“Dad gracias a Yahvé con la cítara, salmodiad
para Él al arpa de 10 cuerdas, cantadle un cantar
nuevo, tocad la mejor música en la animación.”
Salmo 33, 3
El tema del canto y la música en la celebración litúrgica es de gran interés para nuestra Iglesia, debido a que una música bien tocada y seleccionada es capaz de acercarnos a las maravillas de Dios y una música mal escogida y mal interpretada nos aleja totalmente de su presencia. Bien lo ha dicho el salmista: “…tocad la mejor música en la animación”. Por tal motivo la Comisión de Liturgia ha hecho énfasis, entre otros aspectos, en los cánticos, instrumentos musicales y músicas que entonamos en la Eucaristía.
Como es de conocimiento para todos la Arquidiócesis de Barranquilla se encuentra en estado de misión, estando además rodeados durante este año de la gran alegría de la gracia jubilar. Lo anteriormente mencionado nos motiva a entregar una serie de sugerencias para todas aquellas personas que, de manera generosa, animan día a día y Domingo a Domingo las misas de las diferentes Células y Unidades Pastorales.
1. Conocer y comunicarse con el Sacerdote
El sacerdote es el líder espiritual de la comunidad, por eso es muy importante que los cantores se comuniquen con él para no convertirse en una barrera entre el presidente de la celebración y la asamblea. Muchas veces sucede que le hacemos esperar innecesariamente o que entonamos cantos inadecuados en los momentos más indebidos entorpeciendo el normal desarrollo de la Eucaristía. El sacerdote es un ser humano y como todos nosotros tiene su propia personalidad, ésta puede influir a la hora de celebrar la liturgia por eso es primordial conocer sus preferencias con respecto a los cantos y la música. Por ejemplo, a algunos sacerdotes prefieren las oraciones y aclamaciones cantadas, otros no. Algunos les gusta que se entone un canto durante la presentación de los dones, otros prefieren que la misma se realice en silencio. Es importante que se coordine, en la medida de lo posible, con el presidente de la celebración las partes de la Eucaristía que serán cantadas y esto se hace aún más necesario si el sacerdote que va a presidir no es el habitual.
2. Estudiar y entender las orientaciones de la Iglesia Católica con respecto a la música litúrgica.
Nuestra Iglesia se ha preocupado por la música que se utiliza en el culto desde tiempos remotos, una muestra de lo anterior es el versículo que se ha citado del capítulo 33 del libro de los Salmos. En la actualidad hay varios documentos que nos orientan en todo lo referente a la música litúrgica, recomendamos revisar los siguientes para comprender y profundizar la función de la música en la celebración: El Catecismo de la Iglesia Católica en sus numerales 1156, 1157 y 1158, la Constitución Sacrosanctum Concilium (Concilio Vaticano II) sobre la Sagrada Liturgia especialmente en su capítulo VI y la Instrucción General del Misal Romano en su edición para Colombia. Que maravilloso sería que, en este año jubilar, le ofrecieramos al Señor el estudio dedicado de estos documentos de una manera frecuente y efectiva, siendo fructífero ese estudio en una mejor animación del canto de la asamblea.
3. Practicar y respetar lo ensayado
Seguramente en alguna ocasión hemos dicho el conocido adagio: "La practica hace al maestro." Y es bien cierto, entre más practiquemos y ensayemos de manera individual y grupal, mejor será la música que interpretemos. Se debe evitar completamente la improvisación, las canciones deben ser interpretadas como se ensayaron, es mejor cantar las melodías con arreglos sencillos que funcionan perfectamente, a realizar una cantidad de arreglos complicados que no se tienen lo suficientemente en la memoria. La improvisación es sinónimo de error, y el error lo cometen desde los profesionales hasta los menos experimentados en el canto. Aunque no es agradable se hace necesario tener la siguiente regla como premisa: “El que no ensaya, no canta y/o no toca”.
La anterior norma aunque se escuche muy fuerte es lo ideal para no cometer errores. Si una persona no ha ensayado realizará variaciones en los cantos que confundirán a los demás provocando un gran desastre con la música. Quien no fue al ensayo está más propenso a cometer errores y a propiciarlos en los demás, no nos dejemos llevar por sentimentalismos en este sentido; la persona que no ha ensayado no debe solicitar participar de la animación del canto y colocar a los compañeros de equipo en la difícil situación de recordarle la regla; por el contrario debe recordarle a sus amigos que no ha ensayado y apoyarlos con su oración durante el servicio. Es importante que en las reuniones de equipo se dialogue sobre esta norma y se expongan las razones por las cuales se hace necesario asumirla; de esta manera para todos será claro y nadie se deberá sentir ofendido ni desplazado cuando tenga que ser implementada. Es posible también que se lleguen a mutuos acuerdos con esta norma y reservarla para las canciones nuevas o aquellas que no se tocan con frecuencia.
Esperamos que estas orientaciones sean de ayuda en su servicio musical y les animamos a enviar sus preguntas, comentarios y temas que desean que toquemos al correo electrónico de la Comisión de Liturgia: comisionarquidiocesanadeliturgia@yahoo.com
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Oración del músico y cantor
Gracias Señor, por concederme una voz para alabarte y por llamarme a usarla en bien de mis hermanos. No permitas que la soberbia se apodere de mí y concédeme reconocer que todo se debe a ti. Ayúdame, Señor Jesús a llevar la música y los cantos de tal forma que los demás participen más plenamente en la Celebración Eucarística. Señor, con la gracia del Espíritu Santo, haz que yo sea conciente, de que al ayudar a celebrar tu Misterio Pascual, estoy ayudando a traer tu alegría al mundo, y, a la vez, llevando al mundo hacia ti. Amén.
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