablo, se nos propone no olvidar el acontecimiento de Aparecida que nos invita a ser misioneros como consecuencia lógica de nuestra condición de discípulos. Hemos sido declarados en “estado de misión” y en esta tarea podrá aprovecharse este espacio celebrativo para subrayar el nexo entre María y la Palabra de Dios, la Familia, la Vida y la Solidaridad.

Durante el mes de mayo, las reuniones de la comunidad parroquial son una ocasión para acercarnos a la Palabra de Dios con María, ya “que en Ella la Palabra de Dios se encuentra de verdad en su casa, de donde sale y entra con naturalidad. Ella habla y piensa con la Palabra de Dios; la Palabra de Dios se le hace su palabra, y su palabra nace de la Palabra de Dios...” (Doc. De Aparecida, n.271).

También, es importante el mes de mayo para realizar campañas a favor de la vida, como es el caso, del valor y la Acción Significativa que ha preparado la Arquidiócesis de Barranquilla, Para ser Familia de Dios, Celebremos la Vida, ¡Queremos vivir unidos!.

Por otra parte, se nos invita en este artículo titulado: “Mayo un mes con María”, ubicado en la página 50 de la revista Vida Pastoral, edición No. 134 (abril/junio-2009) a celebrar el mes de mayo en familia, pues “como en la familia humana, la Iglesia – familia se genera entorno a una madre, quien confiere alma y ternura a la convivencia familiar” (Doc. de Aparecida, n. 268).

Por último, se demuestra la importancia de conmemorar el mes mariano no sólo en nuestros núcleos familiares, sino en las unidades pastorales, ya que “Con los ojos puestos en sus hijos y en sus necesidades, como en Caná de Galilea, María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de servicio, de entrega y de gratitud que deben distinguir a los discípulos de su Hijo. Indica, además, cuál es la pedagogía para que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa. Crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención y acogida del otro, especialmente si es pobre y necesitado” (Doc. de Aparecida, n. 272).

Afrontemos el mes mariano como la oportunidad como cristianos para acercarnos a través de María, a su hijo salvador y permanecer en nuestra labor de llevar el mensaje de Dios a la Iglesia que peregrina en el mundo y que en estos momentos necesita seguir el modelo de una mujer pura, humilde, sencilla y que verdaderamente tenga un corazón limpio como lo es nuestra Virgen María. Recordemos: “María es la gran misionera, continuadora de la misión de su hijo y formadora de misioneros. Ella, así como dio a luz al Salvador del mundo, trajo el Evangelio a nuestra América... Con gozo constatamos que se ha hecho parte del caminar de cada uno de nuestros pueblos, entrando profundamente en el tejido de su historia y acogiendo los rasgos más nobles y significativos de su gente...Las diversas advocaciones y los santuarios esparcidos a lo largo y ancho del Continente testimonian la presencia cercana de María a la gente y, al mismo tiempo, manifiestan la fe y confianza que los devotos sienten por ella. Ella les pertenece y ellos la sienten como madre y hermana” (Doc. de Aparecida, n. 269).

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