Octógesima Octava Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano
Ser país depende de los que eligen y de los elegidos
En el marco de la Octogésima Octava Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, los prelados, luego de varios días de conversación, le piden al país mediante comunicado emitido el pasado 12 de febrero, a que en este tiempo de elecciones piensen en el bien común antes que el bien particular, pues están convencidos que los colombianos estamos llamados a ser ciudadanos activos capaces de ser elegidos y de elegir a conciencia; no dejándonos llevar por aquello que se nos ofrece momentáneamente, pues de nada sirve, cumplir con el deber de votar, para luego si no recibimos una recompensa particular, llenarnos de lamentaciones y pensar que todo es culpa de aquellos que se eligieron y que hoy no asumen su liderazgo con rectitud. Los colombianos tenemos en nuestras manos la capacidad de marcar con una x por quien se vota y en quien se deposita la confianza para guiar al pueblo.
En nuestros tiempos, somos consientes y muchos hemos padecido de una u otra forma, las dificultades que caracterizan esta época, pero, todas estas se convierten en piezas fundamentales para no observar lo malo como obstáculo, sino como aquello que nos permite edificar y consolidarnos como país lleno de esperanza y que cada día lucha por vivir en verdadera fraternidad; es a partir de esta realidad que los colombianos estamos llamados a elegir con verdadero sentido democrático y a que los que quieren ser elegidos sean firmes y éticos en sus promesas. Los Obispos colombianos expresaron: “Queremos resaltar la violencia que recorre todos los ámbitos, (familia, estadios, comunas, campos, pandillas, colegios, etc.), el desempleo, el desplazamiento forzado, la falta de vivienda, el hambre, la impunidad, la corrupción, la cultura de la ilegalidad, pues todo esto constituye los elementos del desafío que han de afrontar con creatividad, audacia, abnegación y trasparencia, quienes asumen la noble tarea de la política”.
El llamado es también a que a partir de las ideas planteadas por los nuevos líderes de Colombia, se rescaten los valores cristianos y el legado que nos dejaron nuestros antepasados, teniendo en cuenta que próximamente estamos por conmemorar el bicentenario de nuestro país, recordando así a todos aquellos próceres, que llenos de ideales sólidos buscaron recobrar la dignidad de hombres, la libertad nacional, los derechos naturales, la gloria y el honor.
Nuestros obispos han manifestado: “Los innumerables tesoros del alma colombiana, tan rica en valores humanos y cristianos, heredados de nuestros mayores, y entre los cuales cabe destacar la probada solidaridad con quienes sufren, la fortaleza ante la adversidad, la capacidad de levantarse de las más difíciles circunstancias y la cohesión familiar, deben ser aprovechados y estimulados con entusiasmo para la construcción de una Patria en la cual nos sintamos hijos y partícipes de su futuro”.
Es a partir de esta invitación que los candidatos para las próximas elecciones deben asumir su programa electoral de manera consciente, pensando y obrando con rectitud, pues es doloroso constatar que algunos de los que fueron elegidos en pasados comicios están en la cárcel o han sido destituidos de sus cargos o se han visto cuestionados en su idoneidad, honradez y transparencia de vida; esto ha producido un gran desgano y apatía en el electorado, sospecha y desilusión hacia los políticos y sentimiento de haber sido burlados y defraudados.
No hay duda, y es hora que todos los colombianos, asumamos la actitud que nos corresponde, ser responsables del presente y del futuro de la nación. Los Obispos de Colombia manifiestan: “hacemos un llamado a los candidatos a pensar en el bien común antes que en intereses personales o partidistas y a presentar programas que respondan a las necesidades del pueblo; y a los electores a aprovechar la oportunidad para cumplir el deber y el derecho de votar y participar así activamente en la gestión de la cosa pública. Se trata de ejercitar nuestra conciencia ciudadana en la escogencia de personas que, por sus calidades éticas y competencias profesionales, estén dispuestas, como nuestros próceres, a comprometerse en la búsqueda de caminos que conduzcan a la justicia, la fraternidad y el bienestar de todos los ciudadanos”.
