Por Donny Jaflet De León Vargas*
“Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20). Estas palabras expresan el amor que Dios nos tiene para nunca dejarnos solos; somos creaturas suyas, obra de Sus manos y, por eso, Dios no quiere que nosotros experimentemos sufrimiento. Estas palabras de Cristo, antes de subir al Padre, contienen la fuerza para que la humanidad ante los peligros y las adversidades de la vida no tambalee.
Basta con dar un vistazo a la historia para darnos cuenta que Dios siempre ha permanecido acompañando a su pueblo. Pero, surge la pregunta: ¿Si Dios está con nosotros por qué sufrimos tanto? La respuesta es sencilla, Dios siempre ha estado contigo, pero tú no te has esmerado por encontrarlo. Dios está en tu interior, más adentro de ti que tú mismo desde el día de tu concepción, donde el amor de tu madre y el de tu padre fundidos en uno solo demuestran la grandeza del amor de quien nos ha creado. Basta con ir a tus adentros y encontrar a ese Dios que te hace humano, ese Dios que te mueve a amar a los demás como a ti mismo.
El hecho de que exista la injusticia es porque el hombre ha actuado sin contar con Dios. Por tanto, cuando el hombre vuelva a su interior y se encuentre con el soplo que Dios infundió en su interior el día de su creación, será más humano y vivirá en el mundo en paz que su corazón tanto anhela. De igual forma, nuestras esperanzas deben estar puestas en el Dios que nunca nos abandona, que nunca falta, que nunca falla y, felizmente, gozaremos de las palabras del profeta Isaías: “Los que esperan en el Señor, él les renovara el vigor, subirán con alas como águilas, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse” (Is. 40,31)
* Seminarista I de Filosofía – donnydl1@hotmail.com
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