
Innumerables temas podrían considerarse como "poco importantes" o sin repercusión alguna para la vida del ciudadano común. Por lo general se menosprecia o relativiza los efectos de aquello que sucede lejos de las fronteras o que no "toca" -aparentemente- en modo directo los intereses y la seguridad de las regiones.
En el caso de Colombia, a esta indiferencia, en unos casos relativa y en otros absoluta, ante temas cruciales para todos, se suma el efecto anestésico de lo que se hace costumbre; en otras palabras, esa actitud de no inmutarse, de resignarse a problemáticas como el secuestro o la violencia, debido a su cotidianidad. Si se habla de terrorismo, lo primero que se piensa es en Medio Oriente, Palestina o en oscuros personajes como Osama Bin Laden. Algo que resulta paradójico en un país que lleva más de 50 años inmerso en una guerra fraticida, de los cuales más de 15 han sido de terrorismo.
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