Para responder a esta pregunta o explicarnos este comportamiento religioso, hemos formulado las siguientes explicaciones o hipótesis:
1. Los católicos se hicieron adultos pero su fe no creció, se quedaron con la fe de la primera comunión y, al enfrentarse al proselitismo de las sectas, cayeron en manos de un pastor que, después de presentar a la Iglesia como la prostituta del Apocalipsis y al Papa como el anticristo, quedaron en cuidados intensivos de donde salieron con odio a la Iglesia Católica y fieles de una nueva religión.
2. La edad adulta le plantea al ser humano grandes interrogantes como: ¿Qué le acontece al ser humano después de la muerte? ¿Qué sentido tiene la existencia? Nuestros católicos con su fe infantil no pudieron responderse ni acudieron a alguien que los orientara, sino que fueron a caer en manos de un pastor, por invitación de un amigo, novio, novia, familiar, etc., y la respuesta fue que si continuaban en la Iglesia Católica irían directo al infierno, pero si se convertían a la nueva religión serían contados entre los ciento cuarenta y cuatro mil salvados del Apocalipsis.
3. La sencillez y la emotividad (gestos, aplausos, movimientos, coros) de los ritos de las sectas frente a la austeridad y al simbolismo de la liturgia católica llena los vacíos que ésta les deja.
4. La falta de participación en la pastoral de la Iglesia durante mucho tiempo (tratamiento como a menores de edad), frente al inmediato encargo del pastor de reclutar fieles para la nueva comunidad y, finalmente, la ignorancia de la Sagrada Escritura frente a confesiones que sólo utilizan la Biblia porque carecen de sistemas teológicos bien estructurados, incita a dejar la Iglesia e irse a buscar otras experiencias religiosas. Sobre estos temas he hablado.
Ahora quiero analizar un problema de perspectiva histórica que yo formulo así: Es posible que si esos hermanos en el momento de su decisión tuviesen bien claro quién fue o es el fundador de la nueva confesión religiosa que abrazan, no habrían dado el paso de dejar la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo para buscar la salvación en una confesión religiosa fundada por un hombre.
Pienso que nuestros hermanos no habrían dado ese paso si, antes de irse de la Iglesia Católica, hubieran podido tener la perspectiva histórica del cristianismo, es decir, la de que la Iglesia que fundó Cristo y pusieron en marcha los Apóstoles, enviados por el mismo Cristo con Pedro a la Cabeza, es la única Iglesia construida por él. En efecto, fue a Pedro a quien el Señor le dijo en la región de Cesarea de Filipo: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra, quedará atado en los cielos; y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos”, (Mt 16,18-19; Jn 21,15-17), es la única y misma Iglesia que gobernó Pedro, y que ha llegado hasta nosotros, a pesar de las debilidades y pecados tanto de sus jerarcas como de sus fieles, presidida sin interrupción por 265 papas sucesores de Pedro, el último de los cuales es Benedicto XVI. Cualquier historiador serio, aun sin ser católico, podría hacer el recorrido a la inversa, y remontarse desde Benedicto XVI, el actual Pedro, hasta Simón Pedro primer Papa, lo cual prueba que la Iglesia católica es la única Iglesia fundada por el mismo Cristo.
Tertuliano, un padre de la Iglesia nacido en Cartago, África, en el año 160 d.C. y muerto después del 220, describe así el proceso de expansión de la Iglesia: “Los apóstoles -palabra que significa “enviados”-, después de haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, (llamadas hoy Iglesias Particulares o Diócesis), después fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias, tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.
“Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una misma tradición apostólica”. (Del Tratado de Tertuliano, presbítero, sobre la prescripción de los herejes. Cap. 20, 1-9; 22, 8-10: CCL 1, 201-204. Cfr Liturgia de las Horas t II p.1684)
Las otras confesiones cristianas, por lo tanto, distintas de la Iglesia apostólica, han ido apareciendo en el tiempo como ramas arrancadas del tronco plantado por el mismo Cristo. ¿Quién, cuándo, dónde, por qué, fueron fundadas estas confesiones? En la próxima edición mencionaremos las cuatro principales confesiones cristianas, conocidas como el Cisma de Occidente. De ellas se han derivado las miles de sectas que han invadido a América Latina.
Continuará...
1. Los católicos se hicieron adultos pero su fe no creció, se quedaron con la fe de la primera comunión y, al enfrentarse al proselitismo de las sectas, cayeron en manos de un pastor que, después de presentar a la Iglesia como la prostituta del Apocalipsis y al Papa como el anticristo, quedaron en cuidados intensivos de donde salieron con odio a la Iglesia Católica y fieles de una nueva religión.
