miércoles, diciembre 08, 2010

DE MUJER A MUJER


!El canto: es el afecto del corazón hecho música!

“¡Viva la fe, viva la esperanza, viva el amor (2), que viva Cristo, (2) que viva el Rey!” Así cantamos, alegres, con el corazón y con gozo cuando estamos ungidas por el Espíritu Santo. Aunque no todas seamos cantantes con buen ritmo y talento, nos damos cuenta que Dios está aquí.

“¡Qué alegre la mañana que me habla de Dios, qué alegre la mañana!” Cantando escribía este artículo en la mañana soleada del 20 de julio, cantando en una mañana que Dios me hablaba de esperanza, serenidad, equilibrio, con un cielo despejado, pájaros y mariposas posándose alegres en los florones que hay en mi patio, aunque, días anteriores, por exceso de lluvia, estaban caídos. Siendo este el tercer día soleado, seguía cantando por aquellos que no cantaban ese día, orando por el tiempo invernal, pues aunque a muchos les gusta la lluvia, hay otros, los damnificados que necesitan recuperarse en la esperanza, que miren al cielo y canten: “¡Haz cambiado mi lamento en baile, me vestiste con alegría, por eso a ti cantaré, gloria mía..!”

“¡Perdona tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo Señor!” es lo que cantamos por el pecado que por generaciones hemos causado al medio ambiente, obra de tu amor. Papá Dios, aún no te hemos pedido perdón por no administrar bien los recursos naturales, perdón por todos nuestros antepasados, entre todos, ocasionamos daños al equilibrio climatológico.

Análogamente, en nosotras también ocurren sequías, nubosidades, rayos y tormentas, lluvias y días soleados. Muchas veces viviremos primaveras, otoños, inviernos y veranos a nivel espiritual. San Agustín decía: “se viven tribulaciones cuando se vive cristianamente”. Se trata entonces, de una lucha de oración, reflexión, expiación y arrepentimiento para pedir la ayuda a la Santísima Virgen, para que sea ella quien nos ayude por el poder que le dio Dios, para no caer en pecado mortal, por la sabiduría otorgada del Hijo y el amor que le dio el Espíritu Santo para perseverar en la gracia final.

“¡El amor de Dios es maravilloso, (3) grande es el amor de Dios!” Su misericordia nos regala un día soleado después de la tormenta y paz después de una tribulación, así como riega la tierra posterior a una sequía, también nos riega el alma cuando sufrimos por la sequedad interior. No obstante, son necesarias nuestras lluvias de lágrimas para el arrepentimiento verdadero o en el abandono total en Dios que nos socorre con un pañuelo de amor, diciéndonos: “no temas”.

¡Ven, canta, sueña cantando, vive soñando un nuevo sol en que volveremos a pedir perdón, administrar bien los recursos y cantar… Gloria a Dios, Gloria a Dios, Gloria al Padre, a Él le sea la Gloria, a Él le sea la Gloria, Aleluya, amén, Aleluya (2)!”

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