
Por MARQUEZA ROMERO GUTIERREZ
Comunicadora Social Periodista
Ser dócil implica obediencia a Dios, es decir, hacer la voluntad del Padre. Entonces, ser un instrumento dócil para el Señor es estar dispuestos a colaborarle, fiel y constante en la construcción de su Reino. Sin nuestra cooperación esta tarea jamás se logrará porque somos la mente, los ojos, la boca, las manos, el corazón: es Jesucristo mismo, quien se manifiesta a todos a través de nosotros para mostrar su misericordia e infinito amor.
La pregunta sería: ¿desde mi profesión, yo puedo ser instrumento de Dios? ¡Claro que puedo serlo! Si me comprometo a ser un instrumento dócil en las manos del Señor. Libre de orgullo, egoísmo, rivalidad, mentira, soberbia, prepotencia, engaño, vanidad, avaricia, pereza, lujuria, hipocresía y, sobre todo, el desamor. Necesitamos morir a todas esta cosas que nos impiden servir al prójimo y nos alejan de la gracia de Dios.
Por eso, cada uno desde el don que Dios le dio, a través de su profesión, puede contribuir a construir una sociedad más justa siendo modelo de vida. El médico, por ejemplo, debe mirar al paciente no como un usuario o número de afiliación, sino como un ser humano que siente, y que es un hijo de Dios; mostrarle con su trato amable, sonriente y amoroso el rostro dulce de Jesús; compadecerse de él sintiéndolo cercano, comprendiendo su pesar y dolor; es decir, mirarlo como un ser humano integral.
El Jubileo de los Periodistas y Comunicadores me permitió hacer una reflexión sobre el papel que jugamos nosotros los comunicadores y periodistas como constructores de sociedad en todos los ambientes donde nos movemos, especialmente como instrumentos de comunión. En nuestras manos está la posibilidad, a semejanza de Cristo, de transformar el mundo con mensajes constructivos y positivos. Desde este punto de vista, la contribución que hagamos orientando a la sociedad permitirá que prevalezcan valores tan esenciales como el amor, la verdad, la lealtad, la honradez, etc., tan duramente cuestionados hoy en día.
La pregunta sería: ¿desde mi profesión, yo puedo ser instrumento de Dios? ¡Claro que puedo serlo! Si me comprometo a ser un instrumento dócil en las manos del Señor. Libre de orgullo, egoísmo, rivalidad, mentira, soberbia, prepotencia, engaño, vanidad, avaricia, pereza, lujuria, hipocresía y, sobre todo, el desamor. Necesitamos morir a todas esta cosas que nos impiden servir al prójimo y nos alejan de la gracia de Dios.
Por eso, cada uno desde el don que Dios le dio, a través de su profesión, puede contribuir a construir una sociedad más justa siendo modelo de vida. El médico, por ejemplo, debe mirar al paciente no como un usuario o número de afiliación, sino como un ser humano que siente, y que es un hijo de Dios; mostrarle con su trato amable, sonriente y amoroso el rostro dulce de Jesús; compadecerse de él sintiéndolo cercano, comprendiendo su pesar y dolor; es decir, mirarlo como un ser humano integral.
INSTRUMENTOS DE COMUNIÓN
El Jubileo de los Periodistas y Comunicadores me permitió hacer una reflexión sobre el papel que jugamos nosotros los comunicadores y periodistas como constructores de sociedad en todos los ambientes donde nos movemos, especialmente como instrumentos de comunión. En nuestras manos está la posibilidad, a semejanza de Cristo, de transformar el mundo con mensajes constructivos y positivos. Desde este punto de vista, la contribución que hagamos orientando a la sociedad permitirá que prevalezcan valores tan esenciales como el amor, la verdad, la lealtad, la honradez, etc., tan duramente cuestionados hoy en día.
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