viernes, junio 09, 2006

LA NATURALEZA QUE NOS EDUCA

San Francisco de Asís es el patrono de la ecología, por eso en este mes en que reflexionamos sobre el respeto a la naturaleza, acerquémonos a la vida y a la historia de este hombre que supo hacer de su fe y su amor por las criaturas, una misma experiencia de vida.

FRANCISCO Y EL HUERTO
Junto a la iglesia de la Porciúncula había un huerto. En él crecía aquella higuera en la que durante tanto tiempo la hermana cigarra había cantado las alabanzas del Señor. Había también otros árboles. Al fraile que recogía la leña para el fuego san Francisco le recomendaba no cortar las ramas verdes, sino partir solamente los ramos secos para no dañar al hermano árbol.

Al fraile encargado del huerto el santo le decía: -No plantes hierbas comestibles en todo el terreno. Deja un espacio libre para las hierbas que en la estación propicia producen las hermanas flores.
San Francisco aconsejaba también al hermano hortelano que convirtiera en jardín una parte del huerto, donde sembrar hierbas olorosas, para que con su perfume alabasen a Dios. De los senderos del huerto el santo recogía incluso los pequeños gusanos para que nadie los pisara, y a las abejas quería que se les diese miel y buen vino para que no murieran durante los rigores del invierno.

En medio del huerto hay también un hormiguero. San Francisco, en los momentos de descanso, contempla maravillado las idas y venidas de las hormigas transportando granitos y migajas. San Francisco, hablando de las hormigas, dice a los frailes: -Mirad, hijos míos, cómo trabajan en buen acuerdo y sin tregua nuestras hermanas hormigas. Parecen otras tantas monjitas, todas en fila dedicadas a la tarea. Son minúsculas y modestas, pero nos enseñan con su ejemplo. Aprendamos de ellas a obrar sin descanso por el Señor. Tomando ejemplo de los animales, San Francisco hablaba con palabras sencillas a sus frailes.

Un día, a un fraile que se avergonzaba de ir a pedir limosna, San Francisco le dice: -Marcha por tu camino, fraile mosca, porque quieres comer del sudor de tus hermanos, quedándote ocioso. No te pareces para nada a nuestras hermanas hormigas, sino más bien al hermano zángano que deja trabajar a las abejas y luego quiere ser el primero en comer la miel.

1 comentario:

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