Por: JULIO GIRALDO
Periodista
Hace 60 años, el sector donde hoy se encuentra la iglesia San Clemente Romano no era más con un monte con muy buena vegetación y cruzado por algunos arroyos. El doctor Alberto Pumarejo, ilustre patriarca barranquillero, en aquella época senador de la República, consiguió las partidas necesarias para hacer de este boscoso sector un barrio pequeño; sólo eran unas 4 manzanas, con casitas modernas para la época y cuyos primeros moradores fueron empleados públicos y algunos obreros. Así inicia la vida del nuevo barrio, bautizado por sus moradores con el nombre de Pumarejo en honor, precisamente, al doctor Alberto Pumarejo.
Cuando ya es un barrio organizado con farmacias, tiendas, escuelas, inspección de policía, puesto de salud, notan que falta lo principal para un asentamiento humano que surge en cualquier rincón de Colombia: “una iglesia católica”. Las personas que habitan el naciente barrio, que ya es uno de los más poblados de la ciudad, acudían a distintos sacerdotes para que les celebrara la eucaristía dominical y los atendieran espiritualmente, así fuera una vez por semana. La idea de la construcción del templo surge cuando llega a Barranquilla, procedente de la diócesis de Santa Rosa de Osos, monseñor Jesús María Urrea, amigo personal del Obispo Francisco Gallego Pérez (tan amigo que lo nombró como su consultor). Era monseñor Urrea un prelado de muy buena posición económica, heredada de su señora madre Clementina Sánchez de Urrea, quien ya había fallecido. Habla monseñor Urrea con monseñor Gallego Pérez y le manifiesta que él quiere regalar un templo a la ciudad. Monseñor Gallego Pérez, de inmediato y sin pensarlo mucho, le acepta el ofrecimiento y le indica el barrio Pumarejo para que sea allí donde se materialice el ofrecimiento.
El padre Marcos Díaz López, de grata recordación en nuestra Arquidiócesis por los altos cargos que ocupó y por su gran labor pastoral, para la época ya estaba colaborando y tratando de hacer realidad los deseos de los habitantes del barrio Pumarejo de tener un templo digno donde hacer sus celebraciones y desarrollar su vida de Iglesia. Es, entonces, al padre Marcos Díaz a quien monseñor Urrea comisiona para que se ponga al frente de la construcción. El padre Marcos, a su vez, designa a la señora Teresa Torres de Villa, mujer de elevados principios morales, católica hasta los tuétanos, emprendedora y líder de la naciente comunidad, para que ella supervisara continuamente los trabajos, cuidara de los materiales y realizara todos los sábados el pago de los jornales a los obreros. Nos cuenta doña Teresa, quien en la actualidad tiene más de 95 años de edad, que el trabajo fue duro, pero la gente se entusiasmó, hacían bazares, venta de empanadas, algunas verbenas y todo esto bien administrado contribuía para comprar la dotación del templo.
Así, la donación de monseñor Urrea y el trabajo organizado de la comunidad, fue bendecido por Dios y en febrero de 1958 monseñor Gallego Pérez firmó el decreto de creación de la nueva parroquia, encomendándola bajo la protección de San Clemente Romano. El nombre de San Clemente le fue dado, por una parte, para recordar a la señora madre de monseñor Urrea, Clementina Sánchez y, al mismo tiempo, rindiendo honor a san Clemente Romano, uno de los primeros Papas de la cristiandad, quien murió mártir un 23 de noviembre. Dicen los historiadores que Clemente fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea, sur de Rusia, donde fue condenado a trabajos forzados, todo el día picaba enormes piedras en compañía de otros dos mil cristianos, pero preso y condenado logró convertir en el mismo sitio de suplicio a muchos compañeros suyos a los cuales bautizó; se cuenta también que en estas minas de mármol los obreros morían de sed ya que el único poso de agua potable se encontraba no menos de 10 kilómetros de distancia, pero Clemente oró con tanta fe que milagrosamente apareció allí un poso de agua cristalina, pura y fresca, que mitigaba la sed de los cristianos condenados. Finalmente, Clemente por negarse a adorar a Júpiter, fue arrojado al mar y le ataron en su cuerpo una pesada ancla con el fin de que el mar lo hundiera y así los cristianos no pudieran venerar su cadáver, pero un milagro del cielo hizo que una gran ola devolviera su cadáver a las playas de donde fue rescatado para darle cristiana sepultura.
LA PARROQUIA HOY
Hoy, la Unidad Pastoral San Clemente Romano tiene aproximadamente 15 mil habitantes. Son gentes muy colaboradoras, con sentido de pertenencia a su parroquia, inculcado por los sacerdotes que con mucho celo pastoral han trabajado con esta comunidad. Al frente de sus destinos espirituales se encuentra, desde hace unos 14 meses, el padre Manuel Domingo Arteaga Arias, sacerdote sabio y prudente, y de una verticalidad que no admite términos medios.
Se trabaja muy coordinadamente el plan pastoral que se lleva en la Arquidiócesis. Existen todos los grupos normales de cualquier parroquia: Legión de María, grupos de oración, grupo neocatecumenal; existen también los distintos comités, grupo de jóvenes que se destacan por su dinamismo y actitud frente a los retos que la vida les plantea, realizando continuamente encuentros para motivar a los demás muchachos y orientarlos por el camino de Dios. Cuanta esta parroquia con los agentes de pastoral que trabajan en las asambleas familiares; igualmente existe la pastoral de los enfermos que está integrada por algunos agentes extraordinarios de la comunión que visitan los enfermos, les llevan el pan de la palabra, de la oración y el pan eucarístico. Los tiempos fuertes dentro de la liturgia son vividos con mucha fe. La fiesta patronal se celebra el 23 de noviembre, día de San Clemente, y hay una celebración especial el 11 de febrero con la jornada mundial de oración por los enfermos, con la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, que también es patrona de la parroquia.
Con respecto a las obras materiales realizadas durante el año largo de permanencia del padre Manuel Domingo, se ha remodelado el despacho parroquial, logrando mayor amplitud para un mejor servicio; también se hicieron varias reformas en la casa parroquial y se proyecta la ampliación y modernización del salón de conferencias.
No podemos finalizar esta crónica sin dejar de recordar a los ilustres sacerdotes que han ejercido su ministerio sacerdotal como párrocos, ellos son: Marcos Díaz López, Francisco Buitrago, Luís Enrique Tamayo, José Feliciano Hernández, Fidel García, Víctor Tamayo, José Carvajal, Luís Vargas Ripoll, Javier Medina, Reinaldo Iriarte, Claudio Blanco, Humberto Brun y Manuel Domingo Arteaga.
2 comentarios:
buenas, mi nombre es teresita de jesus amador narvaez, fui bautizada en la iglesia san clemente, desconozco la fecha, naci el 23-04-67 y necesito informacion para poder tener la fe de bautismo, debido a que no he podido viajar a colombia, no tengo ningun documento, y en maracaibo me dicen que demora 2 años para que llega la misma a esta ciudad (arquidiosis)
buenas, mi nombre es teresita de jesus amador narvaez, fui bautizada en la iglesia san clemente, desconozco la fecha, naci el 23-04-67 y necesito informacion para poder tener la fe de bautismo, debido a que no he podido viajar a colombia, no tengo ningun documento, y en maracaibo me dicen que demora 2 años para que llega la misma a esta ciudad (arquidiosis)
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