Por Julio Giraldo*
Julio Giraldo: Hace pocos meses, la emisora “Minuto de Dios” cumplió 17 años de estar al aire en Barranquilla y ayer, 15 de agosto “Radio María” cumplió 12 años de presencia con su frecuencia en nuestra ciudad. ¿Qué tan importante son estos medios radiales dedicados completamente a la evangelización?
Arzobispo: La presencia en nuestro medio de estas dos emisoras católicas, dedicadas a evangelizar de tiempo completo, adquiere toda su importancia cuando consideramos cómo el mundo de hoy recibe de forma permanente el impacto de los medios de comunicación social. Éstos se han convertido en los grandes educadores de la sociedad: ellos difunden las ideas, los criterios, los modos de ver, los modos de considerar la realidad, los modos de vivir. El cambio cultural profundo que estamos viviendo –este cambio de época que afecta a todos los estamentos de la sociedad- se ha debido a los medios de comunicación que han invadido todos los terrenos, y han logrado llegar hasta la intimidad de los hogares.
A ellos se debe que el mundo entero se haya convertido en “una aldea global” –como lo afirmaba el gran filósofo de la comunicación McLuhan a finales de los años 60- en la que se ha creado una “cultura global” que no siempre responde a los mejores intereses del ser humano.
En los últimos años, especialmente, se ha ido deteriorando en forma alarmante la calidad de esa cultura que se transmite por los medios de comunicación, que con frecuencia no logran librarse de un pansexualismo alarmante, de una exaltación permanente de la violencia, de la tergiversación de la realidad por el afán de la noticia impactante.
En este contexto, “El Minuto de Dios” y “Radio María” ofrecen la oportunidad a muchas familias, a muchas personas, católicas y no católicas, de recibir un mensaje sano, orientador, capaz de ayudar a encontrar el verdadero sentido de la vida tanto individual como comunitaria. Con su transmisión permanente están llevando a todos los oyentes el rostro de Cristo que nos revela al Padre de misericordia que ama, con las entrañas de una madre, a todos los seres humanos y que nos ofrece su Espíritu para que podamos encontrar juntos los senderos de la vida. Se convierten así, en oasis refrescantes en medio de la aridez de la vida diaria, tantas veces amenazada por el sin sentido, ofrecen a los fieles la oportunidad de orar, de reflexionar, de encontrar la solución a muchos problemas morales y sociales.
J. G: ¿Cree Usted, señor arzobispo, que la Iglesia está haciendo una presencia suficiente en los medios de comunicación? ¿Cuál sería el ideal de esta presencia?
Arzobispo: Es perfectamente claro que, dada la importancia creciente de los medios de comunicación, la presencia de la Iglesia no siempre es suficiente. Me refiero tanto a los medios propios –canales de televisión, emisoras, periódicos, páginas de Internet- como a la presencia con programas especiales en los medios pertenecientes a otras entidades. En la actualidad se están haciendo grandes esfuerzos para aumentar esa presencia que, a mi juicio, se hace cada día más necesaria. Ya no basta el púlpito (como se denominaba en otras épocas a la predicación dentro de las celebraciones litúrgicas) sino que es necesario recurrir a todos los medios que nos ofrecen las técnicas modernas de comunicación social no sólo en los medios que acabo de mencionar, sino también con la utilización de los métodos de la publicidad y la propaganda. El ideal sería poder combinar todos los recursos que nos ofrecen los medios modernos para que el mensaje del Evangelio llegue de mil formas diferentes a todos los públicos y logre suscitar en ellos alguna respuesta.
J. G: ¿No suena esto a afán de proselitismo?
Arzobispo: En la homilía de la gran celebración eucarística presidida por el papa Benedicto XVI en Aparecida, Brasil, como preludio de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, el santo Padre decía: “La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por "atracción": como Cristo "atrae a todos a sí" con la fuerza de Su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose con el espíritu y concretamente con la caridad de su Señor.” Éstas son palabras realmente esclarecedoras. No basta la transmisión del mensaje por los medios, sino que es necesario “atraer” con la fuerza del testimonio del amor vivido en comunidad. Y esta afirmación me permite completar la respuesta anterior. La proclamación del Evangelio a través de los medios no es sino un complemento de lo que tiene que ser el testimonio permanente de la Iglesia al mundo: mostrarle con la existencia concreta de sus fieles, reunidos en comunidad, cómo la vida se llena de sentido, de fuerza, de alegría, cuando se acepta a Cristo en el corazón, se lo celebra en la Liturgia, y se lo testimonia con el servicio desinteresado a los demás. Por esta razón, la tarea que realizan “El Minuto de Dios” y “Radio María” viene a reforzar el trabajo que estamos realizando en nuestra Arquidiócesis con la metodología de la misión permanente. Tratamos de llegar personalmente a cada uno para invitarlo a salir de su apatía y marginación y empezar a participar activamente en la vida de una comunidad que experimenta con gozo creciente la presencia del Señor resucitado en su seno y que se siente llamada con fuerza a llevar a los demás esa experiencia. Y, de esa manera, estas emisoras católicas –a las que estoy profundamente agradecido y por las que pido permanentemente al Señor- se convierten en una ayuda cada día más necesaria.
