Por Julio Giraldo *
En el Barrio Buenos Aires, a sólo media cuadra de Murillo y limitando con la Ciudadela 20 de julio, se encuentra una pequeña capilla con 60 años de existencia, devota en sus comienzos de San Martín de Loba y construida por un grupo de personas del barrio.
Cuentan los moradores más antiguos del sector, que en 1948 el lugar estaba rodeado de monte, no existía la calle Murillo y por lo tanto, la gente debía caminar por pequeñas trochas hasta la iglesia de San Roque, y así cumplir con el precepto dominical.
Las razones mencionadas anteriormente, hicieron pensar a los habitantes en la necesidad de tener una capilla en su barrio y es así como se dieron los inicios de su construcción; quien colaboró fue el señor Carlos Olivares Díaz, dueño de una joyería en el centro de Barranquilla, este noble joyero les enviaba materiales para la construcción, los cuales eran transportados por los esperanzados habitantes en sus hombros, en burro y en carretillas.
Más adelante la familia Munarríz, decide vincularse al proyecto, ellos construyen una pequeña capilla con una modesta campana.
Era el año 1952 y desde la parroquia de San Roque, sus sacerdotes llegaban cada mes a celebrar la Eucaristía en la capilla construida, contribuyeron de igual forma, comprando algunas imágenes, como las de San Martín, el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen María, pues en ese momento existían muchos legionarios.
De repente, llegó un momento en que no volvió ningún sacerdote; dice una leyenda muy comentada en el barrio, que un día un feligrés se robo una alcancía con un dinero que era para los pobres, el padre molesto por lo sucedido, dijo: “en adelante esta capilla no prosperará y pasarán muchos años para que vuelva a ser bendecida por el Señor”. Lo cierto es que el lugar se cerró durante 10 años y sus vecinos se olvidaron que tenían parroquia, a San Martín de Loba se lo llevaron para Carrizal y nadie intento abrir la iglesia. Hasta que en 1982 cuando se mudó al barrio la señora Emma Luna, legionaria, quien al pasar frente a la capilla, se acercó, miró por una hendija de la vieja y destartalada puerta y lo primero que vio fue la imagen de la Virgen y la del Sagrado Corazón de Jesús, la legionaria comenzó a investigar y encontró al señor que decía ser el celador de la iglesia, con rosario en mano, Doña Emma logró convencerlo de abrir la Iglesia, la chapa y la llave se encontraban oxidadas, pero luego de varios intentos, lograron abrir y encontraron que todo estaba rodeado de telarañas, las imágenes cubiertas de polvo y el viejo altar casi en ruinas; la noble señora con mucho amor por María, expresó: “ya está capilla no se cierra más, voy a fundar aquí una escuela para los niños del barrio”. Y así fue, abrió su escuela, los niños comenzaron a llegar y el único pago que debían hacer los padres de familia, era comprometerse a que cada noche se reunieran en la capilla para rezar toda la comunidad el Santo Rosario. Lentamente los feligreses dirigidos por la señora Emma fueron recuperando la parroquia y cada vez que tenían la oportunidad, invitaban a las personas para que asistieran a las Eucaristías y colaboraran para recoger el dinero del transporte de los sacerdotes.
La perseverancia y gran fe, dieron resultados y volvieron los sacerdotes, se compró el Cristo y los vecinos se animaron a formar parte de la recuperación de la capilla del barrio, por lo tanto, iniciaron campañas, bazares, bailes de carnaval, rifas, bingos y lograron recaudar donaciones de familias barranquilleras, como fue el caso de la familia Tarud. Es así como lograron ampliar un poco más su pequeña capilla y se dieron las condiciones para que Monseñor Germán Villa Gaviria, según decreto 1273 del 7de febrero de 1996 creará la unidad pastoral Nuestra Señora de las Misericordias.
La Parroquia Hoy:
60 años después de la construcción de la capilla y de la formación de los habitantes del sector como comunidad católica, hoy este santo lugar sigue siendo pequeño, se encuentra en obra negra y con muchas necesidades; pero se destaca una feligresía organizada y motivada por sacar adelante su parroquia.
Existen dos células pastorales, una de ellas es, Nuestra Señora del Monte Carmelo, totalmente organizada y en mejores condiciones materiales que la sede principal.
Hoy se encuentra en esta porción del pueblo de Dios, el padre Álvaro Porto, quien hace apenas un mes y medio, fue asignado como párroco de esta unidad pastoral por Monseñor Rubén Salazar Gómez.
El padre Porto expresa estar muy contento de trabajar con una comunidad con tantas necesidades, ya que su carisma ha sido el trabajo con los pobres y marginados. Él se siente feliz de poder ayudar para que salgan adelante, se dignifiquen y tengan lo que cada ser humano requiere para vivir en armonía y en paz. Por su parte, la comunidad lo recibió con alegría y acogida, se siente en el ambiente un aire de expectativa y optimismo, acompañado de los deseos de toda la feligresía de acompañar a su nuevo párroco en los proyectos pastorales que ya comenzó a trazar tanto en el campo espiritual, como en el campo material.
El deseo del nuevo párroco es organizar y reforzar las estructuras para que el plan de evangelización funcione de acuerdo a las líneas trazadas por el Señor Arzobispo. Es mucho lo que hay por hacer; por el momento, se cuenta con un fondo que la comunidad tiene ahorrado y para completar lo que se requiere en está primera etapa de las reformas, se ha programado un bingo gastronómico para el 14 de junio, se espera una respuesta generosa de los habitantes del sector y sus vecinos, igualmente de todos aquellos barranquilleros que quieran colaborar para seguir teniendo templos dignos para alabar al Dios de la vida.
* Periodista – Historiador. julioetica@yahoo.com
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