jueves, febrero 25, 2010

La importancia de los gestos y posturas en las celebraciones litúrgicas
Por Comisión Arquidiocesana de Liturgia

En la celebración de la Santa Misa, nos expresamos con todo el cuerpo, los gestos y movimientos manifiestan la comunicación que refleja y fomenta nuestra actitud. Esto se ha vivido en toda la historia de la Iglesia. En la actualidad, la Liturgia presta particular importancia al cultivo de la interioridad y la uniformidad, así lo da a conocer el Concilio Vaticano II para vivir la comunión eclesial. Haciendo que el cuerpo no sólo distraiga, sino que ayude a vivir de manera plena la celebración litúrgica.

Lo primero que ha de tenerse en cuenta, es que todas las posturas señaladas para la asamblea, ante todo significan y fomentan el sentido de comunidad y de unidad de los participantes, no es capricho del sacerdote, sino que es mandado por la Iglesia, para vivir la unidad y la uniformidad en las celebraciones (cf. OGMR 20).

A continuación se explicará la vivencia de cada postura o gesto que se tiene en la celebración:

DE PIE: La postura de pie expresa la dignidad del hombre como señor. Es la postura del resucitado.
En la Eucaristía nos ponemos de pie:
· Al inicio junto con el canto y la procesión de entrada hasta el final de la oración colecta.
· Cuando se aclama el Evangelio y durante su proclamación, porque se trata de la lectura más importante.
· Durante el Credo y la Oración Universal.
· En la gran Plegaria Eucarística y la preparación a la comunión.
· Padre nuestro, gesto de la Paz, Fracción del Pan.
· Y la Bendición final.
·
SENTADO: Esta postura representa la actitud de quien preside, de quien tiene autoridad y enseña. A la vez representa a quien escucha, medita y aprende.
En la Celebración Eucarística nos sentamos:
· En las lecturas antes del Evangelio, incluyendo el Salmo. Allí estamos escuchando y meditando lo que se nos está proclamando.
· En la homilía, durante la presentación de las ofrendas.
· Después de recibir la Comunión, meditando, en una actitud de recogimiento.
· También lo hacemos después de la comunión.

DE RODILLAS: Su sentido apunta a la sencillez y la humildad. Expresa, además, el pedir perdón, tal como el hijo pródigo que se arrodilló ante su padre (Lc. 15). También es una postura penitencial y de adoración. Expresa una actitud interior ante la grandeza de Dios. San Pablo nos dice que: “al Nombre de Jesús toda rodilla se doble” (Flp. 2, 10).

En la Eucaristía nos arrodillamos en el momento de la consagración.

CAMINAR: es un signo muy expresivo en nuestras celebraciones litúrgicas. Caminar, indica estar disponible y tomar decisión.
En la Eucaristía se debe dar importancia a este gesto en:
· La procesión de entrada,
· El momento de salir a proclamar las lecturas,
· La presentación de ofrendas,
· La procesión para recibir la Comunión y
· La despedida: “Somos la Iglesia peregrina de Dios”

GENUFLEXIÓN: Es un gesto de respeto, de humildad y de adoración. Es un símbolo de nuestra adoración al Señor, especialmente ante su presencia en el Sagrario. En nuestra Celebración Eucarística el sacerdote que preside realiza este gesto al comienzo, después de consagrar el Pan, después de consagrar el Vino, terminada la oración para la comunión y al final de ella.

LA SIGNACIÓN (SEÑAL DE LA CRUZ): Es uno de los gestos más repetidos por los cristianos y es, además nuestro símbolo universal que se ha empleado desde los tiempos antiguos. Es un signo de pertenencia y seguimiento a Jesucristo. También este signo nos ha de recordar en algún modo nuestro bautismo. Así lo hacemos al comenzar la Eucaristía, en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo como pueblo de bautizados, seguidores de Jesucristo. También antes de la lectura del Evangelio como signo de acogida a la Palabra y al final de la Eucaristía.

LA VENIA: Es una reverencia de mucho significado. Representa adoración, reconocimiento de la grandeza de Dios. La realizamos cuando pasamos en frente al altar durante la Eucaristía y se le hace al altar y no al sacerdote.

INCLINACIONES:
Es una postura de humildad. Puede ser de dos formas:
· Inclinación de cabeza: Durante las bendiciones, imposición de manos. Esta inclinación muestra nuestra disposición a recibir la gracia de Dios.
· Inclinación profunda: Si alguna enfermedad o por edad no podemos arrodillarnos durante la consagración, debemos hacer una inclinación profunda.






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