martes, marzo 25, 2008

VOCACIÓN: UNA PALABRA QUE DEFINE TU VIDA


Elkin y Fanny, dos jóvenes creyentes en Dios entregaron sus vidas al Todopoderoso sin importar lo que pasara. La abuela de él lo llevaba desde los 4 años a misa, de allí su gran interés por la vida religiosa; ella, por su parte, casi se va para África con una comunidad religiosa. Dos vidas distintas, pero una misma vocación. Ellos se atrevieron ¿Y tú?

Por CARLOS MARIO CASELLES *

Dios desde siempre ha llamado al hombre y a la mujer para que cumplan una misión en la vida. La Biblia dice que nosotros desde antes de estar en el seno de nuestra madre, ya Él nos había consagrado y elegido para una misión clara.

En la vida sacerdotal, el Señor puede ir revelando esa misión en cualquier momento, como le pasó a Elkin Mario Cabrera, quien desde muy niño y a medida que iba creciendo el Señor mostraba signos en su vida. Ser acólito en su parroquia Nuestra Señora de Guadalupe desde los 8 años, determinó el gusto por la vida sacerdotal; un interés que comenzó gracias a su abuela. “La que me empezó a llevar a misa fue mi abuela, como mis papás no me llevaban a misa y tenía la Iglesia Guadalupe allí cerquita, me ponía en la puerta y los cantos se escuchaban desde mi terraza. Mi abuela me dice que cuando ella me llevó a la iglesia yo le señalaba el altar y decía que quería estar allá”.

Ese interés lo seguía teniendo a los 16 años y, al darse cuenta que era algo serio, le dijo sí a Dios. “Respondí a ese llamado, con alegría, con generosidad; porque descubrí en el Señor esa persona que llenaba todo mi ser, esa persona que llenaba toda mi vida. Porque la realización de mi vida, la verdadera felicidad la encontré en Jesucristo”, dice alegremente este joven seminarista.

Por su parte, Fanny Orozco descubrió su llamado mucho más tarde, gracias a su director de grupo; fue cuando cursaba los dos últimos años del bachillerato en su natal Candelaria. En la Eucaristía ella solía encargarse de toda la parte de la liturgia y, en mayo, del rezo del rosario por el mes de la Virgen.

Luego de una conversación en el salón en el que se definía el perfil de cada uno, el profe, como le llamaba de cariño, le dijo que la veía de religiosa. Fue así como empezó a dictar catequesis en la preparación de los niños para las primeras comuniones del colegio y también se unió al grupo juvenil de la Parroquia San Vicente Ferrer del Municipio de Candelaria. Al tener un roce con la vida parroquial, la hermana Micheline Towanou llegó a Candelaria y demoró un fin de semana. “Empezamos a trabajar con ella el grupo juvenil y la vida de religiosa desde allí me interesó más, porque ya al ver como trabaja una hermana, en este caso como misionera, me fue llamando la atención”.

Inició su proceso con esta comunidad africana, llamada las Oblatas Catequistas de los Pobres. Al empezar este proceso su mamá no quería, pues temía perderla, ya que ella creía que su hija se iría al continente africano. Sin embargo ella continuó. Posteriormente a su vida llega el padre Mauricio Rey, que al conocer la preocupación de su mamá, la presenta con la hermana Úrsula González, quien pertenece a la comunidad Hermanas de la Caridad Dominicas de La Presentación. Su proceso ha durado desde ese entonces, agosto de 2007, hasta hoy día en el Colegio Lourdes de Barranquilla, institución dirigida por dicha comunidad.

Por el trabajo de sus padres, Elkin terminó su bachillerato en el Colegio Corazonista de Bogotá. En el 2007 cuando se vino para Barranquilla, llegó con la decisión firme de entrar al seminario, un reto que venció con mucha oración y el apoyo del Padre Diógenes Marrero. “Yo le vine a decir a mis papás un poquito antes de graduarme, porque ellos estaban insistiendo en preguntarme: -¿Elkin que vas a estudiar?- Pero yo, por temor a lo que me iban a decir ellos, no lo quería expresar. Hasta un día que mi mamá se me acercó y me dijo: Elkin tú quieres ser sacerdote. Y yo le pregunté: -¿Tú en qué me ves en un futuro?-, y me dijo: -Bueno yo creo que tú puedes ser sacerdote, porque nosotros siempre te hemos visto en eso. Entonces yo le dije: -Ah bueno, eso es lo que quiero ser y gracias por decirlo, porque no lo tengo que decir yo”, refiere entre risas.

LA VIVENCIA DEL PROCESO

Ambos, como todos los que han escogido esa vida, han llevado un proceso de discernimiento vocacional. Fanny, quien se encuentra en la cumbre de su proceso, aprendió a conocerse así misma, distinguió las diferentes facetas que están en la vida: la vocación al matrimonio, la de soltera y la vocación religiosa; por supuesto, decidió ésta última esta estudiante de VII semestre de Comunicación Social y Periodismo, quien vio en dicha profesión una mejor forma de evangelizar y entregar la Palabra de Dios.

Elkin lo llevó a cabo en el círculo vocacional de la Vicaría Espíritu Santo, en el que todos los delegados vicariales entregaron herramientas para discernir de una mejor forma a ese llamado que el Señor les hizo. Retiros, visitas al seminario, convivencias y su paso por Jornada de Vida Cristiana, ayudaron a que tomara más convencido tal decisión.

A pesar de que los molesten sus amigos, a él diciéndole ‘padre’ o a ella ‘monja’ desde antes de tiempo, sus corazones están entregados a Dios cada vez más. “Mi invitación es que respondan al Señor sin miedo, sin prejuicios, generosamente y estar disponibles, abiertos a su opción para que Él haga de nosotros lo mejor”, expresa Elkin convencido de su vocación.

Gracias a las experiencias espirituales que han tenido, tampoco dudan un segundo en el compromiso que deben llevar en su vida sacerdotal y religiosa. ”Sigan lo que su corazón dice… díganle como Samuel: ‘Habla Señor que tu siervo escucha’, o como nuestra Virgen María: ‘Heme aquí según tu palabra’. Que seamos como María y le digamos ese sí eterno que nunca se acaba”, puntualiza Fanny.

* Jornadista – Estudiante de VIII semestre de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Autónoma del Caribe.

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