jueves, junio 03, 2010

¿Votar a conciencia?
Por Julio Giraldo*


Monseñor Rubén Salazar, con ocasión de las próximas elecciones presidenciales, nos deja un mensaje claro y profundo para meditar. Abstenerse a la hora de ejercer el derecho al voto es marginarse de las decisiones que afectan decisivamente el futuro del país, votar a conciencia es el primer deber de un ciudadano y nos permite más adelante analizar y manifestar que apoyamos y que no estamos de acuerdo de aquel que elegimos.

JULIO GIRALDO: El domingo 30 de mayo, nuevamente los colombianos tenemos una cita en las urnas electorales para elegir Presidente de la República. El pueblo atlanticense espera el mensaje del Arzobispo como orientación para tan trascendental jornada.

Arzobispo: Cuando nos preparábamos para elegir a senadores y representantes, siguiendo las indicaciones de la Conferencia Episcopal, invité a todos a votar a conciencia, es decir, a votar, después de un análisis serio de las diferentes propuestas, por aquellas personas que buscaran con mayor claridad el bien de la patria por encima de cualquier bien particular o grupal. En la presente ocasión, la Conferencia Episcopal de Colombia nos ha recordado unas claras palabras del papa Benedicto XVI dirigidas en el mes de abril de 2006 a los miembros del Partido Popular Europeo y que nos señalan lo que significa para la Iglesia “buscar el bien de la patria”. Creo que vale la pena dar a conocer el texto de esa intervención pontificia:
“Por lo que atañe a la Iglesia Católica, lo que pretende principalmente con sus intervenciones en el ámbito público es la defensa y promoción de la dignidad de la persona; por eso, presta conscientemente una atención particular a principios que no son negociables. Entre estos, hoy pueden destacarse los siguientes:
• Protección de la vida en todas sus etapas, desde el momento de la concepción hasta la muerte natural.
• Reconocimiento y promoción de la estructura natural de la familia, como unión entre un hombre y una mujer basada en el matrimonio, y su defensa contra los intentos de equipararla jurídicamente a formas radicalmente diferentes de unión que, en realidad, la dañan y contribuyen a su desestabilización, oscureciendo su carácter particular y su irreemplazable papel social.
• Protección del derecho de los padres a educar a sus hijos.

Estos principios no son verdades de fe, aunque reciban de la fe una nueva luz y confirmación. Están inscritos en la misma naturaleza humana y, por tanto, son comunes a toda la humanidad. La acción de la Iglesia en su promoción no es, pues, de carácter confesional, sino que se dirige a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa. Al contrario, esta acción es tanto más necesaria cuanto más se niegan o tergiversan estos principios, porque eso constituye una ofensa contra la verdad de la persona humana, una grave herida causada a la justicia misma”.

Como bien lo afirma el Santo Padre, cuando la Iglesia levanta su voz lo hace sólo para defender la dignidad de la persona que hoy, por desgracia, se quiere mancillar de varias formas con argumentos que, aparentemente, buscan su libertad y realización. Y defiende la dignidad de la persona a partir de principios que no son confesionales sino basados en la naturaleza misma del ser humano. Esto es importante repetirlo, porque hoy con frecuencia se quiere imponer a la Iglesia el silencio con el argumento de que vivimos en un estado laico en el que los argumentos religiosos no tienen valor. Y esto es una falacia. La Iglesia no busca, repito, imponer las convicciones católicas a todos los colombianos, sino ayudar a descubrir, a la luz de la sana razón, la verdad del ser humano para poder respetar y defender su dignidad.

J. G.: ¿No habría en nuestra patria otros puntos importantes para tener en cuenta?

Arzobispo: Sin duda que la situación particular del país impone que la atención se dirija también a otros aspectos fundamentales. Por ejemplo, se debe buscar implementar aquellas políticas que ayuden a vencer la pobreza, la marginación, la injusticia y la violencia. Y para ello creo que es fundamental concretar una política educativa amplia, que ofrezca la oportunidad a todos de tener acceso a la mejor y más completa educación. Mientras la educación sea un privilegio de unos pocos no podremos salir de la situación de injusticia y violencia que nos destruye.

J. G.: Un fenómeno persistente en Colombia ha sido la abstención. ¿Es un deber para un católico votar?

Arzobispo: Votar no es un deber sólo para el católico sino para todo buen ciudadano. Abstenerse es marginarse de las decisiones que afectan decisivamente el futuro del país. Votar, en cambio, votar a conciencia, sin dejarse condicionar por presiones, sin pretender sacar provecho del voto, por ejemplo vendiéndolo, es el primer deber de un ciudadano. Nuestra democracia no se robustecerá mientras no tengamos una participación limpia y honesta de todos en la elección de nuestros dirigentes. Y esto depende también de nosotros.
*Periodista-Historiador. julioetica@yahoo.com

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