Arzobispo: La presencia en nuestro medio de estas dos emisoras católicas, dedicadas a evangelizar de tiempo completo, adquiere toda su importancia cuando consideramos cómo el mundo de hoy recibe de forma permanente el impacto de los medios de comunicación social. Éstos se han convertido en los grandes educadores de la sociedad: ellos difunden las ideas, los criterios, los modos de ver, los modos de considerar la realidad, los modos de vivir. El cambio cultural profundo que estamos viviendo –este cambio de época que afecta a todos los estamentos de la sociedad- se ha debido a los medios de comunicación que han invadido todos los terrenos, y han logrado llegar hasta la intimidad de los hogares.
A ellos se debe que el mundo entero se haya convertido en “una aldea global” –como lo afirmaba el gran filósofo de la comunicación McLuhan a finales de los años 60- en la que se ha creado una “cultura global” que no siempre responde a los mejores intereses del ser humano.
En los últimos años, especialmente, se ha ido deteriorando en forma alarmante la calidad de esa cultura que se transmite por los medios de comunicación, que con frecuencia no logran librarse de un pansexualismo alarmante, de una exaltación permanente de la violencia, de la tergiversación de la realidad por el afán de la noticia impactante.
En este contexto, “El Minuto de Dios” y “Radio María” ofrecen la oportunidad a muchas familias, a muchas personas, católicas y no católicas, de recibir un mensaje sano, orientador, capaz de ayudar a encontrar el verdadero sentido de la vida tanto individual como comunitaria. Con su transmisión permanente están llevando a todos los oyentes el rostro de Cristo que nos revela al Padre de misericordia que ama, con las entrañas de una madre, a todos los seres humanos y que nos ofrece su Espíritu para que podamos encontrar juntos los senderos de la vida. Se convierten así, en oasis refrescantes en medio de la aridez de la vida diaria, tantas veces amenazada por el sin sentido, ofrecen a los fieles la oportunidad de orar, de reflexionar, de encontrar la solución a muchos problemas morales y sociales.
J. G: ¿Cree Usted, señor arzobispo, que la Iglesia está haciendo una presencia suficiente en los medios de comunicación? ¿Cuál sería el ideal de esta presencia?
Arzobispo: Es perfectamente claro que, dada la importancia creciente de los medios de comunicación, la presencia de la Iglesia no siempre es suficiente. Me refiero tanto a los medios propios –canales de televisión, emisoras, periódicos, páginas de Internet- como a la presencia con programas especiales en los medios pertenecientes a otras entidades. En la actualidad se están haciendo grandes esfuerzos para aumentar esa presencia que, a mi juicio, se hace cada día más necesaria. Ya no basta el púlpito (como se denominaba en otras épocas a la predicación dentro de las celebraciones litúrgicas) sino que es necesario recurrir a todos los medios que nos ofrecen las técnicas modernas de comunicación social no sólo en los medios que acabo de mencionar, sino también con la utilización de los métodos de la publicidad y la propaganda. El ideal sería poder combinar todos los recursos que nos ofrecen los medios modernos para que el mensaje del Evangelio llegue de mil formas diferentes a todos los públicos y logre suscitar en ellos alguna respuesta.
J. G: ¿No suena esto a afán de proselitismo?
Arzobispo: En la homilía de la gran celebración eucarística presidida por el papa Benedicto XVI en Aparecida, Brasil, como preludio de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, el santo Padre decía: “La Iglesia no hace proselitismo. Crece mucho más por "atracción": como Cristo "atrae a todos a sí" con la fuerza de Su amor, que culminó en el sacrificio de la cruz, así la Iglesia cumple su misión en la medida en que, asociada a Cristo, realiza su obra conformándose con el espíritu y concretamente con la caridad de su Señor.” Éstas son palabras realmente esclarecedoras. No basta la transmisión del mensaje por los medios, sino que es necesario “atraer” con la fuerza del testimonio del amor vivido en comunidad. Y esta afirmación me permite completar la respuesta anterior. La proclamación del Evangelio a través de los medios no es sino un complemento de lo que tiene que ser el testimonio permanente de la Iglesia al mundo: mostrarle con la existencia concreta de sus fieles, reunidos en comunidad, cómo la vida se llena de sentido, de fuerza, de alegría, cuando se acepta a Cristo en el corazón, se lo celebra en la Liturgia, y se lo testimonia con el servicio desinteresado a los demás. Por esta razón, la tarea que realizan “El Minuto de Dios” y “Radio María” viene a reforzar el trabajo que estamos realizando en nuestra Arquidiócesis con la metodología de la misión permanente. Tratamos de llegar personalmente a cada uno para invitarlo a salir de su apatía y marginación y empezar a participar activamente en la vida de una comunidad que experimenta con gozo creciente la presencia del Señor resucitado en su seno y que se siente llamada con fuerza a llevar a los demás esa experiencia. Y, de esa manera, estas emisoras católicas –a las que estoy profundamente agradecido y por las que pido permanentemente al Señor- se convierten en una ayuda cada día más necesaria.
* Historiador - Periodista/julioetica@yahoo.com
1 comentario:
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