25 Años de íntima comunión con Dios como siervo Sacerdotal
Por Julio Giraldo*
El próximo 10 de junio, acompañado de los obispos, de sus hermanos sacerdotes del clero de Barranquilla y su comunidad parroquial de San Juan Bautista de Palmar de Varela, celebrará sus 25 años de vida sacerdotal, el padre Nelson Fernando Medina Rueda, sacerdote de la hermana Diócesis de Zipaquirá y quien misiona en nuestro territorio desde hace siete años.
Su Origen, Niñez y Juventud
Nace en Bogotá por prescripción médica como séptimo hijo; de un hogar cristiano conformado por don Josué Medina, abogado y doña Rosita Rueda, bacterióloga. Sus raíces se encuentran en Bucaramanga, el Socorro y San Gil; proveniente de una familia con gente trabajadora y honesta, quienes han educado a sus hijos con el testimonio de su propia vida y bajo el santo temor y amor de Dios, por tal motivo, en éste hogar, ninguno de sus miembros se duerme sin antes haber rezado el rosario, la oración al niño Dios, el bendito y un responso por las almas del purgatorio. Allí en ese ambiente maravilloso de vida ejemplar, de oración y comunión con Dios, el padre Nelson recibió su primera formación en la fe y en el amor; vivió y creció como un niño igual a los demás, estudió, jugó y fue inquieto, pero dedicó más tiempo a su crecimiento espiritual que a cualquier otra actividad. Sobre su vocación encontramos que es uno de los pocos casos que creció en un ambiente vocacional, ya que nunca contó con ningún sacerdote que lo animará o le dijera que él tenía actitudes para el sacerdocio, nunca formó parte de un circulo vocacional, pero en su mente y en su actuar, siempre estuvo latente la idea de que él sería sacerdote, aunque en un determinado momento pensó también la idea de ser ingeniero.
Su Ingreso al Seminario
No hay duda, que la vocación del padre Nelson es una obra de Dios; desde el momento de su nacimiento, éste joven, calladamente y sin antes haberle dicho a nadie su intensión, se presenta ante el Padre Daniel Linares Niño a quien había conocido estando muy pequeño, lo saluda y le dice que él quiere ser sacerdote y necesita que le de una tarjetita o una carta para presentarse ante el obispo. El padre Linares sin muchos rodeos reconoce al joven y de inmediato le da un papelito con un breve escrito, el aspirante a ser cura no conoce al obispo ni sabe como presentarse ante él, pero una fuerza interior lo arrastra y lo lleva ante la presencia de Monseñor Rubén Buitrago Trujillo. Frente al pastor, el joven lleno de expectativa se presenta con su nombre y apellidos, le entrega el papelito y le dice: “deseo ingresar al Seminario porque quiero ser sacerdote”. El obispo sin hacer una sola pregunta ni comentario, lo mira, le sonríe, la da un apretón de mano y le dice: “Usted está admitido al Seminario”. Ingresa entonces al Seminario Mayor Arquidiocesano San José de Bogotá en febrero de 1977 con 43 compañeros más y experimenta allí su etapa de formación con mucha alegría y con el convencimiento pleno del compromiso que ha adquirido.
Su Ordenación
El momento más feliz de su vida es el 10 de junio de 1984, día solemne de Pentecostés, cuando Monseñor Rubén Buitrago Trujillo en la Catedral de Zipaquirá, impuso sus manos para ordenarlo como presbítero; fue una mañana en donde por primera vez lució una fina sotana y en compañía de su director espiritual Padre Luís Montalvo Higuera, conversaron y oraron juntos frente a Jesús sacramentado.
Ya en el altar mayor, a punto de ser ordenado, miró la alegría de su obispo, sus compañeros, familiares y amigos. En el momento en que le ungieron sus manos, pensó que allí se hacía realidad lo que el había sentido, allí había llegado la plenitud de su vida cristiana, nació una nueva vida, sus manos ungidas, serian manos para consagrar, bendecir y salvar; fue un día extraordinario de gracia y en el momento en que fue revestido con las vestiduras sacerdotales, vio la grandeza del Señor y la inmensa alegría de sus padres, hermanos y familiares. Al momento, en que sonó un fuerte aplauso una voz interior le dijo: “fuiste ya aceptado, amado y ya eres sacerdote”.
Su Llegada a Barranquilla
Por voluntad de Dios y por su gran espíritu misionero, llegó a Barranquilla el 13 de marzo de 2002 en donde fue acogido por Monseñor Rubén Salazar y de inmediato lo nombraron como párroco de la unidad pastoral del Buen Pastor en Luruaco, luego fue nombrado para el municipio del Suán, más adelante va a Santa Lucía y el 23 de agosto de 2004 fue nombrado como párroco de la unidad pastoral San Juan Bautista del municipio de Palmar de Varela en la cual actualmente sigue ejerciendo su ministerio.
