Por Julio Giraldo*
Por estos días, en el departamento del Atlántico celebraremos la fiesta de Nuestra Señora del Carmen. Nuestro Pastor, Monseñor Rubén Salazar, con ocasión de esta celebración nos quiso mostrar a los atlanticenses el verdadero significado de conmemorar esta fecha.
Julio Giraldo: El próximo 16 de julio, nuevamente celebramos la fiesta mariana de mayor arraigo popular: Honramos a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen. ¿Por qué la importancia de esta fiesta?
Arzobispo: El pueblo católico ha honrado siempre con inmenso cariño a la Virgen María porque la considera su madre, su intercesora, su modelo. En ella puede contemplar cómo las promesas de Dios se hacen realidad y, por lo tanto, la devoción a la Virgen María se hace fuente de esperanza para una comunidad que, casi siempre, vive situaciones de angustia y aflicción.
En los diálogos anteriores, hemos venido considerando diferentes aspectos de la exhortación apostólica postsinodal del papa Benedicto XVI sobre la Eucaristía y me parece interesante que –también hoy con ocasión de este tema- oigamos lo que el Papa nos dice sobre la relación entre la Eucaristía y la Virgen María. El Papa nos invita a que contemplemos cómo la Virgen María aparece como la persona cuya libertad está siempre disponible a la voluntad de Dios: “Desde la Anunciación hasta la Cruz, María es Aquella que acoge la Palabra que se hizo carne en ella y que enmudece en el silencio de la muerte. Finalmente ella es quien recibe en sus brazos el cuerpo entregado, ya exánime, de Aquel que de verdad ha amado a los suyos ‘hasta el extremo’ (Jn 13,1).” Esta actitud de escucha y acogida de la Palabra llevó a la Virgen a adherirse plenamente al sacrificio de Cristo y, así, lo acogió para toda la Iglesia. Por eso, en ella tenemos que encontrar nuestra actitud fundamental al participar de la Eucaristía: como ella, tenemos que hacer nuestro el don que Cristo hace de sí mismo en la Eucaristía y entregarnos nosotros mismos, con Él, para la salvación del mundo. María, de esta manera, nos enseña a celebrar la Eucaristía prolongándola en nuestra existencia de todos los días.
J. G.: Cuando la gente celebra a la Virgen del Carmen está bien lejos de tener estos sentimientos. Más bien encuentran en esta fiesta una ocasión para armar una buena parranda.
Arzobispo: La parranda puede ser la expresión espontánea de la alegría que suscita en el corazón el celebrar a la Madre. Sin embargo, de nada serviría la fiesta si no nos llevara a ahondar en el sentido que tiene nuestra devoción a la Virgen María. Como en el campo mismo de la celebración de la Eucaristía, también en nuestras fiestas marianas tenemos que cambiar nuestra mentalidad. Tenemos que ir tomando conciencia de que no se trata simplemente de ritos (especialmente me refiero a la procesión que con tanto entusiasmo organizan ese día) sino de actos en los cuales tenemos que vivir plenamente nuestra fe y recibir la fuerza que necesitamos para vivir como discípulos del Señor en nuestra vida diaria. De esta manera, una fiesta de la Virgen tiene que llevarnos siempre a aumentar nuestra capacidad de escucha de la Palabra de Dios, a aprender a descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas, a entregarnos con confianza en los brazos de Dios, a robustecer nuestro compromiso de poner el amor y el servicio como el elemento fundamental en nuestras relaciones con los demás, a enriquecer nuestra contribución en la construcción de un mundo más justo y más fraterno. Pienso que con las medidas pastorales que se han ido tomando últimamente, se está logrando que las fiestas marianas, y especialmente ésta de la Virgen del Carmen, nos sirvan de verdadero alimento para la fe, la esperanza, el amor, es decir, para la vida cristiana que se alimenta en modo privilegiado de la Eucaristía.
J. G.: En años anteriores se ha propiciado la participación activa de los transportadores, inclusive, se programó el Jubileo del gremio y se unió a la fiesta de la Virgen del Carmen. ¿Por qué y qué se buscó con ello?
Arzobispo: La Virgen del Carmen es la gran patrona de todos los transportadores de aire, tierra, mar y río. Por esto, nos pareció lo más conveniente que con ocasión de esta fiesta, todos ellos pudieran participar en el gran jubileo arquidiocesano. Para esto se fueron preparando de manera muy cuidadosa con la sensibilización de los diferentes gremios relacionados con el transporte y la respuesta que se recibió fue muy positiva. Los transportadores son cada día más conscientes de la importancia fundamental que su servicio tiene en la vida de la sociedad y cómo se está viviendo un momento decisivo para el futuro de la organización del transporte en nuestro medio. Son conscientes, además, de que una profunda unión entre ellos y la sociedad es la base para poder encontrar juntos los caminos oportunos para seguir adelante, y que la fuerza que los puede cohesionar es precisamente la fuerza de la fe que se expresa en la devoción filial a la Virgen María.
La celebración de está fiesta mariana, será, por lo tanto, un momento bien importante para que los transportadores corrijan sus falencias, descubran sus fortalezas y se llenen de la fuerza que da la fe para encontrar la naturaleza y la calidad del servicio que deben prestar a la sociedad.
