domingo, diciembre 02, 2007

TAMBIÉN SE VALE PERDER

Por FREDDY CANTILLO NORIEGA*



Por estos días escuché una canción que repetía esta frase reiteradamente: “Se vale todo, se vale todo”. Aunque no les puedo transmitir la música de esta particular canción, creo que es pertinente hacer una reflexión sobre el aprender a perder o, más bien, como lo dice el título de este escrito: ‘también se vale perder’.


Desde el punto de vista de esta sociedad consumista no se vale perder. Nos han metido en la cabeza que eso es solamente para las personas débiles, para quienes no tienen aspiraciones en la vida, llegando rápidamente a la conclusión que sólo es feliz quien puede ganarlo todo y tenerlo todo. Esta sociedad nos ha enseñado a alcanzar la felicidad de cualquier modo y a cualquier costo, tan es así que muchas veces pasamos por encima del otro para alcanzar nuestros objetivos. Hemos llegado a pensar que el que lo tiene todo y lo gana todo es la persona verdaderamente feliz, ya que ha logrado ganar un título profesional, carro, casa, trabajo, dinero, ropa...


Hasta a nosotros los cristianos se nos ha vendido este tipo de felicidad y, por ello, en el inconciente colectivo existe la creencia que el mundo sólo es de aquellos ganadores y que el resto del mundo no vale. Con esta visión nos llegan muchas enfermedades psicológicas, porque aquel que no gana simplemente es un perdedor, un fracasado, y cada vez más los perdedores rechazan su vida pues consideran que no han logrado lo que la sociedad espera de ellos, ya que su vida solamente llega a tener sentido en la medida que logren obtener prestigio ante su familia y su entorno. Vivimos en una sociedad del reconocimiento, por lo que mucha gente que no lo ha alcanzado siente que su vida no vale, que su vida es una miseria y, lo que es peor, se siente derrotado, cree que no le puede dar nada más a la vida, y la vida no le puede dar más nada a él. Muchos no aguantan la presión social y piensan hasta en quitarse la vida.


A partir de esto, lo más sano para nosotros es saber que no somos tan competitivos, ni tan comparativos, es decir, tenemos que asumir una actitud diferente ante esta sociedad que cada día más nos deshumaniza y esclaviza. Aprendamos a entender y comprender, de una vez por todas, que no somos tan perfectos, que no en todas las situaciones de nuestra vida tenemos que ganar. La imperfección y la derrota también hacen parte de nuestra vida. Creo que cuando entendamos esto sabremos que se es feliz no sólo por el éxito y el triunfo que tengamos ante la sociedad; que no sólo porque tenga casa, carro y dinero soy feliz, sino que tengo que aprender a ser feliz con lo que soy, con lo que hago, conmigo mismo, con mi familia, con mi historia; se trata de buscarle sentido a mi existencia día tras día.


Ser feliz es realizarme como persona. Ser feliz es comprender que no siempre tengo que ganar, pero que tampoco siempre tengo que perder; aprender que en la vida también cometo errores y que tengo la capacidad de aprender de ellos. Ser feliz es saber que puedo caer todos los días, pero también saber que Dios me da la fuerza para levantarme y no quedarme llorando tirado sobre el piso.


Hoy creo que es sano aprender a perder con respecto a esta sociedad industrial-consumista, pero ¿y qué pasa con el ideal de ganadores?, ¿el ideal de felicidad impuesta por esta sociedad? Creo que tal ideal no existe, es una quimera; el placer y la alegría eterna no existen, esa ilusión no hace más que volvernos esclavos de esa felicidad del tener inalcanzable. Por lo tanto, hoy te invito a que tengas presente que en la vida no solamente se gana, que no solamente se ríe, que no todo en la vida es placer, sino que la vida está entretejida de errores, de caídas, de tristezas y de perdidas.


Todos creían que Jesús fue un perdedor porque pensaban que su proyecto había terminado en la Cruz, que después de muerto nadie se iba a acordar de Él. Pero, fue todo lo contrario; el Padre lo resucitó para que en Jesús todos fuéramos victoriosos, nosotros en Jesús somos más que vencedores y nadie, ni la derrota, ni la tristeza, ni la muerte nos podrá separar de Él. Así que aunque los demás crean que tú eres un perdedor no olvides que hay uno que venció y en Él tú también eres vencedor. Pídele al Señor que te regale la fuerza para seguir luchando, dile que te dé su Espíritu Santo para que comprendas que perder también es ganar, y que morir también es vivir, aunque nosotros en nuestra lógica humana no lo entendamos. Recuerda que este mundo no es perfecto, en este mundo “también se vale perder”.


* Filósofo. Programador Emisora Minuto de Dios freddycant@hotmail.com

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