viernes, diciembre 28, 2007

EDITORIAL


¡A TOMAR LA VIDA EN SERIO!

El amor de familia no se agota en un regalo o aguinaldo; se manifiesta, más bien, en una sucesión de gestos, detalles, correcciones, llamados de atención, no solamente hacia los niños y jóvenes, sino también entre adultos cuyos comportamientos pueden perder el control, especialmente en esta época de fin de año.

Es fácil que pensemos que preparar la Navidad es colocar los adornos, luces, árboles y pesebres; tener la música de moda, listo el pavo, el lechón y varias botellas de licor. ¿Dónde queda la reconciliación, el perdón, la oración y la práctica de la solidaridad frente aquellos que, no solamente en este momento sino que a lo largo del año, están privados de lo más elemental para tener una vida digna? La transformación de la sociedad responde a compromisos profundos que nacen del seno familiar y, la novena, es una bonita oportunidad para meditar, enseñar y corregir. Estos días que preceden a la navidad no son un juego de niños, son una experiencia bien seria de acompañamiento y amor familiar.

Como adultos o padres de familia, pensamos que la responsabilidad frente a los que van creciendo se agota en proveerlos de: uno, alimento; dos, vestido; tres, educación; cuatro, salud, reflejada en visitas periódicas al médico y compra de medicinas; y cinco, recreación en todas sus manifestaciones. Sin embargo, se pueden olvidar de dos aspectos que conforman la base y garantía para el crecimiento y el éxito: enseñar sobre el conocimiento de Dios, de ahí se desprende todo lo que tiene que ver con la fe, la honestidad, los modales; y el afecto que se traduce en los estímulos, abrazos, besos e incluso correcciones y normas de disciplina cuando sea necesario para moldear unos auténticos cristianos transformadores de sociedad.

Con estos siete elementos tenemos la plena seguridad que no vamos a lamentar mañana un escenario lleno de jóvenes fracasados, sin rumbo y presas de cualquier vicio, carentes de sueños y sin visión alguna frente a la vida, esclavos de promociones festivas y de parrandas interminables. Qué la Navidad y el inicio de un nuevo año sea la oportunidad para tomar la vida en serio y educar en la verdad del evangelio.

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