Por Comisión Arquidiocesana de Liturgia*
Hace algunos años se comenzó en la Arquidiócesis de Barranquilla un Proceso de Nueva Evangelización con el fin de conducir a esta Iglesia Particular hacia un camino de vivencia plena de espiritualidad, misión, participación y comunión.
Un proceso a largo plazo que implica un cambio en la mentalidad de muchos y el gran esfuerzo de los fieles atlanticenses. Sí, un gran desafío, sobre todo porque se trata de llevar el mensaje de salvación a casi tres millones de habitantes contando con tan sólo 135 parroquias, donde en realidad son necesarias 370, y con pocos fieles católicos comprometidos. Sin embargo, de pasos pequeños, de la misma manera que las gotas de agua son capaces de llegar a romper una roca, fue despertándose en el departamento el deseo de participar y ser miembros activos del Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización (PDR/E).
El comentario de muchos desde el principio fue: “Con un proceso de tantos años, cuándo se verán los frutos”. Pero definitivamente, como dice San Pablo: “El Señor ha estado grande con nosotros”, pues nos ha permitido ver y contemplar Su grandeza en tan poco tiempo de trabajo. Es así como, contando con tan poco, somos testigos de Su poder y gloria.
Son muchos los logros de estos diez años de trabajo: Creación de estructuras parroquiales, gente comprometida en el proceso, el nacimiento de más de cincuenta unidades pastorales y, por supuesto, el surgimiento de nuevas comunidades parroquiales vivas y dinámicas, comunidades que han escogido como opción de fe a Cristo.
Ahora bien, el hecho del surgimiento de estas unidades pastorales implica el tener un lugar consagrado exclusivamente para el culto de nuestro Señor, pero la mayoría de estas comunidades sólo contaban con el entusiasmo y la motivación que propicia el gozo de sentir a Dios en su corazón. Qué grandes son las obras cuando son guiadas de la mano del Señor. Esa motivación de algunos se ha extendido en la Arquidiócesis y, de esta manera, con mucha oración y actividades como bingos, ventas de comidas, con la vinculación de benefactores y gracias a la Catedratón, hoy se cuenta en el Atlántico con más lugares donde alabar y bendecir al Señor, lugares para la escucha de la Palabra y celebración de los Sacramentos, lugares para encuentro de amor, paz y fraternidad.
¡Quién lo diría!, de pequeños pasos se han ido construyendo en nuestra Iglesia, nuevos templos y, de una manera especial, en los sectores más vulnerables y apartados del Atlántico. Lugares donde ha llegado la Buena Nueva de Salvación y donde ha empezado, también, un proceso de evangelización y con ello desarrollo social. Barrios como la Chinita, las Malvinas, Santo Domingo, Siete de Abril, las Américas, la Sierrita cuentan con espacios católicos para el culto a nuestro Padre Celestial.
Hace poco fueron consagrados dos nuevos templos: Santa María de la Cordialidad y Jesús de la Buena Esperanza, lo que significa que tenemos dos nuevos lugares donde apreciar el gran misterio de ser Iglesia, donde podemos admirar a la gente llena de gozo porque tienen una morada de Dios entre ellos, nuevos templos construidos con piedras vivas con Cristo Jesús como suprema piedra angular.
¿Qué nos queda por hacer a todos? Pues seguir trabajando y trabajando con alegría en este Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización, continuar orando para que el Dueño mies suscite en el corazón de muchos el deseo de trabajar por Su obra y juntos cambiemos ese refrán que dice: “Pocos haciendo mucho” por “Muchos haciendo más”.
Desde el Bautismo fuiste consagrado para trabajar en la obra del Señor. Él necesita tus manos, tu cuerpo, tu ser; necesita hombres unidos trabajando por Su causa. Haces parte del cuerpo de Cristo, así que, anímate a trabajar en esta misión, ¡Únete de corazón!
Hace algunos años se comenzó en la Arquidiócesis de Barranquilla un Proceso de Nueva Evangelización con el fin de conducir a esta Iglesia Particular hacia un camino de vivencia plena de espiritualidad, misión, participación y comunión.
Un proceso a largo plazo que implica un cambio en la mentalidad de muchos y el gran esfuerzo de los fieles atlanticenses. Sí, un gran desafío, sobre todo porque se trata de llevar el mensaje de salvación a casi tres millones de habitantes contando con tan sólo 135 parroquias, donde en realidad son necesarias 370, y con pocos fieles católicos comprometidos. Sin embargo, de pasos pequeños, de la misma manera que las gotas de agua son capaces de llegar a romper una roca, fue despertándose en el departamento el deseo de participar y ser miembros activos del Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización (PDR/E).
El comentario de muchos desde el principio fue: “Con un proceso de tantos años, cuándo se verán los frutos”. Pero definitivamente, como dice San Pablo: “El Señor ha estado grande con nosotros”, pues nos ha permitido ver y contemplar Su grandeza en tan poco tiempo de trabajo. Es así como, contando con tan poco, somos testigos de Su poder y gloria.
Son muchos los logros de estos diez años de trabajo: Creación de estructuras parroquiales, gente comprometida en el proceso, el nacimiento de más de cincuenta unidades pastorales y, por supuesto, el surgimiento de nuevas comunidades parroquiales vivas y dinámicas, comunidades que han escogido como opción de fe a Cristo.
Ahora bien, el hecho del surgimiento de estas unidades pastorales implica el tener un lugar consagrado exclusivamente para el culto de nuestro Señor, pero la mayoría de estas comunidades sólo contaban con el entusiasmo y la motivación que propicia el gozo de sentir a Dios en su corazón. Qué grandes son las obras cuando son guiadas de la mano del Señor. Esa motivación de algunos se ha extendido en la Arquidiócesis y, de esta manera, con mucha oración y actividades como bingos, ventas de comidas, con la vinculación de benefactores y gracias a la Catedratón, hoy se cuenta en el Atlántico con más lugares donde alabar y bendecir al Señor, lugares para la escucha de la Palabra y celebración de los Sacramentos, lugares para encuentro de amor, paz y fraternidad.
¡Quién lo diría!, de pequeños pasos se han ido construyendo en nuestra Iglesia, nuevos templos y, de una manera especial, en los sectores más vulnerables y apartados del Atlántico. Lugares donde ha llegado la Buena Nueva de Salvación y donde ha empezado, también, un proceso de evangelización y con ello desarrollo social. Barrios como la Chinita, las Malvinas, Santo Domingo, Siete de Abril, las Américas, la Sierrita cuentan con espacios católicos para el culto a nuestro Padre Celestial.
Hace poco fueron consagrados dos nuevos templos: Santa María de la Cordialidad y Jesús de la Buena Esperanza, lo que significa que tenemos dos nuevos lugares donde apreciar el gran misterio de ser Iglesia, donde podemos admirar a la gente llena de gozo porque tienen una morada de Dios entre ellos, nuevos templos construidos con piedras vivas con Cristo Jesús como suprema piedra angular.
¿Qué nos queda por hacer a todos? Pues seguir trabajando y trabajando con alegría en este Proceso Diocesano de Renovación y Evangelización, continuar orando para que el Dueño mies suscite en el corazón de muchos el deseo de trabajar por Su obra y juntos cambiemos ese refrán que dice: “Pocos haciendo mucho” por “Muchos haciendo más”.
Desde el Bautismo fuiste consagrado para trabajar en la obra del Señor. Él necesita tus manos, tu cuerpo, tu ser; necesita hombres unidos trabajando por Su causa. Haces parte del cuerpo de Cristo, así que, anímate a trabajar en esta misión, ¡Únete de corazón!
* Miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgía
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