sábado, abril 05, 2008

EL RINCÓN DE PABLITO


LITURGIA DE LA EUCARISTÍA
LA CONSAGRACIÓN

¿Analizaron lo que les conté en el KAIRÓS anterior? Pues bien, cuando el sacerdote une sus manitos y las coloca sobre el pan y el vino, él invoca o llama al Espíritu Santo para que los consagre y así se conviertan en Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

Luego de la invocación al Espíritu Santo, el sacerdote inicia el relato de la institución de la Eucaristía. Jesucristo instituyó la Eucaristía en el momento que se reunió con sus discípulos para celebrar la Pascua. Nosotros continuamos celebrando esa Eucaristía de la misma manera que Él lo hizo. Cuando el sacerdote toma el Pan y el Vino y repite las palabras que dijo Jesús en la 'última cena' con sus discípulos, Él se hace presente en ese Pan y en ese Vino.

Finalizada la consagración no quedan ni pan ni vino, sólo los apariencias, es decir: olor, color, sabor, forma. Ahora es Jesús quien se hace presente.

¿QUÉ ES LA PASCUA?

Llegó la Pascua y en este tiempo todos tenemos que estar dispuestos a vivir la alegría de la resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Pero, ¿sabes qué es la Pascua? Bueno, si no sabes yo te lo voy a explicar de manera clara.

La Pascua es la conmemoración anual que la Iglesia hace del misterio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Con estos acontecimientos Jesús nos salvó del pecado y la muerte dándonos una oportunidad de vida y amor. Esta conmemoración se prepara con los cuarenta días de Cuaresma y se celebra siguiendo los pasos de Jesús hacia el Calvario: su entrada a Jerusalén, la última cena con los apóstoles donde se instituyó el sacramento de la Eucaristía, la pasión y muerte del Señor en la cruz y el Viernes Santo y el Sábado Santo esperamos la resurrección de Jesús celebrando la Vigilia Pascual hasta el Domingo de Resurrección que abre con gran júbilo los 50 días de la Pascua que finalizan con la celebración del Pentecostés.

Esta es la celebración más importante de todos los cristianos porque gracias a la Resurrección de Jesús nuestra esperanza tiene sentido. Cristo resucitó para consolidar la fe y nos hace revivir aquellos primeros momentos de la experiencia de Él viviente en medio de sus discípulos. Es un tiempo que da una nueva vitalidad a la Iglesia que hace florecer las semillas y granar los frutos. La Pascua tenemos que vivirla fijándonos, precisamente, en Cristo resucitado para que nosotros vivamos una vida nueva según el amor de Dios.

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