Oye tienes una misión: Ser misionero del Señor
Por Comunidad hermanas Paulinas
Por Comunidad hermanas Paulinas
Se habla de una historia que empezó en Galilea, donde un joven nazareno llamado Jesús, salió de su casa y se lanzó a realizar la voluntad de Su Padre. Lo más particular es que éste joven invitó a muchos a predicar el Reino, los llamó hermanos, discípulos; con su ejemplo les hizo ver que era en la confianza en Dios Su Padre, donde radicaba la fuerza de la proclamación.
Este grupo de discípulos se caracterizó por su fraternidad, por compartir lo que tenían, por reconocerse necesitados de la misericordia de Dios, por ser entusiastas en la misión. Claro que también sortearon momentos de gran dificultad, incomprensión, persecuciones y hambre, pero eso no los detenía porque lo hacían por amor a Jesús y a aquellos a los que habían sido llamados para llevarles el mensaje de la salvación.
Aparece en la vida de los discípulos un gran apóstol, san Pablo, desde el día en que Saulo, fue atrapado por el Cristo Glorioso, jamás en él se apagó la luz del amor y la verdad, por el contrario, avivaba cada vez con mayor fuerza, porque en cada persona, en cada hermano encontraba la confirmación de la misión encargada. Pablo fue apóstol por voluntad de Dios, así como cada uno de nosotros estamos llamados a dar razón de nuestra fe. Por ello es tan importante examinarnos a la luz de la Palabra de Dios y preguntarnos qué clase de luz es la que estamos siendo, y cuál es la luz que Dios nos pide ser entre nuestros hermanos.
San Pablo nos enseña que para llegar a ser verdaderos misioneros, lo primero es sentir que lo somos, que fuimos llamados a continuar la obra redentora del Padre, que estamos capacitados con diferentes dones, sobre todo el del amor que nos impulsa a hacer hoy el Reino. Pablo reconociendo sus capacidades las puso al servicio de la misión, sabía hacer carpas y con ello se sustento, haciéndonos ver el valor del trabajo como una bendición de Dios, utilizó los medios que en su entonces había para la comunicación, pero sobre todo se hizo cercano a aquellos a los que el Espíritu Santo lo impulsaba a ir a llevarles la Buena Nueva.
Podemos pensar y hasta decirle al Señor que no nos sentimos capacitados para asumir la misión a la que nos llama, pero lo que debemos tener claro es que es la Gracia de Dios la que actúa en nuestra debilidad “… me basta tu gracia” decía Pablo. Jesús le hizo comprender al Apóstol de las gentes que como ser humano se había equivocado, pero que aún así le confiaba el bien más precioso, su Evangelio, convirtiéndolo en un anunciador de la Gracia.
Así que ánimo, contamos con la misericordia de Dios, quien nos llama a vivir en plenitud, esto quiere decir en un camino de humanización constante, Él no nos pide cosas extraordinarias, nos pide que seamos hermanos los unos con los otros, que si llevamos una vida de maltrato y de incomunicación en nuestro hogar, demos el paso a la fraternidad, que si tendemos a actuar con desinterés con las desgracias de los demás, salgamos de nuestra comodidad y busquemos ayudarlo, que si estamos acostumbrados a hablar más de lo que debemos de los otros, miremos la viga que está en nuestro ojo. Esa es la misión que debemos iniciar o continuar, con nosotros mismos, en nuestros hogares, en nuestras parroquias, lugares de estudio, de trabajo.
Buscar tener los sentimientos de Cristo Jesús, como Pablo que daba la vida por sus hermanos, que aún cuando enfrentó grandes peligros, nada lo detuvo, sino que lo impulsaba a buscar salidas y medios nuevos de evangelización. El camino del misionero no es fácil, pero la ganancia es grande y Aquel que nos llamó nos asegura que está siempre con nosotros. En este mes de las misiones, ora por todos aquellos que esperan la luz de Cristo, que esperan por ti para que se la des a conocer. También continuemos presentando la misión de tantos sacerdotes que hacen de su ministerio un acontecer del Reino de Dios.
