martes, marzo 25, 2008

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE


UNIDAD PASTORAL SAN RAFAEL ARCÁNGEL
URBANIZACIÓN NORMANDÍA (SOLEDAD)

LA EXPANSIÓN DEL PUEBLO DE DIOS

Por JULIO GIRALDO *

El crecimiento de Barranquilla y su área metropolitana se extiende por todos los puntos cardinales y, a la par de ese crecimiento, la Iglesia Católica sigue creando nuevas parroquias en barrios y urbanizaciones sin importar el lugar o estrato social a que pertenezcan.

Hoy presentamos a nuestros lectores la historia de una naciente parroquia creada por decreto de Monseñor Rubén Salazar Gómez el 24 de enero del presente año, pero con una historia que se remonta 20 años atrás cuando los primeros habitantes de Villa Soledad, llegados de distintas regiones del país y llevados por su necesidad, invadieron el lugar ya que, aparentemente, esos extensos terrenos enmontados, abandonados de la mano del hombre, llenos de arroyos, caños, y toda clase de animales, no tenían dueño; allí cada familia fue clavando estacones y con plásticos y cartón se cubrían del sol y de la lluvia. Fueron tiempos muy difíciles, la energía eléctrica la traían con cualquier alambre desde sitios muy distantes, igual ocurría con el agua que tomaban de un tubo madre que suministraba el servicio para Galapa. Estos habitantes, con la ayuda de un experto en perforación de tubos, conectaron un grifo y construyeron un poso en donde la gente hacia fila para recoger el precioso liquido; cada día, más y más invasores llegaban y las necesidades iban creciendo, pero también se notaba “un aparente progreso,” ya que muchas familias pudieron cambiar el cartón y plástico de sus tugurios, por ladrillo, madera y eternit, gracias a los ‘politiqueros’ de turno quienes entregaban estos materiales a cambio de votos; pero lo más admirable de todo es que, faltando un puesto de salud, puesto de policía, sin tener agua, ni luz ni teléfonos, mucho menos vías de penetración, a ellos esto parece no importarles, pues lo que más les preocupaba era la falta de una capilla y un sacerdote que en medio de su pobreza los acompañe. Ésta motivación se atribuye al trabajo pastoral realizado en el sector por un grupo de religiosas y laicos que con mucha frecuencia visitaban la urbanización y hasta natilla, hayacas y regalos les llevaban cada diciembre.

Transcurridos 10 años -estamos hablando del año 1994-, el padre Víctor Tamayo estaba como párroco de la iglesia del Divino Niño, y desde allí el que nació y se ordenó para servir a sus semejantes llega a Villa Soledad, escucha la voz de la comunidad y de inmediato entra en contacto con el que dice ser dueño de un pequeño terreno, lo compra y comienza a enviar los materiales que el lograba conseguir tocando puertas todos los días; la casita se construyó y llegan los misioneros redentoristas encabezados por el padre Pablo Patiño; estos misioneros se encargan de seguir abriendo el sendero, van casa por casa anunciando el evangelio y mostrando caminos para la redención espiritual y material de la nueva comunidad.

En el año 2000, la Arquidiócesis de Barranquilla tiene una transformación total y esta pequeña comunidad con su capillita pasó a ser célula pastoral de la parroquia de San Marcos Evangelista y llegó como párroco el padre Dimas Fernández, quien continuó con el trabajo pastoral que ya habían iniciado los redentoristas, encontró una comunidad muy bien formada y motivada, dispuesta y firme para sacar adelante el proyecto de construir una iglesia con la que se puedan sentir como una verdadera comunidad eclesial. No es fácil, no hay terreno, es un barrio económicamente muy pobre, allí nadie es adinerado, viven de sus empleos o del rebusque diario, pero el padre Dimas sigue animándolos y deja la comunidad ya más estructurada y hace las primeras gestiones de un terreno para la iglesia. El lote más apropiado y disponible que encontró era un botadero de basuras y con muchos problemas de propiedad, razón por la cual Monseñor Víctor Tamayo buscó por aire, mar y tierra al verdadero dueño hasta que lo encontró; era el señor Eliécer Srreyner, con quien conversó y, finalmente, el terreno fue donado para la iglesia. Luego llegó el padre Julio César Ruiz, quien también hace su aporte espiritual, dirige, anima y consolida los grupos apostólicos que hoy ya están formados y trabajando al ritmo de la misión arquidiocesana.

LA PARROQUIA HOY

Al llegar a la Urbanización Normandía se palpa un gran progreso, sus habitantes han venido lentamente mejorando sus viviendas, y ya es otro el ambiente que se vive; en el campo espiritual, estas gentes le dan a uno una gran lección, pues una parroquia no es solamente una iglesia material, sino una feligresía bien estructurada, motivada y sedienta de Dios. Esto fue lo que percibimos en la unidad pastoral San Rafael Arcángel; no existe templo material, púes es apenas una muy pequeña capillita, no hay despacho parroquial, tampoco casa para vivienda del sacerdote, pero si un grupo numeroso de hombres y mujeres que hacen parte de todas las estructuras de la misión arquidiocesana, existe también la Legión de María, grupos de oración y todas las congregaciones propias de una parroquia; con orgullo visten camisetas blancas con el logotipo de su parroquia.

Allí, en un amplio terreno en donde con la ayuda de la familia Abuchaibe construyen su templo, a pleno sol esperan al reportero del Kairós para contarle sus luchas, angustias y satisfacciones. Al frente de tan especial comunidad, se encuentra el joven seminarista Jesús Eduardo Pérez, quien ya realizó sus estudios de filosofía y comenzó teología en Ocaña, pero por su gran espíritu misionero decidió hace dos años hacer su experiencia pastoral en está comunidad a la cual pertenece. Su trabajo es calificado por la comunidad como extraordinario, él es el cerebro y guía de la construcción del templo que ya cuenta con todas sus columnas de concreto en pie y listas y para recibir la estructura de hierro que soportará el techo. En la parte espiritual, Jesús Eduardo organizó la primera fiesta patronal, hizo conocer las virtudes del santo patrono y continuamente se encuentra animando la fe de la comunidad; es tan grande la vocación sacerdotal y misionera de este joven, que acaba de aplazar su reingreso al seminario hasta no terminar la construcción de la iglesia para su barrio.

Hasta hace pocos días el padre Arturo Rey celebraba las eucaristías, administraba los sacramentos y ayudaba mucho a toda la comunidad; con fecha reciente, el señor Arzobispo nombró como párroco en propiedad al padre Dimas Fernández quien llega con mucho amor y entusiasmo a ponerse al frente de su nuevo rebaño, teniendo en cuenta que Dios le ha concedido el privilegio de poder continuar y concluir la obra que él empezara años atrás, cuando era párroco de San Marcos Evangelista. La feligresía de la naciente parroquia se encuentra feliz y le da gracias a Dios por tantas bendiciones para la comunidad; por fin tendrán la celebración de la Semana Santa completa con párroco en propiedad y, muy pronto, estarán inaugurando y bendiciendo su templo que es fruto de la generosidad de la familia Abuchaibe, y del trabajo y sacrificio de cada uno de sus habitantes que desde su pobreza dieron todo lo que tenían para Dios.

* julioetica@yahoo.com

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