viernes, octubre 19, 2007

¿SOY INSTRUMENTO DE DIOS DESDE MI PROFESIÓN?

Descubrir la presencia de Cristo Jesús en nuestra vida no es fácil de comprender si no tenemos una experiencia personal con él, que nos lleve a decir como el apóstol san Pablo: "Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí" (Galatas 2,19-21). Y desde esa dimensión ser capaz de convertirnos en un instrumento dócil para la obra del Señor al servicio de los demás.


Por MARQUEZA ROMERO GUTIERREZ
Comunicadora Social Periodista

Ser dócil implica obediencia a Dios, es decir, hacer la voluntad del Padre. Entonces, ser un instrumento dócil para el Señor es estar dispuestos a colaborarle, fiel y constante en la construcción de su Reino. Sin nuestra cooperación esta tarea jamás se logrará porque somos la mente, los ojos, la boca, las manos, el corazón: es Jesucristo mismo, quien se manifiesta a todos a través de nosotros para mostrar su misericordia e infinito amor.

La pregunta sería: ¿desde mi profesión, yo puedo ser instrumento de Dios? ¡Claro que puedo serlo! Si me comprometo a ser un instrumento dócil en las manos del Señor. Libre de orgullo, egoísmo, rivalidad, mentira, soberbia, prepotencia, engaño, vanidad, avaricia, pereza, lujuria, hipocresía y, sobre todo, el desamor. Necesitamos morir a todas esta cosas que nos impiden servir al prójimo y nos alejan de la gracia de Dios.

Por eso, cada uno desde el don que Dios le dio, a través de su profesión, puede contribuir a construir una sociedad más justa siendo modelo de vida. El médico, por ejemplo, debe mirar al paciente no como un usuario o número de afiliación, sino como un ser humano que siente, y que es un hijo de Dios; mostrarle con su trato amable, sonriente y amoroso el rostro dulce de Jesús; compadecerse de él sintiéndolo cercano, comprendiendo su pesar y dolor; es decir, mirarlo como un ser humano integral.

INSTRUMENTOS DE COMUNIÓN

El Jubileo de los Periodistas y Comunicadores me permitió hacer una reflexión sobre el papel que jugamos nosotros los comunicadores y periodistas como constructores de sociedad en todos los ambientes donde nos movemos, especialmente como instrumentos de comunión. En nuestras manos está la posibilidad, a semejanza de Cristo, de transformar el mundo con mensajes constructivos y positivos. Desde este punto de vista, la contribución que hagamos orientando a la sociedad permitirá que prevalezcan valores tan esenciales como el amor, la verdad, la lealtad, la honradez, etc., tan duramente cuestionados hoy en día.

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