2. La edad adulta le plantea al ser humano grandes interrogantes como: ¿Qué le acontece al ser humano después de la muerte? ¿Qué sentido tiene la existencia? Nuestros católicos con su fe infantil no pudieron responderse ni acudieron a alguien que los orientara, sino que fueron a caer en manos de un pastor, por invitación de un amigo, novio, novia, familiar, etc., y la respuesta fue que si continuaban en la Iglesia Católica irían directo al infierno, pero si se convertían a la nueva religión serían contados entre los ciento cuarenta y cuatro mil salvados del Apocalipsis.
3. La sencillez y la emotividad (gestos, aplausos, movimientos, coros) de los ritos de las sectas frente a la austeridad y al simbolismo de la liturgia católica llena los vacíos que ésta les deja.
4. La falta de participación en la pastoral de la Iglesia durante mucho tiempo (tratamiento como a menores de edad), frente al inmediato encargo del pastor de reclutar fieles para la nueva comunidad y, finalmente, la ignorancia de la Sagrada Escritura frente a confesiones que sólo utilizan la Biblia porque carecen de sistemas teológicos bien estructurados, incita a dejar la Iglesia e irse a buscar otras experiencias religiosas. Sobre estos temas he hablado.
Ahora quiero analizar un problema de perspectiva histórica que yo formulo así: Es posible que si esos hermanos en el momento de su decisión tuviesen bien claro quién fue o es el fundador de la nueva confesión religiosa que abrazan, no habrían dado el paso de dejar la Iglesia Católica, fundada por Jesucristo para buscar la salvación en una confesión religiosa fundada por un hombre.
Pienso que nuestros hermanos no habrían dado ese paso si, antes de irse de la Iglesia Católica, hubieran podido tener la perspectiva histórica del cristianismo, es decir, la de que la Iglesia que fundó Cristo y pusieron en marcha los Apóstoles, enviados por el mismo Cristo con Pedro a la Cabeza, es la única Iglesia construida por él. En efecto, fue a Pedro a quien el Señor le dijo en la región de Cesarea de Filipo: “Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del Hades no podrán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares sobre la tierra, quedará atado en los cielos; y cuanto desatares sobre la tierra, quedará desatado en los cielos”, (Mt 16,18-19; Jn 21,15-17), es la única y misma Iglesia que gobernó Pedro, y que ha llegado hasta nosotros, a pesar de las debilidades y pecados tanto de sus jerarcas como de sus fieles, presidida sin interrupción por 265 papas sucesores de Pedro, el último de los cuales es Benedicto XVI. Cualquier historiador serio, aun sin ser católico, podría hacer el recorrido a la inversa, y remontarse desde Benedicto XVI, el actual Pedro, hasta Simón Pedro primer Papa, lo cual prueba que la Iglesia católica es la única Iglesia fundada por el mismo Cristo.
Tertuliano, un padre de la Iglesia nacido en Cartago, África, en el año 160 d.C. y muerto después del 220, describe así el proceso de expansión de la Iglesia: “Los apóstoles -palabra que significa “enviados”-, después de haber elegido a Matías, echándolo a suertes, para sustituir a Judas y completar así el número de doce (apoyados para esto en la autoridad de una profecía contenida en un salmo de David), y después de haber obtenido la fuerza del Espíritu Santo para hablar y realizar milagros, como lo había prometido el Señor, dieron primero en Judea testimonio de la fe en Jesucristo e instituyeron allí Iglesias, (llamadas hoy Iglesias Particulares o Diócesis), después fueron por el mundo para proclamar a las naciones la misma doctrina y la misma fe.
De modo semejante, continuaron fundando Iglesias en cada población, de manera que las demás Iglesias fundadas posteriormente, para ser verdaderas Iglesias, tomaron y siguen tomando de aquellas primeras Iglesias el retoño de su fe y la semilla de su doctrina. Por esto también aquellas Iglesias son consideradas apostólicas, en cuanto que son descendientes de las Iglesias apostólicas.
“Es norma general que toda cosa debe ser referida a su origen. Y, por esto, toda la multitud de Iglesias son una con aquella primera Iglesia fundada por los apóstoles, de la que proceden todas las otras. En este sentido son todas primeras y todas apostólicas, en cuanto que todas juntas forman una sola. De esta unidad son prueba la comunión y la paz que reinan entre ellas, así como su mutua fraternidad y hospitalidad. Todo lo cual no tiene otra razón de ser que su unidad en una misma tradición apostólica”. (Del Tratado de Tertuliano, presbítero, sobre la prescripción de los herejes. Cap. 20, 1-9; 22, 8-10: CCL 1, 201-204. Cfr Liturgia de las Horas t II p.1684)
Las otras confesiones cristianas, por lo tanto, distintas de la Iglesia apostólica, han ido apareciendo en el tiempo como ramas arrancadas del tronco plantado por el mismo Cristo. ¿Quién, cuándo, dónde, por qué, fueron fundadas estas confesiones? En la próxima edición mencionaremos las cuatro principales confesiones cristianas, conocidas como el Cisma de Occidente. De ellas se han derivado las miles de sectas que han invadido a América Latina.
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