miércoles, julio 22, 2009

De Mujer a Mujer

Jesús está presente en cada corazón que confía en el Suyo
Por Jaynes Hernández Natera*

Jesús está realmente presente en cada corazón que le ha dicho sí a Su propuesta de amor. En Su corazón debemos confiar, esperar porque Él nos ama. Santa Margarita María de Alacoque escuchó a Nuestro Señor decir: “He aquí el corazón que tanto ha amado a los hombres, y en cambio, de la mayor parte de los hombres no recibo nada más que ingratitud”.

Para tener un corazón saludable
Los médicos nos recomiendan evitar las grasas saturadas, el consumo excesivo de dulces, la sal; es bueno caminar o practicar un deporte, consumir alimentos ricos en omega 3, evitar el estrés. Pero es necesario que estas indicaciones incluyan: Confiar en el corazón amoroso de Jesús, diciendo muchas veces: “Sagrado Corazón de Jesús: en vos confió o corazón de Jesús y María: sed la salvación del alma mía”; pues ese amor nos conduce a amar y a dejarnos amar, a perdonar, y perdonarse a sí mismo. Así se recupera la salud física, del alma y familiar. Jesús es el amor de Dios hecho carne.

Diagnóstico para trasplante de corazón
Muchas veces se tiene la salud física, pero la emocional, la afectiva, está perturbada por: los resentimientos, la ambición, el libertinaje, la abundante búsqueda del placer, los miedos, desconfianza en todo y en sí misma, el no confiar en Dios, la prepotencia, soberbia, ira, odios, envidia, la avaricia y la vanidad, que enferman de tal manera el corazón, y si no se va al mejor cardiólogo (Jesús), se puede presentar un infarto al corazón espiritual, lugar donde nacen los deseos y las acciones, causando la pérdida de la esperanza, fe y amor.

Sugerencias y medicina para sanar el corazón
1. Para sanar un corazón enfermo y con mayor razón cuando la enfermedad es causada por el desamor y el pecado, es necesario un trasplante de las sagradas células cardíacas del corazón de Jesús al nuestro. Pedir y os recibirán (Mateo 7, 7-11); ante el Santísimo Sacramento confiemos en recibir Su amor que nos sana y fortalece por la perfección de Su entrega incondicional.

2. Consagrarnos al corazón de María, quien tiene la pureza, humildad y gracia plena de mover nuestro espíritu hasta el encuentro con el corazón de su Hijo. Ella tuvo la Gracia durante el embarazo de sentir el latido del Hijo de Dios en su vientre, aunque era un corazoncito pequeño propio de un bebé en gestación, tenía toda la divinidad del verbo hecho carne que perfeccionaba en santidad al corazón de la madre desde el sí de la aceptación: “hágase en mí según tu palabra”; cada latido la fortalecía para emprender la responsabilidad que estaba asumiendo, así mismo si nosotras confiamos en el corazón de Jesús, también podemos cumplir la misión en la vocación a la cual hemos sido llamadas.



3. Abrirse al misterio de Dios y de Su amor, dejándose transformar por este.
Por la misericordia gozamos de su amor, al experimentar y testimoniar la confianza que tenemos en el amor del Sagrado Corazón de Jesús, Él nos capacita para aceptar la buena nueva del Evangelio y ser sus mensajeros de la alegre noticia, la cual sana el corazón enfermo. Abrirse es decir: Sí acepto la propuesta del Amor.

4. Consagración personal y familiar al corazón de Jesús.
Al mirar al que traspasaron (Juan19,37), tomemos una actitud centrada en la conversión propia y de amor para orar por la conversión de los demás. La confianza de nosotras en el corazón de Jesús influye en la confianza de los demás hacia Él.

5. Ante el Santísimo Sacramento del Altar, donde el amor de Jesús está esperando que le solicitemos prestado parte de Su corazón; tan sólo una célula de amor basta para transformar nuestra vida, sanándonos física y espiritualmente, capacitándonos para amar más, lo cual nos lleva a recoger los frutos del Espíritu Santo que nos trae bendiciones a nivel personal, familiar y comunitario, pero para recibirlo debemos permanecer en constante oración, lectura de la Palabra de Dios, participar de la Eucaristía y practicar obras de misericordia.

La Iglesia confía en el Amor Divino del Corazón de Jesús
Pio XII, escribió en la Encíclica Haurietis Aquas, lo siguiente: “En el corazón de Jesús está la escuela más efectiva del amor de Dios”, por su parte, Juan Pablo II nos dejó como herencia de sabiduría el siguiente pensamiento: ”Junto al Corazón de Cristo, el corazón humano aprende a conocer el auténtico y único sentido de la vida y de su propio destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a permanecer alejado de ciertas perversiones del corazón, a unir el amor filial a Dios con el amor al prójimo. De este modo - y está es la verdadera reparación exigida por el Corazón del Salvador - sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia, podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo”. Y en nuestros días, Benedicto XVI, convocó la apertura del Año Sacerdotal, el 19 de junio de 2009, Día del Sagrado Corazón de Jesús, para que oremos por la santificación de los sacerdotes.

¡Confiar es amar, Sagrado Corazón de Jesús en vos confió, a Vos amo, y estás presente en mi corazón! ¡Ora, ama y confía que Te ama Dios”.

*Integrante de la Comisión de Pastoral Vocacional. jaynesher@hotmail.com

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