Te invitamos para que te acerques a nuestras librerías Paulinas, desde octubre, los jueves contamos con talleres de oración para jóvenes que buscan fortalecer su vida vocacional y los terceros sábados del mes tendremos encuentros vocacionales. Te esperamos este 17 de octubre de 9:00 a 11:00 de la mañana. Cra 54 N° 71 – 121 Tel 3600200.
* paulibar@metrotel.net.co
Este grupo de discípulos se caracterizó por su fraternidad, por compartir lo que tenían, por reconocerse necesitados de la misericordia de Dios, por ser entusiastas en la misión. Claro que también sortearon momentos de gran dificultad, incomprensión, persecuciones y hambre, pero eso no los detenía porque lo hacían por amor a Jesús y a aquellos a los que habían sido llamados para llevarles el mensaje de la salvación.
Aparece en la vida de los discípulos un gran apóstol, san Pablo, desde el día en que Saulo, fue atrapado por el Cristo Glorioso, jamás en él se apagó la luz del amor y la verdad, por el contrario, avivaba cada vez con mayor fuerza, porque en cada persona, en cada hermano encontraba la confirmación de la misión encargada. Pablo fue apóstol por voluntad de Dios, así como cada uno de nosotros estamos llamados a dar razón de nuestra fe. Por ello es tan importante examinarnos a la luz de la Palabra de Dios y preguntarnos qué clase de luz es la que estamos siendo, y cuál es la luz que Dios nos pide ser entre nuestros hermanos.
San Pablo nos enseña que para llegar a ser verdaderos misioneros, lo primero es sentir que lo somos, que fuimos llamados a continuar la obra redentora del Padre, que estamos capacitados con diferentes dones, sobre todo el del amor que nos impulsa a hacer hoy el Reino. Pablo reconociendo sus capacidades las puso al servicio de la misión, sabía hacer carpas y con ello se sustento, haciéndonos ver el valor del trabajo como una bendición de Dios, utilizó los medios que en su entonces había para la comunicación, pero sobre todo se hizo cercano a aquellos a los que el Espíritu Santo lo impulsaba a ir a llevarles la Buena Nueva.
Podemos pensar y hasta decirle al Señor que no nos sentimos capacitados para asumir la misión a la que nos llama, pero lo que debemos tener claro es que es la Gracia de Dios la que actúa en nuestra debilidad “… me basta tu gracia” decía Pablo. Jesús le hizo comprender al Apóstol de las gentes que como ser humano se había equivocado, pero que aún así le confiaba el bien más precioso, su Evangelio, convirtiéndolo en un anunciador de la Gracia.
Así que ánimo, contamos con la misericordia de Dios, quien nos llama a vivir en plenitud, esto quiere decir en un camino de humanización constante, Él no nos pide cosas extraordinarias, nos pide que seamos hermanos los unos con los otros, que si llevamos una vida de maltrato y de incomunicación en nuestro hogar, demos el paso a la fraternidad, que si tendemos a actuar con desinterés con las desgracias de los demás, salgamos de nuestra comodidad y busquemos ayudarlo, que si estamos acostumbrados a hablar más de lo que debemos de los otros, miremos la viga que está en nuestro ojo. Esa es la misión que debemos iniciar o continuar, con nosotros mismos, en nuestros hogares, en nuestras parroquias, lugares de estudio, de trabajo.
Buscar tener los sentimientos de Cristo Jesús, como Pablo que daba la vida por sus hermanos, que aún cuando enfrentó grandes peligros, nada lo detuvo, sino que lo impulsaba a buscar salidas y medios nuevos de evangelización. El camino del misionero no es fácil, pero la ganancia es grande y Aquel que nos llamó nos asegura que está siempre con nosotros. En este mes de las misiones, ora por todos aquellos que esperan la luz de Cristo, que esperan por ti para que se la des a conocer. También continuemos presentando la misión de tantos sacerdotes que hacen de su ministerio un acontecer del Reino de Dios.
Te invitamos para que te acerques a nuestras librerías Paulinas, desde octubre, los jueves contamos con talleres de oración para jóvenes que buscan fortalecer su vida vocacional y los terceros sábados del mes tendremos encuentros vocacionales. Te esperamos este 17 de octubre de 9:00 a 11:00 de la mañana. Cra 54 N° 71 – 121 Tel 3600200.
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