* Periodista – Historiador. julioetica@yahoo.com
Por estos días, en el departamento del Atlántico celebraremos la fiesta de Nuestra Señora del Carmen. Nuestro Pastor, Monseñor Rubén Salazar, con ocasión de esta celebración nos quiso mostrar a los atlanticenses el verdadero significado de conmemorar esta fecha.
Julio Giraldo: El próximo 16 de julio, nuevamente celebramos la fiesta mariana de mayor arraigo popular: Honramos a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen. ¿Por qué la importancia de esta fiesta?
Arzobispo: El pueblo católico ha honrado siempre con inmenso cariño a la Virgen María porque la considera su madre, su intercesora, su modelo. En ella puede contemplar cómo las promesas de Dios se hacen realidad y, por lo tanto, la devoción a la Virgen María se hace fuente de esperanza para una comunidad que, casi siempre, vive situaciones de angustia y aflicción.
En los diálogos anteriores, hemos venido considerando diferentes aspectos de la exhortación apostólica postsinodal del papa Benedicto XVI sobre la Eucaristía y me parece interesante que –también hoy con ocasión de este tema- oigamos lo que el Papa nos dice sobre la relación entre la Eucaristía y la Virgen María. El Papa nos invita a que contemplemos cómo la Virgen María aparece como la persona cuya libertad está siempre disponible a la voluntad de Dios: “Desde la Anunciación hasta la Cruz, María es Aquella que acoge la Palabra que se hizo carne en ella y que enmudece en el silencio de la muerte. Finalmente ella es quien recibe en sus brazos el cuerpo entregado, ya exánime, de Aquel que de verdad ha amado a los suyos ‘hasta el extremo’ (Jn 13,1).” Esta actitud de escucha y acogida de la Palabra llevó a la Virgen a adherirse plenamente al sacrificio de Cristo y, así, lo acogió para toda la Iglesia. Por eso, en ella tenemos que encontrar nuestra actitud fundamental al participar de la Eucaristía: como ella, tenemos que hacer nuestro el don que Cristo hace de sí mismo en la Eucaristía y entregarnos nosotros mismos, con Él, para la salvación del mundo. María, de esta manera, nos enseña a celebrar la Eucaristía prolongándola en nuestra existencia de todos los días.
J. G.: Cuando la gente celebra a la Virgen del Carmen está bien lejos de tener estos sentimientos. Más bien encuentran en esta fiesta una ocasión para armar una buena parranda.
Arzobispo: La parranda puede ser la expresión espontánea de la alegría que suscita en el corazón el celebrar a la Madre. Sin embargo, de nada serviría la fiesta si no nos llevara a ahondar en el sentido que tiene nuestra devoción a la Virgen María. Como en el campo mismo de la celebración de la Eucaristía, también en nuestras fiestas marianas tenemos que cambiar nuestra mentalidad. Tenemos que ir tomando conciencia de que no se trata simplemente de ritos (especialmente me refiero a la procesión que con tanto entusiasmo organizan ese día) sino de actos en los cuales tenemos que vivir plenamente nuestra fe y recibir la fuerza que necesitamos para vivir como discípulos del Señor en nuestra vida diaria. De esta manera, una fiesta de la Virgen tiene que llevarnos siempre a aumentar nuestra capacidad de escucha de la Palabra de Dios, a aprender a descubrir la voluntad de Dios para nuestras vidas, a entregarnos con confianza en los brazos de Dios, a robustecer nuestro compromiso de poner el amor y el servicio como el elemento fundamental en nuestras relaciones con los demás, a enriquecer nuestra contribución en la construcción de un mundo más justo y más fraterno. Pienso que con las medidas pastorales que se han ido tomando últimamente, se está logrando que las fiestas marianas, y especialmente ésta de la Virgen del Carmen, nos sirvan de verdadero alimento para la fe, la esperanza, el amor, es decir, para la vida cristiana que se alimenta en modo privilegiado de la Eucaristía.
J. G.: En años anteriores se ha propiciado la participación activa de los transportadores, inclusive, se programó el Jubileo del gremio y se unió a la fiesta de la Virgen del Carmen. ¿Por qué y qué se buscó con ello?
Arzobispo: La Virgen del Carmen es la gran patrona de todos los transportadores de aire, tierra, mar y río. Por esto, nos pareció lo más conveniente que con ocasión de esta fiesta, todos ellos pudieran participar en el gran jubileo arquidiocesano. Para esto se fueron preparando de manera muy cuidadosa con la sensibilización de los diferentes gremios relacionados con el transporte y la respuesta que se recibió fue muy positiva. Los transportadores son cada día más conscientes de la importancia fundamental que su servicio tiene en la vida de la sociedad y cómo se está viviendo un momento decisivo para el futuro de la organización del transporte en nuestro medio. Son conscientes, además, de que una profunda unión entre ellos y la sociedad es la base para poder encontrar juntos los caminos oportunos para seguir adelante, y que la fuerza que los puede cohesionar es precisamente la fuerza de la fe que se expresa en la devoción filial a la Virgen María.
La celebración de está fiesta mariana, será, por lo tanto, un momento bien importante para que los transportadores corrijan sus falencias, descubran sus fortalezas y se llenen de la fuerza que da la fe para encontrar la naturaleza y la calidad del servicio que deben prestar a la sociedad.
* Periodista – Historiador. julioetica@yahoo.com
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