Ser país depende de los que eligen y de los elegidos
En el marco de la Octogésima Octava Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, los prelados, luego de varios días de conversación, le piden al país mediante comunicado emitido el pasado 12 de febrero, a que en este tiempo de elecciones piensen en el bien común antes que el bien particular, pues están convencidos que los colombianos estamos llamados a ser ciudadanos activos capaces de ser elegidos y de elegir a conciencia; no dejándonos llevar por aquello que se nos ofrece momentáneamente, pues de nada sirve, cumplir con el deber de votar, para luego si no recibimos una recompensa particular, llenarnos de lamentaciones y pensar que todo es culpa de aquellos que se eligieron y que hoy no asumen su liderazgo con rectitud. Los colombianos tenemos en nuestras manos la capacidad de marcar con una x por quien se vota y en quien se deposita la confianza para guiar al pueblo.
En nuestros tiempos, somos consientes y muchos hemos padecido de una u otra forma, las dificultades que caracterizan esta época, pero, todas estas se convierten en piezas fundamentales para no observar lo malo como obstáculo, sino como aquello que nos permite edificar y consolidarnos como país lleno de esperanza y que cada día lucha por vivir en verdadera fraternidad; es a partir de esta realidad que los colombianos estamos llamados a elegir con verdadero sentido democrático y a que los que quieren ser elegidos sean firmes y éticos en sus promesas. Los Obispos colombianos expresaron: “Queremos resaltar la violencia que recorre todos los ámbitos, (familia, estadios, comunas, campos, pandillas, colegios, etc.), el desempleo, el desplazamiento forzado, la falta de vivienda, el hambre, la impunidad, la corrupción, la cultura de la ilegalidad, pues todo esto constituye los elementos del desafío que han de afrontar con creatividad, audacia, abnegación y trasparencia, quienes asumen la noble tarea de la política”.
El llamado es también a que a partir de las ideas planteadas por los nuevos líderes de Colombia, se rescaten los valores cristianos y el legado que nos dejaron nuestros antepasados, teniendo en cuenta que próximamente estamos por conmemorar el bicentenario de nuestro país, recordando así a todos aquellos próceres, que llenos de ideales sólidos buscaron recobrar la dignidad de hombres, la libertad nacional, los derechos naturales, la gloria y el honor.
Nuestros obispos han manifestado: “Los innumerables tesoros del alma colombiana, tan rica en valores humanos y cristianos, heredados de nuestros mayores, y entre los cuales cabe destacar la probada solidaridad con quienes sufren, la fortaleza ante la adversidad, la capacidad de levantarse de las más difíciles circunstancias y la cohesión familiar, deben ser aprovechados y estimulados con entusiasmo para la construcción de una Patria en la cual nos sintamos hijos y partícipes de su futuro”.
Es a partir de esta invitación que los candidatos para las próximas elecciones deben asumir su programa electoral de manera consciente, pensando y obrando con rectitud, pues es doloroso constatar que algunos de los que fueron elegidos en pasados comicios están en la cárcel o han sido destituidos de sus cargos o se han visto cuestionados en su idoneidad, honradez y transparencia de vida; esto ha producido un gran desgano y apatía en el electorado, sospecha y desilusión hacia los políticos y sentimiento de haber sido burlados y defraudados.
No hay duda, y es hora que todos los colombianos, asumamos la actitud que nos corresponde, ser responsables del presente y del futuro de la nación. Los Obispos de Colombia manifiestan: “hacemos un llamado a los candidatos a pensar en el bien común antes que en intereses personales o partidistas y a presentar programas que respondan a las necesidades del pueblo; y a los electores a aprovechar la oportunidad para cumplir el deber y el derecho de votar y participar así activamente en la gestión de la cosa pública. Se trata de ejercitar nuestra conciencia ciudadana en la escogencia de personas que, por sus calidades éticas y competencias profesionales, estén dispuestas, como nuestros próceres, a comprometerse en la búsqueda de caminos que conduzcan a la justicia, la fraternidad y el bienestar de todos los ciudadanos”.
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