Comunicado oficial de la Conferencia Episcopal Colombiana, ante el lamentable caso de la niña de 11 años sometida a un aborto en días pasados.
Hemos sido informados ampliamente a través de los medios de comunicación, del caso de la menor de 11 años, embarazada por el padrastro que abusó de ella durante cuatro años.
Apoyándonos en los elementos de juicio hasta hoy conocidos, queremos fijar, una vez más, nuestra posición decidida a favor de la vida y hacer las siguientes precisiones.
No se justifica, bajo ningún punto de vista, el excesivo afán e interés de algunos medios de comunicación y de las mismas autoridades de pedir y señalar el aborto como única solución posible para un caso como éste. Se han descartado olímpicamente posibilidades mucho más humanas y más acordes con la condición de una menor de edad.
La misma Corte Constitucional, excediéndose en sus atribuciones, ha pedido y exigido que se opte por el aborto, por el sólo hecho de que ya fue despenalizado en casos de violación.
No hemos visto el mismo celo ni el mismo interés en reclamar el castigo ejemplar para el violador y para las personas que, conociendo el caso, no lo denunciaron oportunamente a las autoridades.
Nos duele pensar que una niña de once años tenga que ser sometida a la práctica de un aborto: es tanto como someterla a una nueva violación.
El fallo proferido por la Corte Constitucional despenalizó el aborto en tres casos específicos, entre ellos cuando el embarazo es fruto de una violación. Pero este fallo no establece ninguna obligación de abortar ni desconoce el artículo 18 de nuestra Constitución que garantiza la libertad de conciencia y establece que nadie será obligado a actuar contra ella.
Reconocemos el valor de los médicos que invocando la objeción de conciencia se rehusaron inicialmente a practicar el aborto y reclamaron la reglamentación que debe acompañar el fallo de la Corte constitucional.
Finalmente reiteramos la posición de la Iglesia Católica expresada en Documentos tan luminosos como la Carta Encíclica "Evangelium Vitae" sobre el valor y el carácter inviolable de la vida humana. "A este propósito, escribe el Papa Juan Pablo II, resuena categórico el reproche del Profeta: "Ay de los que llaman al mal bien y al bien mal, que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad" (Is. 5,20). Precisamente en el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública... Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia que va de la concepción al nacimiento" (E.V.58).
Bogotá, D.C., 24 de agosto de 2006
+ Luis Augusto Castro Quiroga
Arzobispo de Tunja
Presidente de la Conferencia Episcopal
+ Fabián Marulanda López
Obispo - Secretario General
de la Conferencia Episcopal
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