* Periodista – Historiador. julioetica@yahoo.com
Por Julio Giraldo*
El próximo 10 de junio, acompañado de los obispos, de sus hermanos sacerdotes del clero de Barranquilla y su comunidad parroquial de San Juan Bautista de Palmar de Varela, celebrará sus 25 años de vida sacerdotal, el padre Nelson Fernando Medina Rueda, sacerdote de la hermana Diócesis de Zipaquirá y quien misiona en nuestro territorio desde hace siete años.
Su Origen, Niñez y Juventud
Nace en Bogotá por prescripción médica como séptimo hijo; de un hogar cristiano conformado por don Josué Medina, abogado y doña Rosita Rueda, bacterióloga. Sus raíces se encuentran en Bucaramanga, el Socorro y San Gil; proveniente de una familia con gente trabajadora y honesta, quienes han educado a sus hijos con el testimonio de su propia vida y bajo el santo temor y amor de Dios, por tal motivo, en éste hogar, ninguno de sus miembros se duerme sin antes haber rezado el rosario, la oración al niño Dios, el bendito y un responso por las almas del purgatorio. Allí en ese ambiente maravilloso de vida ejemplar, de oración y comunión con Dios, el padre Nelson recibió su primera formación en la fe y en el amor; vivió y creció como un niño igual a los demás, estudió, jugó y fue inquieto, pero dedicó más tiempo a su crecimiento espiritual que a cualquier otra actividad. Sobre su vocación encontramos que es uno de los pocos casos que creció en un ambiente vocacional, ya que nunca contó con ningún sacerdote que lo animará o le dijera que él tenía actitudes para el sacerdocio, nunca formó parte de un circulo vocacional, pero en su mente y en su actuar, siempre estuvo latente la idea de que él sería sacerdote, aunque en un determinado momento pensó también la idea de ser ingeniero.
Su Ingreso al Seminario
No hay duda, que la vocación del padre Nelson es una obra de Dios; desde el momento de su nacimiento, éste joven, calladamente y sin antes haberle dicho a nadie su intensión, se presenta ante el Padre Daniel Linares Niño a quien había conocido estando muy pequeño, lo saluda y le dice que él quiere ser sacerdote y necesita que le de una tarjetita o una carta para presentarse ante el obispo. El padre Linares sin muchos rodeos reconoce al joven y de inmediato le da un papelito con un breve escrito, el aspirante a ser cura no conoce al obispo ni sabe como presentarse ante él, pero una fuerza interior lo arrastra y lo lleva ante la presencia de Monseñor Rubén Buitrago Trujillo. Frente al pastor, el joven lleno de expectativa se presenta con su nombre y apellidos, le entrega el papelito y le dice: “deseo ingresar al Seminario porque quiero ser sacerdote”. El obispo sin hacer una sola pregunta ni comentario, lo mira, le sonríe, la da un apretón de mano y le dice: “Usted está admitido al Seminario”. Ingresa entonces al Seminario Mayor Arquidiocesano San José de Bogotá en febrero de 1977 con 43 compañeros más y experimenta allí su etapa de formación con mucha alegría y con el convencimiento pleno del compromiso que ha adquirido.
Su Ordenación
El momento más feliz de su vida es el 10 de junio de 1984, día solemne de Pentecostés, cuando Monseñor Rubén Buitrago Trujillo en la Catedral de Zipaquirá, impuso sus manos para ordenarlo como presbítero; fue una mañana en donde por primera vez lució una fina sotana y en compañía de su director espiritual Padre Luís Montalvo Higuera, conversaron y oraron juntos frente a Jesús sacramentado.
Ya en el altar mayor, a punto de ser ordenado, miró la alegría de su obispo, sus compañeros, familiares y amigos. En el momento en que le ungieron sus manos, pensó que allí se hacía realidad lo que el había sentido, allí había llegado la plenitud de su vida cristiana, nació una nueva vida, sus manos ungidas, serian manos para consagrar, bendecir y salvar; fue un día extraordinario de gracia y en el momento en que fue revestido con las vestiduras sacerdotales, vio la grandeza del Señor y la inmensa alegría de sus padres, hermanos y familiares. Al momento, en que sonó un fuerte aplauso una voz interior le dijo: “fuiste ya aceptado, amado y ya eres sacerdote”.
Su Llegada a Barranquilla
Por voluntad de Dios y por su gran espíritu misionero, llegó a Barranquilla el 13 de marzo de 2002 en donde fue acogido por Monseñor Rubén Salazar y de inmediato lo nombraron como párroco de la unidad pastoral del Buen Pastor en Luruaco, luego fue nombrado para el municipio del Suán, más adelante va a Santa Lucía y el 23 de agosto de 2004 fue nombrado como párroco de la unidad pastoral San Juan Bautista del municipio de Palmar de Varela en la cual actualmente sigue ejerciendo su ministerio.
* Periodista – Historiador. julioetica@yahoo.com
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