miércoles, julio 22, 2009

Unidad Pastoral San Martín de Porres
Riqueza espiritual para construir un templo con Catedratón


Por Julio Giraldo*
En la mayoría de los barrios del sur de Barranquilla, siempre escuchamos historias similares sobre los orígenes de estos, pues en gran proporción han nacido de invasiones, sorteando miles de necesidades y situaciones difíciles para poder vivir dignamente. Uno de estos barrios es Santo Domingo de Guzmán, un asentamiento humano muy extenso en terreno y en número de familias; existe pobreza total en muchos de los hogares, dificultades familiares, las personas cabeza de hogar muchas veces son desempleadas, los niños y jóvenes no estudian y se vislumbran un triste porvenir. Pero no todo lo que ocurre es triste, también hay luces de esperanza, especialmente en los corazones de los profesionales que habitan en este sector, hay maestros de construcción, mecánicos, obreros, profesores y personas dedicadas al “rebusque”; en pocas palabras, es una especie de Torre de Babel, en donde todos sin importar las adversidades hablan el mismo idioma: la humildad, la sinceridad y el deseo de superación.

En este popular barrio hace más de veinte años, sus habitantes, luego de solucionar parte de los problemas en la prestación de los servicios públicos de salud, educación y demás, comenzaron a gestionar la idea de tener una parroquia cerca a sus humildes viviendas, porque según Eugenia Suárez y Blanca Gilma Betancourt, residentes del sector desde sus inicios, las personas querían bautizar a sus niños, recibir el sacramento del matrimonio como Dios manda y cumplir con el precepto dominical, por tal motivo, inicialmente asistían a Misa en el barrio Carrizal, luego decidieron hablar con los sacerdotes Dominicos para proponerles que les enviaran un sacerdote que los domingos se encargará de celebrar la Eucaristía; en efecto, uno de los presbíteros de esta comunidad visitó el sector y empezó a celebrar la Misa en campos abiertos, casas familiares y esquinas del barrio.

La comunidad empezó a recibir ayuda espiritual gracias a la orientación de la unidad pastoral Marianito Eusse y así lentamente se fue conformando una pequeña feligresía, entusiasmada con la presencia de los sacerdotes Marcos Lopera, Gerardo Niebles, Arquímedes González, los Dominicos y grupos como la Legión de María y algunos otros que visitaban el barrio Santo Domingo de Guzmán para animar a este grupo de católicos. En esos momentos, no existía ni capilla, terreno, pero si, una pequeña cancha de fútbol en donde se celebraban Misas, bautizos y matrimonios.

Por su parte, existía un grupo de personas dispuestas a trabajar y animar a sus vecinos para que apoyaran la iniciativa, por lo tanto, iniciaron actividades culturales y recreativas como bailes, bazares, rifas, bingos, ventas de comidas y cada persona aportaba desde lo poco que tenía. Ante estas circunstancias, Dios fue bueno y premió el esfuerzo de sus hijos, por decreto de Monseñor Rubén Salazar Gómez se creó la unidad pastoral de San Martín de Porres, nombre escogido por sus moradores teniendo en cuenta que la mayoría de sus habitantes son de raza negra lo que los identificaba con el santo.

Con el titulo de parroquia y con un pequeño fondo de dinero, se discute entre los vecinos los posibles sitios en donde se podría construir el anhelado templo, en ese momento llegó Monseñor Rubén Salazar Gómez, visitó el barrio, celebró la Eucaristía, administró confirmaciones al aire libre, conversó con sus feligreses y mirando alrededor, visionó y trazó sobre un papel el templo que debían construir. Les propuso que compraran cuatro casas viejas que existían al frente de la improvisada iglesia y a la vez, les ofreció una ayuda monetaria proveniente de Catedratón.

Una vez compradas las viviendas con el aporte de Catedratón y los fondos recolectados por la comunidad, se comenzó la construcción. Al año siguiente Catedratón se volvió a hacer presente con otra donación y gracias a esto, hasta el momento se ha logrado construir la fachada de la parroquia, las columnas principales, paredes y la estructura del techo.

En el corazón de sus habitantes existe el deseo inmenso de organizarse nuevamente a nivel pastoral para aprovechar en mayor proporción las ayudas de Catedratón, de empresas y personas como la familia Tarud.

La Parroquia Hoy:
Desde hace dos años y medio se encuentra como párroco el padre Andrés Rodríguez, quien llegó con instrucciones precisas de Monseñor Rubén Salazar para dedicarse en primera instancia al crecimiento espiritual de la comunidad, reconstruir el tejido social de un conglomerado que en medio de la pobreza material presentaba grandes fisuras a nivel familiar, social y religioso.

Actualmente, el padre trabaja visitando frecuentemente los sectores donde realizan las asambleas familiares, celebra el día domingo en horas de la mañana una Eucaristía, pues es muy difícil realizarla en horas de la tarde por no contar con techo la capilla.

Lamentablemente, a pesar de que es un sector bastante habitado, es poca la feligresía, lo cual preocupa mucho al presbítero Andrés y cada día encomienda su misión a Dios para así encontrar caminos que lo conduzcan a un acercamiento de toda la comunidad con la vida parroquial. Pero, en medio de esta problemática, existen personas y familias comprometidas que reconocen el gran esfuerzo que ha realizado la Arquidiócesis de Barranquilla a través de Catedratón. Hoy aquellas personas del barrio Santo Domingo de Guzmán que apoyan la labor evangelizadora, le hacen un llamado a todos sus vecinos para que se integren a la acción pastoral, tengan sentido de pertenencia a su parroquia, aprecien y valoren todo lo que les han dado y así muy pronto, todos juntos celebren la inauguración y bendición solemne de su amplio y hermoso templo.

* Periodista - Historiador

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