lunes, abril 05, 2010

Espiritualidad de los días santos
Por Dimas Acuña, Pbro*


La Palabra de Dios a través de la Pasión de nuestro Señor nos enseña cómo debemos adquirir esa fuerza en las manos del Padre Dios, Jesús es el gran modelo.

Lucas sustituye la idea de abandono de Dios presente en el evangelio de Marcos 15,34 y muestra a Jesús confiando en Dios Padre, quien escucha el grito de Su hijo con el cual se encomienda en esa hora dramática de su existencia: "dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos pongo mi espíritu. Y dicho esto, expiró. (Lucas 23,46); horas antes vive la experiencia de oración fuerte, ya nos había dicho que oráramos siempre sin desanimarnos jamás (Lucas 18,1), ahora Él cumple fielmente Sus palabras.

Llama poderosamente la atención, que ante la fuerza descomunal que trae la angustia, descrita con una comparación: “como gotas de sangre”, para indicarnos a través de la imagen, la realidad de ese combate interior, como fue perseverante: “lleno de angustia, oraba más intensamente” (Lucas 22,44). Contrario a los discípulos, quienes se dejaron vencer por la tristeza, el texto es bien gráfico cuando nos dice: “Después de orar fue adonde estaban los discípulos los encontró dormidos, pues estaban vencidos por la tristeza” (Lucas 22,45). Igual que ellos, nosotros tendemos a sentirnos fracasados en medio de las dificultades. La Pasión de nuestro Señor Jesucristo, nos invita a seguir avanzando en el camino, a enfrentar las dificultades, a tener confianza en el Padre bueno.

Lunes santo, Hay un gesto expresado a través de la cena, porque bien sabemos nosotros que a través de ella entramos en un clima de mucha intimidad, en el cual podemos expresar todo nuestro amor, de hecho, los tres hermanos tienen detalles amorosos con Jesús. Marta, ofrece su servicio con alegría; Lázaro acompaña a Jesús en la mesa y el tercer gesto, María le unge los pies. Desde este lunes, es bueno que profundicemos en ese amor que Jesús nos tiene igual que a Lázaro, el cual nos representa a cada uno de nosotros, el fue llamado “el que Jesús amaba” (Juan 11,3). Judas, no sabe de estos detalles amorosos, porque su corazón está vacío a pesar de estar muy cerca de Jesús, el perfume para él tiene un significado diferente; es bueno mirar el corazón, preparando una buena confesión, para entender todo el misterio, el cual sólo puede ser captado con un corazón limpio de todo resentimiento (Mateo 5,8). El Martes Santo, sin embargo en esa experiencia, triunfa el amor a través de la amistad que el discípulo amado deja ver que tiene con Jesús. Al quedar perplejos por la traición anunciada por Jesús, Pedro desea saber el nombre de tal persona. Veo como Judas pudo ocultar esa realidad, la cual le hizo mucho daño, tanto que ellos no sospechan, por eso la pregunta de Pedro, para indicarnos el grado de confianza en la amistad que hay entre Jesús y el discípulo amado, quien se apoya en el pecho de Jesús, en un dialogo intimo a través de un signo, “Aquel a quien yo de este trozo de pan untado”(Juan 13,27) . Jesús, le confía un secreto, porque lo considera un verdadero amigo, la Eucaristía es la unión de nuestro corazón en lo profundo del amor del corazón de Jesús, igual que el discípulo amado.

El Miércoles Santo, nos indica hasta donde el corazón lejos de Dios, siguiendo sus propósitos termina realizando un plan, pero a la vez nos sigue mostrando el lado oscuro de cada uno de nosotros, los planes que concebimos poco a poco hasta consumar nuestra traición, porque lo de Judas, fue fruto de una premeditación: “andaba buscando una oportunidad para entregarle”(Mateo 26,16), pero al igual que en el antiguo testamento José, fue vendido por sus hermanos por veinte monedas de plata (Génesis 37,28), Jesús es igualmente vendido. Aprendamos de esa historia de José, la cual termina diciendo que de aquel mal, Dios lo trasformó en una bendición (Génesis 50,20); Cristo haciendo una lectura de esta prefiguración, nos enseña a través de Su Pasión que Dios de toda esa tragedia, nos dio una gran bendición, saber o descubrir en esa tragedia cómo obra Él en el misterio de la historia, trayendo la salvación de nuestras almas. Ir a la cena el Jueves Santo, requiere estar abiertos a la gran enseñanza de la humildad de nuestro Señor Jesucristo, pues eso significa el lavatorio de los pies, el servicio que trae la verdadera felicidad (Juan 13,17), el lavatorio de los pies explica lo que va a suceder en la Pasión, Jesús se da, se entrega con un amor desinteresado; rompe con los esquemas mentales de Pedro, quien no soporta al verlo arrodillado realizando un gesto propio de los esclavos. Es la conversión de nuestro pensamiento para vivir la vida de verdad (Romanos 12,2). Pedro lo comprenderá más tarde (Juan 13,7), como sucede en nuestra vida después de un largo camino de equivocaciones, a la luz del Espíritu Santo, hallamos la lógica de nuestra vida, el sentido y significado de nuestra existencia a través de la propuesta de nuestro Señor, lo cual parecía irrealizable, pero se convierte en una fuerza poderosa en nuestra espiritualidad. Así vamos comprendiendo, poco a poco que sigue triunfando la Cruz, por eso es necesario que el Viernes Santo la contemplemos, es decir, pensemos seriamente en lo que esto significa para nuestra vida. Miremos nuestro dolor, fracasos, sufrimiento, entendiendo que todo aquello no es más grande que el amor que Dios nos tiene, que todo puede ser transformado si nos acercamos de verdad a Él. Por eso no debemos temer a nada, con Él a través de Su Palabra y la santísima Eucaristía vencemos toda adversidad: “Sean valientes, yo he vencido al mundo” (Juan 16,33), esa victoria se hace más fuerte con la Resurrección gloriosa el Sábado Santo en la celebración de la Vigilia Pascual, al experimentar esa presencia nueva de Jesucristo que nos acompaña diariamente: "Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo"(Mateo 28,20).

* Delegado Arquidiocesano Comisión de Artistas y Párroco unidad pastoral Cristo Rey

1 comentario:

JULYPAO dijo...

hace años me lei un libro del sacerdote dimas acuña y quisiera saber donde lo puedo encontrar para volverlo a comprar, gracias