sábado, marzo 08, 2008

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE


PARROQUIA SANTA MARIA MAGDALENA
MALAMBO: UNA POBLACIÓN DE FE Y EMPUJE

Por JULIO GIRALDO *

Hoy continuamos en el municipio de Malambo, que por su extensión y crecimiento, la Iglesia católica se ha visto en la necesidad de crear nuevas parroquias, conservando el templo de la parroquia madre del pueblo que es Santa María Magdalena. Esta hermoso templo espigado de arte gótico, se erige majestuoso en todo el centro de la población, como testigo viviente de varias generaciones de malamberos que lanzando la atarraya al rió, cultivando sus frescos pastizales y con el coraje muy propio de su raza indígena, se abrieron paso, construyeron caminos, fundaron su pueblo, construyeron su templo y sembraron la semilla del cristianismo.

No se sabe con precisión en que época fue construido tan hermoso templo, pero algo que sí recuerda la gente de Malambo es que, muy cerca de su capilla, estaban colocadas las campanas a una altura de tres metros de las cuales colgaba una cuerda para agitar el badajo. El sector era un criadero de chivos, eran cientos de estos apetecidos cuadrúpedos que dormían en la plaza pública y, cuando llegaban extraños para tratar de unirse a la manada, se armaban enormes peleas formando remolinos que con sus cachos tocaban las campanas a cualquier hora de la noche o la madrugada. Inicialmente los vecinos se levantaban asustados por saber que era lo que estaba sucediendo en el barrio, púes en ninguna parte del mundo es normal que las campanas de la iglesia de una pequeña aldea inviten a la comunidad a las dos de la mañana; muchas conjeturas se hacían, muchos decían que era el diablo, y fue así como crearon fantasmas y leyendas sobre el fenómeno de las campanas, hasta que un astuto malambero descubrió que las campanas se escuchaban porque los chivos pelando se enredaban con sus cachos en la cuerda la cual jalaba el badajo y las campanas empezaban a tañer.

Pero miremos que esta sencilla anécdota sirve para que los habitantes del pequeño sector se organicen y conformen su primera junta de ornato y embellecimiento de Malambo. Quedaron en la junta las personas más prestantes de la época como Antonio María Camargo, Arnulfo Camargo, las hermanas Serje Florián y Emigdio Miranda entre otros más, que por razones del tiempo se olvidaron. Con esta selecta y distinguida junta, nace la idea de reconstruir el pueblo y su templo, no en la forma que está actualmente, y todo lo anterior con el fin de construir la torre y cúpula del templo.

Se dice que para la época, 1944, las verbenas estaban prohibidas en Malambo, pero la junta consiguió que para beneficio de las obras que se disponían emprender naciera la primera verbena en el municipio, y se aprovechó la temporada de carnaval cuando la corona de reina la disputaban las distinguidas señoritas conchita y Silvia Suárez. Fue todo un éxito económico y las utilidades fueron a parar al fondo de la campaña pro torres del templo. A partir de este momento se siguieron autorizando las verbenas, pero siempre para fines benéficos. Se dice también que para la época los sacerdotes Mariano Rodríguez, Lucio Díaz, Néstor Coronel, Francisco Álvarez, Carlos Castrillón, Julio Rodríguez, Francisco Gijón, Emilio Fonseca, José Anisan y Juan de Jesús Serna, procedentes de Sabanagrande y Soledad, atendían la parroquia en calidad de encargados y como aún no se tenía casa cural, ellos se bajaban en la casa de la niña Edicta Rodríguez, quien era la dueña de una tienda en la plaza, diagonal al templo; esta era prácticamente la casa cural, porque además de guardar allí los ornamentos y vasos sagrados, también la niña Edicta les brindaba suculentos desayunos a los padres y sus colaboradores.

Los deseos y aspiraciones de los malamberos se hicieron realidad al construir una bella torre exactamente igual a una fotografía que fue solicitada a un amigo de España, el doctor Franco Esnarro; la fotografía fue enviada de Valladolid (España), y la obra la dirigió Hugo Ernesto De Moya, un maestro de obra que había trabajado al lado del hermano claretiano Vicente Galicia en la construcción del templo de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. El buen gusto, el amor al arte y la vena artística de los habitantes de Malambo, se ve reflejado en el proceso arquitectónico que ha tenido el templo con cinco grandes transformaciones que lo han hacho acreedor al reconocimiento oficial de ‘patrimonio arquitectónico del municipio’. El 18 de abril de 1963, Monseñor Germán Villa Gaviria expide el decreto por el cual se crea la parroquia de Santa María Magdalena en el municipio de Malambo y se nombra como primer párroco en propiedad al sacerdote Dagoberto Escorcia.

LA PARROQUIA HOY

El 20 de enero de 2006, llegó como párroco el padre Jaime Enrique Barrios Mercado, joven y activo sacerdote que debe atender una población de aproximadamente setenta y cinco mil habitantes distribuidos en la nueva parroquia del Carmen, en Caracoli, algunos corregimientos, y en la célula pastoral principal de Santa María Magdalena.

Encuentra una parroquia cuya feligresía responde en todos los niveles a los llamados que su párroco hace, una comunidad muy tradicionalista y de costumbres arraigadas muy, sin duda alguna, de sus antepasados los indígenas. Una de esas costumbres es que la mayoría de las parejas que contraen matrimonio lo hacen el último sábado del año.

La celebración que aglutina a todos los malamberos es la de su santa patrona. La feligresía, desde el primer mes de cada año, comienza sus preparativos, es decir, que toda la comunidad gira alrededor de la fiesta de Santa María Magdalena, siguiendo en importancia la fiesta del Señor de los Milagros. Es una parroquia con una fe viva, y muy bien orientada por los anteriores párrocos, prueba de lo cual es que en este momento el padre Jaime se ha dedicado a fortalecer el proyecto del PDRE, teniendo como resultado una comunidad muy dinámica que marcha al compás de la Arquidiócesis. Diariamente se celebran dos misas, los domingos cuatro y hay que hacer celebraciones en las células.

La feligresía en general acude con mucha devoción a los sacramentos y son unos colaboradores incondicionales para la parroquia. El templo en la actualidad conserva su primitivo estilo, luce aseado y muy bien decorado y hay un proyecto de ampliar su sacristía y efectuar algunas reparaciones que son urgentes. En cuanto a la casa cural, el padre Jaime, en común acuerdo con el señor Arzobispo, consiguieron una partida de dinero para remodelar totalmente la vieja casona que amenazaba ruina y era poco funcional; hoy es una casa moderna con amplios cuartos para los sacerdotes, salas, comedor, despacho parroquial, patios y corredores con una sobria y bella decoración que dan armonía, tranquilidad y paz, no solamente para los sacerdotes que habitan el lugar, sino también para los feligreses que acuden en la búsqueda del sacerdote o de algún documento eclesial.

* Periodista – Historiador arquidiocesano.

No hay comentarios.: