viernes, mayo 20, 2011

Ciudadela Villa Esperanza

Una muestra de la dignidad que Dios quiere para nosotros

150 casas fueron donadas por

fundaciones internacionales a través de Pastoral Social

Por Diana Quintero Acosta*

Iraida Pérez, habitante de Manatí,

jamás imaginó que el 1 de diciembre de 2010, mientras la mayoría de gente sacaba el arbolito de navidad en su casa, ella estaría corriendo junto a sus familiares para poder salvar sus vidas. Entre sus manos llevaba las pocas pertenencias que pudo tomar, mientras las demás se inundaban con las aguas rápidas provenientes del desbordamiento del río Magdalena. Así como ella, lo perdieron todo 3760 familias manatieras y otras más de los municipios del sur del Atlántico.

En el departamento es realmente dramática la situación frente al tema de los damnificados, más de lo que muchos realmente alcanzan a imaginar. “Una cosa es que se lo cuenten y otra cosa es vivirlo, esto es como en las películas”, dice José De la Hoz, manatiero damnificado. De un momento a otro, personas que lo tenían todo, se resumieron a no tener sus seguridades, y se sumieron a la simple esencia de vivir, a estar a la deriva, a la caridad del prójimo en medio de la resignación.

El 90% de la población damnificada se halla aún sin poder volver a sus casas y viven en condiciones poco humanas: hacinados, exponiéndose a altas y bajas temperaturas en sus cambuches, colegios y algunas casas que el gobierno ha arrendado para alojarlos; sin embargo, los damnificados pasan días sin la cantidad suficiente de agua potable para su consumo, aseo y cocina, el alimento escasea y las enfermedades cutáneas y virales no se hacen esperar.

Actualmente, Manatí se encuentra inundado en un 40%. “Estamos todavía en la primera fase de la emergencia, la humanitaria. Todos los días me dicen que quieren volver a sus casas. En nuestro municipio debiéramos estar en la fase de organización, como aparece establecido en el protocolo de Colombia Humanitaria, sin embargo este proceso ha sido lento, debemos buscar proyectos y así la gente pueda trabajar. El gobierno nos ha recortado los presupuestos de recreación y deporte, entre otros, a la mitad”, manifestó la Alcaldesa de Manatí, Sylvia Pérez Sanjuanelo.

A pesar de la difícil situación, los damnificados están esperanzados que pronto el caudal del agua regrese a su curso normal y que las ayudas de la caridad de los atlanticenses y colombianos no merme para con ellos, ya que la atención hacia este tema ya no es igual. “La gente se ha olvidado poco a poco de nosotros, todas las ayudas se vieron en diciembre y enero. Ya estamos a marzo y ya no se ve lo mismo. A veces duramos 3 días sin agua” comentó Gabriel Martínez, uno de los afectados.

En vista de esto, el pasado 22 de marzo, un grupo de damnificados recibieron la visita de representantes de las fundaciones internacionales ECHO, Caritas Alemana y MercyCorps por intermedio de Pastoral Social de la Arquidiócesis de Barranquilla. Durante la jornada se observó lo avanzado que va el proyecto de vivienda ‘Ciudadela Nueva Esperanza’, donado por estas entidades y que será entregado a principios de abril. 150 familias que estaban en condiciones infrahumanas podrán tener cada una de ellas, una vivienda digna a la luz de Dios, y no cualquier refugio de palos y plástico que los exponga a algún peligro.

Cada casa está compuesta por paredes de láminas ligeras, techo de material impermeable y resistente, contarán con fluido eléctrico, agua potable, gracias a tanques elevados para el área de cocina y baterías sanitarias, las cuales estarán separadas por género para mantener el debido orden y pudor entre los habitantes.

Construcción de comunidad

Si bien para Dios nada es imposible, y es cierto que Él está en medio de los más pobres, pero no sólo los pobres materiales, sino también de corazón, los desesperanzados, los que han perdido la fe, estas premisas se palpan entre las 150 familias que fueron seleccionadas para recibir las viviendas. “No tengo más que agradecimientos con Pastoral Social, sin ellos hoy no tuviéramos parte del objetivo, que es darle solución a los albergues temporales. Cualquier granito de arena no nos sobra”, añadió la Alcaldesa de Manatí.

Pastoral Social ha venido trabajando en los últimos meses en una labor psicosocial con estas familias damnificadas, es por ello que personas que anteriormente apenas se conocían, luego de 3 meses de convivencia se ayudan entre sí con el ánimo de superarse. En la ‘Ciudadela Nueva Esperanza’ se respira respeto, armonía, organización, liderazgo, unidad, tranquilidad y sobre todo fe.

Debemos solidarizarnos con nuestros hermanos atlanticenses porque ellos hacen parte de nosotros. Pudimos haber sido cualquiera de nosotros los que de un día para otro lo perdiéramos todo por la fuerza de las aguas del río, sin embargo, hoy somos afortunados de estar en medio de nuestras comodidades disfrutando de una buena lectura, un plato de comida, bebiendo agua, vistiendo a la moda, mientras a nuestro alrededor se encuentran miles de personas necesitando de nosotros.

* Comunicadora Social y Periodista. dianavqa@gmail.com

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