jueves, julio 02, 2009

De Mujer a Mujer

Espera y Confía en Su amor

Por Jaynes Hernández Natera*

La esperanza es la verdadera caridad del creyente, el cual confía en que Dios todo lo puede, que con Él todo pasará, pues Él hace todo nuevo, en una Pascua Perpetua, ya que todo lo creó, por Su amor nos redimió y hoy nos salva.

La esperanza es la luz inextinguible en el horizonte al confiar en el Amor de Dios, un amor vivo, ya que Jesús vive y reina en Su corazón; es la coraza, defensa ante el engaño, los temores, la desesperación, las incertidumbres, los escándalos y de todo aquello que perturba la interioridad.

¡Todo el que ama le abunda la esperanza porque confía en Él!..Tener fe es Esperar.

SPE SALVI, carta encíclica de Benedicto XVI, sí aún no la han leído, esta es la oportunidad, pues a través de ésta se encuentra la sabiduría con la que el Espíritu Santo cultiva a la Iglesia, a través del sucesor de Pedro. Su riqueza espiritual es abundante, escogí sólo algunas frases que he subrayado para animarles a leer, aprender y ser de esa manera heraldos de esperanza entre los demás.

Ø Un lugar de primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración
Ø Dios es la gran esperanza
Ø Dios es el fundamento de la esperanza.
Ø De la fe se espera la “vida eterna”
Ø El hombre es redimido por el amor
Ø La fe es esperanza
Ø El que reza nunca está totalmente solo
Ø Amar a Dios requiere la libertad interior respecto a todo lo que posee y todas las cosas materiales: el amor de Dios se manifiesta en la responsabilidad por el otro.
Ø La relación con Dios se establece a través de la comunión con Jesús, pues solos y únicamente con nuestras fuerzas no la podemos alcanzar.

¿Dónde hay Esperanza?
Existe esperanza en el consentimiento nupcial de los novios de amarse toda una vida, en el vientre de una mujer en gestación, la sonrisa de un niño, el sí de la novicia cuando toma sus votos, en el sí de la vida que le dieron sus padres para nacer a los llamados desde el vientre de su madre para ser consagrados, en cada capullo al abrir sus pétalos, en la esbeltez del flamenco cuando extiende sus alas para saludar el viento y en los pájaros que trinan al amanecer y no renuncian a volar, hay esperanza en la anciana con una camándula entre sus dedos, en el enfermo que hace del sufrimiento una oración. En resumen, la mujer que conoce a Dios sabe que su vida se sostiene por la esperanza dando su testimonio, confiando que al arar en el terreno de su corazón y sacando las piedrecitas de pesimismo, cobardía, tristeza y miedos, elimina los obstáculos que le limitan poder crecer en el corazón la esperanza, en la que Cristo es la semilla.

En la encíclica, En Esperanza fuimos salvados (Spe Salvi), nos escribió Benedicto XVI: “El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás”. Necesariamente, la esperanza es virtud, cuando no es viciada por el egoísmo. La esperanza crece en la vivencia de una espiritualidad de comunión, ella se contagia, ¡Contagiemos esperanza!.

¿Cómo la mujer siembra esperanza?
La gran esperanza con la que se puede vencer cualquier dificultad, sólo puede ser Dios, de esta forma, la mujer se convierte en una sembradora de esperanza, sabe esperar rezando y ama en esa espera con la virtud de la paciencia y la perseverancia. De todas las esperas, la más bella es la maternidad, pues es vocación a la vida, al amor.

Vocación y Esperanza
No hay verdadera vocación sin la virtud de la esperanza, Dios nos llama a seguirle en una vocación específica, ser felices, y caminar con Él, porque nos llama a la santidad y espera que nosotras seamos esperanza para los demás e iluminemos la alegría de ser hijas amadas de Dios, confiamos que con Jesús, Buen Pastor, nada nos faltará, su vara y callado nos protege y sostiene, aún en las tormentas, en el peligro y en la enfermedad.

Así mismo, hay una confiada esperanza de la respuesta del Señor, a la oración, en este caso en las plegarias de la Iglesia por las vocaciones, por eso, te invito a que participes todos los jueves en tu parroquia en la Hora Santa para que el Señor nos multiplique los pastores que guíen a su pueblo; en esta oración le confiamos a los jóvenes de nuestra Arquidiócesis y del mundo entero, con sus aspiraciones, inquietudes y esperanzas. La oración por las vocaciones, esta llena de esperanza, y todo joven que ora para discernir la voluntad de Dios espera la claridad para decidir: ¿Cómo seguirle?, ¿Dónde seguirle? y ¿Para Qué?

Por su parte, la Virgen María, también es luz de esperanza. Por eso digamos: OH! María Estrella de la Esperanza, la altura de tu esperanza nos enseñe a creer, esperar y amar contigo, tu esperanza, nos anima a esperar el gozo de una vida eterna.

Es momento de abrazarnos y entrelazar nuestra esperanza con la de nuestras familias y la comunidad; en una esperanza solidaria, somos la voz de la vida, de la esperanza, que hará eco y será escuchada en todos los que atentan e intentan contra la vida propia, ajena o del inocente gestante.

La verdadera esperanza viene de Dios y nos convoca a esperar confiando en el Amor, ¡Siembra en el corazón palabras de vida, amor y esperanza para que tu boca hable de lo que allí hay, lo que sientes, piensas y vives!. Ten presente lo escrito por San Pablo en la carta a los Efesios 4, 4: ”Uno es el cuerpo, uno el Espíritu, como es una la esperanza a que han sido llamados”.

*Miembro de la Comisión de Pastoral Vocacional. jaynesher@hotmail.com

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