martes, junio 05, 2007

PARROQUIAS: AYER Y HOY DE LA FE

UN LUGAR DIGNO PARA NUESTRA
SEÑORA DE FATIMA

Por JULIO GIRALDO
Periodista
julioetica@yahoo.com


Barranquilla siempre ha sido una ciudad de mucha atracción para emigrantes de las distintas regiones de Colombia y también del exterior. Por eso no es raro encontrar esas mezclas de apellidos entre barranquillero, francés, alemán, chino y muchos más.

Al barrio El Valle llegaron en el año 1946 emigrantes de todos los departamentos de Colombia, y llegó también un número considerable de habitantes de otros países con la necesidad primaria de conseguir un techo, encontrando en este enmontado sector la oportunidad de construir un nuevo barrio y así solucionar en parte la gran necesidad de vivienda que tenían los citados emigrantes. Entre ellos había ingenieros, arquitectos, maestros de construcción y muchos obrero, por lo que no fue difícil empezar a trazar las calles y carreras, respetando con mucha sabiduría el curso natural de un arroyo que atravesaba parte del barrio.

Todos estos terrenos pertenecían a los hermanos De la Rosa, quienes vivían en el lujoso barrio “El Prado”. Los dueños comisionaron a la Urbanización de Bellavista para que vendiera los lotes y concedieran buenos plazos para su pago; los lotes tenían un costo entre 400 y 900 pesos de acuerdo a su tamaño, los cuales se debían cancelar así: 50 pesos de cuota inicial y el resto se pagaba en cuotas de 2 pesos semanales. Con tan buenas facilidades, cada familia fue negociando su lote y comenzaron a construir sus casas que inicialmente eran de material de bahareque, tabla y zinc, con techos de paja y algunos de teja.

La comunidad fue creciendo y aparecieron tiendas, farmacias y toda clase de negocios; era ya un barrio organizado que debía pensar en escuelas, colegios e iglesia. Un grupo de sus habitantes fijó su mirada en un lote que pertenecía a la telefónica y que identificaban como “el monte alumbrado”. Ni cortos ni perezosos construyeron allí una choza de madera y dieron a esta el nombre de capilla, lo que motivó de manera especial a los moradores a proyectar en un futuro la construcción de un templo católico. Ya desde el inicio del trazado de las calles del barrio, los padres Claretianos, entre ellos el padre Abello, visitaba con frecuencia el sector y celebraba la Sagrada Eucaristía en campo abierto, contando con el apoyo de los sacerdotes de la Parroquia de San Felipe.

Transcurre el año 1950 cuando se inicia la construcción en firme del nuevo templo y es el padre Luis Villabona quien lidera este inicio, lo cual dio cohesión a la comunidad que fue confiada desde entonces a la Parroquia de San Clemente. Durante este periodo fue administrada por el padre Luis Enrique Tamayo. Inicialmente, el 20 de abril de 1963, por decreto número 214 firmado por Monseñor Germán Villa Gaviria, es declarada Vicaría de Fátima, y el 26 de febrero de 1968 es elevada a la dignidad de Parroquia según decreto 414. Muchos son los sacerdotes que trabajaron en los inicios de esta parroquia: Luciano Salcedo, Víctor Tamayo, William Gómez, Mario Luján, Salvador Gómez, Darío Isaza, Jaime Jiménez, Jesús Martínez, Augusto Berrío, Carlos Lacouture y Carlos Espinal; estos últimos sacerdotes nombrados pertenecen a la Compañía de Jesús y realizaron un trabajo pastoral y social que la comunidad no olvida. Luego vendrían Claudio Blanco, Luis Losada, Dimas Acuña y Alfonso Díaz. Se encuentran también en la lista los sacerdotes José Feliciano Hernández y Fidel García, quienes desde Galapa atendían el sector cuando aún no era parroquia.

LA PARROQUIA HOY
Al frente de la unidad pastoral Nuestra Señora de Fátima se encuentra desde hace 3 años el padre José Vega Narváez, quien dice ser bendecido por Dios ya que en esta parroquia él recibió los sacramentos del bautismo, la confirmación y la sagrada comunión; además, cantó su primera misa como sacerdote y ahora le corresponde ser su párroco.

La parroquia ofrece cursos de preparación al matrimonio y existe una participación numerosa de jóvenes en todas las actividades pastorales. Existen dos coros que animan los oficios litúrgicos, agentes de pastoral que llevan la comunión a los enfermos, grupo de pastoral social que reparte mercados entre los más pobres de la parroquia y toda una comunidad que apoya las distintas actividades del plan de nueva evangelización de la Arquidiócesis.

Para la reciente fiesta patronal del pasado 13 de mayo, se inauguró la remodelación total del templo: pisos nuevos, arcos y columnas remodelados y artísticamente decorados, ampliación de sus naves laterales, pintura, iluminación y muy buena ventilación para comodidad de la feligresía. Una remodelación realizada con muy buen gusto artístico y arquitectónico que coloca a esta iglesia como digna morada de Dios, de la Virgen de Fátima y de toda una feligresía que gustosa y con entusiasmo ha colaborado con su párroco para que su templo sea uno de los más bellos de la ciudad.

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