viernes, mayo 16, 2008

JOVEN, ¡ARRIÉSGATE!


Arriésgate es una de las tantas palabras que se necesita tener presente en la vida de tantas personas que no han sido capaces de atreverse en su vida personal, familiar, académica, empresarial y, mucho menos, vocacional. Entendiendo vocación como el llamado al amor, como el servicio que se le presta a la Iglesia y a la sociedad desde un estilo de vida específico, llámese sacerdocio, matrimonio o vida consagrada; Dios ha impregnado en cada uno de nosotros su imagen y semejanza (Génesis 1,27), esto nos potencializa a dar lo mejor de cada uno a una sociedad que experimenta desconfianza, temores, prevenciones y dudas. ¡Arriésgate! La historia en la que nos ha tocado vivir es la historia que nos corresponde transformar de manera valiente y osada.

Creo en lo que se afirmó en el documento conclusivo de Aparecida: "los jóvenes no le tienen miedo al sacrificio, sino a una vida sin sentido" (discurso inaugural del Papa Benedicto XVI, 5). Lo creo porque soy uno de ellos. Cuando se descubre que la vida es una aventura, también hay que ver cuál es el acompañante de esa aventura; si es Cristo: hay vida eterna; si es el materialismo y el tener: una vida sin sentido; si es el facilismo: una vida vacía y desorientada; si es la fama: felicidad efímera; si es vivir como Iglesia: salvación y transformación de vida y de la sociedad; recordemos que el presente es construcción del futuro.

Cuando soy capaz de correr riesgos ante realidades que otros han vivido, que se nos invita desde la Palabra de Dios y desde las orientaciones de la Iglesia, tendré grandes posibilidades de encontrar lo que Dios quiere. Ahora, al movernos en nuestro terreno vocacional, aparecen las preguntas en más de una ocasión: ¿será lo mío? ¿es la vocación para siempre? ¿qué quiere Dios de mí? entre otras inquietudes. Recuerdo en estos momentos que la Virgen María también tuvo esta clase de dudas ante las palabras del arcángel Gabriel: ¿Cómo será esto, pues no conozco varón? (Lucas 1, 34), y las tuvo Zacarías, ¿cómo puedo creer esto? yo soy viejo y mi esposa también (Lucas 1, 18). En estos dos personajes existen dudas, temores; pero la Virgen María no le cree a las dudas, cree en las palabras del arcángel san Gabriel, y se realizan obras grandes en ella y en el género humano; en cambio Zacarías le cree a la duda, a sus temores y queda mudo, ¡que gran diferencia! ¿A quién le crees?

Arriésgate de una vez, si Dios te está llamando Él te dará los medios, las herramientas, las personas que te rodeen en el momento de decidirte de una vez a la aventura de ser su discípulo, su misionero. Si comprendiéramos el misterio de la vocación, Dios seguiría haciendo obras grandes por medio de ti, de cada uno de nosotros llamados a optar por Él. Me pongo a pensar con muchos de los proyectos de Dios para la humanidad, trabados por el miedo de tantas personas que no se lanzan a darle un sí para cumplir su voluntad, para que, a través de cada uno de nosotros, Él se manifieste y haga obras grandes.

Señor, sigue colocándote en medio de nuestros temores, dudas, vacilaciones, incertidumbres e indecisiones, para que en tu nombre lancemos las redes. ¡Atrévete y descubre tu verdadera vocación!

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