sábado, febrero 09, 2008

2008: AÑO DE LA SOLIDARIDAD


¿POR DÓNDE VAMOS Y A DÓNDE QUEREMOS LLEGAR?

La respuesta al interrogante del titular de este escrito, a Dios gracias, es muy precisa en el caso de la Arquidiócesis de Barranquilla. Hemos iniciado el tercer año (año de la solidaridad), de la segunda fase (fase de la fraternidad), de la primera etapa (etapa de convocación) del Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización que impulsa esta iglesia particular en todo el Departamento del Atlántico.

Y lo mejor es que todo este esfuerzo, en medio de las subidas y bajadas propias de todo proceso, se adelanta con un gozo enorme y la seguridad de estar aportando a la construcción de la “Iglesia que Dios quiere y el Atlántico necesita”, es decir, una Iglesia dispuesta a comprometerse –como de hecho lo está haciendo- en el fortalecimiento de una sociedad atlanticense en la que prevalezca la justicia y la paz. Hacia allá estamos apuntando. Por eso, nuestro ideal es una Iglesia en comunión, misión y participación.

Una Iglesia en comunión expresada en:

* Espacios de integración de las diversidades en los que participan todos los bautizados como pueblo, como pequeñas comunidades, como familias.
* Espacios en los que se manifiestan las originalidades según los dones, los carismas y servicios de cada uno: como personas cristianas; como grupos que cumplen una función específica al interior de la sociedad; como asociaciones, movimientos e instituciones apostólicas; como movimiento ecuménico, etc.

Una Iglesia en participación orgánica, manifestada en múltiples estructuras de servicio eclesial, ejercido en corresponsabilidad y subsidiariedad, tales como: estructuras de comunicación, de diálogo, de elaboración de propuestas, de toma de decisiones, de conducción, de actuación orgánica, de implementación, etc.

Una Iglesia en misión, consciente de ser sacramento de salvación para el mundo, en cuanto está llamada a dar frutos para el mundo en que vive y se esfuerza por responder permanentemente a los diversos retos de la evangelización integral.

CAMINO RECORRIDO

Recordemos que, aprovechando la coyuntura del Jubileo del año 2000, el Arzobispo Rubén Salazar declaró en ‘estado de misión permanente’ todo el territorio de la Arquidiócesis y, más tarde, el 18 de mayo de 2002, víspera de la gran solemnidad de Pentecostés, se realizó la ‘primera asamblea arquidiocesana’. En ella, después de evaluar el camino recorrido en la Misión Arquidiocesana, se decidió continuar con el proceso iniciado de nueva evangelización.

Ese proceso ha estado inspirado en la espiritualidad de comunión, en la metodología prospectiva y en las indicaciones de lo que se ha llamado el PDR/E –Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización-.

LINEAMIENTOS GENERALES DEL PDR/E

El PDR/E es un proyecto global, orgánico y planificado de evangelización integral y comunitaria a treinta años, que involucra a todos los miembros de la Arquidiócesis –obispos, presbíteros, religiosos, religiosas y laicos– en un proceso de estrecha comunión y participación con sentido misionero.

Un proceso tan ambicioso y de tan amplio campo de acción requiere unos criterios precisos que permitan mayor coordinación al planificar, programar, ejecutar y evaluar las acciones evangelizadoras. Estos criterios son:

1. Toda acción que se emprenda debe ser evangelizadora.
2. La evangelización debe llegar a todos.
3. Todos los bautizados deben ser evangelizadores.
4. El método será la confrontación entre el Evangelio y la vida.
5. Las estructuras que hacen posible la evangelización deben ser dialogales, participativas y orgánicas.

Por lo tanto, el PDR/E es profundamente evangelizador, pues convoca a todos a vivir la fraternidad, por medio de la proclamación de la Palabra de Dios y la celebración de los sacramentos, para un compromiso de vida personal y comunitaria que transforme el mundo con la fuerza y la luz del Evangelio.

Para esto:
* Tiene como eje central una auténtica espiritualidad de comunión.
* Insiste en la encarnación de los valores y los rasgos característicos de la Iglesia de los primeros tiempos: Palabra de Dios, oración común, fracción del pan (Eucaristía) y caridad (Hechos 2, 42-47; 4, 32-35).
* Sitúa a la liturgia eucarística en el centro de la vida del cristiano y de las comunidades cristianas.
* Propicia una nueva imagen de pastor como Cristo el Buen Pastor y en el contexto de la eclesiología de comunión del Vaticano II.
* Propicia un proceso permanente de conversión en todos los agentes y miembros de la Iglesia.

En síntesis, buscamos el ‘ideal de Iglesia’, enmarcado en el magisterio eclesiástico, y que ha de alcanzarse dentro de un proceso lento, progresivo y global. No es el único camino ni es la panacea de la renovación, pero sí es un camino experimentado y seguro para poner en práctica los grandes principios y criterios de la Eclesiología del Vaticano II en una iglesia particular (arquidiócesis, diócesis o vicariato apostólico).

En próximas ediciones seguiremos ‘recordando’ los pilares que soportan el PDR/E, proyecto que es seguido por más de 20 diócesis de Colombia y en más de 120 diócesis de 45 países de los 5 continentes.

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