¿Quién mejor que tú para hablar de vocación?
¡Sí, tú! Acepta el reto de convertir ‘la vocación’ en tema de conversación de estos días.
Por Jaime Alberto Marenco Martínez*
Tú que dices ser “católico, apostólico y romano”; tú que a pesar de los ataques y las críticas a la Iglesia (ocasionados muchas veces por nuestra propia actitud errada de cristianos), te mantienes firme en la fe que ella te transmite; tú que eres consciente de la necesidad de sacerdotes, religiosos y religiosas, especialmente en el territorio atlanticense, eres la ‘persona indicada’ para hablar de vocación.
No se requieren grandes conocimientos para comunicar lo que amamos y en lo que creemos. ¿O el niño que apenas balbucea necesita una orientación especial para emitir sonidos repetitivos que alegran a su progenitora pues ella entiende, desde la amplitud de su corazón, que el pequeño dijo ‘mamá’?
Resulta interesante, y hasta emocionante, aceptar el reto que nos propone la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Vocacional a propósito de la ‘II Semana Vocacional 2009’ que se realiza del 5 al 13 de septiembre: ¡Hablar de vocación!
Hablemos, pues, de vocación a la vida sacerdotal y consagrada en todos los ambientes que frecuentamos; convirtámoslo en un tema de actualidad, de interés, de conversación, de reflexión, de oración, que no sólo sea tratado en la parroquia o en las reuniones propias de la Iglesia. Seamos más lanzados y atrevámonos a proponer el tema en la fila del banco, en la tienda de la esquina, al finalizar el partido de fútbol, en colegio, en el grupo de estudio de la universidad, en las reuniones de cumpleaños, en el taxi, en la peluquería, en el almacén…
Quizás sea de gran valía para un joven escuchar a sus padres, profesores, vecinos, entrenadores deportivos, entre otras personas de su entorno, hablar sobre la vocación y la necesidad de personas consagradas a Dios en estos tiempos. Así que esparzamos con entusiasmo la semilla convencidos de que la obra es de Dios y que nosotros, humildemente, estamos ofreciéndonos como ‘promotores vocacionales’.
No por casualidad estás leyendo estas líneas. Convéncete que nadie puede ponerle más amor al tema vocacional que tú y yo, porque en ti y en mí hay amor por la Iglesia, el ministerio sacerdotal y la vida consagrada. ¿O me equivoco? Espero tus comentarios en marencomar@yahoo.es.
* Comunicador Social – Periodista y estudiante del ciclo filosófico en el Seminario Regional Juan XXIII.
¡Sí, tú! Acepta el reto de convertir ‘la vocación’ en tema de conversación de estos días.
Por Jaime Alberto Marenco Martínez*
Tú que dices ser “católico, apostólico y romano”; tú que a pesar de los ataques y las críticas a la Iglesia (ocasionados muchas veces por nuestra propia actitud errada de cristianos), te mantienes firme en la fe que ella te transmite; tú que eres consciente de la necesidad de sacerdotes, religiosos y religiosas, especialmente en el territorio atlanticense, eres la ‘persona indicada’ para hablar de vocación.
No se requieren grandes conocimientos para comunicar lo que amamos y en lo que creemos. ¿O el niño que apenas balbucea necesita una orientación especial para emitir sonidos repetitivos que alegran a su progenitora pues ella entiende, desde la amplitud de su corazón, que el pequeño dijo ‘mamá’?
Resulta interesante, y hasta emocionante, aceptar el reto que nos propone la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Vocacional a propósito de la ‘II Semana Vocacional 2009’ que se realiza del 5 al 13 de septiembre: ¡Hablar de vocación!
Hablemos, pues, de vocación a la vida sacerdotal y consagrada en todos los ambientes que frecuentamos; convirtámoslo en un tema de actualidad, de interés, de conversación, de reflexión, de oración, que no sólo sea tratado en la parroquia o en las reuniones propias de la Iglesia. Seamos más lanzados y atrevámonos a proponer el tema en la fila del banco, en la tienda de la esquina, al finalizar el partido de fútbol, en colegio, en el grupo de estudio de la universidad, en las reuniones de cumpleaños, en el taxi, en la peluquería, en el almacén…
Quizás sea de gran valía para un joven escuchar a sus padres, profesores, vecinos, entrenadores deportivos, entre otras personas de su entorno, hablar sobre la vocación y la necesidad de personas consagradas a Dios en estos tiempos. Así que esparzamos con entusiasmo la semilla convencidos de que la obra es de Dios y que nosotros, humildemente, estamos ofreciéndonos como ‘promotores vocacionales’.
No por casualidad estás leyendo estas líneas. Convéncete que nadie puede ponerle más amor al tema vocacional que tú y yo, porque en ti y en mí hay amor por la Iglesia, el ministerio sacerdotal y la vida consagrada. ¿O me equivoco? Espero tus comentarios en marencomar@yahoo.es.
* Comunicador Social – Periodista y estudiante del ciclo filosófico en el Seminario Regional Juan XXIII.
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