martes, agosto 21, 2007

GENERANDO PROGRESO DESDE LA FE

Desde la década del cincuenta, en el siglo pasado, cuando se inició la construcción de la Catedral Metropolitana María Reina, la comunidad arquidiocesana y todas las personas de buena voluntad del Atlántico, se han unido fraternalmente cada agosto en torno a este templo.

La Catedral se ha convertido a lo largo de estos años para abuelos, padres, hijos y nietos, en un signo de unidad e integración familiar y social. Todos, sin intereses particulares, gestionamos ante aquellos empresarios que conocemos, motivamos a nuestros vecinos, promocionamos en los medios de comunicación, animamos a niños y jóvenes en sus instituciones educativas, en fin, todos juntos hemos ido descubriendo, alrededor de la Catedral, los valores de la solidaridad y la fraternidad que cada vez parecen más difíciles de palpar en medio de la competitividad y el hedonismo del mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir.

Inicialmente, la sensibilización iba encaminada a gestionar los recursos para tener las bases de construcción de tan majestuosa obra arquitectónica. Luego, se continuó recurriendo a la solidaridad regional, nacional e internacional, para avanzar en la construcción de la edificación que todavía hoy no se ha concluido pues, entre otras cosas, le falta el campanario. La magnitud de la obra, por un lado, así como los múltiples frentes que debe atender la Arquidiócesis de Barranquilla, que también requieren inversiones económicas, han impedido concluir la obra de la Catedral. Pero, ante tal realidad, se es consciente de las necesidades de mantenimiento permanente del templo catedralicio de los atlanticenses, el cual ha logrado subsistir gracias a la tenacidad de obispos, presbíteros y católicos en general que aman su Iglesia y entienden el sentido de una catedral para vivir plenamente su catolicidad.

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