sábado, agosto 09, 2008

EL DEBER DEL PERIODISTA


Sin descuidar su independencia, los periodistas, que tienen poder para transformar lo que tocan, deben contribuir a mejorar la sociedad y a sus individuos.

"Como el rey Midas, el periodista transforma lo que toca". La primera vez que leí esta afirmación rotunda, tratándose de un texto de Javier Darío Restrepo, sonreí pensando en ese instante que al fin le había encontrado una falla por exageración al maestro, quien, para muchos en el gremio, incluyéndome ahí, es como un directorio de verdades incuestionables sobre la ética periodística que se desparrama en alrededor de veinte libros y millares de notas escritas, radiales, en televisión o Internet.

Pero seguí leyendo. '(El periodista) tiene en sus manos el potencial educativo de toda noticia, la posibilidad de guiar en la comprensión del mundo y de su historia. Éste es el mismo poder que ha construido sociedades tolerantes o intolerantes, pasivas o activas, esperanzadas o desesperanzadas, llenas de odio o comprensión, vengativas o de perdón, de culto a los valores o a los antivalores. Claro que los periodistas no son los únicos que intervienen en esa construcción, pero sí es indudable que aportan elementos definitivos al aplicar su poder de guiar...'

Pienso ahoraque no es exageración. Que el maestro tiene razón en tal poder de los periodistas y, más aún, cuando enseña que ese poder debería ser aplicado al servicio de las mejores acciones sin dejar de contar las malas porque el periodista es, ante todo, un servidor público y por lo tanto el público, es decir, las personas, son los verdaderos propietarios de la información.

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